septiembre 06, 2010

Mensaje del Presidente de la Confederación Argentina, Santiago Derqui, al abrir las sesiones del Congreso Legislativo Federal (1861)

MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA
Santiago Derqui
AL ABRIR LAS SESIONES DEL CONGRESO LEGISLATIVO FEDERAL
EN 12 DE MAYO DE 1861
En la Ciudad del Paraná, capital provisoria de la Confederación

SEÑORES SENADORES Y DIPUTADOS:
Me complace sobremanera verme hoy en medio de vosotros: en medio del pueblo argentino que representáis, no para recoger a vuestro lado los frutos de una paz duradera, de la unión consolidada, ni el beneficio de instituciones autorizadas por el hábito y el respeto general. No. Me congratulo de vuestra presencia y vuestro concurso; paca salvar con acierto los escollos y dificultades que ofrece toda nueva situación. Tal era la del país, cuando hace un año me confió sus destinos. Tal es la que hoy va a preocupar vuestra atando.
En sociedades recientes, los hombres y las cosas se apartan cada día del sendero que les traza el espíritu de instituciones salvadoras y civilizadas. Parece que sólo la experiencia propia auxiliada de la razón y la moral, puede salvarlas en los diferentes períodos de su vida constitucional.
Agitaciones y disturbios, luchas intestinas, división en el país, escasez en el erario, y estériles ensayos de nuestro crédito dificultaron el ingreso del primer gobierno constitucional y fueron largo tiempo una pesada rémora a su marcha. El patriotismo, la fe y la constancia salvaron entonces muchos elementos de gobierno, muchos principios de con que podéis contar hoy.
Tan penosa como aquella es, pues, la situación que atravesamos. Difícil siempre porque compagina sin armonizar, nuevos elementos de acción, nuevas principios de vida y nuevos y mayores peligros. Os invito a conjurarlos con toda la fuerza de vuestro patriotismo y con esa grandeza de alma que reserváis para las más difícil transiciones.
Sea que concurráis aquí en medio de agitaciones de un orden político; sea que, empapados del espíritu de reformas administrativas, vengáis a satisfacer las necesidades del pueblo que os sale al paso para instruiros de ellas; siempre es vuestra presencia en este recinto un feliz augurio de paz, de armonía y prosperidad. El estado del país por el momento llama vuestro auxilio a la política más bien que a las reformas administrativas que son el resultado de una vida normal. Vuestra prudencia más que vuestras luces, vuestro patriotismo y abnegación antes que todo, dirigirán acertadamente vuestros pasos en la situación de que voy va a ocuparos.
La marcha constitucional de la República, después que las Leyes y la sanción de paz y unión la pusieron en un próspero camino, no ha sido tan nevera, que no haya habido disturbios que deplorar durante el primer año del segundo periodo constitucional, mostrándonos así, que es requisito indispensable para reglar los negocios públicos en un país, el concurso permanente de las intenciones políticas del Gobierno, con el voto y voluntad de los pueblos, y que solo la homogeneidad de hábitos y opiniones en ellos, o por lo menos el respeto y obediencia a la ley, serán solo capaces de asegurar los bienes que hemos esperado de las mejores instituciones y de las leyes más bien confeccionadas
Jurada la Constitución Nacional, dictadas las de provincias, sancionadas, en fin, casi todas las leyes orgánicas y reglamentarias de que podíamos necesitar para garantir el orden, la paz interior, una severa marcha constitucional y aun el rápido progreso de nuestras sociedades, aun faltaba lo más esencial acaso, lo que por desgracia falta todavía : "los hábitos constitucionales, el ejercicio de la libertad política por medios legales, la moderación en las opiniones y aspiraciones que en su tranquilo ejercicio dan movimiento vital y progresivo a un país, la tolerancia en fin, reguladora de ese movimiento y salvaguardia de la paz en los estados".
Si aun carecemos de esto, no extrañéis, pues, que en cada expansión de nuestra naciente sociedad un cataclismo político desmienta las promesas de nuestra carta, burle nuestras más caras esperanzas, haga ineficaces nuestras leyes y vuelva el país a la triste época en que careció absolutamente de ellas.
Movimientos revolucionarios derrocaron las autoridades legales en las provincias de la Rioja y Santiago del Estero. El Gobierno Nacional intervino para establecer en ellas la paz. Se restableció ésta; pero el orden legal, las instituciones provinciales y la ley nacional han sido profanadas por los elementos bastardos que surgen de toda revolución aun en los países constituidos.
