junio 13, 2010

Tratado de alianza ofensiva y defensiva entre Paraguay y Corrientes contra Juan Manuel de Rosas, y manifiesto de Corrientes a las provincias de la República (1845)

PACTOS PRECONSTITUCIONALES ARGENTINOS
[83]
Tratado de alianza ofensiva y defensiva entre el Paraguay y el gobierno de Corrientes contra el Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas; ratificaciones de ambos gobiernos y manifiesto de Corrientes a las provincias de la República [1]
[11 de noviembre a 13 de diciembre de 1845]

Publicación Oficial
Tratado
de
Alianza Ofensiva y Defensiva
Contra el
Gobernador de Buenos Aires
El Presidente de la República del Paraguay. Habiendo ajustado y concluido en esta ciudad de la Asunción, el día 11 de Noviembre próximo pasado, con los Señores General D. Juan Madariaga, y D. José Inocencio Marquez, Enviados Extraordinarios del Exmo. Señor Gobernador y Capitán General del Estado de Corrientes D. Joaquin Madariaga y de S. E. el Señor Brigadier D. José Maria Paz, Director de la Guerra y General en Jefe del Ejército, un tratado de alianza ofensiva y defensiva contra el Gobernador de Buenos Aires, D. Juan Manuel Rosas, cuyo tenor a la letra es como sigue:
El Supremo Gobierno de la República del Paraguay, y el Exmo. Gobierno del Estado de Corrientes, juntamente con S. E. el Señor Brigadier Don José Maria Paz, Director de la Guerra y General en Jefe del Ejército de operaciones; compuesto de argentinos de diferentes Provincias del Río de la Plata, convencidos de que la ambición y prepotencia del General D. Juan Manuel Rosas, Gobernador, o antes, tirano de Buenos Aires, ha mantenido un estado de guerra continua, fatal y cruel, que ha atacado los derechos mas sagrados de los pueblos, que ha abierto hostilidades contra la Independencia, comercio y navegaciónn de la República del Paraguay, que todas las pruebas demuestran que solamente espera la oportunidad de movimientos de su Ejército para traer los horrores de la guerra a los territorios de estos Estados, y en tales circunstancias, convencidos del deber, y necesidad urgente de prevenir sus miras y complemento de sus hostilidades, concordaron en celebrar un tratado de alianza que se destine a obtener una paz sólida, leal y duradera, y para este fin los Excmos. Señores D. Joaquin Madariaga, Gobernador y Capitán General del Estado de Corrientes, y D. José Maria Paz, Director de la Guerra, y General en Jefe, han nombrado Enviados Extraordinarios cerca del Supremo Gobierno de la República, a los Señores General D. Juan Madariaga, y D. José Inocencio Marquez, los cuales después de presentados sus plenos poderes, y hallados en debida forma han convenido con el Exmo. Señor Presidente de la República del Paraguay, ciudadano Carlos Antonio Lopez, en los artículos siguientes:

