julio 12, 2010

"Serie de notas periodísticas de Betancourt sobre nazismo y defensa continental" (1941) 6/7


Serie de siete notas periodísticas sobre nazismo y defensa continental, publicadas en 1941
EL ALERTA DE BOLIVIA [1]
Rómulo A. Betancourt
[24 de Julio de 1941]

[6/7]
Hoy transmiten las agencias noticiosas un documento político de extraordinaria importancia. Se trata del texto de una carta entregada hoy por el gobierno boliviano a los periódicos de La Paz. En ella, el mayor Elías Belmonte, militar boliviano residenciado en (…) comunica al Dr. Ernest (…) embajador nazi en La Paz (…) [2] expulsado del país, los detalles últimos sobre la forma como realizarían un complot para asaltar el poder. El texto íntegro de este documento lo encontrará el lector en esta misma edición de Ahora.
Hubo gente incrédula, por idiotez congénita o por avisado cálculo, que dudó ante otras evidencias del activo trabajo que realizaban en nuestra América los agentes del Eje.
Respingaron el gesto, con actitud entre dubitativa y complaciente, cuando una comisión parlamentaria uruguaya demostró cómo los nazis tenían organizado un complot militar en su país. Hablaron de alarmismo cuando los nazifascistas argentinos revelaron impresionantes detalles sobre la activa labor de zapa que en la nación sureña realizaban los agentes de Berlín. Y aquí mismo, entre nosotros, hubo gente que se sonrió, escéptica y despreocupada, cuando el ex dirigente nazista Otto Strasser, antiguo colaborador íntimo del Führer alemán, dio detalles, nombres propios y datos precisos sobre la organización premilitar parda en nuestra Venezuela.
Esos incrédulos –repito: por idiotez congénita o porque tienen interés en jugar a ingenuos– tendrán que rendirse ante la evidencia. Esta la suministra la carta autógrafa del mayor Belmonte a su corresponsal en La Paz.
En esa correspondencia se hace alarde, demagógicamente, de un sentimiento anticapitalista y antiyanqui. Se habla de traidores a la patria, crucificando el militar telón con ese epíteto a compatriotas suyos a quienes considera coludidos con Wall Street. Pero se admite, al mismo tiempo, que es la Wilhwestrasse, es decir, Von Ribentropp, quien orienta las labores de los complotados; que éstos las realizan a través de los canales diplomáticos de la embajada y el cuerpo consular de Alemania en Bolivia; y que el movimiento armado, en vías de estallar, tenía por finalidad fundar en Bolivia un régimen que, “aun cuando modestamente”, seguiría al pie de la letra “el grandioso ejemplo de Alemania, desde que asumió el poder el nacionalsocialismo”.
En otras palabras, los Quinlings del altiplano andino no se lamentaban de que las líneas de navegación aérea y otras fuentes de riqueza boliviana hubieran escapado al control directo del país. Lo que les dolía, en su alma deformada de traidores a la patria donde nacieron, es que no ejerciera la “Gran Alemania” el dominio y usufructo de tales fuentes de enriquecimiento nacional.
Hay en la carta del mayor Belmonte un detalle que queremos subrayar. Se muestra satisfecho de que los elementos complotados se “sigan reuniendo sin molestia alguna de las autoridades y que sigan haciendo sus ejercicios nocturnos”.
Este párrafo es revelador. Como el gobierno del general Peñaranda, son muchos los gobiernos de América Latina que asumen una actitud desprevenida frente a las actividades arteras de las quintas columnas. Estas pueden, inclusive, organizar y entrenar sus cuerpos militares, ocultándolos detrás de inofensivos rótulos deportivos, sin que para nada se les hostilice y moleste.
Por lo contrario, ha habido gobiernos que lejos de adoptar enérgicas medidas frente a los agentes del totalitarismo europeo, les han prestado amparo.
Este es el caso concreto del gobierno de Bolivia. Apenas iniciada la gestión administrativa del general Peñaranda, a mediados de 1940, hubo en la ciudad de Oruro un congreso de izquierda, presidido por el profesor y líder popular José Antonio Arze. Los falangistas de la ciudad irrumpieron, a tiros de revólver, en el local donde sesionaba el congreso, precisamente en momentos en que éste discutía el problema de la influencia nazi fascista en el país. Hubo un saldo de muertos y heridos. Y no fueron los agresores los castigados, sino los agredidos. El profesor Arze, contendor del general Peñaranda en la lucha electoral por la presidencia de la República, fue confinado a una mortífera zona montañosa. Varios de sus compañeros fueron encarcelados.
Posteriormente, esta política oficial sufrió rectificaciones. Arze y sus compañeros, organizados en partido político, han continuado actuando, y no puedo afirmar si con el mismo margen de libertad dispensado a los fascistas, como para que pudieran realizar nocturnos ensayos de ataques a los cuarteles y a las zonas estratégicas fundamentales del país.
El alerta de Bolivia ha llamado a este artículo. Su título más adecuado hubiera sido: Un alerta para América. El viejo y sabio refranero español aconseja poner las barbas en remojo cuando arden las del vecino.
ROMULO A. BETANCOURT
[1] Publicado en Ahora, Caracas, 24 de julio de 1941.
[2] Fragmento ilegible en el original.

No hay comentarios:

Publicar un comentario