diciembre 03, 2010

Mensaje del Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, al abrir las sesiones de la Legislatura de su provincia (1849)

MENSAJE
DEL
GOBERNADOR
Juan Manuel de Rosas
AL ABRIR LAS SESIONES DE LA LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
EL 27 DE DICIEMBRE DE 1848

¡Viva la Confederación Argentina!
¡Mueran los salvajes unitarios!
___
El Poder Ejecutivo
Buenos Aires, Diciembre 27 de 1848.
Año 39 de la Libertad, 33 de la Independencia
y 19 de la Confederación Argentina.
A la Honorable Representación de la Provincia
SEÑORES REPRESENTANTES:
Me es muy grato saludaros al abrir vuestras sesiones augustas. Aclamados por el sentimiento público, las comenzáis con todo el brillo del honor nacional. Bajo tan felices auspicios se instala la vigésima sexta Legislatura.
La República sostiene gloriosamente sus derechos contra la intervención extranjera. La dignidad e independencia nacional conservan la altura en que jurasteis mantenerlas. La defensa de la Confederación cuenta con la opinión moral del mundo y con las simpatías fraternales de los Estados Americanos. Han tenido lugar sucesos memorables. Ved ahí el resultado y la gloria de vuestras sabias deliberaciones e incontrastable patriotismo. El Todopoderoso benignamente ha protegido vuestros conatos y virtuosas resoluciones. Una nueva esclarecida victoria y triunfos gloriosos, se han grabado en los anales de las repúblicas del Plata, obtenidos por el heroico denuedo de los orientales y de sus aliados los argentinos. Los gobiernos y pueblos confederados dignamente defienden el honor, la independencia y el pacto federal de la nación. Resuena la execración pública contra los salvajes unitarios, impotentes y agobiados por el invencible poder de la opinión del país, de la América y del mundo:
En medio del esplendor de tanta gloria nacional americana rindo humilde mi profundo reconocimiento al Omnipotente por su visible protección.
Reunidos estáis, HH. RR., para deliberar sobre los negocios públicos.
Penetrado de respecto y gratitud, os dirijo mis más íntimas felicitaciones; y someto a vuestro soberano fallo los actos de mi administración.
DEPARTAMENTO DE RELACIONES EXTERIORES
El Gobierno cultiva solícitamente las buenas relaciones de la Confederación con las potencias amigas. Las que le era grato mantener con los gobiernos de la Gran Bretaña y Francia, aun no han vuelto a su anterior estado. El de S. M. B. aparece en una posición menos difícil para establecerlas que el de Francia. El de la Confederación no cesa de abrigar sinceros deseos de paz, salvos los derechos de la república y de su aliado el Presidente del Estado Oriental, Brigadier D. Manuel Oribe.
El Ministro de Relaciones Exteriores de S. M. B. anunció al Plenipotenciario Argentino en Londres el sensible fallecimiento de S. A. Y. la Princesa Sofía, tía de S. M. la Reina Victoria. El Ministro Argentino expresó al de S. M. su íntimo pesar por tan lamentable acontecimiento.
Os dí cuenta en mi anterior mensaje de las órdenes dadas por el Gobierno a su Ministro en la Corte de S. M. B. con motivo de una declaración del de la Gran Bretaña al Plenipotenciario del Perú en Londres, ofensiva a los Estados sudamericanos, en respuesta a una solicitud de éste, sobre la proyectada expedición contra algunas de las repúblicas del continente, por los espurios americanos Flores y Santa Cruz. El Ministro Argentino dio cuenta del cumplimiento de aquellas órdenes. Sensible es al Gobierno anunciaros que las explicaciones del de S. M. no satisfacen las justas exigencias de la dignidad e independencia de estas repúblicas, tan gratuitamente ofendidas por esa declaración.
En la conferencia que tuvo el Ministro Argentino con de Relaciones Exteriores de S. M., éste le declaró que sus observaciones habían sido generales y aplicables a los Estados que desatendían sus obligaciones públicas con los acreedores ingleses. Y agregó que cuando por aquel mismo tiempo tuvo que hablar en el Parlamento del escandaloso abandono en que seguía por tantos años la materia, había señalado con igual justicia y comprendido en igual censura a los Estados de Sudamérica y algunos de los Estados Unidos y otros de Europa en el mismo caso, como España y la Grecia; pero que había exceptuado los Estados Sudamericanos que llenaban ya honorablemente sus obligaciones y otros que hadan esfuerzos por llenarlas, a quienes circunstancias notorias les impedían evidentemente hacerlo, según acontecía con la Confederación Argentina al presente.
El Gobierno ha manifestado al Ministro Argentino en Londres su muy penosa impresión al advertir en los conceptos del de S. M. la negativa de satisfacción. Le ha dirigido las observaciones a que da lugar tan injusta e inadmisible declaración en cuanto a todo cambio de los gobiernos establecidos en este continente, que además de ser opuesta al derecho de gentes, es incompatible con toda idea de paz y de moral pública.
Ha repelido una innovación tan alarmante de los medios universalmente reconocidos de obtener justicia las naciones, cuando se les niega lo que les es debido, entre los que lejos de comprenderse, se excluye por el derecho la inadmisible tendencia de la declaración del Ministro de Negocios Extranjeros de S. M. Ha repelido también el motivo con que ella es sustentada. Lo juzga infundado aun en la generalidad con que ha sido aplicado a las Repúblicas Sudamericanas, que el Gobierno de S. M. consideraba desatendían sus compromisos con los acreedores ingleses.
Le ha expresado igualmente la inexistencia aun del motivo ostensible de su declaración, señalándole a los Estados Sudamericanos que llenaban lealmente sus compromisos con individuos británicos y los justos motivos que impedían a otros tal cumplimiento.
Y en cuanto a la Confederación Argentina, le ha significado que no sólo le han impedido llenarlos lo injustificables ataques que le ha dirigido, en concierto con el de Francia, sino que hasta hoy persiste aquel Gobierno en la detentación de las Islas Malvinas y de otra porción de territorio pertenecientes a la Confederación Argentina, habiendo sido en todos estos graves respectos quebrantadas por el Gobierno de S. M. las reglas de la justicia internacional y las estipulaciones del tratado del 2 de Febrero de 1825 entre la Confederación y la Gran Bretaña, sin que en tal estado de cosas pudiese la República tomar en consideración el asunto del empréstito de súbditos de un Gobierno que así la ataca y entorpece su sistema de hacienda.
En fuerza de estas consideraciones y de otras más que detalló al Ministro Argentino y teniendo en vista la injusta política del Gobierno de S. M. en dejar subsistente la declaración de su Ministro de Negocio Extranjeros al Plenipotenciario del Perú en Londres, le ordenó declarase al Gobierno Británico, que el de la Confederación considera insuficiente, las explicaciones del Ministro de S. M. y su esperanza de que aquel Gobierno, separándose de las alarmantes miras significadas en su declaración oficial al Ministro Peruano, decía regularlas en adelante por los principios reconocidos del derecho de gentes y se explique de un modo que satisfaga a la justicia, a la buena fe y a las obligaciones de los tratados.
El Gobierno os anunció en su último mensaje la devolución que hizo al Comodoro Sir Tomás Herbert, Comandante en Jefe de la estación naval de S. M. B. en estas aguas, de la bandera inglesa y pieza de artillería que tenía la Goleta "Federal", represada por las fuerzas de la República.
Grato es al Gobierno participaros que el Comodoro Sir Tomás Herbert, en retribución de los sentimientos benévolos y amistosos de este Gobierno, ha remitido los cinco cañones de bronce pertenecientes a la Confederación Argentina, tomados en el combate de Obligado, que con tal objeto le fueron remitidos por el Gobierno de S. M.
El de la Confederación contestó al ilustre Comodoro cordial y amistosamente. Le manifestó su aprecio por esta tan benévola demostración del Gobierno Británico.
S. M. la Reina de la Gran Bretaña acreditó un Cónsul en la Confederación. El Gobierno manifestó al Cónsul nombrado los graves inconvenientes que le impedían conceder el exequátur a su patente, subsistentes, como se hallaban aun, las diferencias entre las Repúblicas del Plata y la Inglaterra y la Francia, provenientes de la injusta intervención Anglofrancesa, sin haberse dado a aquéllas satisfacción y reparaciones por las inmerecidas ofensas que se les han inferido.
El Gobierno instruyó al Ministro Argentino en Londres de los poderosos motivos que, de acuerdo con las exigencias de la dignidad y honor nacional, le habían impulsado a adoptar aquella resolución. Y le ordenó hiciese presente al de S. M. las observaciones en que fundaba el de la Confederación el aplazamiento que le había sido sensible, pero indispensable hacer, del reconocimiento del Cónsul nombrado por S. M.
Llegó a esta rada el Caballero D. Enrique Southern, desde donde participó al Gobierno el carácter de Ministro Plenipotenciario de S. M. en la Confederación, con que venía acreditado; y suplicó se expidiesen órdenes para que se permitiese su desembarco.
Significóle el Gobierno en contestación cordial complacencia por su feliz arribo; y le manifestó haberse dado órdenes de acuerdo con sus deseos.
Desembarcó el Caballero Southern; y anunció al Gobierno que siendo portador de una carta de su Augusta Soberana, S. M. la Reina Victoria, al Gobernador de la Provincia. Encargado de las Relaciones Exteriores, acreditándolo como Ministro Plenipotenciario de S. M. para residir en la Confederación, solicitaba se le señalase día y hora para entregarla.
El Gobierno le expresó su sincero pesar por no serle posible proceder a su recepción en el carácter en que venia acreditado por S. M., sin que previamente se diese a estas repúblicas satisfacción y reparaciones por las gravísimas ofensas que les había inferido el Gobierno de S. M. en unión con el de Francia, durante la intervención anglofrancesa. Le manifestó estar muy cordialmente dispuesto a entrar con gran satisfacción, mediante plenos poderes en el Caballero Southern, a negociar un ajuste de las desgraciadas diferencias subsistentes, sobre las bases presentadas en nombre de los gobiernos de Inglaterra y Francia por el Agente confidencial Caballero D. Tomás Samuel Hood, y modificaciones con que las admitieron este Gobierno y su aliado el Presidente del Estado Oriental, Brigadier D. Manuel Oribe, debiendo en tal caso acomodarse esas mismas bases y modificaciones en una convención pública solemne de paz, a la nueva situación creada por la posición de la Inglaterra. Y le hizo otras manifestaciones tendientes a allanar dificultades, aunque enteramente independientes de su voluntad o acción, para arribar dignamente a un arreglo justo y recíprocamente honorífico de las diferencias que el Gobierno Argentino con pesar mira subsistentes, no obstante sus grandes deseos y esfuerzos, a fin de ponerles un término honroso.
El Honorable Caballero D. Enrique Southern contestó no poseer poderes para entrar en una negociación fundada sobre las bases Hood, e hizo detalladas explicaciones, que creía facilitasen su recepción.