Articulo 1 º
Habrá alianza ofensiva y defensiva entre el Supremo Gobierno de la República del Paraguay de una parte, y el Exmo. Gobierno del Estado de Corrientes de la otra, juntamente con el Exmo. Señor Brigadier D. José Maria Paz, Director de la Guerra y General en Jefe del Ejército de Operaciones, compuesto de argentinos de diferentes Provincias del Río de la Plata: ella comprende a los súbditos respectivos.
Articulo 2 º
La alianza tiene por objeto y fin, obstar que el General D. Juan Manuel Rosas, continúe en el uso del Poder, despótico, ilegitimo y tiránico que se abrogó ú obtener garantías completas y valiosas a bien de las altas partes contratantes.
Articulo 3 º
Tales garantías deben asegurar, por lo que respecta a la República del Paraguay, el reconocimiento público, y absoluto de su Independencia y soberanía nacional, como Estado enteramente separado y distinto de la República Argentina, de la integridad de su territorio, y del derecho y comunidad de la navegación libre por los ríos Paraná y Plata; y por lo que respecta al Estado de Corrientes, deben asegurar la observancia y exacto cumplimiento de los derechos políticos e individuales que tienen las Provincias del Río de la Plata, como Estados independientes que son, aun cuando unidos con vínculos de Federación o alianza.
Articulo 4 º
La guerra no se considera por tanto hecha a los Pueblos de las Provincias confederadas, antes se aceptará su amistad y cooperación: ella es personal al dicho General D. Juan Manuel Rosas, y fuerzas que sirven de instrumento a su ambición y tiranía.
Articulo 5 º
Las fuerzas, auxilios, equipos y material de guerra con que cada uno de los aliados debe concurrir para obtener el objeto y fin de la presente alianza, se regularán por una convención adicional al presente tratado, y que será considerada como parte de él.
Articulo 6 º
Cada una de las altas partes contratantes, se obliga a no largar las armas, en cuanto no se hubiesen conseguido plenamente los objetos y fines de la presente alianza y a no entrar en negociación alguna con el enemigo, sin conocimiento de la otra; y mucho menos concluir tregua, o cualquiera o sino de mutuo acuerdo, e incluyendo a su aliado.
Articulo 7 º
En ningún caso se podrá ajustar la paz, y mucho menos concluirla sin que se obtenga como condición previa, y sine qua non, las garantías y uso práctico de los derechos respectivos a la República del Paraguay, ya mencionados en el artículo 3° y los que son relativos a Corrientes. Verificados que sean tales hechos, podrá el Estado de Corrientes renovar, o celebrar los pactos que juzgare convenientes con la República Argentina, separándose de la presente alianza.
Articulo 8 º
La presente alianza durará por tanto, hasta que las altas partes contratantes, obtengan plena y efectivamente el entero fin, y ejercicio práctico de los derechos que quedan referidos.
Articulo 9 º
El presente tratado, será ratificado dentro de treinta días por las altas partes contratantes, canjeándose las ratificaciones en esta Capital, y desde entonces será dado a ejecución.
En testimonio de lo cual firmamos y sellamos dos de un tenor, con los sellos de los respectivos Estados, en la Asunción, Capital de la República del Paraguay, a once de Noviembre de mil ochocientos cuarenta y cinco.
Carlos Antonio Lopez; Juan Madabiaga; José Inocencia Marquez; Andrés Gill, secretario de Gobierno y encargado provisoriamente de Relaciones Exteriores.
Manuel Leyva, secretario.

Y siendo por el Presidente de la República, considerado y examinado nuevamente el dicho tratado, y todo cuanto en él se contiene, oído mi Consejo de Estado, y usando de las facultades extraordinarias que me concede la ley fundamental de la República, para proveer a la defensa y seguridad interior y exterior de la República: lo confirmo y ratifico en todas sus partes, quedando obligado a recabar la aprobación del Congreso Nacional en su primera reunión ordinaria, y prometiendo entre tanto bajo la fe pública observar y cumplir fielmente lo estipulado y convenido en cada uno de sus artículos. En fe de lo cual mandé expedir el presente instrumento de ratificación, firmado de mi mano, sellado con el sello de la Nación, y autorizado por el Secretario de Gobierno encargado provisoriamente de Relaciones Exteriores. Dado en la Asunción, Capital de la República del Paraguay, a los cuatro días del mes de Diciembre, año del Señor de mil ochocientos cuarenta y cinco, el trigésimo quinto de la Independencia.
Carlos Antonio Lopez
Andrés Gill.

