septiembre 06, 2010

Mensaje del Presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, al abrir las sesiones del Primer Congreso Legislativo Federal (1856)

MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA
Justo José de Urquiza
AL ABRIR LAS SESIONES DEL CONGRESO LEGISLATIVO FEDERAL
EN 18 DE MAYO DE 1856
En la Ciudad del Paraná, capital provisoria de la Confederación

SEÑORES SENADORES Y DIPUTADOS:
La presente reunión del Congreso Argentino, siento el mayor gozo al expresarme así, tiene lugar bajo lisonjeros auspicios. La dirección del espíritu humano y de la ciencia gubernativa parecen, mas que nunca en esta época, guiadas por la mano de la providencia. El aura de la paz es hoy en la conciencia de todos, la condición esencial de la vida sana y próspera de las naciones. La guerra, si se presenta como una calamidad, es para demostrar que ya no puede ser sino pasajera como una tempestad.
Nuestras relaciones con el viejo mundo nos obligan a volver la vista hacia allí, en donde están en gran parte los manantiales de nuestro comercio y de nuestra población. En mérito de estas consideraciones me es grato congratular al Congreso por los síntomas de paz, que según las noticias recientes se manifiestan en Europa. Las dos mas grandes potencias occidentales de aquel continente, nos darán sin duda muy pronto ejemplos de justicia y de magnanimidad en los hechos que se sellan con sangre: las que fueron aliadas para admirar al mundo con acontecimientos únicos en la historia de las luchas armadas, can sin duda dentro de muy pocos meses a duplicar esa misma capacidad de acción en las artes de la paz. El comercio, la navegación, las industrias, tomarán un vuelo prodigioso, y nosotros, colocados por nuestras instituciones y por la naturaleza en actitud de participar de esa acción expansiva, veremos acrecentarse el valor de nuestros productos, abaratar en nuestros mercados las mercaderías europeas y multiplicarse en nuestras aguas el tránsito de las naves y los pobladores en nuestras fecundas llanuras.
A la realización de esas esperanzas y sin necesidad de seguir otro camino que el trazado por nuestra Constitución, ha tendido y tenderá en adelante la política de mi gobierno. El mantenimiento de las buenas relaciones con todas las naciones amigas, la perfección de de los vínculos que a ellas unen, la formación de otros nuevos; he aquí parte de mi desvelo, en cuanto al exterior. Sustentar y acreditar la paz, mantener firme la justicia, fundir los partidos en uno solo y nacional, calmar la irritación en la palabra y en les hechos, dirigir el espíritu público a las ideas de creación positiva y de utilidad social, conciliar la libertad con la moral y el orden; he ahí, señores, cuales han sido las tendencias de mis actos, en cuanto al interior de este país tan digno por sus grandes elementos de bien, de la atención vigilante y fervorosa de la autoridad que merezca estar a su cabeza.
Creo poder aseguraros sin engañarme que esas tendencias han dado buenos frutos. El crédito exterior de la Confederación Argentina ha ido gradualmente en progreso. Donde quiera que buscamos simpatías y amigos, los encontramos. Hasta la acción espontánea de los particulares y de empresas formadas en Europa, favorece los propósitos de nuestra política que van siendo, de día en día, mejor comprendido. Resultado tanto mas satisfactorio, cuanto que, al iniciar ayer no mas nuestra experimentación de formar un pueblo según la voluntad de Dios y los fines sociales, se hallaban nuestro crédito y nuestro bello nombre argentino envueltos en una verdadera noche.
He creído, señores, que nuestra condición democrática y naciente entre las naciones, debía caracterizar nuestra diplomacia, reducida a lo muy necesario en su personal y contraerla a objetos de inmediata y positiva utilidad. Que ella, cerca de los gabinetes extranjeros no debía revestir formas ostentosas y vanas, ni tener otra mira que anunciar a los gobiernos de pueblos ricos, activos y previsores, la gran transformación experimentada por nuestra sociedad, y mostrar con veracidad, juicio y empeño, los ricos productos que, merced a la liberalidad de nuestro derecho publico recién inaugurado, se han puesto al alcance de la industria y de comercio de todas las nacionalidades. Nuestra diplomacia debe a más prestar otro servicio no menos importante, no menos urgente, no menos meritorio. Debe propender a la religiosa conservación de nuestra integridad nacional, induciendo a los gobiernos extranjeros en relación con el nuestro, a no cometer acto alguno que establezca como definitiva la perniciosa desmembración del territorio argentino, en daño y estorbo de los destinos futuros de una nación llamada a ser fuerte y rica, por la armonía de sus miembros.
