Mario Alberto Gerarduzzi
[30 de Abril de 1986]
Señores Convencionales:
Esa Convención Constituyente ha llegado a su término en este solemne marco, y con el juramento que los convencionales hemos efectuado en la fecha de respetar y acatar la Constitución Provincial surgida de ella, se ha sellado un acto institucional histórico para la provincia.
Ya al inaugurar sus sesiones, anticipamos, que no nos embargaba la soberbia de pretender redactar una obra perfecta; pero si asumiendo la tremenda responsabilidad que nos discernió el pueblo, concretamos sin jactancia una Carta Magna que alcanzará largos tiempos.
Desde nuestra óptica creemos sinceramente haber cumplido con el fin que nos propusimos; como lo creerán también quienes en el seno de las deliberaciones con el discenso lógico y necesario contribuyeron en que se lograra ese todo que desde mañana será frontispicio de nuestra legislación, de la dinámica del Estado, y de los derechos y garantías con que deben contar la ciudadanía en la vida de la República.
La ley 5.419, de convocatoria, permitía la modificación parcial o total de la Constitución de 1927. Nuestra mayoría decidió que su reforma fuese total; es decir, sancionar una nueva ley fundamental, no por el mero hecho de sustituir conceptos porque estos fueron, años «a», redactados por otros hombres que pertenecían a otra fuerza política, sino porque consideramos indispensables receptar la mayor capacidad posible la etapa presente de la dinámica social y política, como base necesaria de un futuro consolidado de democracia participativa, de modernización de viejas estructuras y de ética solidaria.
Algunas de las instituciones nuevas incorporadas han recibido prematuras críticas, otras han venido del lado de aquellas que quieren que nada cambie, y, por fin, otras han sido por diferencias en las concepciones políticas o económicas, o de la posición religiosa que se profese. Digamos de paso, frente a estas últimas, que hemos declarado nuestra conciente responsabilidad ante Dios y los hombres, que se ha fijado a la familia como unidad fundamental de la sociedad, de la cultura y la educación y prescripto expresamente la libertad de la enseñanza.
Las nuevas instituciones no han sido inventadas ni fueron fruto de la improvisación de quienes asumieron la responsabilidad, como mayoría, de su inclusión en el texto constitucional, sino que ello estuvo avalado no solo por la opinión de grandes profesores de la materia, o de la positiva experiencia observada tanto en el exterior como en el interior del país, en cartas magnas más recientes, sino también en principios muy anteriores y que siguen surgiendo de la democratización del constitucionalismo, que se produce según afirma Carl F. Friedrich, de cuatro acontecimientos mundiales: “La Presidencia de Jackson en EE. UU., que significa el ataque al gobierno “Elite”; la ley de reforma electoral inglesa de 1832, que significa el ataque al gobierno de los privilegiados y a las limitaciones al derecho del sufragio; la Revolución Francesa de 1848, que constituye el más formidable ataque al poder del capital financiero e industrial y es el antecesor del advenimiento de las clases trabajadoras. Al lugar que les corresponde en la vida política, y la guerra civil en los Estados Unidos que termino con la esclavitud”.
La ejercitación de la democracia tal como lo concebimos y queremos dará contenido y plenitud a la Constitución.
En efecto, la autonomía funcional del Fiscal de Estado; el ejercicio pleno de las tareas del Defensor del Pueblo; el sistema de enmiendas en el texto constitucional por la Cámara de Diputados; la real autonomía del Régimen Municipal; la consulta popular; el Derecho de iniciativa; el Consejo de la Magistratura; la declaración de la inconstitucionalidad de oficio por la justicia; la preservación de los derechos del hombre; la defensa de la democracia; el derecho de replica o rectificación; son entre otras, instituciones que paulatina y progresivamente cobrarán valía cuando el pueblo cobre conciencia total de lo que ello significa.
Mientras tanto, dejemos que algunos apresurados rasguñen con la uña de transformación de San Juan, esperemos, y, con serenidad, que escriban los que algo saben de estos temas.
Esta Convención Constituyente que ha trabajado sin descanso, durante más de tres meses, ha dejado otro saldo favorable: la demostración de una civilización política entre los distintos bloques que compusieron su contenido.
La intolerancia, el debate político inconducente quedaron de lado y, entre todos, aún con ardor y apasionamiento en sus respectivas posiciones, respondieron con altura y profunda versación. En nuestro suelo eso vale mucho y no dudo que habrá de servir de ejemplo para el mañana. Sin canibalismo político podemos lograr la grandeza de nuestra provincia que es decir, de nuestra Nación.
Ahí queda lo que se ha hecho, que quienes en el devenir histórico logren algo superior merezcan nuestro agradecimiento.
Por ahora, solo mi reconocimiento a todos los que aquí han trabajado.
MARIO ALBERTO GERARDUZZI
[1] Diario de Sesiones H. Convención Constituyente de San Juan, 30/4/1986, 4° Sesión – Reunión N° 26, p. 851 y ss.
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