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución!
El H. C. G. de la Provincia habiendo tomado en consideración la nota del P. E fecha 15 del corriente relativa a recabar la facultad necesaria para ratificar el Tratado solemne de alianza ofensiva y defensiva contra el tirano Gobernador de la Provincia de Buenos Aires General D. Juan Manuel Rosas y las fuerzas armadas que le obedecen; celebrado en la Capital de la República del Paraguay con el Ecxmo. Sr. Presidente de ella que igualmente fue sometido a su conocimiento y deliberación; y después de haberlo meditado y discutido con la circunspección y detenida madurez, que requiere un asunto de inmensa trascendencia y vitalidad, hallando en el, que las Altas Partes Contratantes han consultado salvar el honor la dignidad y las libertades de ambos estados hasta establecer en ellos una paz sólida y duradera ha tenido á bien. Acordar y sancionar en sesión extraordinaria lo siguiente.
ART. 1º - Quedan plenamente autorizados los Ecxmos. Sres. el Gobernador y Capitán General de la Provincia D. Joaquin Madariaga y el Director de la guerra General en Jefe del Ejército de operaciones Brigadier D. José Maria Paz, para ratificar en todas sus partes el Tratado Solemne de alianza ofensiva y defensiva contra el tirano Gobernador de Buenos Aires General D. Juan Manuel Rosas y las fuerzas armadas que le obedecen, celebrado el día once de Noviembre en la Ciudad de la Asunción Capital de la República del Paraguay por los enviados especiales ad hoc de dichos Ecxmos. Sres. con el Ecxmo. Sr. Presidente de la enunciada República Ciudadano Carlos Antonio Lopez, haciéndose extensiva esta facultad a lo mencionado en el articulo 5° del Tratado.
2º - Comuníquese al P. E. para su inteligencia y efectos consiguientes.
Sala de Sesiones en Corrientes Noviembre 18 de 1845.
Juan Baltazar Acosta, Presidente; José F. de los Santos; Pedro Dice Colodrero, Diputado Seco Diputado Seco

Corrientes Noviembre 21 de 1845.
Cúmplase la presente Honorable sanción. Transcríbase a quienes corresponda y publíquese oportunamente.
Madariaga
Greqorio Valdes.

Ratificación del Ecxmo, Gobierno de Corrientes. Visto y examinado con detención el presente Tratado de alianza, ofensiva y defensiva y encontrándolo digno de nuestra aprobación: en uso de las facultades que investimos por la soberana sanción de 18 del corriente mes de Noviembre, lo aceptamos, confirmamos y ratificamos en todas sus partes, prometiendo y empeñando la fe y lealtad del Gobierno de cumplir y hacer cumplir cuanto en él se ha estipulado y convenido. En fe de lo cual, mandamos expedir este documento firmado de nuestra propia mano, sellado con el sello de nuestro despacho y autorizado por nuestro Secretario encargado de todos los ramos de nuestra administración.
Dado en la Ciudad de Corrientes, Capital de la Provincia a los 24 días del mes de Noviembre año del señor de 1845.
Joaquin Madariaga
Gregorio Valdes.

¡PATRIA, LIBERTAD, CONSTITUCION!!!
MANIFIESTO
DEL GOBIERNO DE CORRIENTES A LAS
PROVINCIAS DE LA REPÚBLICA.

