noviembre 09, 2010

"Nueva época" Manuel Ugarte (1940)

NUEVA EPOCA [1]
Manuel Baldomero Ugarte
[1940]

Dará prueba de escasa perspicacia quien juzgue que esta guerra es igual a las guerras más o menos recientes que ha conocido el mundo. Confesará falta de preparación y desconocimiento de las realidades quien se atenga a explicar las mudanzas de hoy con razonamientos o experiencias anteriores a los fenómenos actuales.
El fracaso de muchos políticos se debe a la obstinación con que quisieron resolver a destiempo las ecuaciones empleando fórmulas que habían perdido su virtud. Nos hallamos en presencia de una subversión fundamental del orden conocido, subversión que alcanza no sólo a los métodos y procedimientos sino a las inspiraciones, y a las finalidades.
Uno de los más claros signos de incomprensión reside en la terquedad con que tantos siguen aplicando el criterio de "es bueno" o "es malo", cuando sólo cabe emplear los términos "es necesario" o "es útil".
El preceptismo anquilosado encuentra todavía fuerza para crisparse ante situaciones que no supo prever.
Pero la lamentación, el asombro, la protesta, la intriga, no modifican los acontecimientos. La historia no se hizo nunca, en sus grandes virajes, sino con realidades imperiosas que se sobrepusieron a otras realidades enfermas o claudicantes.
Pese a las disquisiciones los pueblos siguen aplastándose y superponiéndose, sin cuidarse de la lamentación
o el anatema, en una sucesión indefinida de preeminencias y caídas. Queda siempre a los rezagados el recurso de epilogar amargamente que las colectividades, como todo en la naturaleza, se desarrollan por encima del bien y del mal. Pero este juicio apresurado y temporal, que acaso se ajusta más a las simetrías limitadas del individuo que a los grandes panoramas raciales o históricos, resulta desmentido por el resultado y la filosofía final de los acontecimientos. Con los cambios siempre ha dado un paso hacia adelante la especie. El salto de una edad a otra puede efectuarse en forma de sacrificio que desorienta, pero el dolor del alumbramiento trae la promesa de la nueva vida.
La poderosa expansión militar es siempre resultante del desborde vital de un pueblo. De suerte que esa expresión violenta viene acompañada de fermentaciones creadoras, no sólo en las formas materiales de civilización sino en el orden pensante, puesto que no hubo nunca en los siglos un empuje bélico de proporciones superiores que no llevase en sí, como hélice animadora, su renovación ideológica y social.
En la actual transformación global del mundo, que socava los cimientos de imperios tradicionales y rompe viejos equilibrios, se abre para muchos pueblos sojuzgados la posibilidad de aprovechar el cambio de atmósfera. En la trágica curva, que estamos recorriendo a una velocidad que pasma, acaso no alcanzan algunos a percibir la perspectiva.
Por culpa de políticos ignorantes o venales nuestros países sólo tuvieron hasta hoy la organización que convino a las potencias que los explotan.
Ninguno alcanzó la estructura adecuada. Una reorganización política y moral del mundo puede ayudamos a pensar nuevo, a vivir diferente, a volver a sacar a la superficie la verdadera nacionalidad que dormía.
Porque las grandes conmociones geológicas hacen surgir, a veces, islas en las antípodas.
Se ofrece a nuestra América una oportunidad. Se abre una época excepcional en que podemos lograr expresiones nuestras, vida propia.
Una nueva ordenación de la economía europea es susceptible de traer una nueva ordenación de la economía iberoamericana y de aliviamos en lo material y en lo espiritual, de muchas gabelas opresoras.
En este sentido, Iberoamérica puede sacar ventaja del conflicto mundial, porque a medida que disminuya el poderío de Inglaterra y Estados Unidos aumentan nuestras posibilidades de auto determinación.
MANUEL UGARTE

[1] Manuscrito escrito en Chile, en 1940. Inédito. Arch. Gral. de la Nación Argentina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario