julio 12, 2010

"Nacionalismo" Rómulo Betancourt (1936)

NACIONALISMO
Rómulo A. Betancourt
[31 de Octubre de 1936]

El movimiento democrático venezolano se ha definido como nacionalista.
En mitines y manifiestos, los partidos de izquierda, hoy fusionados en el Partido Democrático Nacional, han proclamado su filiación nacionalista.
Urge, por eso, precisar cuál interpretación política y social le damos nosotros a ese concepto. El deslinde de campos resulta más urgente ahora, cuando ha surgido al palenque de la política venezolana un partido -el Parc-Nac- el cual, detrás de su rótulo sugeridor de un patentado medicinal, precisa una ideología nacionalista que no es de ningún modo la nuestra.
Hay dos concepciones del nacionalismo. La tradicionalista y la revolucionaria. La primera es bandera de proa de los movimientos más conservadores y antihistóricos. Su posición programática se resume en la desesperada defensa de todo lo tradicional y de todo lo arcaico, en lucha contra las corrientes ideológicas nuevas que sacuden a un mundo donde ha hecho crisis la fe en más de un dogma canonizado por la superstición y la ignorancia.
Nacionalismo este que ha hecho posible el triunfo en Alemania e Italia de movimientos sociales contrarios al progreso, a la civilización, a la justicia social. A Mussolini y a Hitler no les hubiera bastado con el dinero de la alta banca romana ni con los cuantiosos marcos de los junkers germanos para alcanzar el poder. Necesitaban de una retórica demagógica capaz de engañar a varios sectores medios y obreros. Esa retórica fue la del nacionalismo agresivo, bélico y provocador. Apelando a ese fondo de barbarie indigerida que lleva dentro de sí el hombre civilizado, Mussolini y Hitler llegaron al poder, tal como conquistaba el "mando" de su tribu, en las épocas más remotas de la historia de la humanidad, el cacique más dispuesto a robarle tierras y mujeres a las tribus vecinas. Una variante de ese nacionalismo agresivo y conquistador es la que está explotando en Venezuela el Par-Nac, Resultaría ridículo que hablaran sus líderes de ir a conquistar una nueva Abisinia, como lo hizo Mussolini, o de reconquistar a A1sacia- Lorena y el "callejón" de Danzig y la Ucrania rusa, como sueña hacerlo el "bello Adolfo". Sería ridículo hablar en Venezuela de un plan de conquistas imperialistas.
No obstante -más modestos, pero no menos suicidas-los del Par-Nac por boca de su joven adalid Pérez Machado, han esgrimido un nacionalismo juguetón y pendenciero frente a nuestra vecina Colombia. Han hablado de reconquistar tierras que "nos arrebataron", por la razón o por la fuerza. ¿Concibe alguien propaganda más perniciosa ni desorientadora? Pelearnos con Colombia por pedazos más o pedazos menos de tierras incultas, no aprovechables por nosotros ni por la vecina república ni dentro de cien años, sería el más grotesco de los absurdos.
Nuestro nacionalismo es revolucionario. Nuestro nacionalismo no acepta beatamente lo tradicional, por el solo hecho de que tiene una pátina de siglos. Revisa la tradición e incorpora lo que de ella encuentra aprovechable para el desarrollo progresivo de nuestro pueblo, y lo que en el ayer nacional es cosa podrida lo abandona sin escrúpulos en el basurero de la historia.
Nuestro nacionalismo es agresivo, no frente a Colombia, nación con la que nos unen vínculos de común acción ayer contra los Barbones y de común acción mañana contra los imperialistas. Nuestro nacionalismo es agresivo en defensa de nuestras fuentes naturales de vida. El petróleo, principal riqueza del país, está en manos de ingleses, americanos, holandeses, españoles. Y el petróleo con sus derivados, yel oro -también en manos de compañías extranjeras constituyen el 91,87% de nuestras exportaciones. Si apenas alcanzan las exportaciones agropecuarias -las industrias raizales del país y controladas por capital nacional- al 3,08% de esas mismas exportaciones. Y quien controla la economía de un pueblo lo domina políticamente, como manda en la casa quien tenga la llave de la alacena.
Sintetizo: las izquierdas somos nacionalistas, en el sentido en que somos antiimperialistas y revolucionarias. Queremos a una Venezuela para los venezolanos, a una Venezuela libre por su autonomía económica y esclarecida por su progreso cultural. Rechazamos, en cambio, por absurda, la tesis de que vayamos algún día a dirimir con naciones hermanas, con las armas en la mano, rivalidades petroleras angloamericanas; y también al que pretenda cerrarse las aduanas del país, como con un muro chino, a toda idea de progreso político, económico y cultural en nombre del bárbaro argumento de que no nació esa idea de un cerebro venezolano ni dentro de las fronteras de Venezuela.
ROMULO ANTONIO BETANCOURT

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