A aquel respecto, los resultados han superado mis esperanzas. Los gabinetes americanos y europeos a que por lo general se modela la conducta de los demás (en casos de esta naturaleza), en uno y otro continente, han llegado ya a comprender que las prerrogativas y franquicias concedidas por nuestras leyes y pactos internacionales a sus ciudadanos y a su comercio, adolecerían de ineficacia si, entre la boca del Río de la Plata y el centro de sus principales afluentes llegasen a imperar dos políticas o tendencias que por el hecho simple de su divorcio, pudieran muy bien a llegar a ser contradictorias.
Tengo, señores, la satisfacción patriótica de anunciaros que esos gabinetes no reconocerán otro gobierno argentino que el nacional, manifestándolo, como lo harán muy pronto, acreditando agentes públicos de primera clase cerca del Presidente de la Confederación Argentina, con residencia permanente y exclusiva en esta ciudad capital.
S. M. la Reina de España, instruida de mi buena voluntad para sus súbditos, ha dado un paso que honra la sabiduría de las inspiraciones a que S.M. obedece. Ha acreditado un Cónsul General cerca del Gobierno de la Confederación, confiriendo este encargo a una persona capaz de contribuir a establecer vínculos cordiales y provechosos entre nuestra antigua metrópoli y la República Argentina. El mismo Cónsul estaba munido de la correspondiente credencial para ajustar en nombre de la soberana un tratado de reconocimiento, amistad, comercio y navegación, el cual, aunque interrumpido en su negociación, ha de llegar sin duda a realizarse muy pronto, pues es reclamado vivamente por los intereses del comercio español, que crece cada vez mas en los países del río de la Plata.
La convención de paz celebrada entre la República Argentina y el Imperio del Brasil, de la cual nació independiente el Estado Oriental del Uruguay, obligaba para después a ambos gobiernos signatarios a celebrar un tratado de amistad y de comercio.
La política exterior imprevisora y malqueriente con que se distinguió el Encargado de Relaciones Exteriores y Gobernador de Buenos Aires, contribuyo a alejar la realización de este nuevo pacto.
Deseando yo relacionar todos los antecedentes de la gloria y el acierto que forman tesoro moral de la Nación Argentina, con esta época en que aquélla recomienza a vivir normalmente, satisfaciendo sus necesidades y teniendo perfecta conciencia de ellas, invité al gabinete del Brasil a llenar el vacío que se observaba en el cumplimiento de aquella celebre convención que data desde 1828.
S. M. el Emperador, comprendiendo y correspondiendo los sentimientos que me animaban a dar aquel paso y las razones que invocaba de política y de conveniencia, se sirvió acreditar cerca del Gobierno de la Confederación Argentina a una persona de merecida reputación y de alto rango entre los estadistas del imperio, en el carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario.
Esta misión ha dado por fruto el tratado de amistad, comercio y navegación que he firmado el día 7 de Marzo último y que se elevará oportunamente al examen y decisión del Congreso.
En ese tratado se fijan, en mi concepto, relaciones firmes y justas con el imperio, habilitándole para que, en provecho de las miras económicas del Gobierno Nacional, se ensanche el comercio valioso que mantiene con nuestro país.
Las nacionalidades de la República Uruguaya y del Paraguay son reconocidas y confirmadas en ese tratado, por cuanto siendo ambas desprendimientos aceptados de la gran familia argentina, corresponde al Gobierno de ésta mostrarse para con ellas leal, y en cuanto le cabe, custodia de los derechos que han adquirido al tomar rango entre los pueblos independientes.
El Congreso, sin duda, aplaudirá la fijación del principio que encierra el artículo 2°. La conservación de la integridad nacional tiene por esa estipulación un apoyo valioso en el carácter conservador que distingue a la política imperial y en la estabilidad que prometen las instituciones brasileñas.