Ya conocéis por su notoriedad las sangrientas y lamentables sucesos, que tuvieron lugar 16 de Noviembre último en la desgraciada capital de San Juan. Esta vez la rebelión y el asesinato combinados ensangrentaron la silla del primer magistrado de una provincia y prepararon nuevos desastres, de que excuso hablaros con detención hasta que la justicia y la opinión del país fallen sobre ellos por nuestro órgano autorizado, Intervino mi gobierno para dar la paz, garantir el orden y restablecer la marcha política y administrativa de esa desgraciada provincia sobre las bases de la moral y de la ley.
La intervención que guiada por la más santos propósitos pudo y debió ser pacifica, fue a estrellarse en un campo de batalla con la resistencia armada que las autoridades de hecho de San Juan desplegaron delante de la capital. La sangre argentina corrió de nuevo derramada entre hermanos. EI triunfo obtenido allí en favor de los principios, de la justicia y de la ley, hace esperar que la provincia de San Juan bajo el amparo de las autoridades nacionales y aleccionada por tan tristes acontecimientos, pueda fundar en lo venidero, de una manera más estable su paz interior y régimen constitucional
Los gérmenes revolucionarios esparcidos en el país por estos desórdenes, gracias a la Divina Providencia, aunque hayan agitado los espíritus, no han fructificado en todas las demás provincias que preservadas del contagio, han conservado su orden interior, elemento esencial de la prosperidad; por lo que es evidente que el pueblo argentino ha conquistado al fin tras crueles sufrimientos, un beneficio inmenso: su horror a la guerra civil.
Los pueblos, como los individuos, marchan a un feliz destino inspirados por la virtud y las luces o por los consejos de una amarga experiencia. Este es quizá el rol que nos haya cabido en suerte.
La desgraciada provincia de Mendoza ha visto desaparecer en instantes de la faz de la tierra su hermosa capital, una de las mas florecientes del suelo argentino.
Y ese horrible cataclismo que nos cubre de luto, irá muy lejos conmoviendo corazones sensibles y grabándose en los anales de la humanidad como una de las más crueles pruebas a que haya querido Dios someter a un pueblo salido de sus manos. Apartemos la vista de este cuadro imposible de describir, e inclinemos resignados nuestra frente ante los decretos de la Providencia, que poniendo a nuestra patria a prueba de tan constantes sacrificios, ha querido reproducir su Job entre los pueblos nacientes de la América del Sur. Resignación en el sufrimiento, fe, valor y constancia para resistirlo y aleccionarnos con él, sean las virtudes que nos hagan dignos de mejores días.
La infeliz Mendoza no existe ya y deja un claro difícil de llenar entre las filas del pueblo argentino diezmado mil veces en las luchas extranjeras y en la guerra civil.
Aun queda otra vacío vuestro seno. La provincia de Buenos Aires, unida a la República por Constitución y los pactos no está representada todavía en el Congreso Nacional. Hecha la elección de mis diputados, la Cámara respectiva los desaprobó, por no haberse practicado con arreglo a la ley nacional.
Los senadores de Buenos Aires, elegidos bien y legalmente, no se incorpobaran tampoco y unos y otros regresarán a dicha provincia, dando cuenta de lo ocurrido a su gobierno.
Esta y la casual circunstancia de haberse cambiado la fecha con que el decreto de la Memorable Cámara de Diputados marcaba la elección de Buenos Aires, ha dado lugar a que el Gobierno de la Provincia, en nota de 15 de Abril ppdo., pida por órgano de mi gobierno a la Honorable Cámara d Diputados de la República una explicación sobre dicho incidente, como paso previo a la elección que debe allí practicarse.
Así que sea dada, el Ejecutivo Nacional fijará el día en que haya de convocarse al pueblo de la provincia de Buenos Aires para nueva elección. Y si, como no es de presunción, hubiese de quedar burlada esta esperanza, vosotros, honorables señores, resolveréis a nombre del pueblo lo más justo y conveniente tanto en esta como en todas las demás emergencias que pudieran sobrevenir; contando siempre que me hallareis a vuestro lado para acatar y secundar vuestras sanciones. Quiera la Providencia daros su luz y guiar vuestros consejos.
