julio 27, 2010

Discurso de Perón en el Día del Trabajador (1944)

«Selección de discursos período 1943-1945»
“DISCURSO EN EL DIA DEL TRABAJADOR”
Juan Domingo Perón
[1 de Mayo de 1944]

En diciembre del año anterior, cuando asumí la dirección de la Secretaría de Trabajo y Previsión, el organismo con que el Estado Argentino se proponía intensificar el cumplimiento de su deber social, me dirigí a todos los trabajadores, persuadido de que ellos compartirían los propósitos del gobierno, con esa extraordinaria intuición que poseen las masas.
No incurrí entonces en el error de anunciar un programa de realizaciones inmediatas, seguro de que la prosecución de un fin social superior, señalaría el camino y la oportunidad de las conquistas y las reformas.
Creo que las reivindicaciones, como las revoluciones, no se proclaman, se cumplen, sencillamente. Y ese cumplimiento que nos llevó siempre de preferir a los realizadores de los teorizantes, fue la consigna rígida a la que ajustamos nuestra acción estatal. He sido fiel a ella porque entiendo que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar.
Ninguna circunstancia más propicia que este 1º de Mayo, símbolo de las justas aspiraciones del trabajador y ferviente homenaje a la noble dignidad de toda labor humana, para expresar que él, nos encuentra ya decididamente en la etapa de las plenas realizaciones encauzadas hacia el logro del objetivo esencial y superior del bienestar general y la solidaridad social.
Sentido Social de la Revolución de Junio
Han transcurrido exactamente cinco meses después desde aquel momento que señala el punto de partida de una nueva era política y justicia social argentina, que fue, es y seguirá siendo uno de los propósitos irrenunciables del actual gobierno. Porque nadie, absolutamente nadie, puede honradamente desconocer el profundo sentido social de la revolución de Junio. Los motivos que la provocaron y el espíritu que la anima, surge de la misma, de la innegable realidad argentina.
El ejército no abandonó sus cuarteles movido por un sentimiento de ambición.
Fue el clamos de la calle, del taller y del campo que llegó hasta ellos para golpear furiosamente a sus puertas en demanda de justicia. Y el Ejército y la Armada, -partes vivas de indivisible unidad nacional- respondieron patrióticamente; abandonaron la tranquilidad de los acantonamientos; ganaron la calle, precedidos en su marcha por el mismo pueblo que los estimula y los aclama.
No hubiéramos podido justificar nunca ante nuestra conciencia y ante la historia, una actitud indiferente frente a la realidad política y a la realidad social de aquella hora.
Un deseo superior de justicia fue el motor que impulsó la revolución triunfante.
El Ejército, escuela de disciplina y camaradería
Enfrentamos el problema, con decisión y con energía de soldado, condición que señalo porque entiendo que la solución de los problemas sociales, no puede ser privilegio exclusivo de individuos o de sectores, sino de todos los argentinos. Por el contrario, entiendo que la organización interna del Ejército, está concebida con un auténtico sentido orgánico-social y que es una cátedra ejemplar de disciplina, de camaradería, de patriotismo, de jerarquía y de respeto. Allí no existen ni postergaciones injustificadas, ni ascensos inmerecidos. El escalafón se cumple sin excepciones sin privilegios, con un sentido estricto de selección y de justicia, que no es, ni puede ser, ni queremos que sea un beneficio exclusivo de las fuerzas armadas, sino una conquista social que alcance a todos los argentinos.
El panorama que ofrecía en aquellos instantes todo lo que se refiere a la vida de relación que el trabajo engendra, era desolador.
El Estado olvidó sus deberes sociales.
El Estado se había mantenido alejado de la clase trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber, adoptando una actitud indiferente y suicida, mientras el incumplimiento de los deberes patronales, libres de la tutela estatal, sometía a los trabajadores a la única ley de su conveniencia provocando rebeldías que amenazaban disputar el poder político.
Mientras tanto, en el campo, en ese sufrido campo argentino, la tierra se hacía cada vez más hostil par los hombres que la habían fecundado con su esfuerzo. Comenzaron los éxodos en masa hacia las ciudades que ofrecían el espejismo de una prosperidad más aparente que real. Las haciendas valorizadas desalojaban a los chacareros de la tierra donde habían nacido y crecido sus padres y sus hijos.
Fue entonces cuando la Secretaría de Trabajo y Previsión, fiel a su consigna de hacer, de crear, de realizar, comenzó su obra.
Y hoy estamos persuadidos de que hemos hecho algo por los que trabajan en esta tierra.