El Gobierno no las juzgó de naturaleza capaz de alterar la posición que sostiene de acuerdo con el honor e independencia nacional. Las satisfizo detalladamente. Le reprodujo con íntima complacencia, que si llegare la oportunidad de que estuviese en aptitud de remover las dificultades que obstan a su inmediata recepción, concurriría bajo los principios expuestos, a la celebración de un previo arreglo final de las diferencias existentes. Y le reiteró el deseo que le animaba de que el Caballero Southern tuviese la fortuna de arreglarlas en convenciones públicas que restablecieran los vínculos de amistad entre la Gran Bretaña y las dos repúblicas del Plata, quedando así habilitado a ser reconocido en el alto carácter de Representante de S. M. cerca de este Gobierno.
El Honorable Caballero D. Enrique Southern contestó expresando sentir profundamente que sus argumentos no hubiesen tenido el efecto de convencer a este Gobierno sobre la conveniencia y propiedad de reconocerlo inmediatamente en el carácter en que fue enviado por su Majestad a este país. Manifestó parecerle que un acto como aquél, tan indicativo del espíritu amistoso y conciliatorio del Gobierno de S. M, podría haber sido tomado sin escrúpulo por el Gobierno Argentino como un primer y decisivo paso en el arreglo definitivo de cualquiera diferencia que hubiera podido suscitarse por las medidas coercitivas que, en unión con el Gobierno de Francia, el Británico, en el curso de la intervención, por razones que a él mismo eran satisfactorias, se creyó justificado de poner en ejecución. Continuó, que al mismo tiempo que había sentido la resolución tomada por el Gobierno Argentino, y no podía ocultarse que la noticia de ella sería recibida por el Gobierno de S. M. como sorpresa, sin embargo creía de su deber declarar que está persuadido que la posición adoptada por este Gobierno en esta cuestión es el resultado de su alto aprecio por el honor y dignidad nacional, y que, tan lejos de considerarla puesta como un obstáculo a la renovación de la buena inteligencia, no hesita en poner la más entera fe en las declaraciones amigables y conciliatorias de este Gobierno, las que estaba seguro serían recibidas por el de Su Majestad con el mismo espíritu amistoso. Expuso asimismo que no perdería tiempo alguno en llevar al conocimiento del Gobierno de S. M. las razones que el Argentino había creído conveniente comunicar, como las que lo han inducido a diferir su recepción oficial, mientras no se halle concluido un arreglo entre los dos Gobiernos bajo una base semejante a la contenida en las proposiciones encargadas a Mr. Hood, las cuales, según parecía, este Gobierno concebía, pueden ser adaptadas a las actuales circunstancias y a las relaciones de la Gran Bretaña con la República Argentina. Concluyó significando que le sería grato conocer el modo en que, a juicio del Gobierno Argentino, pudiera verificarse, bajos las existentes circunstancias, el arreglo previo que éste considera un necesario preliminar a su recepción en el carácter de Ministro Plenipotenciario de S. M. B.; que estaría entonces en mejor aptitud de juzgar la practicabilidad de las ideas del Gobierno Argentino, y en este caso aprovecharía la primera oportunidad de trasmitir esta información a su Gobierno para su consideración y ulterior decisión.
El Gobierno le contestará sosteniendo los principios que reglan sus procedimientos en este asunto, y estimándole altamente sus amistosas benévolas declaraciones. Al hacerlo le acompañará también un proyecto de pacificación fundado sobre las bases Hood y modificaciones con que las admitieron este Gobierno y su aliado el Excmo. Sr. Presidente del Estado Oriental, Brigadier D. Manuel Oribe, acomodadas a las actuales circunstancias respecto de la Gran Bretaña.
Grato es al Gobierno alimentar la esperanza de que el de S. M. instruido de estos sensibles incidentes que no ha podido evitar el de la Confederación, sin mengua del honor nacional, y sin desatender las imperiosas exigencias de la independencia de estas repúblicas, se decidirá a remover los actuales inconvenientes para el restablecimiento de las relaciones de amistad entre el Gobierno de S. M. y los de estas Repúblicas, celebrando convenciones públicas de paz, bajo las bases Hood y modificaciones con que fueron aceptadas por éstos. El Gobierno, animado de ardientes sentimientos por tan plausible resultado, se halla en la persuasión de que idénticos son los del de S. M. Reposando en la elevación y justicia del Gabinete Británico, tranquilo espera una feliz solución de las desgraciadas diferencias que tienen aun alterada la buena armonía entre ambos gobiernos.
Invariablemente sostiene el de la Confederación los incuestionables derechos de la República al territorio de las Islas Malvinas.
Continuará su seria atención así a los ataques contra la soberanía de la Confederación que prosiguen cometiendo en las costas patagónicas en las Islas del Guano y en otras de ese litoral, buques mercantes con banderas de naciones amigas, especialmente con la de la Gran Bretaña, como al de haberse establecido una población inglesa en el Estrecho de Magallanes.
Con vista de varios antecedentes desde 1846, y de una nota del Ministro Argentino en la Corte de Londres, fecha 4 de Mayo de 1847, por la que comunicó importantes informes sobre la extracción del guano de las costas patagónicas, y otros particulares el Gobierno le ha ordenado proceda a invitar a los Sres. Baring Hermanos y Compañía, y demás accionistas del empréstito de Inglaterra, a comprar de este Gobierno por quince años, con privilegio exclusivo, el derecho de disponer del guano y exportarlo de todas las islas y costas patagónicas; también el salitre, otras sales, barrilla, yeso, metales y la pesca de anfibios; debiendo entregarse la cantidad que abonen al Gobierno, en cuenta de pago del empréstito de Inglaterra y siendo de obligación de los empresarios hacer respetar a nombre del Gobierno de la Confederación, el usufructo que por el término que se estipule les conceda.
Ocurrió en Francia un cambio de Gobierno y de sistema político. La República fue proclamada.
El Ministro Argentino en París dio cuenta haber cumplimentado al Gobierno Provisorio de la República Francesa. Este acogió dignamente la demostración amistosa del Ministro Argentino, y le significó la complacencia que ella le causaba.
Esta conducta del Ministro Argentino mereció la aprobación del Gobierno. Se reservó acreditarlo nuevamente, luego que hubiese sido instruido por el de Francia de su instalación. Y le ordeno presentase a aquel Gobierno los sentimientos de sincera amistad del de la Confederación, expresándole su vivo interés por la felicidad de la Francia, y porque se restableciesen las buenas relaciones entre ambos países.
El Gobierno Francés aun no ha satisfecho los justos reclamos de la Confederación. Sus agentes y fuerzas navales en el Plata, aunque levantaron el bloqueo de los puertos de la Provincia de Buenos Aires, no sólo lo han ejecutado sin dar el Gobierno Francés las debidas reparaciones y satisfacción a esta República, sino que al hacerlo, declararon bloqueados los puertos del Estado Oriental del Uruguay y han reforzado con tropas, artillería y subsidios pecuniarios la plaza de Montevideo, e intervienen en sostener a los rebeldes salvajes unitarios contra los dos gobiernos legales de las repúblicas del Plata.
El Ministro Argentino en París ha dado cuenta de dos conferencias que tuvo en Septiembre último, con el de Negocios Extranjeros de Francia. Grato ha sido al Gobierno apreciar altamente el espíritu de examen y discusión que animaba al Gobierno de la República Francesa y a su honorable Ministro de Relaciones Exteriores.
El Gobierno persevera en sus esfuerzos por restablecer honorablemente la paz con el de Francia, previa la satisfacción, y reparaciones que son debidas a la República Argentina.
En mi anterior mensaje, al daros cuenta de la misión confiada por los Gobiernos de Inglaterra y Francia a los Honorables Lord Howden y Conde Walewski, os anuncié haber ordenado a los Ministros Argentinos en las Cortes de Londres y París, manifestasen a ambos gobiernos las vistas del de la Confederación, sobre las proposiciones de paz presentadas por aquéllos, haciendo resaltar la posición respectiva de ambos agentes, el indispensable deber en que el Gobierno se hallaba, de proceder siempre de acuerdo con las basas Hood y modificaciones con que las admitió y la grata esperanza que abrigaba de que los de Inglaterra y Francia no dejarían pasar esta ocasión de hacer expectables su lealtad y su justicia para con estas Repúblicas.
El Ministro Argentino en Londres dio cuenta de haber cumplido las órdenes de este Gobierno. Las explicaciones que le dio el de Negocios Extranjeros de S. M., aunque benévolas, no fueron tan explícitas. Manifestóle la completa aprobación del Gobierno de S. M. de la conducta del Honorable Lord Howden en el desempeño de su misión y del acto por el cual había levantado el bloqueo de los puertos de las Repúblicas del Plata, por parte de las fuerzas navales de S. M. I. le expresó que la dificultad que había obstado al buen éxito de la misión de los Honorables Lord Howden y Conde Walewski, se arreglaría, pero sin explicar de qué modo.
El Ministro Argentino en París, dio igualmente cuenta del cumplimiento de las órdenes del Gobierno. En la conferencia que tuvo con el de Negocios Extranjeros, éste se explicó de un modo evasivo, excusando significar el juicio de su Gobierno, respecto a la conducta de su enviado el Conde de Walewski, en el desempeño de su misión en el Plata, conjuntamente con el Honorable Lord Howden, ni sobre el desacuerdo de los dos Enviados acerca del levantamiento del bloqueo de los puertos y costas de estas Repúblicas por parte de las fuerzas navales británicas y continuación de él por las de Francia. Limitose a decirle tener los materiales necesarios para proceder con conocimiento de causa y someter el asunto al Consejo de Ministros.
Subsiguientemente a las explicaciones tenidas entre los Ministros Argentinos en Londres y París y los de Negocios Extranjeros de la Gran Bretaña y Francia, después de la ruptura de la negociación Howden - Walewski, llegaron al puerto de Montevideo los Caballeros D. Roberto Gore y Barón Gros.
Desde aquella rada anunciaron al Gobierno de la Confederación su arribo en el carácter de Plenipotenciarios enviados en misión especial por los Gobiernos de la Gran Bretaña y Francia. Declararon que ambos Gobiernos no habían cesado de mantener una confiada esperanza, que ellos pudiesen ser capaces, por una serie de procedimientos unidos, de restablecer el orden y paz en la orilla izquierda del Río de la Plata, y significaron sus sinceros deseos porque este feliz resultado pudiese al fin ser obtenido.
Este Gobierno retribuyó el anuncio de los Plenipotenciarios expresándoles le sería satisfactorio observar que sus esfuerzos tendiesen, en su misión, a dar por resultado el restablecimiento de las buenas relaciones entre los Gobiernos de Inglaterra y Francia, con ambas Repúblicas del Plata. Manifestó también le sería altamente grata una tan feliz solución en las cuestiones del Plata, siendo ella el perseverante objeto de sus más íntimos votos.
Os he dado cuenta del desarrollo y desenlace de esta misión. Y habéis prestado vuestra soberana aprobación a la conducta observada en aquélla por el Gobierno.
Conocéis el carácter de esa misión; los perseverantes esfuerzos acreditados en ella por los Gobiernos legales de estas Repúblicas para obtener una terminación honrosa y digna de las cuestiones con la intervención Anglofrancesa; las bases que presentaron los Ministros de Inglaterra y Francia al Presidente legal del Estado Oriental, Brigadier D. Manuel Oribe; los poderosos motivos de dignidad e independencia de estas Repúblicas que las hicieron inadmisibles; y el llamamiento que, de acuerdo con las vistas del Gobierno Argentino, hizo a los Plenipotenciarios el ilustre aliado de la Confederación, Presidente Brigadier D. Manuel Oribe, a las bases Hood y modificaciones con que fueron aceptadas por los gobiernos legales del Plata, para con arreglo a ellas, arribar a una terminación honorable. Los Plenipotenciarios declinaron de aquel llamamiento y quedó rota la negociación.