Ese tratado, señores, ha sellado de una manera verdaderamente plausible, la amistad que por tantos motivos debemos cuidadosamente cultivar con ese imperio vecino, importante por su prosperidad y respetable por las virtudes de su monarca joven y sabio.
De conformidad con lo resuelto por el Congreso en su última sesión, ha sido acreditado cerca del Gobierno del Paraguay el General don Tomas Guido con el carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, a fin de negociar un tratado de limites, comercio y navegación que asegure las buenas y fraternales relaciones que deben existir para siempre entre aquella república y la nuestra, deslinde de sus derechos recíprocos, y propenda al aumento del comercio y de la navegación de ambos estados.
Muy próximamente debía presentarse en Roma, nuestro Encargado de Negocios a ofrecer a Su Santidad los respetos de mi gobierno y solicitar las bulas pontificias para los obispos presentados y para la nueva diócesis del litoral creada según nuestras practicas nacionales en consonancia con los principios de la Iglesia. La urgencia de estas necesidades y la paternal solicitud que nos ha mostrado en todas ocasiones el padre de los fieles católicos me hace esperar el mejor y mas inmediato resultado de tan importante misión.
Ha habido un momento, señores, en que el Gobierno Nacional ha podido creer que la cuestión mas grave de la actualidad iba a alcanzar un desenlace o aproximarse a él, cuando menos. La idea de una misión del Gobierno de Buenos Aires cerca del de la Confederación, idea nacida del seno de su actual gabinete, se realizó, presentándose a desempeñarla en esta capital un ciudadano que inspiraba confianza y simpatía por la probidad de su carácter.
El señor comisionado fue atendido por los plenipotenciarios nacionales en cuanto quiso exponer, siendo muchos y variados los puntos que según sus instrucciones, debían ser materia de acomodamientos y de arreglos.
Los protocolos de las conferencias que pondrá en conocimiento del Congreso el Ministerio del Interior, prueban lo que es hoy una verdad confesada por el redactor oficial de las instrucciones del comisionado, a saber, que el Gobierno de Buenos Aires no tenía pensamiento fijo sobre los mejores medios de operar la organización nacional.
El Gobierno de la Confederación que a este respecto tiene un pensamiento claro e invariable, porque lo forma en fuerza de la ley de conservación de la patria, de los principios del derecho y de las prescripciones constitucionales, propuso al señor comisionado de Buenos Aires por medio de sus plenipotenciarios, que la Constitución de Mayo fuese examinada por aquella Legislatura o por una convención especial conforme a lo prevenido por el Congreso Constituyente.
Sin ese examen, ¿cómo llegará a justificarse la ausencia de aquella provincia argentina del seno de este Congreso que representa a la Nación?
Mientras que se esperaba la resolución del Gobierno de Buenos Aires sobre esta propuesta elevada a su conocimiento por el comisionado, los proscriptos políticos de aquella provincia, aislados en Montevideo, hicieron una desesperada intentona para mover sus partidarios, invadiendo al efecto el territorio bonaerense, ya directamente ya por la costa del litoral santafecino.
Las autoridades de Santa Fe con el mayor empeño y sin economía de ningún genero de acción, practicaron cuanto les fue posible para desbandar a los que se proponían pasar a la otra margen del Arroyo del Medio y se apoderaron del armamento con que contaban los mismos.
Estos hechos políticos, que hoy se hallan suficientemente documentados, lejos de captar para la Confederación la gratitud del Gobierno de Buenos Aires, al que se daban pruebas tan claras de fidelidad a las convenciones que nos mantenían en fraternal y buena relación, produjeron protestas, recriminaciones y reclamos tan infundados que se negó a ser intérprete de ellos, el comisionado que permanecía en el Paraná a espera de las nuevas instrucciones de su gobierno.
La retirada espontánea del señor Peña puso término a una negociación que, si el buen juicio de este no le hubiese aconsejado desoír el espíritu hostil e irrespetuoso de sus instrucciones habría producido todo lo contrario de lo que una negociación de ese carácter debe proponerse.
