octubre 29, 2010

Mensaje del Gobernador de San Juan, José Luis Gioja, ante la Cámara de Diputados en el acto de toma de posesión (2003)

MENSAJE
DEL
GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN
José Luis Gioja
ANTE LA CAMARA DE DIPUTADOS
EN EL ACTO DE TOMA DE POSESION
EL 10 DE DICIEMBRE DE 2003
En la Ciudad de San Juan, provincia del mismo nombre, de la República Argentina

Muchísimas gracias.
Señor Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, querido amigo Juan Carlos Maqueda; señor Coordinador General de la Unidad Presidencia de la Nación, querido amigo doctor Juan Carlos Massón; señor Intendente Regional de la IV Región de la República de Chile, don Felipe del Río; señor Alcalde de Coquimbo, don Pedro Velázquez; señora Alcaldesa de la Ciudad de La Serena, doña Adriana Peñafiel; señores secretarios y funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional; señor Presidente de la Corte de Justicia de la Provincia de San Juan; señor Arzobispo de San Juan de Cuyo, querido Monseñor Delgado; señores legisladores nacionales, ex colegas senadores que hoy me acompañan; señores diputados nacionales; señores miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad; señores Ministros y Secretarios entrantes del Poder Ejecutivo; fuerzas vivas de la Provincia; señores empresarios, invitados especiales, señores de los medios de comunicación, señoras y señores, queridísimo pueblo de San Juan.
Señoras y señores diputados, queridos comprovincianos:
En estos últimos meses, una palabra, una simple palabra, fue capaz de arrasar con las divisiones entre hermanos, con el divorcio entre la sociedad civil y las autoridades, con las miserias del sectarismo y las falsedades de la politiquería.
Una sola palabra, que tuvo el extraordinario poder de reunir en torno a ella a pobres y ricos, a jóvenes y ancianos, a hombres y mujeres de la ciudad y a hombres y mujeres del campo.
Una sola palabra que convocó, en torno a su energía a los más brillantes profesionales de todos los sectores para colaborar en nuestro proyecto de la segunda reconstrucción de San Juan.
“Esperanza”
Esperanza: Nada más que una simple palabra, pero dotada de una virtud extraordinaria: interpretar inequívocamente la fuerza interior de todo un pueblo.
Un pueblo que se niega a sucumbir frente a la adversidad. Un pueblo que hoy se reconoce en su historia, en la herencia de tesón y coraje de los padres fundadores de nuestra querida tierra sanjuanina. Un pueblo, mis amigos, sencillo y decente, educado en el trabajo, alimentado en tradiciones centenarias, curtido por un clima duro y una tierra que reclama enormes esfuerzos.
Y es la esperanza de ese pueblo, nuestro pueblo sanjuanino, que sabe más de sufrir la vida que de gozarla como le corresponde, la que hoy nos ha traído hasta aquí.
¿Tenemos meridianamente claro –señores diputados, ministros y funcionarios- la monumental responsabilidad que esto significa?
Cada uno de los que hoy estamos aquí no hemos sido convocados para satisfacer arrogancias personales ni ambiciones políticas. No hemos sido elegidos para solazarnos con la vanidad del poder o cómodos sillones. Nadie, ni una sola persona de los que estamos aquí en esta mañana del 10 de diciembre tenemos un solo privilegio más que el desamparados de los habitantes de esta tierra.
Quiero ser claro: ha llegado el momento de comprender que el concepto de “Primer Mandatario” no significa “el que más manda”, sino “el primero en tener que cumplir el mandato”.
Y por eso vamos a ser dignos de la esperanza del pueblo del que somos parte demostrándole que para cada uno de nosotros el ejercicio del poder no otorga derechos sino obligaciones. No implica prebendas sino responsabilidades. No proporciona salvoconductos a la ambición sino al esfuerzo.
Es mejor que quien no comparta estas verdades, mañana se abstenga de venir a ocupar el cargo que no merece, porque aquí vamos a trabajar todas las horas del día que sean necesarias, para hacer realidad hasta la última coma de nuestras promesas de campaña.