Os halláis igualmente instruidos de la correspondencia que subsiguientemente tuvo lugar entre los Plenipotenciarios y este Gobierno; de las impropias declaraciones que aquéllos dirigieron, con inamistoso espíritu; y de la repulsa que de ellas hizo y posición que en tales circunstancias asumió el Gobierno.
Impuestos también estáis de la declaración que hizo al Gobierno el Contralmirante de las fuerzas navales de Francia para cesar el bloqueo que éstas tenían en las costas de la República Argentina y establecer el le los puertos de la del Uruguay, de la protesta y declaración que con tal motivo le dirigió el Gobierno y del restablecimiento en que, con una justa modificación hacia el Comodoro Sir Tomás Herbert, Comandante en Jefe de la estación naval de S. M. B. y para sus tripulaciones, declaró, por decreto de 15 de Julio del corriente año, el de 27 de Agosto de 1845, prohibiendo la comunicación en los puertos argentinos de los buques de guerra de las naciones interventoras, hasta que las Repúblicas del Plata hubiesen obtenido la satisfacción y reparaciones que les son debidas.
El Gobierno se complace en esperar que los de Inglaterra y Francia previsoramente procurarán el restablecimiento de las relaciones amistosas con estas Repúblicas, haciéndoles la debida justicia y reparando las ofensas que han inferido a su honor e independencia.
La Europa y la América, reprobando los ataques de la intervención Anglofrancesa contra las Repúblicas del Plata, noblemente han perseverado en su honrosa simpatía por la causa de éstas.
El Gobierno tuvo conocimiento que el de S. M. el Emperador de Austria, cediendo a sugestiones de agentes del Gobierno Brasileño, había indebidamente reconocido la pretendida independencia de la Provincia del Paraguay. Dirigió la correspondiente reclamación al Gobierno de Austria, instruyéndolo detalladamente de la inexistencia de tal independencia en la Provincia del Paraguay y de los justos títulos que impelen al Gobierno Argentino a desconocerla y a oponerse a su sanción. La ilustrada rectitud de S. M. da al de la Confederación fundada esperanza de que su reclamo será justa y convenientemente atendido.
Os instruyó el Gobierno del inicuo proyecto de invasión contra algunas de las Repúblicas de este continente, concebido por los espurios americanos Flores y Santa Cruz, con elementos europeos y favorecidos subrepticiamente en su insensato plan por algunos Gobiernos Europeos. Os manifestó las causas que habían hecho fracasar tan desacordada agresión.
El cabecilla Flores, según las últimas noticias que ha recibido el Gobierno, había sido expulsado de la Nueva Granada. Su corifeo de logia, Santa Cruz, permanecía aun en Europa, maquinando desde allí contra la tranquilidad e independencia de Bolivia y demás repúblicas americanas.
Los Gobiernos de la América del Sur y del Norte se han pronunciado enérgicamente contra el atentado del cabecilla Flores. No consta que el Gobierno de S. M. el Emperador del Brasil haya cooperado con su pronunciamiento y actos oficiales al sostén de la causa común americana.
El Gobierno tiene en su poder importantes datos sobre el plan alevoso desolador del cabecilla Santa Cruz, execrable enemigo asqueroso de la América, de los principios sociales del mundo, de la paz de los pueblos; y sobre los nefandos manejos de su logia sangrienta.
El Encargado de Negocios de S. M. el Rey de Cerdeña, Barón Picolet d’Hermillón, salió de esta ciudad, en consecuencia de haberlo dispuesto así el Gobierno. La conducta constantemente inamistosa de este agente hacia la Confederación, reagravada en los últimos tiempos de un modo inaudito, hizo incompatible su presencia en este país con el honor de la República y del Gobierno y con la conservación de las buenas relaciones de amistad que existen entre los dos países. Le envió el pasaporte para que en el término de treinta días saliese de la Confederación.
Posteriormente el ex Encargado de Negocios pretendió inferir nuevos agravios a la dignidad de la Confederación y de su Gobierno, queriendo imponerle relaciones oficiales que justa y competentemente había cortado con él, e inadmisibles protestas derogatorias de la soberanía y dignidad nacional. Devolvióle las injuriosas notas en que tal pretensión había desenvuelto. Y con la mira de evitar todo cuanto pudiese perjudicar las buenas relaciones de amistad existentes entre este Gobierno y el de S. M., hizo saber al ex Encargado de Negocios, saliese del país en el término de quince días.
El Gobierno se dirigió al de S. M., participándole detalladamente los justos imperiosos motivos que lo habían impulsado a adoptar aquella medida. Agrególe que ella exclusivamente se contraía a la conducta y a la persona del ex Encargado de Negocios, Barón Picolet d’Hermillón; y que lejos de tender a efectuar la distinguida consideración que el Gobierno de S. M. merece al de esta República, y las recíprocas relaciones de amistad, era adoptada, no sólo en debida preservación del honor de la República, sino también con el muy importante fin de salvarlas de los sensibles escollos y ruptura a que las había encaminado el ex Encargado de Negocios, con gravísima infracción de los más grandes principios del derecho de las naciones.
Significóle asimismo, que entre tanto se dignase resolver el Gobierno de S. M. por su parte, sobre la conducta de su Encargado de Negocios, con el espíritu de justicia y buena política que de S. M., el Gobierno Argentino se complacía en continuar dispensando a los residentes sardos en esta República, la más eficaz protección, que les ha garantido en todos tiempos, que cumplidamente les asegura y que no cesará de extenderles según el derecho de gentes.
Y concluyó asegurándole que este Gobierno se halla también cordialmente dispuesto a recibir un nuevo Agente público de S. M., que propenda a estrechar las amistosas relaciones, conforme a los deseos de ambos gobiernos.
De esperar es que el de S. M. en su sabiduría, reconozca la justicia con que este Gobierno ha procedido; y que retribuirá dignamente las explicaciones amistosas que ha tenido íntima satisfacción en presentarle, como un inequívoco testimonio de la fina benevolencia de la Confederación y su Gobierno hacia S. M. y nación sarda.
El Gobierno reconoció con honra y mandó saludar el nuevo pabellón de Cerdeña.
Se concluyó la causa seguida a los reos de un escandaloso atentado contra la persona del honorable Encargado de Negocios de S. M. la Reina de Portugal. El Gobierno dictó las medidas correspondientes para llenar las exigencias de la justicia y del honor nacional. El encargado de negocios le manifestó su complacencia, y también interpuso reiteradamente, durante los procedimientos judiciales y después de ellos, benigna indulgencia hacia los culpables.
El Gobierno ha reconocido en el carácter del Cónsul de S. M. el Rey de Suecia y de Noruega, al honorable Conde de Frolich.
Sobremanera agradable es al Gobierno estrechar cordialmente relaciones fraternales de amistad con las naciones americanas. Complácese en acreditarles su constante benevolencia. Persevera en observar estricta neutralidad en sus asuntos domésticos. Y coopera decididamente a sostener la causa común de la América.
Perfecta es la cordial amistad que une al Gobierno Argentino con el de los Estados Unidos. Complácense mutuamente en tributarse recíprocos testimonios de fina benevolencia.
Con sincero fraternal interés, el de los Estados Unidos acredita sus ardientes simpatías por la causa de las Repúblicas del Plata. Su viva repulsa contra la intervención europea en ellas, es notoria en el viejo y nuevo mundo. Y las prensas Norteamericanas, fieles ecos de los sentimientos de aquel ilustrado pueblo, han esparcido en todo el orbe la execración de los Estados Unidos contra la ingerencia armada de la Europa en los asuntos de las Repúblicas de América.
El Gobierno tiene íntima satisfacción en retribuirles con honrosos testimonios, tan noble y digno pronunciamiento.
Ha nombrado un Cónsul Argentino en Charlestown.
Abriga fundada esperanza de que las reclamaciones de la Confederación, pendientes ante el Gabinete de Washington, serán atendidas con la justicia y lealtad que caracterizan sus actos administrativos.
S. M. el Emperador del Brasil participó al Gobierno el feliz nacimiento de un Príncipe Imperial, heredero de la Corona. Complacido el Gobierno por tan venturoso acontecimiento, congratuló cordialmente a Sus Majestades Imperiales y a la Nación Brasilera.
Las justas reclamaciones de la Confederación ante el Gabinete Imperial aun no han tenido una solución honrosa y digna para ambos países. El Gobierno Brasileño ha persistido en desconocer el de este República. Y aunque vivamente lo deplora este Gobierno, tiene la lisonjera esperanza de que el de S. M. adoptará en su sabiduría una política conforme con los verdaderos intereses de los dos países, y satisfará los justos reclamos de la Confederación. El Gobierno continuará sosteniendo los derechos, el honor y dignidad de la República.
Siente que el Gabinete de S. M. no haya abandonado su inamistoso e injustificable designio de obtener de las Cortes de Europa y Gobierno de América, declaraciones de reconocimiento de la pretendida independencia de la Provincia del Paraguay. Las solicitaciones de sus Agentes en Viena, obtuvieron de S. M. el Emperador de Austria, el reconocimiento de la figurada independencia de aquella provincia, de que el Gobierno os ha dado cuenta haber hecho la debida reclamación.
Tuvo el Gobierno frecuentes avisos de que los emigrados salvajes unitarios de la Provincia de Corrientes, asilados en las fronteras del Imperio del Brasil, eran protegidos ostensiblemente y se conservaban en actitud bélica por las autoridades del Imperio, amenazando turbar nuevamente la paz y la tranquilidad de aquella provincia. Ordenó al Ministro Argentino en la Corte del Brasil, pusiese en conocimiento del Gobierno de S. M. le ofensiva conducta de sus autoridades subalternas, y reclamase la ejecución de las órdenes anteriormente expedidas por el Gabinete Brasileño para internar desarmados, en el Imperio, a los rebeldes que de esta República buscasen asilo en él.
Fue instruido asimismo el Gobierno que los salvajes unitarios emigrados en la frontera de la Provincia del Río Grande del Sur, no cesaban en sus maquinaciones contra estas Repúblicas, sin que las autoridades brasileñas allí ningún celo desplegasen a fin de hacer cumplir las repetidas ordenes dadas por el Gobierno Imperial para su internación. Previno al Ministro Argentino pidiese al del Imperio el efectivo cumplimiento de sus promesas, y de sus deberes, para que los salvajes unitarios que existen en las fronteras, no continúen en sus planes de sangre y anarquía y fuesen retirados y dispersos en el interior del Imperio.
El Ministro Argentino dio cuenta del cumplimiento de las precedentes ordenes y de la rectitud con que el Gobierno Brasileño había acogido su justo reclamo, dando explicaciones, aunque no enteramente suficientes, sobre los hechos que le había sometido; y declarando el Gobierno Imperial haber mandado proceder a las precisas averiguaciones a efecto de poder apreciar bien los hechos de que reclamaba este Gobierno, reservándose para una ulterior comunicación la respuesta que merecían tener.