Primero, debimos forjar el instrumento que reemplazaría al viejo Departamento Nacional del Trabajo, en forma de anular del Trabajo, en forma de anular factores negativos y reconstruirlo sobre cimientos más sólidos, más realista, más humanos. Ello nos demandó un tiempo costoso en estudios y en energías, pero sobre la misma marcha comenzó la obra.
La Justicia suplanta la lucha de clases
Desde entonces, sobre el frontispicio del antiguo palacio del Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, pudo haberse estampado esta leyenda: “Esta es la verdadera casa de los hombres que trabajan”. Y junto a esta leyenda, que abría de par en par las puertas de la sede del Trabajo a todos los que llegaban hasta él en demanda de justicia para sus derechos desconocidos, esta afirmación, que fue la consigna severa a la que ajustamos nuestra labor desde entonces: “Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado”.
Como lo prometimos al iniciar esta cruzada de Trabajo, hemos defendido “la unidad y compenetración de propósitos entre patrones, obreros y Estado, como el único medio para combatir a los verdaderos enemigos sociales, representados por la falsa política, las ideologías extrañas seas cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para medrar con el engaño y la traición de las masas y las fuerzas ocultas de perturbación del campo político-internacional”.
La Política destruyó los organismos gremiales
Por eso, queremos desterrar los fatídicos gérmenes que los malos políticos inculcaron en los organismos gremiales para debilitarlos, fraccionarlos y explorarlos en beneficio propio. Por eso luchamos por desterrar la sofística promesa preelectoral que ha permitido que nuestros obreros vivan un régimen arcaico y carezcan de garantías frente a un caudillo con hechura del medioevo que explota su trabajo, le paga con papeles sin valor para que se vea en la necesidad de entregársele nuevamente a ese patrón mezcla de amo, de negrero y legislador de conveniencia. Así se explica que el país en materia de legislación social se encuentre en sus comienzos y que las condiciones y regímenes de trabajo, salarios, descanso, vacaciones, seguros, etc., representen verdaderos galimatías destinadas a dar ganancia a los “avenegras” en “perjuicio del obrero, cuando no a favorecer a los “coimeros y estafadores” que “trabajan” a favor de una interpretación más o menos maliciosa de una mala ley.
Los extremismos ni nos interesan ni nos atañen
Deseamos también desterrar de los organismos gremiales a los extremistas, para nosotros ideologías tan exóticas, ya representan un extremo como el otro, porque es lo foráneo, a los que nosotros los argentinos no hemos jamás sentido inclinación ni apego y porque ellos con un sedimento de odios ancestrales nos traen sus problemas que no nos interesan ni atañen.
Nosotros buscamos la unión de todos los argentinos y por eso anhelamos disponer de un capital argentino, para que, en armonía con el trabajo, formen l base de nuestra grandeza industrial y del bienestar colectivo.
Luchamos porque ese trabajo sea considerado con la dignidad que merece, para que todos sintamos el deseo y el impulso de honrarnos trabajando y para que nadie, que esté en condiciones de trabajar, viva sólo para consumir.
Destierro a los agitadores a sueldo
Por eso sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una compensación moral y material que le asegure el bienestar a que todos tenemos derecho, como asimismo consideramos indispensable que las labores se ejerzan en un régimen humano, y alegra, con sus descansos reparadores, en medios higiénicos, sanos y seguros, y sobre todo, dentro de una gran dignidad y respeto mutuo.
No queremos agitadores a sueldo verdaderos vampiros sociales, sensibles a los halagos del dinero patronal o extranjero, especie de filibusteros del campo gremial y aficionados a “alzarse con el santo y la limosna” y a disfrutar del lujo y de los regalos de la vida burguesa que ellos cubren en anatemas. Estas verdaderas alimañas son enemigas de las conquistas socales.
Encaramos seriamente estos problemas, seguros que en su solución esta la muerte de estos agentes de disociación.
Viviendas dignas de seres humanos
Afrontamos ya la tarea máxima de la Previsión Social y dentro de muy pocos años, ningún argentino que haya trabajado carecerá de una jubilación en su vejez y en su invalidez.
Están en proyecto, habiéndose iniciado ya una parte del plan, la construcción de cien mil casas para obreros, que dignifiquen su vida familiar y la mejoren materialmente, ala par que hagan posible hasta al más humilde de los padres , el acceso a la propiedad privada.
Propugnamos el ahorro como el primer paso de la previsión social porque consideramos que los pueblos fuertes son, precisamente, los que saben acumular y guardar las economías materiales con los valores espirituales, destinándolos para incorporarlos al patrimonio nacional en forma de que el país pueda disponer de ellos cuando las fuerzas humanas o extrahumanas reclaman en mayor cúmulo de energías para salvar a la patria.