Es verdad, amigos, que estamos viviendo una jornada donde celebramos la majestad de la democracia. Respeto la dignidad de esta tradición. Pero más que una ceremonia de exaltación institucional, yo quisiera que vivamos este día como el punto de partida para dotar de cuerpo y alma al San Juan que queremos. Ese San Juan del que hemos hablado en cada rincón donde hicimos escuchar nuestro mensaje: el San Juan del cambio, el del trabajo y la producción, el de la prosperidad individual, el de la niñez protegida. Ese San Juan –lo he dicho tantas veces y lo creo profundamente- donde nadie sobre, nadie está de más y nadie va a sentirse ajeno.
Tras los venerables muros de este Recinto está el sanjuanino real, de carne y hueso, muestro mandante. Basta con salir a la calle y tener un mínimo de interés por el prójimo para conocer sus necesidades, todas urgentes, todas prioritarias: trabajo, vivienda, educación, salud, seguridad, justicia. Oportunidades para trascender, espacios para recuperar la alegría, motivos para reconstruir la dignidad.
Desde mañana a primera hora, cuando se serene la justificada alegría de nuestros corazones, no permitiré un instante de distracción en la tarea que nos ha sido encomendada: salir para siempre de la crisis actual.
Satisfacer las necesidades extremas que hoy padecen miles de sanjuaninos; restituir la ilusión de los sectores medios; devolver a nuestros niños a las aulas; afrontar la alta tasa de mortalidad infantil y materna; reintegrarles los hospitales públicos a la agente; poner nuevamente en movimiento el aparato productivo y apoyar a los emprendedores.
Todo ello a partir de un aparato estatal de dimensiones adecuadas, que tienda rápidamente a minimizar la burocracia, que impida la corrupción, el abuso y la prepotencia. Un Estado austero, transparente, descentralizado y fundamentalmente participativo, que no sea impedimento sino motor para cumplir con una de nuestras más preciadas promesas al pueblo sanjuanino: mejor aún que gobernar para la gente es gobernar con la gente.
Si alguien piensa que esto es más fácil decirlo que hacerlo, tiene razón: somos conscientes de que estamos ante enormes desafíos. Pero nuestras propuestas no eran mera palabrería electoralista y politiquera, sino el resultado de muchos años de servir al pueblo, de reunir perspectivas, de escuchar a los profesionales y aprender de los técnicos.
En estos últimos meses muchos optimistas me han dicho que nuestro gobierno tendrá que empezar de cero. Y digo optimistas, porque se equivocan: nuestro gobierno no va a poder empezar de cero, porque tiene que empezar de menos diez.
Recibimos a un San Juan en un estado financieramente muy comprometido. Hemos estado viviendo de lo prestado y, por un tiempo seguiremos así hasta poder concretar el proyectado saneamiento financiero. Basta con señalar que la deuda de San Juan asciende a la fecha a más de mil ochocientos millones de pesos, lo que equivale un poco más de dos presupuestos provinciales, con el agravante de vencimientos en 2004 y 2005 de gran envergadura. Esta situación –sin duda- condiciona nuestro futuro inmediato.
Nos estamos echando sobre los hombros la pavorosa carga de una provincia prácticamente diezmada por la ineptitud y la dejadez, por la burocracia y la indiferencia. Una provincia que estuvo paralizada por rencillas partidistas y pendencias sectoriales. Una provincia con escaso desarrollo industrial, con su educación en crisis, su salud en agonía, y su fuerza laboral con los brazos cruzados. Una provincia donde lo que no se ha echado a perder por ignorancia, a lo mejor se dejó de hacer por indolencia. Donde mucha gente no quiere pagar impuestos porque está harta de la estafa moral de que el Estado, ese socio obligado, sea ineficiente y hasta deshonesto. Una provincia donde se miró con indiferencia las enormes oportunidades de la minería, donde no se ha explotado el turismo, donde los agricultores carecen de créditos y los emprendedores no tienen a quien recurrir con sus proyectos.