Mientras que la diplomacia del gabinete bonaerense obraba en estos términos, los hechos del mismo eran más ofensivos. Una fuerza de mil hombres entre los cuales se contaban doscientos indios, al mando del Ministro de la Guerra en persona, se introdujo a pretexto de deshacer a un grupo insignificante de invasores, dentro del territorio de la provincia de Santa Fe, despertando la merecida y justa indignación de las autoridades de ésta, que inmediatamente se armaron par reparar la ofensa tan grave como inmerecida.
Al reclamar contra ella el Gobierno Nacional esperó con fundamento una satisfacción de aquellas que son de uso en casos parecidos aun entre naciones completamente extrañas, y no pudo presumir siquiera que su reclamación había de acarrearle una larga y minuciosa serie de cargos, deducidos de hechos insignificantes o torcidamente interpretados.
En semejante situación era preciso que la dignidad y la buena fe se colocaran de algún lado.
El Gobierno Nacional quiso tenerlas de su parte, adoptando la resolución del 18 de Marzo último, por la cual se denuncian las convenciones de 20 de Diciembre de 1854 y de 8 de Enero de 1855, violadas por hechos reclamados y no satisfechos, quedando en consecuencia como no existentes y sin fuerza ni valor para el Gobierno de la Confederación.
Esta resolución, por la misma gravedad que la caracteriza, ha sido tomada con profunda y fría meditación a fin de colocar nuestra anómalas relaciones con el Gobierno de Buenos Aires al abrigo de conflictos de la naturaleza de los que acaban de revelarse en la interpretación de las obligaciones que imponían las convenciones ya citadas.
Ellas no temían otro significado que el de una apelación al buen sentido, una espera a los buenos consejos del tiempo, una expectativa pacífica del momento oportuno para zanjar una cuestión que en aquella época marchaba a ensangrentarse, y que es de fácil y natural solución, cuando la justicia y la verdad puedan decidirla.
Esa situación, por parte del Gobierno Nacional queda existente a pesar de la denunciación de los tratados.
Su aptitud es completamente pacífica, tal cual se la aconsejan los fines de su política tantas veces declarados, y como se lo imponen las sabias tendencias de la Constitución a que obedece y sirve.
Su aptitud es completamente pacífica, tal cual se lo aconsejan los fines de su política tantas veces declarados, y como se lo imponen las sabias tendencias de la Constitución a que obedece y sirve.
"La paz con Buenos Aires, señores, reposa para lo sucesivo sobre la garantía de la conciencia y del honor del Gobierno Nacional Argentino”.
A pesar de estos acontecimientos que vinieron a distraer la atención del gobierno, no se ha malogrado el tiempo en el año que ha transcurrido.
El Gobierno no pierde de vista un solo instante su misión administrativa especialmente en la parte relativa a las vías públicas, a las comunicaciones rápidas tan eficazmente ayudadas por el establecimiento de las mensajerias que una ya en periodos cortos y regulares los extremos mas remotos del país con los puertos del litoral.
Se han ajustado contratos para la construcción de muelles en los puertos del Rosario, Paraná y Corrientes.
Se han acordado concesiones para la apertura de un nuevo camino entre Córdoba y Rosario, debiendo construirse puentes en los ríos intermedios y postas de estación en el curso del camino.
Se han ajustado condiciones para abrir una línea de carros de transporte entre el Rosario y Mendoza.
Se ha promovido la construcción de puentes cómodos y sólidos, en los ríos Saladillo de Ruiz Díaz y Desaguadero.
Se ha terminado el estudio preparatorio para el ferrocarril, y levantádose los planos de nivelación y construcción. La numerosa suscripción de acciones en el país prueba el entusiasmo de los ciudadanos por la realización de este gran pensamiento.
Se ha avanzado mucho en el estudio de nuestro suelo, que fue confiado al sabio naturalista doctor Martín de Monssy.
Se ha uniformado el sistema policial en el territorio federalizado y se ha creado una Intendencia General.
Se ha mandado levantar el plano de un nuevo camino desde Salta hasta el Río Salado.
Se ha contratado la navegación a vapor de los ríos Salado y Dulce.