Renace la esperanza sobre la tierra redimida
Ningún interés que no sea el sentido de la solidaridad y el deseo del mayor bien al país mueve estas intenciones; por eso, lo que ya hemos hecho y lo que haremos en el futuro quedará inamovible en la historia del desenvolvimiento social de las masas obreras y en el campo de las conquistas gremiales de los trabajadores argentinos, para honor del ejército y escarnio de una época política que no puedo sobrevivir a su caída, porque no había hecho nasa útil para sus semejantes, nada imperecedero para el país y nada digno para la historia.
Sobre los hogares campesinos, ya no pesa la angustia de los desalojos y los lanzamientos. El hombre de campo se siente ahora seguro sobre la tierra amiga y se entrega fervorosamente a ella. Loos arados abren el surco más hondo, rasgando la entraña fecunda, porque saben que el fruto de su esfuerzo está asegurado y es que, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, sus problemas inmediatos has sido resueltos. Tienen ahora un salario razonable y humanas condiciones de vida y de trabajo.
El canto de los braceros, de esos centenares de miles de trabajadores anónimos y esforzados de los que nadie se había acordado hasta ayer, puebla en estos momentos ja tierra redimida.
Legislamos para todos trabajadores
Pero no son sólo los trabajadores del campo los beneficiados por las decisiones de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Legislamos para todos los argentinos, porque nuestra realidad social es tan indivisible como nuestra realidad geográfica.
Para nosotros no existe una población industrial o una población campesina, sino una única y auténtica población trabajadora. No podemos concebir ciudades prósperas y campiñas pauperizadas.
Son los trabajadores de las industrias ciudadanas. Del músculo o del pensamiento. Porque el problema de los gráficos, de los ferroviarios, de los repartidores de las grandes Despensas Argentinas, de los enfermeros, no se ha presentado menos angustioso que el de los artistas, el de los maestros, el de los periodistas o el de los bancarios.
Nadie ha golpeado inútilmente nuestras puertas, abiertas a toda demanda de justicia, a toda colaboración patriótica, a toda iniciativa generosa.
¡Esta es vuestra casa Trabajadores de mi tierra!
De aquí han salido los gráficos llevando un contrato colectivo de trabajo que mejora y asegura su esfuerzo.
Conquistas Sociales de Ferroviarios y Periodistas
Doscientos mil obreros del riel han logrado beneficios efectivos. Obtienen licencia anual aumentativa con goce de sueldo, liquidación de jornales en los días feriados, inclusión en las excepciones del Estatuto Civil, el reconocimiento gremial del personal administrativo, el subsidio estatal de un millón de pesos y un tribunal médico para que controle las decisiones de los profesionales de las empresas sobre capacidad o incapacidad de los trabajadores. La creación de la Dirección General de Asistencia y Previsión Social para ferroviarios, con sus consultorios y sus hospitales, asegura el gremio una atención médica que figurará orgullosamente como la primera institución de América.
No está lejano el día que inicie sus servicios el Policlínico Ferroviario, a cuya creación el Estado ha destinado un millón de pesos.
De aquí salió no hace mucho el Estatuto Profesional del Periodista, conquista social por lo que ese gremio numeroso de trabajadores del pensamiento, que van dejando día tras días su contribución de energías y de ideas en el torrente del papel impreso, habría bregado inútilmente durante un cuarto de siglo.
A todo el País se extienden los beneficios
La obra que en breve lapso de cinco meses ha cumplido la Secretaría de Trabajo y Previsión ha sido intensa. Los conflictos de los obreros del vidrio, de la carne, del tejido, del mueble, del cartón, de la electricidad, de los alimentos y de los astilleros, han tenido solución justa y equitativa. Lancheros, metalúrgicos, escoberos, portuarios y obreros del vestido y de la cerámica, que nos trajeron sus problemas, han logrado conquistas apreciables.
Cuarenta mil trabajadores de la ciudad se han beneficiado con el descanso dominical impuesto recientemente en los negocios de carnicerías. Otros tantos dependientes del comercio minorista, han obtenido un horario mas digno y una retribución mas justa. Por mediación de la Secretaría de Trabajo y Previsión han conseguido mejoras los artistas teatrales de Buenos Aires, los obrajeros de los quebrachales chaqueños, los ferroportuarios de Mar del Plata, Rosarios y Quequén y los esforzados trabajadores que extraen el petróleo del frígido subsuelo patagónico. También por su intervención fue devuelta la normalidad a nuestra gran ciudad balnearia, cuyas obras en construcción se paralizaron por un enconado conflicto. Será también ella la que conceda al oscuro y abnegado peón de la ciudad y del campo., un estatuto que defienda sus derechos conocidos hasta el presente, que es materia de estudio en estos momentos, contemplándose las pobres, y muchas veces miserables, condiciones de vida a que se ven reducidos esos trabajadores.