Una provincia repleta de monumentos... pero de monumentos a la desidia: Y todo hecho a medias, a la mala, con desgano y abulia, porque las obras inconclusas siempre son hijas de gente sin fe. Pero se acabó: nos comprometemos a salir con una topadora de ideas y pasarle por encima a los vestigios del San Juan del pasado.
Vamos a imponernos una cultura Anti – Desidia, para recuperar obras inconclusas, darles destino cierto y demostrar que la pasión, el ingenio y las ganas le pueden torcer el brazo a la indolencia.
Como hemos explicado reiteradamente a lo largo de nuestra campaña, cinco son las grandes tareas principales que afrontará este nuevo gobierno, a través de estrategias que han sido extensamente abordadas en el Libro de la Segunda Reconstrucción de San Juan, cuyo objetivo último es lograr una mejor calidad de vida para todos los habitantes de nuestra provincia, sean quienes sean y vivan donde vivan.
La idea fundamental es que el desarrollo económico que se necesita para ello, se obtenga a partir de una sociedad más justa, más inclusiva, con más oportunidades para todos y más competitiva frente al resto del país y del mundo.
En el ámbito de lo social, buscaremos descentralizar las decisiones de las políticas sociales y aumentar sustancialmente la participación de los beneficiarios en la resolución de los problemas propiciando la información, capacitación y reorganización de las áreas del Estado responsables de la contención y promoción social.
Desde mañana mismo nos haremos cargo de una obligación impostergable: poner en práctica políticas de emergencia que garanticen un piso de bienes de subsistencia para la totalidad de la población. En este caso priorizaremos nuestra articulación con los programas nacionales, especialmente aquellos dirigidos a garantizar la provisión mínima de bienes esenciales: nutrición, salud, vivienda, educación y seguridad.
Superada esta primera etapa de emergencia, las políticas sociales se dirigirán a construir una sociedad más abierta, más pluralista y más participativa, teniendo plena conciencia de que si bien con poco vamos a tener que hacer mucho, no nos falta voluntad, ni ideas ni coraje para llevarlas a cabo.
En cuanto al Sistema Educativo, hemos dicho mil veces y volvemos a sostenerlo hoy que no vamos a tolerar que los principales beneficiarios de la educación, los niños y los jóvenes, se hayan convertido en los grandes ausentes: ausentes en las aulas, ausentes de la calidad educativa y en consecuencia ausentes en el mundo del trabajo del mañana.
Justamente aquí, en la tierra de Sarmiento, la educación debe ser la llave del bienestar futuro de cada persona y de la comunidad en su conjunto. Por eso hemos trazado planes concretos para recuperar una escuela para todos y una educación para todos, y permitir que cuando los sanjuaninos salgan del aula, entren a la vida por la puerta grande del trabajo.
Al más breve plazo comenzaremos a implementar una reestructuración completa de la administración del servicio educativo, convocando a los docentes, los padres, las organizaciones sociales, los gremios y al sector productivo en el diseño de políticas de mediano y largo alcance. Nuestro propósito es lograr calidad y equidad en la educación porque sabemos que tan importante como que los chicos vayan a la escuela, es lo que aprenden en ella.
En referencia a la Salud, tenemos tres misiones urgentes: lograr que los hospitales públicos vuelvan a cumplir la función para la que fueron creados; darle cobertura médico asistencial a esa mitad de la población que hoy no la tiene; y conseguir que quienes posean cobertura de la Obra Social de la Provincia, tengan la respuesta esperada. Sin burocracia y sin demoras.
Tenemos claro también que en salud, prevenir es mejor que lamentar, por lo cual el nuevo Secretario de Salud comenzará de inmediato a ejecutar un plan de promoción y prevención de la misma, paralelamente con el desarrollo de un exhaustivo programa de Atención Primaria de la Salud, fundamentalmente en el área materno infantil, así como programas específicos para combatir las afecciones que más atención necesitan.