Se ha mandado hacer un estudio geográfico y geológico en las provincias de Santiago y Tucumán, confiado al doctor don Amadeo Jucques.
Se han hecho concesiones para nuevas colonias.
Se ha hecho en fin todo cuanto la escasez de nuestras rentas y las dificultades naturales a un gobierno apenas instituido han podido permitir. El Ministro del Interior os instruirá en su memoria de los pormenores de cuanto dejo referido.
La organización actual del ejército se resiente de imperfecciones a cuyo remedio se contrae la atención del gobierno.
Para que este elemento de orden y de poder responda a sus objetos, debe estar sujeto a una estricta disciplina, y reducido a un número moderado y fijo de plazas en relación a los recursos del Estado. Este convencimiento será la norma a que se sujetará el Gobierno en las reformas requeridas en el ramo de guerra.
Nuestros soldados han dado pruebas de patriotismo y subordinación. Situados en el despoblado de la frontera y mal atendidos a veces en sus necesidades, se han mantenido firmes en sus puestos velando por la propiedad y seguridad de sus compatriotas.
Las provincias, en su mayor parte, han respondido a la petición de contingentes que les hizo el Gobierno. Dentro de poco habrá una fuerza disciplinada y verdaderamente nacional que sirva de ayuda y de reemplazo a la que presta el servicio de frontera, y llene las demás necesidades a que esta llamada la fuerza publica.
La Guardia Nacional del territorio federalizado está completamente arreglada. Las provincias todas se ocupan activamente de este mismo arreglo y por los datos conocidos hasta hoy se ve que la Nación puede contar con una milicia respetable para el sostén de las instituciones y de la paz interior.
Las tribus indígenas se mantienen en buena amistad con la Confederación. Pocos o ningunos hechos de su genial rapacidad tenemos que deplorar en nuestro territorio. Buena fe, tratamiento benévolo para con ellos en toda la extensión de la frontera y vigilancia activa en las guarniciones, es el plan sencillo seguido por el Gobierno en sus relaciones con vecinos tan peligrosos. Este plan ha dado los mejores resultados y se persistirá en él.
El culto católico ha sido atendido por el Gobierno con toda la contracción que merece. Las iglesias nacionales deben mucho al celo de los beneméritos sacerdotes encargados de su dirección, y se levantarán al esplendor y disciplina que les corresponde, así que se encuentren a su cabeza los pastores presentados a su Santidad y así que el erario pueda subvenir ampliamente a las necesidades de esas mismas iglesias. La capital de la provincia de Tucumán ha hecho la consagración solemne de su magnifica matriz, demostrando su vecindario en aquella ocasión que la piedad religiosa es una virtud que no desmaya en el corazón de los argentinos.
En el territorio federalizado se han verificado varias mejoras en la administración de justicia. La Cámara, ha sido aumentada con dos miembros de la Alta Corte Federal, mientras esta no esta habilitada para funcionar con arreglo a la ley orgánica que será sometida oportunamente a la sanción del Congreso. La Cámara actual de Justicia ha contraído una atención especial a la mejora del régimen y del local de las cárceles en todo el territorio de su jurisdicción. Dos juzgados más de primera instancia han sido creados llenando una necesidad que hizo presente el Gobierno en su mensaje anterior.
La Universidad de Córdoba ha sufrido algunas modificaciones aconsejadas por el progreso de la época, y su estado es sumamente satisfactorio. Los profesores y su actual rector son dignos de la confianza que en ellos se ha depositado. Sin embargo el Gobierno aprovechará el primer momento favorable para levantar aquella gran escueta nacional a la altura que exigen las necesidades presentes del país. En ella se han de formar las especialidades llamadas a cultivar las ciencias de aplicación, tan necesarias para el progreso material del país, y también los magistrados que han de ejercer la justicia según el espíritu de las nuevas instituciones federales.
Los colegios nacionales contienen un crecido número de alumnos. Se siente un vivo anhelo en los padres de familia por dar educación y moralidad a sus hijos. Esos Colegios están dotados de los elementos compatibles con el estado actual del erario. Se han establecido en ellos nuevas cátedras de acuerdo con la intención del Gobierno, de inclinar el espíritu de la juventud a los estudios positivos. Puede asegurarse, señores, que en el ramo de la instrucción publica, el Gobierno ha hecho mas de lo posible.