Capacitación de la juventud argentina
Centenares de intervenciones han correspondido a este organismo para que se cumpliera las disposiciones vigentes sobre prevención de accidentes, higiene y seguridad en los lugares de trabajo, condiciones indispensables que deben regir en todos los medios en que el ser humano desarrolla sus actividades.
El futuro del país es una constante preocupación. Es por ello que se proyecta el Plan de Aprendizaje Industrial. Cuando entre en ejecución, que lo será muy pronto, años tras años sen entregará a la actividad de los talleres y de las usinas, a millares de jóvenes capacitados para el trabajo de engrandecer la Patria, del mismo modo que el ejército y la Armada los capacitan para defenderla.
Y no están indefensos los trabajadores de esta tierra. La Secretaría de trabajo y Previsión atiende y resuelve sus problemas, extendiendo su tutela, asesoramiento y patrocinio jurídico gratuito a todos aquellos que litigan en defensa de sus derechos. Organismos especializados cumplen con esas tareas.
Ha sido ya estructurada sobre bases que se estiman sólidas, la organización de la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones de Periodistas, creada por la ley 12.581, procurando amparar a sus casi 15.000 beneficiarios dentro de la mayor seguridad posible.
Se ha decidido el estudio inmediato del régimen jubilatorio del personal del comercio y de la industria que estará a cargo de una comisión integrada por representantes de todas las partes interesadas.
Trabajamos para todos los argentinos
El Poder Ejecutivo Nacional tiene a su consideración un proyecto con cuya sanción definitiva se dispondrá la afiliación obligatoria del personal que trabaja a jornal o destajo en las dependencias del Gobierno Nacional, bancos oficiales y reparticiones autónomas a la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles.
Ahora también puedo anunciar que por Decreto del Poder Ejecutivo de fecha 27 de abril, ha quedado materializada la propuesta que la Secretaría de Trabajo y Previsión formuló en el sentido de incorporar a todos los trabajadores que dedican sus actividades a la noble humanitarios misión de atender a los enfermos en hospitales, sanatorios particulares y entidades similares, el régimen jubilatorio de la ley 11.110, para que puedan gozar merecidamente en el futuro de todos los beneficios en que la misma acuerda. Es esta otra conquista social, que acaba de lograrse con el más cálido y justo auspicio.
Quince mil maestros de las escuelas y colegios particulares tendrán en breve su estatuto profesional.
Trabajamos empeñosa y obstinadamente para todos. Para vosotros y para nosotros, en una labor ausente de promesas y de palabras para que nadie en esta tierra generosa y altiva, sienta la angustia de sentirse socialmente olvidado. Para todos los que cumplen su destino tremendo, con el dulce cantar del yunque por la suprema dignidad del Trabajo.
Y esta labor de justicia que cumplimos sin pausa y sin tregua y sin otra aspiración personal que la de trabajar por la grandeza de la Patria, nos ha deparado grandes satisfacciones.
Comenzamos a creer en la justicia social
Cuando la tragedia que asoló San Juan, desgarrando un pedazo de la República, destruyendo vidas y riquezas, hicimos desde esta misma casa de los trabajadores un llamado a la solidaridad humana, para con nuestros hermanos en desgracia, y comprobamos como catorce millones de voluntades argentinas, erguidas en un mismo anhelo generoso, respondían: “Presente”. Un millón de afiches, -contribución gratuita de dibujantes, impresores y papeleros-, fijados en los muros de todo el país, paternizaron la necesidad de una ayuda urgente y efectiva. Poco tiempo fue necesario para que se reunieran muchos millones de pesos en efectivo, en ropas, víveres y medicamentos, que prontamente se destinaron a aliviar el dolor de nuestros hermanos sanjuaninos.
Vimos también como setecientos mil esperanzados, desfilaban por el local donde el Estado exponía el Plan Oficial de la Vivienda Popular que ha de poner fin al drama de los hacinamientos con la construcción de 100.000 casas obreras. Y vemos a diario pasar por la Secretaría de Trabajo y Previsión millares de obreros de todas las ramas de la actividad fecunda. Docenas de delegación nos traen sus problemas, sus esperanzas, sus aspiraciones.
Llegan desde todos los puntos del país alentando la confianza de un pueblo defraudado que comienza a crecer en la justicia social y siente por primera vez el orgullo de saberse escuchado y de sentirse argentino.
Yo, en este día clásico de los trabajadores, prometo en nombre del gobierno que esa confianza no será defraudada. Las nuevas conquistas darán a esta conmemoración un sentido más patriótico y más argentino.
JUAN DOMINGO PERÓN

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