Sabemos que por muchos años en esta área no sólo ha habido descontrol, escasez de recursos, burocracia ineficiente y permanentes pujas de intereses sectoriales, desolador panorama que no hace sino confirmar que donde hay más necesidad, hay más corrupción.
Pero llegamos decididos a cortar por lo sano y hacerlo ya.
En este sentido, propiciaremos espacios de participación de las asociaciones de profesionales, prestadores y otras agrupaciones sociales en el diseño, la gestión y la conducción del sistema sanitario.
En salud nada es suficiente, pero los programas que comenzaremos a implementar de inmediato, permitirán la reconstrucción de un sistema que brinde atención humanizada, de calidad y accesible a todos los sanjuaninos. En el lamentable estado que se encuentra el área de salud no se puede esperar resultados de un día para otro, pero sí puedo garantizar cambios profundos y mejoría constante y concreta.
En el tema del Estado, por su parte, estamos comprometidos con un estilo de administración aliado a la sociedad civil; una forma nueva de hacer gobierno que promueve y acompaña el desarrollo de las actividades sociales y productivas, que no se entrega a prebendas y nunca será cómplice de la burocracia, la desidia o la inmoralidad. Que quede muy claro: los sanjuaninos pueden dar por hecho que la batalla sin cuartel a la corrupción ha comenzado en este instante.
Una batalla sin tregua, sin clemencia, sin excepción alguna, que tiene por estandartes a la austeridad y la trasparencia en los actos de gobierno, pero que a la vez exige la cooperación activa y permanente de la sociedad en su conjunto.
Sabemos que la necesidad de reconstruir el Estado es imperiosa. Y sabemos también que para lograrlo el concepto clave es participación. Participación cierta y cotidiana, descentralizando el poder y dándole protagonismo real a las Municipalidades y a las Organizaciones Sociales, porque el Estado provincial no puede ser eficaz si los gobiernos municipales no lo son y si no se cuenta con el apoyo y colaboración decidida de la sociedad organizada.
Que a nadie le quepa duda que vamos a levantar un Estado sanjuanino transparente y honesto, con controles preventivos que detecten la comisión de irregularidades antes de que el daño se produzca. Los contratos y los precios pagados por el Estado, así como cualquier otro gasto, ya no serán un secreto, sino de público conocimiento.
A este respecto, tenemos claro que lograr equilibrio en las cuentas públicas es bueno, pero insuficiente: es preciso transparentar cuánto se gasta y en qué se gasta. Es preciso saber cuánto se recauda, quienes pagan y quienes no. Y es preciso que todo el mundo se dé cuenta que la evasión impositiva es como robarle a todos, que por eso es un delito vergonzoso y que en San Juan el delincuente recibe el castigo que le corresponde.
Preocupación especial de mi gobierno, será dotar a nuestro San Juan de un sistema integral de seguridad que garantice recuperar su tranquilidad provinciana que hagan viable una convivencia de amigos y buenos vecinos en el marco de respeto a la ley y a las buenas costumbres.
He dejado en quinto lugar nuestro proyecto de reconstrucción del sistema productivo, no porque tenga menor relevancia sino porque es el más largo aliento.
Tanto nuestros equipos técnicos como las decenas de profesionales que han colaborado desinteresadamente en el análisis de esta área, determinaron en su momento que la necesidad inicial era emprender acciones a partir de un sistema productivo desarticulado, con empresarios desalentados, sin nuevos emprendimientos y sin emprendedores, sin capacidad de incorporar tecnologías o estrategias innovadoras y, con un urgente requerimiento de diseñar iniciativas inmediatas para incentivar la innovación, el desarrollo y por ende, el empleo.
Todos sabemos que en el cuadro descripto encontramos las causas de que la producción de San Juan no solamente haya caído, sino que se haya devaluado bruscamente, tanto en el mercado nacional como internacional.