Tengo, señores, en medio de los hechos que acabo de narrar, la satisfacción de anunciaros que la República está en paz con todas las naciones del mundo y en franca y leal amistad con sus vecinos y aquellas que aunque lejanas, están llamadas a ligarse con la nuestra por la simpatía de raza o comunidad de intereses.
Mi mayor empeño es mantener esa paz, cuya mejor garantía está en la lealtad de nuestras relaciones internacionales y en el deseo de hacerla fructífera para la prosperidad común. Ninguna cuestión de trascendencia ha venido a perturbarla y si nuestros esfuerzos en medio de graves circunstancias, son como debe esperarse, secundados por los representantes de las naciones amigas, aquéllas fortificarán de modo a estrechar con ventaja recíproca los vínculos de una mutua amistad.
Temo la satisfacción de comunicaros que se ha recibido el instrumento de ratificación de nuestro tratado con España, aprobado por el Honorable Congreso antes de mi elevación al poder. La independencia de la República Argentina esta ya solemnemente reconocida por la madre patria. Me enorgullece el que este acontecimiento feliz haya recibido su sanción durante mi presidencia, si bien fue iniciado bajo la de mi ilustre predecesor. Las dificultades opuestas para la aceptación general en la República del tratado de España, y la conveniencia de no sacrificar intereses permanentes a cuestiones de un carácter menos trascendental, me han decidido a nombrar un Ministro Plenipotenciario cerca de su Majestad Católica, encargándole especialmente de buscar los medios capaces de conciliar las obligaciones contraídas, con las exigencias de una situación excepcional. Su misión no llena otro fin que el de dar a nuestras relaciones con España, una base más sólida y más conforme con los nobles y fraternales sentimientos de ambos países.
Las cambios operados en nuestra política han hecho necesario el determinar de una manera categórica la posición de nuestros Agentes Consulares en el exterior. Con este objeto se le han renovado sus patentes. Ensanchada la esfera de nuestro comercio por la incorporación de Buenos Aires, se ha aumentado también el personal del cuerpo consular, que a consecuencia de aquel suceso importante ha sufrido algunas modificaciones, de que os dará cuenta el Ministro del ramo.
No omitiré señalar aquí a vuestro conocimiento y a la gratitud del país la noble y fraternal conducta observada por el pueblo y gobierno de la República de Chile en el trance funesto de que ha sido victima Mendoza. El auxilio prestado por esa República tuvo la suerte de llegar el primero, y merece ser el último que haya de borrarse en los recuerdos.
No es menos laudable el espíritu manifestado por los gobiernos y pueblos de las republicas Oriental del Uruguay y Paraguay, que haciendo suya la desgracia de Mendoza han borrado la línea de sus fronteras para mezclarse al pueblo argentino y auxiliar con él las víctimas sobrevivientes a la catástrofe, honrando la memoria de sus muertos con universal dolor y pompa religiosa.
La hacienda no os presentará un cuadro satisfactorio si se consideran las necesidades de administración al lado de sus pocos recursos. Pero debe advertirse que esas necesidades que, en gran parte pueden llamarse accidentales por venir de sucesos imprevistos, no son una amenaza para el porvenir, sino en el sentido de haber ya acumulado una deuda considerable para nuestras fuerzas, procedente del déficit en los ejercicios vencidos y de sucesivas erogaciones que la necesidad y circunstancias os aconsejaron autorizar y de que mis Ministros os darán la debida cuenta.
Observareis, pues que en el ejercicio que acaba de cerrarse hay excedente de recursos sobre los gastos que presupuestasteis; pero no lo hay considerados los demás que las circunstancias y sucesos que se han desenvuelto en el país, han multiplicado en perjuicio de nuestra hacienda.
Ella, por lo que hace a la percepción de sus rentas y a su organización actual, marcha en progreso y aumento, aun en medio de todas las crisis comerciales por qué hemos atravesado; este es un hecho halagüeño esperar mayores ventajas en los años venideros, si prestáis a este ramo toda la atención que merece.
Las últimas leyes que dictasteis sobre hacienda, tendientes a imprimir una nueva y más útil dirección al sistema financiero han sido puestas en práctica por mi gobierno y ya se empieza a recoger el fruto que preparó éste y autorizó la sabiduría de vuestros consejos.
Esas leyes que estableciendo el más liberal sistema de hacienda, concedían al comercio las deseadas franquicias, no podían menos que producir ventajosos resultados. La disminución de los impuestos a aduaneros, que desarrolla como es natural, las fuentes de la riqueza, ha aumentado nuestra renta y promete en lo venidero más satisfactorios resultados con la tranquilidad de la República y un buen sistema administrativo que sólo a la sombra de la paz podía fundarse.