Cuando el Gobierno sea instruido de ella, se expedirá. Así lo avisó al Ministro Argentino; previniéndole persistiese eficazmente en sus reclamaciones, para que el Gobierno de S. M. diera a sus providencias la entera eficacia que es necesaria, conforme al derecho de las naciones, y requerida por los vitales intereses así de las Repúblicas del Plata, como del mismo Imperio del Brasil.
Tuvo igualmente conocimiento el Gobierno por los de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, que los salvajes unitarios Madariaga, con la protección del Coronel Brasileño Manduca Loureiro, en la frontera imperial, limítrofe con la provincia de Corrientes, se ocupaban en reunir los rebeldes allí refugiados para invadirla. El Ministro Argentino, por órdenes de este Gobierno, refirió al de S. M. esos hechos tan ofensivos a las Repúblicas del Plata y le dirigió la correspondiente reclamación.
Aun no ha contestado el Gobierno Imperial. El argentino espera que aquel fije muy especialmente su atención sobre las reiteradas infracciones de la neutralidad del Imperio que cometen las autoridades brasileñas en la frontera y haga efectiva la actitud neutral.
Habiendo sido igualmente informado el Gobierno por los de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, que el salvaje unitario Gelly, titulado Agente de la Provincia del Paraguay ante el Gobierno de S. M. I., se dirigía a aquella Corte con el objeto ostensible, según se anunciaba, de hacer firmar un tratado de alianza ofensiva y defensiva entre el Brasil y la Provincia del Paraguay, ha ordenado al Ministro Argentino, que si el objeto del viaje de Gelly fuere el anunciado, dirigiese al Gobierno Imperial la correspondiente reclamación. Y para el caso que ella no impidiera la consumación de tan inaudito tratado, le ordenó hiciese entonces serias protestas.
Indignas producciones, ofensivas altamente de la dignidad y honor nacional, del decoro del Gobierno, del crédito y buen nombre del Jefe del Estado y del Presidente legal de la República Oriental, ilustre aliado de la Confederación, tuvieron lugar en una de las Cámaras del Imperio, por varios Diputados.
El Gobierno no pudo tolerar impasible tan atroz e inmerecido ultraje inferido por éstos a la dignidad e independencia de la Confederación, al honor de su Jefe Supremo, no menos que a su digno aliado. Ordenó al Ministro Argentino, pidiese satisfacción al Gobierno Imperial por semejante ultraje.
El Ministro Argentino avisó haber cumplido esta orden. Su reclamo fue elevado al alto conocimiento de S. M. el Emperador. El honorable Ministro de Relaciones Exteriores del Imperio, de orden del misma augusto señor, le manifestó por nota oficial, que según la Constitución del Estado, y por la naturaleza de los gobiernos representativos, que asegura toda libertad en los debates parlamentarios, no era posible evitar excesos en las discusiones, de los cuales no puede el Gobierno tomar jamás la responsabilidad, cumpliendo al buen sentido, corroborado por la opinión pública, repeler agravios que vienen a pasar inadvertidos desde que no hallan eco ni en la nación, ni en su Gobierno. Agregó el Ministro Brasileño, que entre tanto no vacilaba en declarar que, siendo particular desvelo del Gobierno Imperial cultivar relaciones de amistad y buena armonía con todos los Gobiernos del viejo y nuevo mundo y especialmente con los que son más vecinos al Imperio, deseaba ardientemente que los ilustres jefes de todos estos gobiernos fuesen tratados con el mismo respeto y consideración que el Gobierno Imperial se esmeraba en tributarles en su correspondencia oficial. Expresó también que por eso no podía dejar de manifestar el pesar y disgusto que causaron al Gobierno Imperial los incidentes desagradables en la Cámara de los Diputados a que aludía la reclamación del Ministro Argentino; y de deplorar, como muy expresivamente ya lo había hecho su antecesor en la sesión del día 5 de Agosto, que se ofendiese por tal manera al Jefe Supremo de una nación amiga. Y últimamente expresó que, habiendo satisfecho de este modo al pedido del Ministro Argentino en nombre de este Gobierno; celebraba poder dar la precedente demostración de los sentimientos amistosos del Gobierno Imperial por la Confederación Argentina y debido aprecio por su ilustre Jefe.
Complacido el Gobierno ordenó al Ministro Argentino hiciese conocer al de S. M. el íntimo aprecio con que miraba las explicaciones honorables que le había dado y le manifestase que el principio internacional, en virtud del cual había reclamado en nombre de este Gobierno, de ningún modo afectaba la independencia de opiniones e inviolabilidad de los Diputados Brasileños, sino que se contraía solamente a la opinión y juicio del Gobierno Imperial, representante de la personalidad política del Brasil, como Estado independiente ante las potencias extranjeras. A esa suprema autoridad que dirigía la política y relaciones externas, correspondía por el derecho de gentes, universalmente reconocido y practicado entre las naciones, desaprobar los excesos e insultos en que incurriesen los Diputados en las Cámaras, como lo había hecho ilustradamente el Gobierno Imperial. Este principio constantemente atendido por los Gobiernos, precavía desgraciadas alteraciones de la paz y amistad y sin trabar la independencia de los Diputados en las Cámaras y su inviolabilidad, tampoco dejaba a merced de las pasiones o arbitrariedades de un Diputado empeñar a su propio país y Gobierno en contiendas que éstos rechazaban por un sentimiento de justicia y de conveniencia.
La nación brasileña y la mayoría de sus Cámaras, simpatizan con la causa americana, que defienden las dos Repúblicas del Plata contra la intervención europea.
Siente el Gobierno no haber podido aun contraerse al despacho del Ministro Argentino nombrado cerca del de la República de Chile. Ha ordenado al Ministro de Relaciones Exteriores se ocupe de los proyectos correspondientes, así que lo permitan los asuntos de más preferente atención y los eleve al acuerdo del Gobierno.
La rebelión del cabecilla Juan Antonio Rodríguez, ex comandante de la fortaleza de San Rafael en la Provincia de Mendoza, contra el Gobierno legal de ella, impulsó a este, por la urgencia, a entrar en correspondencia con el de la República de Chile. Solicitó se dictasen las medidas correspondientes para que aquél no recibiese de dicha república auxilios bélicos con que pretendía contar; y después de su fuga a Chile, que se le impidiese perturbar nuevamente la tranquilidad de Mendoza; y fuesen devueltos los ganados que el rebelde había arrebatado. El Gobierno aprobó la conducta observada por el de Mendoza. Así lo participó al de Chile. Reiteró las reclamaciones del de Mendoza sobre los ganados, retiro del rebelde Rodríguez de la Provincia de Talca, donde se había refugiado y su internación a otro punto más distante en la misma república.
Contestó el Gobierno Chileno benévolamente, manifestando las órdenes que de antemano había expedido a las Intendencias del Sur para hacer desarmar a cualesquiera individuos de tropa de la que estaba a las órdenes de Rodríguez, que se internasen en el país, para impedir toda nueva tentativa de su parte, contra la Provincia de Mendoza y para despojar a los que llevasen ganados mal habidos y colocarlos bajo la custodia de personas respetables, hasta que pudiese disponer de aquéllos el Gobierno de Mendoza. Y aunque el rebelde Rodríguez hubiese sido tomado prisionero, expresó haber reiterado sin embargo las órdenes dadas anteriormente para que se desarmasen a los que fuesen armados y se les obligase a residir en puntos desde donde no pudieran dañar de ningún modo.
El Gobierno al agradecer íntimamente al de Chile los buenos deseos explicados en sus órdenes, que adjuntó en copias legalizadas, le expuso la necesidad en que se hallaba de reproducirle las manifestaciones que le dirigía en la misma oportunidad sobre los propios asuntos.
De esta correspondencia el Gobierno dio conocimiento al de Mendoza, quien en respuesta rectificó una inexacta referencia transmitida al Gobierno de Chile por el Gobernador de Curicó, sobre violación del territorio chileno por una partida de fuerza armada de la Provincia de Mendoza, que equivocadamente se anunció. Este Gobierno dio conocimiento de ello al de Chile.
Las manifestaciones que le produjo eran participándole los claros detalles que el de Mendoza le había transmitido respecto a la falta de cumplimiento, por las autoridades subalternas de Chile, de las órdenes expedidas por el Gobierno de aquella República, pues que el rebelde Rodríguez había invadido desde el territorio chileno de la Provincia de Mendoza.
Convencido el Gobierno de los elevados principios de justicia del de Chile, de las estrictas órdenes que había expedido a fin de cumplir los deberes internacionales y de la plenitud de poder que tiene para hacerlos llenar de parte de sus súbditos, reclamó la satisfacción que se les debe conforme al derecho de las naciones.
Estuvo asimismo en posesión el Gobierno de datos que le trasmitió el de Mendoza, sobre depredaciones de ganado cometidas por el cabecilla Rodríguez y sus secuaces, en su fuga para la República de Chile e introducción allí. Sobre este asunto, por la urgencia del caso, se había dirigido al Gobierno Chileno el de Mendoza. El de la Confederación manifestó al de Chile que, sin embargo de que con los demás datos que pedía al de Mendoza dirigiría oportunamente la nueva reclamación a que diesen lugar, no podía prescindir de llamar ya muy encarecidamente la atención del Gobierno Chileno al hecho de haberse contravenido a sus órdenes por las autoridades subalternas, permitiéndose la introducción en las provincias del Sur, de tales ganados, a pesar de no haber llevado los depredadores las licencias correspondientes del Gobierno de Mendoza tan justa y expresamente reconocidas por el de Chile, como único comprobante de una importación legítima. Mientras el Gobierno dirigía sus ulteriores representaciones al de Chile, confiaba que al recibo del aviso oficial del de Mendoza, habría dictado las correspondientes medidas para el desagravio de los derechos e intereses de la Confederación y que las seguiría esforzando.
Posteriormente, habiendo el Gobierno de Mendoza anticipado los conocimientos que se le pidieron, el de la Confederación se dirigió nuevamente al de República de Chile, trasmitiéndoselos, pues que ellos revestían de mayor claridad los hechos manifestados en las reclamaciones precedentes.