Estamos decididos a generar una verdadera reforma económica y sabemos que para ello hay que escarbar hondo en la idiosincrasia de la sociedad hasta instalar una nueva cultura, la cultura del trabajo donde se asuma que la principal fuente de riqueza está en la producción. Aprovecharemos el escenario nacional propicio para el crecimiento y el desarrollo de las economías regionales y así potenciar la industrialización de la materia prima y nuestros recursos naturales.
Los especuladores, los pusilánimes, los irresolutos van a ir pasando por su propio peso para dar lugar a empresarios competitivos e innovadores, que encontrarán en este gobierno un aliado en la creación de espacios, tanto para nuevos emprendimientos como para nuevos emprendedores, ya que de ellos provendrán las nuevas fuentes de riqueza y los nuevos empleos.
A su vez, la innovadora comunidad productiva que estamos proyectando encontrará incentivos concretos cada vez que se asocie creativamente a los sectores de las ciencias, la tecnología, la educación y la capacitación de los ciudadanos.
Tenemos la firme voluntad de interactuar con las Universidades locales para que este objetivo encuentre una concreción adecuada. En este orden de ideas, el sector de la producción, los sectores del conocimiento y el Estado, pueden constituir un todo integrado en un único objetivo: el desarrollo humano sobre la base del trabajo.
Así, y sólo así, podremos construir una comunidad competitiva, alimentada por la capacitación y el aumento de las destrezas de cada trabajador, en un marco que favorezca la igualdad de oportunidades y la posibilidad de contar con un trabajo digno, con salario digno y en condiciones dignas para todos.
Pero aún tenemos que ir más allá: todos sabemos que hoy se han borrado las fronteras del mundo y lo que todos deben saber a partir de ahora es que San Juan no va a quedar ajeno. La realidad internacional que enfrentamos, nos guste o nos disguste, será cada vez más globalizada y en consecuencia, más competitiva y más tecnológica, con productos y servicios día a día más intensivos en conocimientos.
Si en lo económico el mundo entero está cambiando, podemos subirnos a esa ola de cambio o dejarnos arrasar por ella. Y que le quede bien en claro, especialmente a los empresarios, industriales y agricultores de nuestra provincia que esta segunda opción no es la opción del nuevo gobierno. No nos vamos a conformar con ser el pariente menesteroso de las provincias ricas ni con inventar programas de utilerías sin articulación real y sin destino. Vamos a salir a competir con decisión, con ideas, con acciones concretas y con la camiseta de San Juan más puesta que nunca.
Sobre estas bases sólidas y modernas vamos a desarrollar un concepto ambicioso pero posible: El Programa Integración al País y al Mundo, creando la Fundación Calidad San Juan con la participación de los sectores empresariales y del conocimiento.
En este sentido hemos trabajado sobre la idea matriz que la provincia no se vende sola sino que hay que tomar el toro por las astas y salir a hacerlo. Para ello vamos a generar una sólida imagen sanjuanina que a partir de una positiva reputación provincial, ayude no solamente a vender a nuestros productos y fomentar el turismo, sino también a atraer nuevas inversiones que incrementen nuestra capacidad de producción.
Si: vamos a venderle al mundo. Y para esa tarea el sanjuanino podrá contar con su Gobierno, el que desarrollará los conocimientos y servicios necesarios para que los productos locales puedan acceder a mercados de alta exigencia y por ende de altos precios. Nuestros empresarios y emprendedores ya no estarán abandonados a su suerte, sino que en una acción conjunta saldremos a conquistar el lugar que San Juan siempre debió tener en los mercados nacionales e internacionales.
Para eso también hay que trabajar hacia dentro de nuestro sistema productivo, porque ninguna empresa puede ser eficiente si no tiene proveedores eficientes, trabajadores capacitados y bien pagos, acceso al crédito, nuevos emprendedores, cadenas de producción integradas y un estricto cumplimiento de las normas laborales y medioambientales que exigen los mercados desarrollados.