La atención del Congreso debe contraerse entre sus próximos trabajos a dictar algunas leyes de cuya falta se resiente el país. A la ley de tierras públicas para cuya formación el Gobierno ha tratado de reunir antecedentes por los medios que son ya conocidos al Congreso, debe seguirse como su complemento para el crece rápido de la población, una ley de naturalización de extranjeros. Los recientes comicios han venido a probar que para la tranquilidad publica y para el libre ejercicio del derecho de elegir, es indispensable una ley bien calculada y lacónica, que uniforme el acto solemne de las elecciones en toda la República.
Las dificultades principales de la administración vienen a refundirse en el Departamento de Hacienda; me cabe no obstante la satisfacción de anunciaros que los trabajos en este ramo han correspondido a las exigencias públicas.
La ley de presupuesto que votasteis al terminar vuestras sesiones anteriores había allanado dificultades al parecer insuperables: el conocimiento de nuestros gastos y de nuestros recursos. Pero la imperfección de los datos que sirvieron a este cálculo, ha venido a revelarse en la práctica ejecución de aquella ley, trayendo al gobierno conocimientos más exactos y mas fundadas esperanzas de mejora en todo sentido.
Por lo pronto, se sintió la imposibilidad de su aplicación al año económico calculado el 1° de Mayo del año anterior, y fue necesario trasladarla al año económico empezando desde el 1° de Enero por razones que os serán sometidas en mensaje especial. Este cambio inevitable en la aplicación del presupuesto ha venido a causar alteraciones en las cifras presupuestarias, de cuyos pormenores os instruirá el proyecto de ley suplementaria que os será elevado oportunamente. Mientras tanto, me es lisonjero anticiparos los resultados ya conocidos y las notables mejoras que hemos conquistado.
La centralización de la renta, perseguida con tanto afán y paciencia, es ya un hecho. Todas las aduanas y administraciones de correos de la Confederación están exclusivamente sometidas a la acción del Gobierno Nacional; solo falta darles la conveniente organización uniforme que perpetúe su centralización, lo que será objeto constante del Ministerio de este ramo en lo sucesivo. A este objeto so os presentaran unas ordenanzas para todas las aduanas, que se están redactando, para obtener vuestra soberana aprobación en la parte que la necesita.
Por un efecto natural de estos trabajos y por el creciente desarrollo del comercio, me es grato anunciaros que la recaudación de las rentas del año 55 ha excedido en $ 302.809,60 centavos la del año 54, y en $ 16.562,35 el cálculo de ingresos del presupuesto votado; siendo, por tanto, muy fundada la esperanza de igual aumento en el año presente.
Es también averiguada la cifra de nuestra deuda interior representada por los billetes del extinguido banco. Este conocimiento que solo podía dar la amortización gradual que se hacia en las aduanas, fue apresurado por medio de la creación de bonos emitidos por el Ministerio de Hacienda con las mismas condiciones de valor y amortización que tenían los billetes, por vuestra sanción de Noviembre 5 de 1854.
Por los estados publicados por la Contaduría, se viene en conocimiento que la amortización de los billetes de bando efectuada por las aduanas desde el mes de Septiembre de 1854, hasta el 15 de Febrero del año corriente, incluyendo las cantidades cambiadas por bonos ascendía a la suma de:
…………..………………………………………………………………….. $ 765.017,71
Rebajando la cantidad cambiada por bonos: ……………………….....……… $ 150.800,00
Quedaba como cantidad amortizada: …………………………………...……. $ 614.217,71
Agregando a esta suma la de $ 194.416 dada en pago y amortización del
Empréstito de Montevideo: …………………………………………….…….. $ 194.416,31
Resulta por total de la cantidad amortizada: ………………………......………. $ 808.634,02
Si a está considerable suma se agregasen gastos hechos para el envío de los contingentes de las provincias, de pago al ingeniero Campbell y otras no menos importantes se vendría en conocimiento de las fuertes erogaciones que ha sufrido el tesoro.