El Gobierno de Chile reiteró la manifestación del interés con que excitó la vigilancia y diligencia de las autoridades del Sur con el objeto de precaver todo desorden, toda participación en los proyectos de Rodríguez y todo daño a los habitantes de la Provincia de Mendoza. Expresó que el Gobierno Argentino había dado crédito a muy exagerados informes en este incidente. Expuso que el cabecilla Rodríguez salió de la frontera de Talca, con un corto número de secuaces, furtivamente, sustrayéndose a las medidas que ya tomaba el Intendente de Talca para inducirlo a ir a Santiago. Que nada tenia de extraño esta sustracción, habiendo mediado pocos días entre las instrucciones para la internación de Rodríguez y su entrada en la Provincia de Mendoza, siendo por otra parte tan conocidos los medios de ocultación y escape en los parajes despoblados y poco transitables de la Cordillera. Agregó que el que la salida de aquel caudillo se hiciese por el territorio chileno a presencia de las autoridades, era enteramente contrario a la realidad de los hechos según había podido apreciarlos el gobierno chileno, por testimonios auténticos. Que relativamente a las armas y municiones de que se suponía habérsele provisto en aquella República, el estado de fuerza personal y material con que pasó la Cordillera, contradecía esta suposición. Que una información judicial de que acompañaba copia, acreditaba que, respecto al robo de ganados, se había padecido igual equivocación. Y que sin embargo de los motivos que tenia el Gobierno Chileno para calificar estas ocurrencias de la manera expresada, estaba dispuesto a recibir las indicaciones que por parte del Argentino se le pudiesen hacer en contrario sentido, para perseguir y someter a juicio a toda persona que se hubiese hecho culpable en ellas, prestando a Rodríguez cualquiera clase de auxilio, o haciéndose cómplice de sus depredaciones. Que este Gobierno bien concebiría la necesidad de proceder en esta materia, no por imputaciones generales y vagas, sino designando con la posible especificación las personas y los hechos; y que entre tanto había parecido conveniente al Gobierno Chileno ordenar que, con previo conocimiento de la reclamación del Argentino, se iniciase una plena y escrupulosa investigación de los hechos, por las autoridades judiciales competentes, para tomar en seguida las providencias a que hubiese lugar.
El Gobierno acogió con toda consideración la seguridad trasmitida por el de Chile, de su sincera disposición a cumplir los deberes nacionales. Confiado en esa misma recta fraternal disposición, le significó la esperanza que abriga de que se dignaría considerar más detenidamente los hechos que habían motivado sus dos reclamaciones y la que posteriormente le había dirigido.
No le ha sido posible convenir en que la circunstancia de haber salido el cabecilla Rodríguez del territorio chileno con unos pocos hombres para invadir, como invadió, desde allí el de la Provincia de Mendoza, fuese una prueba de que se hubieran cumplido las órdenes de neutralidad dadas por aquel Gobierno, cuando el hecho de haberse consumado la invasión demuestra lo contrario. Si el cabecilla Rodríguez no reunió mayor número de secuaces, esto no provino de impedimento por parte de las autoridades chilenas subalternas. Tampoco ha podido considerar exacto que sus secuaces saliesen destituidos de recursos, desde que trajeron los que necesitaban, esperanzados en encender una conmoción en la campaña de Mendoza, frustrada por la profunda indignación que excitó en aquella provincia tan criminal empresa.
Menos ha podido este Gobierno apreciar como una evasión furtiva el hecho notorio de salir el cabecilla Rodríguez con sus secuaces del territorio chileno. Tal apreciación ofrecería a optar entre la imposibilidad de las autoridades chilenas para cumplir las órdenes supremas de su Gobierno, o la desobediencia de aquéllas. Este Gobierno, que conoce la buena administración y poder del de Chile, está muy distante de admitir la primera suposición y cree que en ningún caso la aceptaría aquel Gobierno, ni sus consiguientes resultados, mucho más cuando había hecho vigilar todos los boquetes y pasajes de la cordillera. A presencia, pues, de las autoridades chilenas, premunidas por tantas medidas de precaución, a presencia de las guardias colocadas para vigilar y expeditos todos los medios de acción, se consumó la incursión de Rodríguez. Así lo ha significado el Gobierno al de República de Chile.
En cuanto al sumario que ha acompañado para satisfacer al de la Confederación sobre ganados y mayores esclarecimientos que pedía se refirió este Gobierno a los claros detalles sobre esos hechos, que ya le había trasmitido, llamando además su atención a la insuficiencia del enunciado sumario y a la circunstancia de constar por él que ese ganado introducido en aquella República, había sido extraído de Mendoza sin el permiso del Gobierno de aquella Provincia. Como el de Chile, apercibido de la necesidad de un esclarecimiento completo, ha ordenado que con previo conocimiento de la reclamación de este Gobierno, se iniciase una plena escrupulosa investigación de los hechos por las autoridades judiciales competentes, para tomar en seguida las providencias a que hubiera lugar, como pende aun de la contestación del Gobierno Chileno la nota del Argentino trasmitiéndole aquellos claros detalles, se ha reservado éste para la ulterioridad, en uno y otro respecto, proseguir la discusión en sostén de su derecho.
Animado siempre de la más sincera amistad hacia el Gobierno de Chile, confiando en su rectitud, como también en su escrupulosa imparcialidad, le ha apreciado y retribuido debidamente sus honorables sentimientos de benevolencia, sintiendo sobremanera que sucesos independientes de su voluntad, como de su acción, le hayan obligado a sostener, como debe, los derechos de esta República ante los ilustrados consejos del gobierno de una nación amiga y hermana, por tantos títulos apreciable para la Confederación Argentina.
El Gobierno de la República de Chile participó la solicitud que ante él habían elevado nuevamente D. Manuel Jirón y hermanos, naturales de la Provincia de Talca y dueños de los potreros de Cordillera, conocidos con los nombres de Yeso, Montañés, Valenzuela y los Ángeles, representando la indispensable necesidad de que por parte de este Gobierno se diesen prontas y terminantes órdenes a las autoridades de la Provincia de Mendoza para que no se repitieran las exacciones injustas y arbitrarias, que se habían hecho con fuerza armada en los años anteriores, a virtud de órdenes del fuerte de San Rafael, por talajes de los animales de propiedad chilena, que pastaban en los mencionados potreros. Agregó creía llegado el caso de obtener de la justicia del Gobierno Argentino y del justo aprecio que él da a las fraternales y estrechas relaciones que felizmente ligan a las dos repúblicas, la orden expresa y terminante que con tanta razón deseaban los interesados chilenos.
El Gobierno contestó al de Chile, recordándole la recomendación que en el año anterior con igual motivo había hecho al de Mendoza a fin de que se esmerase por su parte en evitar cualquier desagradable conflicto entre las autoridades cercanas de uno y otro Estado, dictando las órdenes eficaces al logro de este importante bien; y la respuesta que a esa recomendación había dado el Gobierno de Mendoza en completo acuerdo con las órdenes del Encargado de las Relaciones Exteriores. Mas como el Gobierno Chileno se refería a hechos posteriores, cuyo conocimiento sólo lo tenia el de esta república por su comunicación; le significó pedía al de Mendoza informes sobre los particulares a que hacia referencia; y que luego de obtenidos le participaría la resolución que tuviese a bien adoptar. Sin embargo de que tales eran los sentimientos del Gobierno Argentino para con el de Chile no podía admitir que los potreros referidos estuviesen sujetos a otra jurisdicción que a la argentina, en cuyo territorio se hallan, según lo demuestran, de un modo evidente, los títulos que pasee este Gobierno. En virtud de los derechos de soberanía que siempre ha ejercido sobre esos territorios de Mendoza, es que las autoridades bajo cuya administración están, habían podido y pueden imponer derechos sobre el pastoreo de ganados chilenos, aun cuando la propiedad particular de ellos fuese de ciudadanos de Chile, lo que no estaba comprobado en modo alguno. La posesión actual de dichos terrenos pertenece, por otra parte, a la Provincia de Mendoza, siendo en fuerza de los títulos enunciados, que tiene la facultad de reglamentar esos talajes. Y concluyó manifestándole también que el Gobierno, con el deseo de obviar diferencias entre países amigos y vecinos, se propone instruir sobre este asunto al Ministro Argentino nombrado cerca del Gobierno de Chile, autorizándolo para tratarlo; y que se ve obligado a sostener sus derechos sobre unos terrenos evidentemente integrantes del territorio de la República y poseídos en su virtud por ella sin interrupción alguna.
Os dí cuenta de la reclamación dirigida al Gobierno de Chile, con motivo del establecimiento de una Colonia por parte de éste, en las costas del Estrecho de Magallanes, situada en territorio argentino; y el anuncio que al mismo tiempo le hizo este Gobierno de que instruiría al Ministro Argentino que debía salir para Chile, con plenos antecedentes, a fin de sostener y discutir el reclamo de este Gobierno, si el de Chile, contra la justificada esperanza del de la Confederación, no llegase a considerar suficientes las razones en que justamente lo fundaba.
El Gobierno de Chile, en su contestación manifestó sorpresa por el anuncio de él, respecto de un territorio que expresó, se había mirado siempre como parte integrante del Reino de Chile y ahora de la República en que fue constituido. Declinó de contraerse a una contestación formal, ni a manifestar los títulos que creía justificaban el indisputable derecho que agregó tener el de Chile, no sólo sobre el terreno que ocupa la Colonia recientemente establecida en Magallanes, sino a todo el Estrecho, o las tierras adyacentes y demás que aquéllos designan, en virtud del anuncio que le hizo el Gobierno Argentino de la partida del Ministro nombrado cerca del de aquella república, competentemente instruido para tratar de este asunto.
Contestó el Gobierno rechazando la declaración del de Chile sobre el derecho que alega tener a todo el terreno que ocupa la Colonia de Magallanes, así como a todo el Estrecho y a las tierras adyacentes, fundado en títulos que dice justificarlo. Le manifestó la seguridad que tiene este Gobierno de que cualesquiera que esos títulos fuesen, no pueden invalidar los numerosos, muy claros e intergiversables que él pasee para demostrar sus derechos de soberanía sobre el Estrecho y tierras adyacentes, inclusa la del "Fuego" y que hacen una demostración, la más evidente, de que dichos territorios siempre han pertenecido y pertenecen a la República Argentina, no habiendo sido jamás parte integrante de Chile. Y le significó, que como no había tenido a bien hacer mención de esos títulos, sino en una manera general y se reservaba tratar este grave asunto con el Ministro Argentino nombrado cerca de él, este Gobierno repelía simplemente cualquier derecho que se alegase tener sobre esos terrenos, e instruiría al Ministro Argentino para sostener una discusión detenida, amigable y franca.
El Gobierno de Chile observó que, como en las cuestiones se alegaban títulos que cada una de las partes interesadas calificaba de claros, auténticos e incontestables; y eran manifiestos los inconvenientes que de semejante conflicto de pretensiones podrían resultar en perjuicio de los particulares ciudadanos de una u otra nación y en peligro de que se alterasen las relaciones de cordial amistad y fraternidad que tanto importaba cultivar entre aquella república y la Confederación Argentina, parecía propio de la justicia de los dos Gobiernos manifestarse recíprocamente los fundamentos de sus reclamaciones y proceder a la exacta demarcación de los límites en que se tocan el territorio chileno y el de las Provincias Confederadas. Manifestó también aquel Gobierno que este era un objeto, sobre el que había procurado antes de ahora hacer participe al de la Confederación de la viva solicitud que le animaba; y que no podía menos que repetir esforzadamente sus instancias para que no se demorase más tiempo un arreglo en que veía comprometidos intereses de no pequeña magnitud. El momento actual, en que terminadas tan honrosamente las dificultades que apremiaban a la Confederación Argentina, podía este Gobierno dedicar su atención a otras materias que indisputablemente la merecían, le parecía el más oportuno para excitarle a que concurriese con el de Chile al indicado arreglo. Habiéndole anunciado el Gobierno Argentino hallarse deseoso de evitar diferencias entre países amigos y vecinos, y proponerse instruir del negocio de los potreros de la Cordillera al Ministro Argentino que estaba nombrado para ir a Chile; haciéndole igual anuncio relativamente a la cuestión del territorio de Magallanes, deseaba saber si tardaría todavía algún tiempo la traslación de aquel Ministro a su destino; y si en tal caso, no sería posible ventilar el asunto de los potreros por comisionados de ambas partes que se dirigieran al terreno disputado, se exhibiesen mutuamente sus títulos, hicieran valer las razones que a su juicio los corroborasen, examinaran las localidades y en vista de todo trazasen la línea divisoria, sujetándola a la ratificación de sus respectivos Gobiernos. Agregó que tal era el medio de que se habían valido siempre las naciones para dirimir controversias de la misma especie; y que aun no creía que en el caso de ir el Ministro anunciado con la prontitud que se deseaba, no podría prescindirse de la inspección local por personas inteligentes.