¡Pueblos de la República! - El Gobierno que tiene el honor de dirigiros la palabra, en su propio nombre, y supliendo el vuestro, acaba de sellar un acto memorable, necesario y vital para la actualidad de la República, valioso e inapreciable para su porvenir: acto que importa, en lo presente, la redención de vuestro cautiverio, y, para lo futuro, una suma inmensa de bienes que nos resarcirá superabundantemente los quebrantos de lo pasado. Al haceros esta gran manifestación el Gobierno que os habla tiene además la satisfacción de aseguraros que ninguna reserva rebaja su importancia, ningún sacrificio menoscaba la grandeza del beneficio; pudiendo bien decirse que pocas veces las conveniencias permanentes han estado mas concordes con la necesidad actual, y que nunca lo que esta ha impuesto ha costado menos al derecho y a la dignidad propia.
Seguro del bien que os anuncia el Gobierno esta cierto de vuestra conformidad, y si previene, en semejantes terminas, vuestro juicio, acerca del acto que os somete, no es por que vacile un momento en su convicción, ni sobre vuestra aprobación ulterior; sino por congratularse con vosotros y felicitaros, en primer lugar, por la feliz peripecia que tan gran suceso nos promete, al cabo de tantas y tan prolongadas desdichas; e informaros, en seguida, de la importante situación en que se hallan las cosas, de los antecedentes que la han preparado, como de ser llegada la oportunidad decisiva de restablecer a nuestra patria en el lugar honroso que le corresponde, rescatándola de la indigna humillación en que la retiene, tanto tiempo hit, su bárbara opresor.
Fascinado por algunos sucesos efímeros, preparados sin duda por la justicia divina a la entrada del camino en que corre a su perdición, salto las riendas a su loca ambición, y se entrego sin reserva a sus perversos instintos. Mientras, por una parte, invadía la nacionalidad del Estado Oriental, desechando con arrogancia las interposiciones mas respetables, preparaba, por otra, la subyugación del Paraguay, empleando en ello alternativamente la duplicidad y la amenaza: y al mismo tiempo que remachaba a su patria la ignominiosa cadena de la mas ciega servidumbre, difundiendo por las provincias sus instrumentos de terror y asolación, conculcaba en los particulares extranjeros los deberes de la hospitalidad, los derechos de la naturaleza y el respeto debido a la fe de los tratados. De este modo es como él caminaba a su doble objeto: - a segregar estos países de la civilización, y a convertirlos en oscuro patrimonio de su descendencia. - Durante algún tiempo, la misma extravagancia de estas miras, y la misma deformidad de los medios empleados, enajenaban la persuasión de las potencias interesadas en reprimirlas; y así es como el tirano, excediendo los limites de la credibilidad y de la verosimilitud, pudo fascinar a lo lejos durante algunos años, pudo aun hacer sospechosa la sinceridad de sus acusadores y la verdad de las acusaciones, y hasta burlarse de aquellos mismos a quienes debía temer. - Pero ese efímero prestigio debía al fin desaparecer desde el punto que la atención se contrajera a inquirir los hechos, por conductos propios, apartándose de referencias interesadas. - Esto mismo ha sucedido. - Las dos principales potencias del globo, las mas especialmente interesadas en la situación del Río de la Plata, prestaron atención a tal estado de cosas, y convencidas al fin de lo que su buena fe les hiciera dudar en los principios, resolvieron una intervención que le pusiese un termino definitivo y satisfactorio. - Llevada a cabo esta resolución, el tirano que la provoco se encuentra hoy agobiado bajo el fallo que le condena, y a expectación del castigo que le espera.
La República del Paraguay al mismo tiempo, después de haber esperado, de haber apurado los medios de persuasión en favor de su buen derecho, de no haber en fin omitido nada de lo que la prudencia sugería para recabar un reconocimiento que afianzase su seguridad, y le dejase expeditas las vías que la naturaleza ha abierto para la prosperidad de esta vasta región; hubo al fin de convencerse de lo que por otra parte, sea dicho en justicia, no se escapara a su penetración, bien que, no obstante, hubiese querido persuadirse de ello por la experiencia: comprendió, decimos, sus peligros, penetró la tenebrosa extensión de ese sistema de concentración territorial y de aislamiento social, irrisoriamente apellidado sistema americano, (como si su maligno autor pretendiese deprimir a la América a la faz del mundo civilizado atribuyéndole tendencias bien contrarias, por cierto, a sus calidades dulces y sociables,) y