Merced a ellas la deuda exigible ha venido a una cifra mucho menor que la presupuesta en Mayo del año anterior. Esta sólo queda reducida a los 150.800 pesos en bonos dados en cambio de papel, a 78.590 también en bonos vendidos para el pago de sueldos y otras cuentas, a los sueldos aun pendientes de la lista civil y militar del territorio federalizado por ocho meses y al pago de varios presupuestos de la frontera y otras cuentas de menor importancia.
Sensible es sin duda que las evoluciones de la deuda exigible, hayan venido a recargar su peso sobre tan fieles y constantes servidores a la patria. Fuera de esta circunstancia deplorable, nada podría oscurecer el cuadro lisonjero y exacto de nuestra situación financiera. Esta puede formularse en dos palabras: la deuda interior ha disminuido considerablemente, las rentas han alcanzado un aumento notable.
Las mensajerías argentinas dependientes del Ministerio de Hacienda desde su creación prestan en el día servicios de indisputable ventaja en todo el territorio por donde cruzan sus trenes. Una de sus líneas recorre mensualmente las provincias de San Juan, Mendoza y San Luis hasta el Rosario; otra corre cuatro veces al mes desde esta ciudad a la de Córdoba, de donde salen una vez al mes diligencias para las provincias de Santiago, Tucumán y Salta, que muy en breve llegarán hasta Jujuy. Se ha establecido también una sucursal desde Córdoba al Rio IV para ligar ambas carreras. Dentro de poco se establecerá la que falta desde Córdoba a Catamarca, procurando extenderla hasta la Rioja, si no ofreciese mas comodidad hacerlo por la via de San Juan. Cuando este resultado se haya obtenido, quedarán todas las provincias mediterráneas ligadas entre sí, y con el litoral del Paraná por un vínculo de beneficios recíprocos y de interés permanente, que ya es bien sentido de todas las que están en posesión de él.
Las erogaciones que esto cuesta al tesoro pierden su importancia ante los provechos sociales que se reportan de este establecimiento, y es justo esperar que con el tiempo desaparecerán los desembolsos que cuesta, dejando en su lugar una renta de consideración al tesoro.
La administración de los correos merecía también los desvelos del Gobierno y se los ha consagrado en cuanto podía. Se han aumentado los de la carrera del Perú y los de la de Cuyo, estableciendo de Córdoba a Río IV cuatro mensuales para ligar aquellas dos carreras entre sí. Se ha nombrado un Inspector General en este ramo conforme a la autorización que al Gobierno conferisteis, el que recorre al presente en persona todas las administraciones, estableciendo el orden, exactitud y conformidad en el despacho y curso de la correspondencia. No me es dado hablaros con documentos de la importancia de esta medida, porque aun no ha recibido el Gobierno, la memoria relativa a sus trabajos que indudablemente pasará la inspección cuando termine su visita, pero debemos esperar que corresponderá a las esperanzas del Gobierno.
La inspección antes de empezar su visita elevó un proyecto de reglamento solicitando la sanción del Gobierno para ponerlo en ejecución en las administraciones que iba a recorrer. El Gobierno aceptó y aprobó algunas disposiciones reservando presentarlas al Congreso en estas sesiones cn los proyectos de reforma que juzga convenientes.
Tales son, señores Diputados y Senadores, los trabajos mas prominentes de la hacienda. Dejo a la memoria que os presentará el Ministerio la tarea de imponeros la situación de otros ramos e impuestos, que aunque de menos importancia relativa, con no obstante de una afanosa y difícil tarea para reglamentarlos convenientemente.
Veis, señores Diputados y Senadores, que el Pode Ejecutivo, en el período que da cuenta, ha seguido por norte el espíritu constitucional: en él se encuentran todas las inspiraciones de orden, de adelanto, de justicia que constituyen la felicidad y la honra de las naciones.
La Providencia Divina ha bendecido nuestros trabajos, porque tendieron siempre al bien. Hagamos de manera que no nos falte nunca esta gracia, sin la cual nada duradero pueden crear los hombres en este mundo.
Están abiertas las sesiones de la segunda reunión ordinaria del Congreso Legislativo de la Confederación Argentina.
Paraná, Mayo 18 de 1856.
JUSTO JOSE DE URQUIZA

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