MEXICO, NICARAGUA Y PANAMA [1]
Manuel Baldomero Ugarte
[21 de Enero de 1927]
Los conflictos de México, Nicaragua y Panamá sólo son un conflicto. Es muy fácil de comprender esto si se considera que los tres tienen un mismo origen: el imperialismo yanqui.
Se trata de una raza fuerte, disciplinada, realmente joven y trabajadora que poco a poco, fatalmente, tenía que ir absorbiendo los fragmentos dispersos de otra raza más débil, desorganizada y que está constantemente sufriendo la convulsión de todas y de las más disparatadas anarquías. Ellos, en cambio, tienen una política previsora, una política de orden que usufructúa el desorden reinante en 20 pueblos incapaces. Lo que debemos hacer es coordinar nuestra acción como lo han hecho ellos, en vez de peleamos por un poco más de terreno, cuando por todas partes nos está sobrando fértil y despoblado.
Todos protestamos ahora contra el imperialismo alzando nuestras voces. Querernos escandalizar al mundo y adoptamos hermosas pero inútiles actitudes de paladines. Pero el remedio no es ése: preguntémonos si acaso no incumbe a México una parte de la responsabilidad de lo que está ocurriendo ya que enajena sus zonas petrolíferas, si acaso a Panamá que vendió un pedazo de su suelo...
Nuestros gobiernos han obrado siempre con una impericia lamentable. Jamás estuvieron atentos a otra cosa que no fuera su vanidad o su interés y ahora, frente a estos hechos, se comprueba su bancarrota: la bancarrota de sus pobres cualidades y de su escasa honestidad.
Levantemos una voz de protesta contra el imperialismo de los yanquis, pero ellos son muy fuertes y tienen mucha confianza en sí para que se asusten de declaraciones. Contra quienes debemos levantamos es contra las tiranías que son, para la América Latina, vergüenza tan grande como la cicatriz que en ellas puede dejar el imperialismo yanqui. Debemos gritar y obrar contra los oligarcas, contra los presidentes inconstitucionales y contra los partidos políticos para quienes los más grandes problemas sociales son esas pequeñeces que salen del egoísmo y del comercio ilegal. Debemos liquidar los errores endémicos que tan malamente nos han hecho llegar a este período de la historia. Es necesario que dejemos de entregar a los yanquis las fuentes de riqueza y de seguir solicitando empréstitos que no reportan ninguna ventaja para la colectividad.
Nada debemos esperar de los hombres que desde nuestros gobiernos han metido a la América Latina en las fauces del dragón imperialista. No tienen ningún derecho a nuestra confianza y sería tontería seguir esperando de ellos. Muchos años de fracaso no acreditan a nadie para entregarle el mando en el momento más difícil. Necesitamos hombres y fórmulas nuevas y esto sólo lo encontraremos entre los hombres jóvenes, en los partidos avanzados que son los verdaderos y únicos defensores de la nacionalidad, en su esencia, en sus partes durables. La miopía de nuestras clases dirigentes ha fomentado el imperialismo. Durante veinte años estuvimos denunciando todo esto que ahora recién se ve y nos trataron de ilusos, de peligrosos. Ellos son los responsables.
La América Latina sólo podrá defenderse con la ayuda de gobiernos que estén a la altura del pueblo por su inteligencia y por su voluntad para el sacrificio. Los del sur aún no hemos sentido tan reciamente como los del norte y centro de América, la influencia maléfica del imperialismo y estamos todavía a tiempo de evitar muchas cosas. Lo que debemos hacer no es intervenir en el conflicto sino cambiar de política interior. Formamos de. una vez ya que aún no estamos formados y contemplar las cosas con un espíritu más libre, más valiente y sobre todo con un poco de inteligencia.
MANUEL UGARTE
[1] Publicado en el diario Crítica de Buenos Aires, el 21/1/1927. Archivo General de la Nación Argentina.
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