Mi Ministro de Hacienda dará al bosquejo que acabo de haceros de este ramo, la precisión de las cifras y los detalles necesarios, preparando los proyectos que oportunamente os propondré.
En las reparticiones de Justicia, Culto e Instrucción Pública, poco me cabe deciros; porque la marcha arreglada y normal de ellas, sujeta a las facultades del país, sigue las condiciones de su vitalidad, sin transiciones que rompan con violentos cambios el sistema establecido, bueno para hoy aunque sujeto siempre a grandes mejoras, según el ensanche de nuestros medios.
La instalación de tribunales federales en la República no se ha llevado aun a cabo porque modificadas las condiciones de su establecimiento con las reformas hechas a la Constitución, debe el definitivo arreglo en este ramo armonizarse con el espíritu de ellas y el de vuestras sucesivas sanciones.
Las Iglesias Catedrales, regidas ya por sus pastores, funcionan con regularidad, y el clero representado por sus Senados dará crédito a la Iglesia, majestad al Culto y cristianos consuelos a su grey.
La instrucción pública a que mi gobierno ha consagrado celosos y activos cuidados continua en su próspera marcha sobre las bases que anteriores disposiciones le trazaron y que he procurado mejorar; si bien que encontrando útil un cambio general en el actual sistema de enseñanza os propondré oportunamente la consideración de los medios adecuados para llevarlos a cabo. La memoria del Ministro encargado de estos ramos os dará sobre ellos muy exactos y oportunos detalles.
Menos de un año ha transcurrido desde que se os dio prolija cuenta de la administración militar por el Departamento de Guerra y Marina.
El Ejercito Nacional no ha cambiado las bases de su organización originariamente arraigada en las costumbres del país, en la índole de sus habitantes, en la especial condición de sus dilatadas fronteras y razas enemigas que pueblan el desierto, y por ultimo en las peculiaridades de las provincias componentes de la República. Mi gobierno en estos ramos administra y conserva, y sin producir cambios radicales, imposibles y extemporáneos hoy, reforma gradualmente lo que aparece a toda luz vicioso y de oportuna modificación.
Así contrajo sus cuidados a la Inspección General, en que introdujo el año pasado convenientes reformas, de que os dio cuenta y que empiezan ya a producir saludables ventajas.
La creación del Parque Nacional, el servicio regular de las fronteras, el arreglo de las provisiones para las fuerzas que las guardan; la mayor regularidad de los procesos al administrar justicia en las causas militares, son otros tantos pasos en el sentido de un cambio radical, cuya oportunidad vendrá con la unión del país, el afianzamiento de nuestras instituciones y el progreso gradual de una civilización que alcance el ultimo de los ciudadanos, sin lo que las leyes mas perfectas ofrecerían un caos en la administración militar.
Sin embargo, hay algo que en el sentido de reformas ofrece ya objeto y oportunidad a útiles trabajos. Tal es la demarcación de una nueva línea de fronteras que hacen necesaria por una parte los esfuerzos de nuestros soldados, que han avanzado espacio en el desierto, y por otra los sacrificios impuestos a los mismos por las rudas privaciones que otras localidades les presentan, dificultando su mantenimiento e inutilizando sus esfuerzos.
Mi Ministro de Guerra y Marina os someterá el resultado de sus experiencias, y sobre el estudio de la necesidad manifestada, dictareis las resoluciones oportunas que deben remediarla. Su memoria os instruirá también del movimiento operado en el personal de los cuerpos militares en el último año, con lo demás que a su ramo pertenece.
SEÑORES SENADORES Y DIPUTADOS:
Os he puesto delante el cuadro de nuestra situación, sencillo, pero lleno de verdad. Vuestra os hará ver en él lo que falta a la ley, lo que necesita el pueblo y lo que puede exigirse al gobernante.
Cuando la imparcialidad y la prudencia hayan puesto el sello a vuestros juicios, Dios, dispensador de esas virtudes, derrame sobre el pueblo los beneficios del orden y de la paz, sobre que ha de fundarse el imperio de la ley.
Queda abierta la 7° sesión ordinaria del Congreso Legislativo Federal
Paraná, Mayo 12 de 1861.-
SANTIAGO DERQUI

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