Mario Alberto Gerarduzzi
[1 de Febrero de 1986]
Señores Convencionales:
Me han discernido ustedes el honroso cargo de Presidente de esta importante Convención que tendrá por objeto, la modificación de la Constitución de la Provincia, sancionada en 1927, y que actualmente se encuentra vigente.
Tengo conciencia de que vivimos uno de los momentos solemnes de nuestra historia sanjuanina. Yo trataré de corresponder el alto honor que se me ha conferido y por ello debo comprometer mi palabra de que no habrá, desde la Presidencia de la Asamblea Constituyente de 1986, otras prerrogativas que las que concede el Reglamento.
Estoy persuadido de que a pesar de nuestro esfuerzo, no lograremos un resultado perfecto, porque no existe obra humana que alcance esas características. Pero también estoy seguro de que cada Convencional pondrá lo mejor de su voluntad e intelecto para sancionar una Carta Magna Provincial que perdure a través de los tiempos, que consolide la Democracia, y que contribuya al encuentro de nuestro futuro entre todos, porque es el mandato que se ha recibido del pueblo, único destinatario de nuestra tarea.
Desde 1927 al presente, han transcurrido muchos años, y en ese lapso, la disciplina constitucional ha evolucionado notablemente. Muchas instituciones, ya preanunciadas en aquella Constitución y de otra que después vivió poco tiempo, han crecido notablemente, y en ese lapso han nacido otras, haciéndose indispensable su inserción en las distintas constituciones contemporáneas; porque, como bien se ha dicho “...Las condiciones del mundo posibilitan, sin duda alguna, que el ámbito de la convivencia sobre una base de justicia se amplíe y haga accesible al hombre todas las posibilidades que permitan el progreso y la técnica contemporánea”.
No debe sorprenderse el pueblo y principalmente sus dirigentes, si nuevas instituciones sobre las que mucho se ha hablado en la doctrina, cobran rango constitucional hoy y constituyen una avanzada respecto no sólo del pasado, sino también del presente, porque tales instituciones no son más que garantías y derechos en beneficio del pueblo, que –como lo estamos viendo- cada día aspira a tomar más participación en la vida pública.
Ha de tenerse presente que la nueva Constitución por sí sola, no remediará la serie de males, injusticias, desequilibrios, desencuentros, etcétera, que hemos padecido y que siguen soportando vastos sectores de nuestra sociedad. Es imprescindible que las leyes que en su consecuencia se dicten, como la interpretación que de ambas –Constitución y Ley- haga el Poder encargado de ello, aprecien que ese se hace cada día más indispensable tener una verdadera y real justicia social, como base de una auténtica democracia. El reclamo es el futuro, pero somos nosotros quienes debemos implementar las herramientas aptas para que las generaciones venideras, con sacrificio, sin facilismos logren el fin que tiene el hombre argentino.
No puedo soslayar la mención de los Partidos Políticos, que como únicos canales del sistema democrático, han contribuido con su esfuerzo para lograr la cristalización de esta Asamblea. En ella hay hombres jóvenes y maduros, quizás como consecuencia de una mera coincidencia; pero en definitiva ello es loable, ya que entre todos encontrarán –no me cabe duda- el equilibrio indispensable que requiere la vida humana, un trayecto de la cual estará signada por la nueva Constitución que se sancione.
La tarea es simple, la responsabilidad es enorme; pero lo lograremos.
Que el supremo nos ayude.
MARIO ALBERTO GERARDUZZI
[1] Diario de Sesiones H. Convención Constituyente de San Juan, 1/2/1986, 1° Sesión Preparatoria – 1° Reunión, p. 16 y ss.
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