Complacióse el Gobierno en expresarle haber mirado con solícito interés estas apreciables observaciones. Concurriendo en toda su extensión con los amistosos sentimientos que en ellas acredita el de Chile, le manifestó que aun cuando siempre ha considerado los derechos de la Confederación a los territorios del Estrecho de Magallanes y sus adyacentes, lo mismo que los potreros sitos en la Cordillera, los más claros, positivos y convincentes, en la discusión había estado dispuesto, como lo estaba, a llevarla con la mayor franqueza y lealtad. En fuerza de esta convicción y de su anhelo por conservar ilesos los vínculos de fraternidad que unen a ambas repúblicas, creía que para el mejor éxito de esos reclamos, era indispensable que ambos Gobiernos se comunicasen recíprocamente sus respectivos títulos a los territorios disputados, para que en su rectitud resolviesen y acordaran sobre ellos como corresponde. Con tal objeto el Gobierno se proponía instruir a su Ministro Plenipotenciario acreditado cerca del de Chile, con los documentos necesarios para una discusión prolija de los derechos que iba encargado de sostener, sobre la propiedad de la república en ambos territorios. La discusión quizá traerla la necesidad de inspeccionar las localidades y aun la de que se constituyese una comisión mixta a ese efecto, especialmente para el examen de los terrenos en que se hallan situados los potreros de la Cordillera, Montañés, los Ángeles, Yeso y Valenzuela, a fin de que trazase los límites de ambas repúblicas. Más que esa operación, si hubiere de tener lugar, nunca podría verificarse antes que una discusión razonada hubiera hecho conocer a los interesados su necesidad, y sin que previamente se hubiese examinado los títulos sobre que reposan los respectivos derechos de propiedad que ambos gobiernos sostienen. Aunque el de la Confederación reconocía que este es el medio, a que quizá se tendría que ocurrir para la solución de este reclamo, sentía no pensar lo mismo en cuanto a una inmediata demarcación general de límites entre los territorios de los dos Estados. Su conveniencia era incuestionable, pero que este Gobierno no se hallaba al presente en estado de consagrar su atención a un punto de tanta magnitud. Esa obra de la demarcación de límites requería otras circunstancias que las en que actualmente se encuentra este gobierno. Se hacia preciso, además, reunir muchos datos geográficos, históricos y elementos científicos, que no podían prepararse sino con lentitud, examen y mesura, obra que de suyo requería tiempos pacíficos y adecuados. Se proponía hacer que la salida del Ministro Argentino acreditado cerca de aquel gobierno se realizara tan pronto como sus atenciones le permitiera contraerse a su despacho; y que sentía no estar en aptitud de manifestarle si ella tardaría algún tiempo, no obstante que sus deseos eran se verificase lo más antes posible, dependiendo todo de las atenciones urgentes a que el Gobierno tuviera que contraerse. Y concluyó expresándole que abrigaba la creencia de que el Gobierno de Chile reconocería sin hesitación los sinceros deseos que animan al de esta república de proceder en estos graves y delicados negocios con todo el interés que ellos demandan.
Los Gobiernos de las Provincias de Mendoza y San Juan participaron al Encargado de las Relaciones Exteriores una solicitud que les había hecho el de la República de Chile para la captura de varios individuos chilenos contrabandistas que habían fugado a dichas provincias. Este Gobierno comunicó al de Chile la resolución que había tomado, disponiendo que los de San Juan y Mendoza continuasen practicando las más activas diligencias para la aprehensión de los contrabandistas y su remisión a Chile, a fin de que allí fueran juzgados, aun cuando la Confederación y aquella república no tienen un tratado de extradición de criminales, y que el asunto de los contrabandistas, de una y otra parte por la Cordillera, podría ser materia para ser comprendida al ocuparse del tráfico mercantil por ella, entre Chile y la Confederación. Participóle asimismo la conducta que había prescripto a los Gobiernos de Mendoza y San Juan, en cuanto a los perpetradores de crímenes horrendos que atacan la sociedad y las leyes, que de dichas provincias se trasladasen furtivamente a Chile, cuya extradición debían solicitar directamente en casos graves y muy urgentes. La resolución que había adoptado sobre los criminales contrabandistas, era en la esperanza de que el Gobierno de Chile usaría con el de la Confederación de una igual reciprocidad y que esta espontánea concesión no serviría de precedente para otros casos de extradición de que este Gobierno reservaba conocer, si tuviese lugar en lo futuro. Y respecto a los perpetradores de los crímenes horrendos que le detallaba y sobre los que había autorizado a los Gobiernos de las Provincias de San Juan y Mendoza para dirigir exhortos en los términos, forma y casos que les señalaba, le agregó, que la deliberación que en este punto tuviese a bien adoptar el Gobierno de Chile, cualquiera que ella fuese, en uso de su derecho y regulando su propia política, sería acogida con la deferencia correspondiente por el de la Confederación, quien se complacía en profesar y poner en práctica sobre este asunto los enunciados principios.
El Gobierno de Chile ha simpatizado con ellos, demostrando disposición a usar de reciprocidad en casos de igual naturaleza al que motivó las órdenes de este Gobierno para la aprehensión y entrega de los criminales contrabandistas; y también a mandar a ejecutar los exhortos de las justicias de las Provincias de San Juan y Mendoza respecto de la extradición de la clase de criminales enumerados por este gobierno, cada vez que fuese requerido por los de las enunciadas provincias, mediante la comunicación que les había prevenido dirigiesen al de Chile llegado el caso.
Ha reconocido asimismo la justicia con que este Gobierno se reservaba decidir si debía tener lugar en lo futuro la extradición de criminales que pudiese solicitarse por Chile; y manifestado, que pudiendo hallarse aquel Gobierno en circunstancias iguales a las que preveía el Argentino para lo sucesivo, al ofrecer usar de reciprocidad, creía necesario declarar hacía por su parte la misma reserva, para acordar y decidir lo que conviniera en los casos de extradición que se solicitasen.
Recíprocamente se han comunicado ambos Gobiernos las noticias e importantes datos que han tenido relativamente a los criminales designios de los traidores Flores y Santa Cruz contra la América.
Satisfactorio es al Gobierno participaras que las nobles y decididas simpatías del Gobierno y pueblo chileno, por la gloriosa causa que defienden las repúblicas del Plata contra la intervención europea, continúan perseverantemente sostenidas. Sus prensas preconizan la justa honrosa defensa que mantienen estas Repúblicas en favor de la América, y con altiva energía enrostran a los poderes interventores el injustificable abuso que hacen de su fuerza. Digno es el Gobierno y pueblo chileno de la cordial amistad que les profesan sus hermanos de ambos Estados del Plata.
El Gobierno os manifestó la participación que le había dirigido el del Perú de la inconveniente declaración del Ministro de Negocios Extranjeros de S. M. B. hecha al Plenipotenciario del Perú en Londres, con motivo de la súplica de éste a fin de que expidiese órdenes de impedir el alistamiento en Irlanda promovido por el traidor Flores, para invadir algunas Repúblicas de este Continente. El penoso sentimiento que le causó la ofensa inferida a las Repúblicas de América por aquella declaración; y las órdenes que había dirigido al Ministro Argentino en la Corte de Londres.
Instruidos estáis de que las explicaciones del Ministro de Negocios Extranjeros de S. M., no fueron satisfactorias; y de que este Gobierno ha impartido nuevas órdenes a su Ministro para que tan inconveniente declaración no quede subsistente.
De esta última correspondencia, el Gobierno ha dirigido conocimiento al del Perú. Aun no ha recibido su contestación. También lo ha dado al del Perú. Aun no ha recibido su contestación. También lo ha dado a los de las demás Repúblicas hermanas.
La Nación Peruana y su ilustrado Gobierno ardientemente sostienen, su heroico pronunciamiento contra la intervención europea en estas repúblicas. Su simpatía por la gloriosa causa que contra aquélla defienden los Estados del Plata, es entusiasta y decidida. Altamente merecen el Gobierno y pueblo peruano, el aprecio y fraternal benevolencia de estas repúblicas.
Los Gobiernos del Ecuador, Nueva Granada, Centroamérica y Venezuela, han sido instruidos por el de la Confederación, de las noticias que sucesivamente ha recibido respecto de los inicuos proyectos de los traidores Flores y Santa Cruz contra las repúblicas de este continente. Han retribuido benévolamente esta demostración de amistad e interés por el bien de la América, participando al de la Confederación los avisos que sobre los mismos nefandos planes de aquéllos habían recibido, y dirigiéndole elevados testimonios de su simpatía y aprecio hacia la política americana del Gobierno Argentino.
El de Ecuador ha sostenido con heroica firmeza y sabiduría la dignidad e independencia de su patria, y la causa común americana contra las execrables conspiraciones del traidor cabecilla Flores.
El Congreso y el Gobierno de la Nueva Granada han acreditado sus principios americanos expulsando de su territorio a aquel cabecilla, y adoptando medidas tutelares de la paz e independencia de los Estados Americanos.
Los de San Salvador y Honduras han protestado contra la usurpación de una parte importante de su territorio cometida por el Gobierno de S. M. B. El Argentino participa vivamente del irritante desagrado que siente toda la América contra aquella inaudita usurpación, y la repelará siempre como un injusto ataque a la integridad e independencia de las nacionalidades americanas.
No ha recibido aun el Gobierno la contestación del de Venezuela al reclamo que le dirigió solicitando como un acto de justicia, en el interés común de las Repúblicas de América, el retiro de su inconveniente inadmisible reconocimiento de la pretendida independencia de la Provincia del Paraguay. Le ha dirigido el duplicado de aquél.
Tuvo lugar en Bolivia un pronunciamiento y cambio de la administración presidida por el General Ballivián. El Gobierno Argentino ordenó observasen los de las Provincias limítrofes con el Estado de Bolivia la más estricta neutralidad, de acuerdo con los principios constantes e invariablemente sostenidos por el de la Confederación, de permanecer extraño en las disensiones domésticas de las naciones.
El General D. José Miguel de Velazco ha sido llamado, por el voto de sus compatriotas, a presidir el Gobierno de Bolivia. Lo participó al de la Confederación, significándole los nobles sentimientos de amistad y benevolencia de que se halla animado hacia ella y su Gobierno, y su disposición a cultivar lealmente las relaciones que la Confederación entretuviese con la nación boliviana. Alejado el mal común que desgraciadamente había turbado la buena armonía que siempre debía reinar entre ambas naciones, hallaría el Gobierno Argentino en el Jefe de la Nación Boliviana al mejor amigo de la Confederación, y al Magistrado que siempre haría los votos más fervientes por la felicidad del gran pueblo americano.