Por otra parte, quien acepte el desafío de excelencia que se le impondrá para obtener la certificación de Calidad San Juan, dispondrá de la determinación de este gobierno en términos de contar con una adecuada infraestructura para su desarrollo. La energía, las telecomunicaciones, los caminos, los embalses, los puentes, pueden hacerse y van a hacerse.
Varios proyectos que impulsamos y para los cuales logramos financiamiento nacional durante mi gestión, como Senador, adquieren carácter prioritario en nuestra gobierno la concreción de las obras del Corredor Andino, la conexión vial –queridos amigos chilenos- que incluye el Túnel Internacional de Agua Negra para ser viable el Corredor Bioceánico Central.
El camino a Calingasta por la Quebrada de las Burras, los puentes sobre el río San Juan, etcétera. Ahí se va a jugar buena parte del futuro sanjuanino, porque no sólo va a ser un tramo fundamental de la unión vial del Cono Sur sino que nuestras nuevas industrias, la minería y la agrícola, van a poder disponer de una expedita salida al puerto de Coquimbo en el Pacífico para llevar sus productos al mundo.
No quiero dejar pasar la oportunidad para ratificar mi compromiso con otras grandes obras de un impacto social y económico importantísimo: el Hospital Rawson, los diques y las cloacas en la zona sur del Gran San Juan.
Nuestra voluntad, nuestra capacidad de gestión y el compromiso firmado por el Presidente de la República así lo garantizan.
Queridos sanjuaninos, al igual que el Presidente Kirchner, del cual me siento orgulloso como argentino, como compañero de ideario, seremos implacables en la defensa de los intereses de nuestra gente, en la persecución del corrupto y del indolente, en el rescate de los valores cívicos, en la recuperación de la producción y el trabajo.
Toda nuestra voluntad y nuestra decisión es inaugurar una nueva forma de gobernar. Una forma profesional y participativa, seria y transparente. Una forma que sea digna de esa palabra mágica e imponente con la que hace unos minutos comencé este mensaje: la esperanza.
La esperanza de cientos de miles de hombres y mujeres puestas en manos de gente común, como somos nosotros. ¿Que vamos a darles a cambio de su esperanza? ¿Podemos devolverles la tranquilidad de tener un trabajo digno y permanente? ¿Podemos entregarles la salud que les permita vivir y la educación que los impulse a acceder a mejores oportunidades? ¿Podemos socorrerlos con un techo? ¿Podemos dar abrigo? ¿Podemos contribuir a su alimento? ¿Podemos comprometernos a ofrecer los servicios básicos que requieren? ¿Podemos garantizar la equidad y promover la justicia? ¿Podemos acoger a los más desposeídos, a los marginados, a quienes tienen capacidades diferentes? ¿Podemos favorecer la cultura, las artes, la vida sana? ¿Podemos proyectar una tierra donde los jóvenes quieran quedarse?... En definitiva, podemos honrar el mandato de la gente? No admito dudas: tenemos que poder. Porque no hemos llegado hasta aquí mintiendo ni nos vamos a ir avergonzados.
Sin embargo, señoras y señores, que nadie suponga que estamos solamente aquí para cumplir... porque, no nos engañemos, cumplir es apenas lo que no puede dejar de hacerse. ¿Es bueno? Es bueno. Pero con toda humildad, con toda sencillez, y con un inmenso respeto por la magnitud del desafío, quiero decir que el San Juan que queremos por ahí lo bueno es insuficiente.
Toda mi vida he sostenido que a los sanjuaninos la adversidad nos hace fuertes. Para nuestros antepasados lo bueno fue insuficiente y entonces decidieron hacer de este desierto un oasis. Lo bueno fue insuficiente y no dudaron en enfrentarse a un clima muchas veces adverso y a una tierra muchas veces hostil. Lo bueno para ellos fue insuficiente y por eso, a fuerza de ilusión, aquí se quedaron, aquí levantaron sus casas, hicieron sus familias y educaron a sus hijos. Aquí enfrentaron al viento Zonda. Aquí sobrevivieron a los terremotos. Aquí pelearon por lo suyo, y hoy nos instan a que seamos capaces de pelear por lo nuestro con la fuerza de saber que tenemos el coraje de hacer mucho más de lo que es simplemente bueno.
Es posible que por ahí se levanten esas infaltables voces agoreras calificando de mesiánico a nuestro proyecto y mensaje de futuro. Allá ellos. Por el contrario, creo, que el destino de San Juan y el de todos los argentinos pasa ineludiblemente por salir al rescate de aquella energía primigenia con que nuestros ancestros fundaron el país.
Estos inmigrantes vinieron a enterar sus huesos a miles y miles de kilómetros del lugar donde habían nacido. Pero no enterraron jamás sus ilusiones, su hombría, su fe, su entusiasmo. En unas pocas décadas, esa ráfaga de vitalidad se transformó en viento. Y el viento cruzó pampas y montañas, desiertos y glaciares, ríos y selvas, hasta instalarse como raíz de la Argentina esencial. Una Argentina limpia, fuerte, honesta, construida con alma y vida. “La Argentina Profunda”.
Bajo las sombras de los codiciosos y los egoístas, subyace la Argentina Profunda. Bajo las reyertas politiqueras y las luchas sectarias, subyace la Argentina Profunda. Bajo el desamparo social, bajo el sufrimiento, bajo el dolor y las indignidades que azotan a los más humildes, subyace la Argentina Profunda.
Y esa Argentina Profunda, la del espíritu federal, la de las provincias, la de los marginados y ofendidos, la de los excluidos de siempre, la de los que no tienen más que necesidades, esa Argentina que está haciendo sentir su voz ronca y poderosa, para decir que de una buena vez este país va a ser el país de todos. Que este País aborrece a los corruptos y desprecia a los timoratos.
Que este País no empieza ni termina donde reside el poder y los poderosos, sino donde se crea la riqueza. Este es el País que está conduciendo con firmeza el Presidente Néstor Kirchner, superando dignamente la peor de la crisis de la Argentina.
Porque creo de todo corazón en el surgimiento de esta Argentina Profunda es que, así como resumí en la palabra “Esperanza” el origen del mandato de este nuevo gobierno, quiero resumir en otra palabra lo que deseamos que sintamos los sanjuaninos al cabo de los próximos cuatro años: orgullo.
Orgullo por ser quienes somos. Orgullo porque nos pusimos barreras casi infranqueables y fuimos capaces de superarlas. Orgullo por lo que producimos. Orgullo por lo que creamos. Orgullo porque vivimos en paz. Orgullo porque educamos a nuestros niños, curamos a nuestro enfermos, cuidamos a nuestros ancianos, incentivamos a nuestros jóvenes. Orgullo porque dominamos al desierto, dominamos el agua, tendimos puentes, abrimos fábricas, levantamos escuelas y hospitales. Orgullo por lo que logramos construir y orgullo por el futuro que nos habremos ganado.
Tal como dije al comienzo, para este gobierno “Primer Mandatario” no significa “el que más manda”, sino “el primero en tener que cumplir el mandato”. El primer servidor público.
Esa es mi convicción y voy a garantizar personalmente que sea también la convicción que impere desde el gabinete de ministros hasta el último nuevo integrante de este equipo de gobierno.
Sanjuaninos, hoy recordamos los veinte años de recuperación de la democracia, y tengo que decir que no nos conformamos solamente con lo que hay que hacer, si juntos nos impulsamos a llegar más lejos y volar más alto, nada ni nadie nos va a impedir que dentro de cuatro años hayamos recuperado lo que jamás debimos haber perdido: el orgullo, el orgullo eterno, grande y justo de ser sanjuaninos.
Sanjuaninos: se puede. Con humildad y camiseta transpirada, se puede. Con audacia y fe, se puede. Con honradez y transparencia, se puede. Jugándonos con alma y vida, se puede. Sé que se puede. ¡Se puede y se puede!
Pido a Dios que nos ilumine a todos en este desafío.
Muchas gracias.
JOSE LUIS GIOJA

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