entrevió allí el humillante destino que le estaba reservado. - El Paraguay tomó entonces su partido, asoció su causa a la de Corrientes, por medio de una alianza en que se expresan los respectivos objetos de las partes contratantes y su mutuo interés; y prestándole desde luego su poderoso apoyo le ayuda ahora a tender una mano salvadora a sus hermanos los pueblos en cautiverio. - Así el brioso pueblo paraguayo, segregado tanto tiempo de nuestras relaciones fraternales, aparece ahora como el predestinado por la Providencia para levantar del abismo a la República Argentina y restituirla a su libertad primitiva, a ese bien supremo, generador de los demás bienes humanos: retribuyéndole de ese modo lo que aquella hiciera en otro tiempo en beneficio de la causa continental de sud-américa.
¡Pueblos de la República! - Vuestra hermana la Provincia de Corrientes, fiel a los vinculos que la ligan a la familia argentina, os somete ese tratado, que ha celebrado con el Estado del Paraguay, en beneficio común de la República, y en uso particular de los derechos propios, contando con vuestra aceptación, desde que en nada menoscaba los derechos generales de la nación; esperando que, en obsequio a la justicia particular y a la conveniencia recíproca, tendréis a bien elevarlo al carácter de una estipulación nacional. - Esta alianza que asocia nuestra causa en lo presente a la de un pueblo hermano mancomuna también sus destinos en el porvenir. - Ella estrecha vinculas fraternos, que acontecimientos transitorios relajaron por desgracia, y que un bien entendido interés, fundado en él respeto reciproco a los respectivos derechos, propende a perpetuar para su ventura común. [1]
¡Argentinos! hermanos que gemís a vuestro pesar bajo el duro yugo, heridos por la desgracia, levantad la faz abatida... La hora de expiación ha sonado ya para vuestro tirano. Oprimido bajo el anatema del mundo civilizado, la resistencia que aun oponga a la justicia universal que le persigue, solo le conducirá a hacer más desastroso su destino. - ¡Argentinos! en tanto que la fortuna, ayudando los artificios del tirano, hizo prevalecer su poder vuestra sumisión pudo merecer la compasión, y estar a cubierto de la censura. Pero en el día, en que la tierra entera se levanta contra ese poder, ella seria inexcusable: reparadlo bien, ella mancillaría vuestra memoria... Durante largo tiempo Corrientes ha contrabalanceado sola la fuerza del tirano: unida a vosotros, segundada por su poderoso aliado, le abrumaríamos con solo la perspectiva de la nuestra, y antes de descargar el golpe sobre su criminal cabeza, le veríamos abatido en el polvo, agobiado por el terror y los remordimientos. - Aun separado de vosotros, Corrientes, sostenida como se halla, y dirigidas sus huestes por el ilustre guerrero que todos conocéis, bastaría sin duda a consumar la ruina del tirano. Pero por mas seductora que sea a una noble ambición la exclusiva en esta gloria, Corrientes prefiere partirla con sus hermanos porque anhela, antes de todo, a ennoblecer el nombre argentino, deseando que su mención despierte a la vez en los que le llevan recuerdos de una gloria común, y afectos de una misma naturaleza. Por más viva que sea la claridad que una parte despida sobre un extenso conjunto, este no se muestra tan brillante y majestuoso como cuando de todos sus puntos refleja la luz uniformemente. Tal es también la gloria en una gran nación. Corrientes pues no apetece a continuar solo en esta meritoria cruzada; el convida de nuevo a todos sus hermanos a acompañarle. Los sacrificios que son hechos en común para todos son llevaderos, y el beneficio que así se reporte a todos será mas grato. ¡Comprovincianos! la grande obra por acometer no demanda esfuerzos penosos proporcionados a su magnitud. Circunstancias propicias la han facilitado de antemano, y bastara un solo impulso simultáneo de nuestra parte para terminarla felizmente. Corrientes cuenta con vosotros, y espera le saldréis al encuentro en el camino a donde desde ya se adelanta.
¡Argentinos que sostenéis al tirano doblegados por el terror, o fascinados por su estrella!... también interpela a vuestro corazón el Gobierno, que dirige a todos sus hermanos la palabra en esta coyuntura solemne y decisiva; todavía es tiempo de recobraros, de volver por el honor de vuestro nombre, de merecer en la estimación del mundo, de optar a las bendiciones de vuestra patria... ¡Os haréis indignos de sus consideraciones, indignos de vuestro nombre, persistiendo a mostraros indolentes o apegados a vuestra humillante condición, como instrumentos del despreciable y odioso tirano, cuando el mundo civilizado os brinda con su concurso para sacudirla? ... - Aun todavía no lo queremos creer así definitivamente, y arrojamos lejos de nosotros el peso insoportable con que esta idea oprime nuestro corazón. Sí: aun esperamos en vosotros: aun nos lisonjeamos de que no nos forzareis a derramar una sangre de que somos avaros, y que, lejos de eso, sabréis persuadir al mundo que los corazones argentinos responden al llamamiento del honor, aun bajo el influjo mismo del terror, y dominados por el prestigio que ejercen en los ánimos las contrariedades.