Este Gobierno le significó la grata complacencia con que se ha instruido del alto honor que había merecido de la Nación Boliviana; y su vivo deseo porque, bajo su sabia administración, la heroica República de Bolivia marchase a su engrandecimiento y prosperidad. Por la acertada elección que había hecho del ilustre General Velazco para realizar tan elevada misión, lo felicitó, lo mismo que a la Nación que preside. Agradecióle los sentimientos de que se halla animado para cultivar las relaciones entre ambos países, los mismos que animan al Gobierno de la Confederación hacia Bolivia. Y le retribuyó expresivamente sus nobles declaraciones.
Consecuente el Gobierno con sus principios de escrupulosa neutralidad en los negocios domésticos de los Estados, no accedió a tina invitación del ilustre General D. José Miguel de Velazco, aclamado Presidente de Bolivia, de auxiliarlo. Cooperará siempre a sostener la independencia e integridad de Bolivia como un principio americano; pero no intervendrá en sus asuntos puramente interiores, ni se valdrá de sus conflictos domésticos para hacer oír sus justos reclamos.
Confiadamente espera que las reclamaciones de la Confederación pendientes ante el Gabinete de Bolivia, tendrán un resultado satisfactorio, conforme a la justicia, al verdadero interés y amistad de ambos países.
El buen derecho con que estas Repúblicas resisten a la intervención europea, es reconocido por el Gobierno y pueblo de Bolivia. Sus vivas simpatías en favor de la causa de América, son perseverantemente manifestadas con honor para la Nación Boliviana. Digna es, y su ilustrado Gobierno, del íntimo aprecio de sus hermanos del Plata.
La República Oriental del Uruguay, fiel aliada de la Confederación, sostiene heroicamente la noble causa de su independencia y libertad. Ante el Universo se presenta con gloria y renombre inmortal.
La Honorable Asamblea Legislativa legal, continúa dignamente sus importantes tareas.
El ilustre Brigadier D. Manuel Oribe, Presidente legal de la República, defiende denodada y sabiamente, la soberanía y dignidad de su patria. En todo el territorio de ella se aclama y es obedecida, la suprema autoridad que le ha confiado el libre voto de sus compatriotas. La América ensalza las virtudes de tan heroico Magistrado.
De él han recibido los Gobiernos de la Gran Bretaña y de Francia, otra inequívoca prueba de los nobles deseos que lo animan por arribar a una paz honorable.
En la patriótica lid que con tanta gloria sostienen por su independencia la República Oriental, sus Cámaras y Gobierno legal, han merecido el aplauso y congratulaciones de los hombres libres del mundo.
INTERIOR
Grato me es participaros que los Gobiernos y Provincias de la Confederación, en armas, con el más patriótico pronunciamiento, cooperan enérgicamente a la defensa de la República contra la intervención europea y los salvajes unitarios. Muy adheridos a los principios y conducta del Encargado de Relaciones Exteriores, siguen una marcha eminentemente nacional. Con acendrada decisión y perseverancia, demuestran su amor a la patria, a la independencia y al pacto federal de la Confederación. El marcial espíritu que los anima por tan sagrado objeto, los hace anhelar oportunidades en que puedan acreditarlo con su sangre, con sus fortunas, con su fama. Para la salvación de los incontestables derechos de la República y con ellos los de la América, han reiterado ardientemente sus ofertas patrióticas. Los ataques contra la soberanía y honor nacional, serán resistidos y se quebrantarán ante el poder unido de la Confederación, e incontrastable denuedo de sus leales hijos.
Han dirigido al Encargado de las Relaciones Exteriores honoríficas declaraciones por la conducta que ha seguido en la misión Howden - Walewski y Gore - Gros, en sostén de la dignidad e independencia de la República.
La Confederación, firme y tranquila, marcha a su engrandecimiento y prosperidad. Libre en todo su extenso territorio de la ominosa planta de los salvajes unitarios, ofrece a sus habitantes paz y felicidad. Los menguados restos de aquéllos, errantes en extraños países, obcecados en su traición vergonzosa, mendigan, aun auxilios extranjeros, pretendiendo turbar de nuevo el sosiego de la tierra y desolarla.
Tuvo lugar en el Fuerte de San Rafael, en la Provincia de Mendoza, un escandaloso motín, encabezado por el ex Comandante de aquél, Juan Antonio Rodríguez, a cuyas órdenes se hallaba un número de tropa y algunas tribus de indios amigos.
El Gobierno de esa Provincia, en virtud del pacto federativo, invocó ti auxilio de los de San Juan y San Luis. El primero se prestó, según correspondía a la solicitud. El esclarecido General D. Nazario Benavides, al frente de una división de San Juan, se incorporó a la fuerza del Gobierno de Mendoza.
Esta actitud apercibió aun más al rebelde Rodríguez de la insensatez de su temeraria empresa. Solicitó el perdón. Pero al amparo de tal súplica y cuando simulaba estar más dispuesto a entregarse a la clemencia del Gobierno de Mendoza, repentinamente fugó con unos pocos individuos para la República de Chile.
El Gobierno de San Luis no consideró deber prestar al de Mendoza el auxilio que solicitó, expresando no conocer las circunstancias que habían ocasionado tales incidentes.
El Encargado de las Relaciones Exteriores, a quien dio cuenta detallada de ellos el de Mendoza, le manifestó que sus disposiciones y las del de San Juan, habían sido muy acertadas. Y serle sensible que el de San Luis hubiese procedido tan equivocadamente.
El cabecilla Rodríguez invadió, después, desde el territorio chileno la Provincia de Mendoza y fue capturado por las fuerzas de ella. Este Gobierno ordenó al de Mendoza que, si no había mandado ejecutar al rebelde, dispusiera lo fuese. Antes del recibo de aquella el Gobierno de Mendoza había ordenado ya la ejecución del cabecilla.
Os ha instruido el Gobierno de la correspondencia cambiada por el de Mendoza con el de Chile, sobre la invasión de Rodríguez, de la que ha tenido lugar entre el Gobierno Chileno, el Argentino y el de Mendoza. Lo mismo que de la ocurrida sobre los potreros Yeso, Montañés, Valenzuela y los Ángeles en la Cordillera. Os ha impuesto asimismo de la relativa a extradición de contrabandistas y también de criminales por delitos atroces, entre los Gobiernos de Chile, Argentino y los de Mendoza y San Juan.
Grato es al Gobierno anunciaros, que después de la ejecución de Rodríguez, han continuado en Mendoza el orden y la tranquilidad.
El de San Juan participó al Encargado de las Relaciones Exteriores la invitación que le había hecho el de Mendoza, para que cooperase contra la rebelión del cabecilla Rodríguez y la resolución que había adoptado de acuerdo con los deseos de aquel Gobierno, en la creencia de que en ello cumplía uno de los deberes que le imponía su posición y que merecería la aprobación del Gobierno General.
Este Gobierno aprobó plenamente la conducta que el Gobernador de San Juan, animado de muy honrosos sentimientos federales americanos y conducidos por el espíritu de ilustrada capacidad y patriotismo que realzan sus virtudes, había observado. La cooperación que prestó al digno Gobernador de Mendoza, para un caso de rebelión, de motín militar, originado de las alevosas intrigas de los salvajes unitarios, era conforme al tratado del 4 de Enero de 1831 y exigida por los supremos intereses de la Confederación. En casos tales, en que no hay en una provincia de las confederadas conmociones populares, insurrección del pueblo, o cuestiones domésticas constitucionales, ni está dividida la provincia en dos entidades políticas, ambas federales, igualmente numerosas y fuertes, sobre disidencias del régimen puramente interno, sin trascendencia a los principios fundamentales del orden y seguridad común, sino un motín opuesto a éstos y al voto, derechos y libertades de la misma provincia, la cooperación de todos los gobiernos, pueblos y ciudadanos de la República, en sostén del Gobierno legal y Provincia ofendidos por los amotinados, es justa, conveniente y conforme con la ley orgánica federal de la Confederación, mucho más desde que la ofensa y peligro para el orden e intereses generales se originen de las maquinaciones de los salvajes unitarios. Y al aprobar así con entera satisfacción y muy explícitamente, la digna conducta del Gobernador de San Juan, General D. Nazario Benavides, lo felicitó por sus gloriosos honorables procedimientos.
Con motivo de haber el Gobierno circulado a los de las provincias confederadas la correspondencia habida con el de Córdoba, sobre la perjudicial permanencia en la Confederación de los Padres Jesuitas, el de San Juan expresó quedar íntimamente penetrado de los graves males que la traidora y pérfida conducta de los jesuitas había inferido e infería a la República y persuadido que para precaverla de tan maligna influencia, era de absoluta necesidad la desaparición de su seno de la sociedad jesuítica.
Agregó que animado de estos sentimientos y deseoso de llenar por su parte sus deberes, había ordenado a los Jesuitas residentes en San Juan, no podían existir en comunidad y bajo la regla de la Compañía de Jesús, ni continuar permaneciendo allí, si no se resolvían a enclaustrarse secularizándose, cuya disposición se había cumplido aceptándose por aquéllos las condiciones para su permanencia.
El Encargado de las Relaciones Exteriores le manifestó apreciar la eficacia con que, de acuerdo con la voluntad nacional, había hecho aquella manifestación a los Jesuitas. Recomendóle con encarecimiento la cuidadosa vigilancia que debía tenerse sobre la conducta ulterior de éstos, llamando su atención hacia las perversas ideas de dominación que subrepticiamente habían desplegado en todas épocas y sobre la secularización de ellos, que quizá hubiesen adoptado como el único medio que se les presentaba para permanecer allí y continuar así su impía obra de anarquizar la República. Y le expresó que estas circunstancias, por su trascendencia, inducían al Encargado de las Relaciones Exteriores a reservarse tomar en consideración en la ulterioridad, el punto de la secularización de los jesuitas en la República del modo en que la practican y que bien deja entrever una ficción funesta, a cuya sombra puedan proseguir sirviendo a los reprobados designios de la Compañía Jesuítica.
El Gobernador de San Luis participó al Encargado de las Relaciones Exteriores la invitación que le había hecho el de Mendoza, para cooperar en unión con el de San Juan, al escarmiento del cabecilla Rodríguez. Detalló las razones por qué no había creído necesario el auxilio de fuerza armada por su parte, para coadyuvar en obsequio de la tranquilidad de Mendoza y haber ofrecídoselo gustoso de un modo pasivo.