¡Caudillos de la República! - Argentinos todos, a quienes hemos precedentemente dirigido nuestra voz fraternal, el Gobierno de Corrientes os interpela por última vez, y al cerrar este postrer llamamiento, que hace a vuestros corazones, quiere librar a la meditación de vuestras conciencias una consideración. - El sacrificio que un pueblo hace al sostenimiento de un principio cualquiera, aun que sea erróneo, cuando no le ennoblezca le excusa al menos en el juicio de la posteridad, y delante de la humanidad contemporánea; por que al fin el culto que se tributa al pensamiento, aun que importe una superstición, no rebaja de su noble jerarquía a la naturaleza humana. Mas el sacrificio que una generación haga de sus derechos, de sus goces y de su existencia a un hombre sobrepuesto en el poder, y a un hombre dechado de maldad, le hace justamente indigno de todas las consideraciones; por que abdicando así a las prerrogativas del ser moral, se hace el baldón de su estirpe, el escándalo de la historia y el horror de la humanidad. Aplicad a su objeto esa consideración - ¿El tirano, a quien unos de vosotros sostenéis; y a quien los demás toleráis, que principio representa en el terreno de la política en que se ha colocado, que porvenir regenerador os promete? - ¡La federación! Ella invoca de continuo, es cierto; pero ese principio que proclama por sus órganos, lo viola y hasta prescribe en las obras - El ha sostenido en una epístola (documento singular de la mas insultante impudencia, que cien veces ha hecho reimprimir, como para reagravar el ultraje inferido en él a su patria) que el país es incapaz de constituirse bajo ningún sistema; por consiguiente que debe quedar, como vil rebaño, a merced de sus pastores ... ved ahí el porvenir que os ofrece: -la continuación indefinida de esta horrible actualidad, erizada de peligros, abrumante de sacrificios, sin merito y sin provecho. - ¿Que otros principios invoca el tirano y pretende representar o sostener? ¡El sistema americano... los derechos del continente! Pero no hay quien ignore el arcanum contenido en ese vaniloquio - un rechazo predispuesto a la civilización, y a las relaciones internacionales del país; que la atraen y propagan: - un ultraje proyectado a los derechos de la humanidad en los extraños; todo en odio y en venganza por la represión de sus crímenes, que le impusiera tantas veces la justicia de las naciones ofendidas. - El sistema americano es a su objeto lo que la restauración de las leyes ha sido en su sistema de conculcación interior... un sangriento sarcasmo a lo mas sagrado que respetan los hombres en el orden social - ¡Sostenedor de los derechos de la Independencia ... él que ha humillado la noble altivez de su patria, reduciéndola a capitular sobre sus crímenes, a dar satisfacción y reparaciones de los vejámenes que el infiriera a los extraños. - ¡Así el odioso tirano presenta a sus abatidos conciudadanos, como títulos de merito y de reconocimiento, aquellas mismas maldades que reprueban en sus conciencias, y que dieron humillante ocasión a la mengua de su patria!... ¡Argentinos! que os habéis prosternado a tan innoble ídolo, abjurando en las obras y mintiendo en las palabras el culto generoso de vuestros padres y hermanos, meditad un momento… vuestra apostasía idolátrica os rebaja al más ínfimo nivel a que puede descender un pueblo civilizado: -vuestra obstinación en tan vergonzosa aberración os enajenará todas las consideraciones, atrayendo sobre vosotros las maldiciones universales de los contemporáneos y de la posteridad.
Corrientes, Diciembre 13 de 1845.-
Joaquin Madariaga
Gregorio Valdes
[1] Ortografía modernizada. Fuente: Ravignani, E, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tº VI, 2º parte, pág. 256 ss.
[2] Aquí termina una parte del Manifiesto con la palabra «Continuará»; en el nº 85 prosigue con este encabezamiento: “Publicación Oficial! [Patria, Libertad, Constitución!!!. Manifiesto del Gobierno de Corrientes a las provincias de la República/Conclusión.» (N. del E.)

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