El Gobierno desaprobó al de San Luis haber él negádose equivocadamente a la solicitud del de Mendoza, en la errada creencia de que el caso previsto en el pacto federal de la República no había llegado. Le explicó la verdadera y acertada inteligencia de aquel pacto, bien comprendida por los Gobiernos de Mendoza y San Juan, en este caso; y el origen del motín encabezado por el rebelde Rodríguez, debido a las sugestiones e intrigas de los salvajes unitarios. Era digno y altamente honroso para todos los gobiernos y pueblos de la Confederación, pedir y darse fraternalmente auxilios en casos como aquel, sin contar carla uno con solas sus fuerzas, que, aunque suficientes para acabar definitivamente con un motín, si se emplean solas, ni evitan los males que ahorra una cooperación fraternal, ni deparan la fuerza moral y crédito que de esta acción común patriótica redundan pira toda la nación. Y le expresó también, que en todos estos puntos de vista y en el de depositar en el Gobierno de San Luis íntima confianza y amistad, el Gobernador de Mendoza le había dirigido una solicitud justa, conveniente y honorable, a que debió haber correspondido cooperando activa y eficazmente contra el cabecilla Rodríguez.
Tuvo lugar posteriormente en San Luis un escandaloso motín contra el Gobierno legal, encabezado por varios individuos de la misma provincia y maniobrado subrepticiamente por salvajes unitarios. Los recomendables ciudadanos federales de San Luis y las fuerzas allí en armas, inmediatamente impidieron la consumación de tan atroz atentado. Reprimiendo la audacia de los amotinados, restablecieron la autoridad legal.
Por tanto feliz desenlace, el Encargado de las Relaciones Exteriores, quien dio cuenta detallada de estos sucesos el benemérito Gobernador de San Luis, lo felicitó cordialmente, lo mismo que a los virtuosos federales de aquella provincia.
Por disposición de aquel Gobierno fueron justamente ejecutados los principales cabecillas que aprehendió. El Encargado de las Relaciones Exteriores le dirigió su aprobación.
Respecto de los reos que fugaron, el Gobierno ha ordenado a los de las provincias de la República, los aprehendan y remitan a disposición del Gobierno de San Luis.
El de Córdoba debida y dignamente cooperó contra los amotinados.
Este Gobierno aprobó su acertada conducta y muy complacido lo ha felicitado con íntima satisfacción.
La actitud pasiva del de Mendoza en cuanto a esta rebelión, ha sido desaprobada por este Gobierno y con especialidad una carta del Ministro General, D. Juan Moyano, al cabecilla Jofré.
En mi anterior mensaje, os anuncié llamaría muy especialmente la atención del Gobierno de Córdoba sobre los Jesuitas, sus hechos sediciosos en esta República y sus funestos antecedentes, conexos con los feroces planes de los salvajes unitarios.
A la vista de este anuncio, el Gobierno Delegado de aquella provincia, participó al Encargado de Relaciones Exteriores, que con motivo de constarle las multiplicadas incesantes ocupaciones, en que se hallaba en la frontera el Gobernador Propietario, creía que quizá no hubiese visto el mensaje de este Gobierno a la 25° Legislatura, con cuyo motivo se dirigía a aquél para que en vista de los hechos criminales aleves cometidos por los Jesuitas contra los derechos de la patria y del buen crédito, reputación y dignidad de los esclarecidos gobiernos de ésta, le ordenase las providencias que debía tomar, a fin de que no quedasen impunes tan enormes como negros crímenes. Ofreció también seguridad de que el Gobernador Propietario, muy pronto lleno de indignación, meditaría providencias fuertes y capaces de satisfacer la vindicta pública, contra los ingratos y traidores Jesuitas.
Altamente grato fue al Encargado de las Relaciones Exteriores instruirse del noble celo con que el Delegado de Córdoba se prestó a secundar sus importantes miras; y de su pronta cooperación para hacer ineficaces los esfuerzos aleves y subversivos de los jesuitas residentes en la República. Y no fue menos sensible a la seguridad que muy justamente le presentó sobre la lealtad y patriotismo del Gobernador Propietario de Córdoba, digno por tantos títulos del distinguido aprecio del Encargado de las Relaciones Exteriores. El Gobierno circuló esta ocurrencia a los de las provincias confederadas.
El Gobernador Propietario de Córdoba, después de algunas explicaciones sobre la conducta, al parecer pacífica, observada por los Padres de la Compañía de Jesús allí existentes, participó había llamado la atención de la honorable legislatura sobre este punto, recomendándole con especial encarecimiento lo tomara en consideración y dictase las medidas que en su ilustrado juicio fuesen convenientes al bien de la Santa Causa Federal y a la tranquilidad del país, en conformidad a las disposiciones del Encargado de las Relaciones Exteriores. Y expresó su ardiente resolución a proceder en este grave y trascendental asunto, de acuerdo con la voluntad nacional, pidiendo al Encargado de Relaciones Exteriores, que siempre que fuese enteramente incompatible la permanencia de los jesuitas en la Provincia de Córdoba con la tranquilidad de la República, se lo manifestase, para obrar en perfecto acuerdo con él.
Este Gobierno manifestó al de Córdoba las poderosas razones de profundo interés nacional, que regulan su invariable política relativamente a los funestos Padres Jesuitas y las equivocaciones en que a este respecto involuntariamente incidía aquel Gobierno. Le presentó detalladas observaciones y cumplió con el sagrado deber de llamar otra vez más, muy especial y encarecidamente su atención patriótica a este tan delicado e importante asunto y a la anomalía perjudicialísima que resultaba de la permanencia de Jesuitas en Córdoba en comunidad. Complacióse en apreciar la disposición decidida que le manifestaba a secundar su marcha en este punto; y en vista de ella y de la grata circunstancia de haber interpelado en su ayuda el patriotismo e ilustración de la digna Honorable Junta de Representantes de aquella benemérita provincia sobre este asunto, le significó la persuasión en que se hallaba de que el Gobierno y la Honorable Legislatura de Córdoba sabrían ponerse a la altura de su posición, y valorarían las exigencias vitales de la República, amagada por las constantes alevosas maquinaciones de los Jesuitas. El Gobierno circuló también esta correspondencia a los de las provincias de la República.
Antes de recibirse en Córdoba la precedente resolución del Encargado de las Relaciones Exteriores, aquel Gobierno le trasmitió la sabia y patriótica contestación que había recibido de la Honorable Junta de Representantes, sobre la permanencia de los Jesuitas en aquella provincia indicándole el deber en que se hallaba de proceder de acuerdo en conformidad con el Encargado de las Relaciones Exteriores y deliberar lo más conveniente al honor, dignidad y bien de la sagrada causa nacional y tranquilidad de la República; y el decreto que en su consecuencia había dictado dicho gobierno, disolviendo la Compañía de Jesús existente allí; en cuya virtud, los miembros de ella podían pedir sus pasaportes para los destinos que quisiesen.
Significóle su grata complacencia por el enunciado decreto. Aplaudió tan digna, justa y sabia resolución, en completo acuerdo con el voto unánime de la sociedad argentina; y altamente felicitó a la Honorable Junta de Representantes y al Gobierno de Córdoba, agradeciéndoles muy acendradamente su voto cordial y expresivo de gracias.
Posteriormente participó quedar enterado de las observaciones que le había hecho el Encargado de las Relaciones Exteriores, respecto a la inconveniente permanencia de los jesuitas en la República, agregando que antes de instruirse de ellas, había expedido el decreto sobre su extinción en la forma de que dio cuenta; cuya medida había tenido el más exacto cumplimiento, no quedando en aquella ciudad más que un anciano padre, por sus enfermedades, en clase de presbítero secular.
Este Gobierno le apreció vivamente la eficacia con que, de acuerdo con la voluntad nacional, había decretado la extinción de la Comunidad Jesuita en Córdoba. Le recomendó, haciéndole detalladas observaciones al efecto, la imperiosa necesidad en que se hallaba el Gobierno de Córdoba de velar muy cuidadosamente sobre la conducta ulterior del Jesuita secularizado en aquella provincia. Y concluyó expresándole, que el Encargado de las Relaciones Exteriores se reservaba tomar en consideración el punto de la secularización de los Jesuitas en la República y demás incidentes relativos a él.
El Gobierno de Córdoba manifestó que en completo acuerdo con las vistas del de la Confederación, había ordenado al Jesuita secularizado en Córdoba, saliese de la Provincia. Y que si con este paso pudo llenar un deber sagrado y dar un público testimonio de su decisión a secundar las marchas del Encargado de las Relaciones Exteriores, se complacía al considerar sería de su aprobación.
Aprobó la conducta del Gobierno de Córdoba el Encargado de las Relaciones Exteriores, complaciéndose en manifestarle ser ella conforme a los fundamentos de justicia y alto interés que tenia en vista, para una medida definitiva y general, que meditaba a virtud de los graves males ocasionados por la permanencia de jesuitas bajo la ficción de secularizados en algunas provincias de la República. Se sentían, continuó este Gobierno, esos males y de ellos tenía nuevos datos, aun después de expedida su resolución provisoria, a que el de Córdoba correspondía de un modo propio de sus elevados deberes y digno de su acreditado patriotismo federal americano.
El Gobernador de Salta benemérito Coronel Mayor D. José Manuel Saravia, terminó honoríficamente el período legal de su digna administración. Fue electo para subrogarle el distinguido ciudadano federal Don Vicente Tamayo. Así lo participó al Gobierno, con expreso encarecimiento de les nobles patrióticos deseos de que se halla animado en favor de la santa causa de la República, contra la intervención Europea y los salvajes unitarios.
Muy satisfactorio fue al Gobierno felicitarlo cordialmente por el elevado honor que había merecido de sus conciudadanos. Aplaudiendo sus honorables sentimientos, le retribuyó con íntima complacencia, la digna disposición en que se halla para la defensa de los sagrados derechos independencia de la República.
El Gobernador de Catamarca, al participar quedaba o enterado de la correspondencia habida con el de Córdoba, sobre la inconveniente permanencia de los Jesuitas que el Encargado de las Relaciones Exteriores circuló a los de las provincias confederadas, anunció existían en aquélla tres Jesuitas, a quienes no había expulsado hasta que recibiese la resolución final del Encargado de las Relaciones Exteriores.
Este le hizo iguales observaciones a las que había trasmitido a los gobiernos de Córdoba y San Juan. Las contestó el de Catamarca, adjuntando copia del decreto por el que había disuelto la Compañía jesuítica allí existente, permitiendo a sus individuos continuar en la misma Provincia, si se secularizaban, o en caso contrario salir de ella.
El Encargado de las Relaciones Exteriores llamó la atención de aquel Gobierno, sobre los términos y modos subversivos con que se habían conducido ante, su alta autoridad los tres Jesuitas. Y le significó la resolución en que se hallaba de tomar una medida definitiva general; todas las provincias de la República respecto a los Jesuitas que en ellas permanecían al abrigo del deceptorio carácter de secularizados.
En completo acuerdo con las vistas del Encargado de las Relacione; Exteriores, el Gobierno de Catamarca anunció haber ordenado a los tres Jesuitas saliesen de la Provincia, lo que habían efectuado partiendo para Bolivia.
El Encargado de las Relaciones Exteriores significóle su complacencia por este nuevo testimonio del patriotismo y decidida cooperación del Gobierno de Catamarca, a su marcha y al sostén del pacto federal de la República de su honor e independencia. Grato le fue felicitarlo por sus acertadas medidas y patrióticos procedimientos, en un asunto que tanto afecta los primordiales derechos e intereses de la República.
Esta correspondencia la circuló asimismo el Gobierno a los de las provincias argentinas.
Tuvo lugar en la Rioja una revolución. Fue derribado el Gobernador legal Coronel D. Vicente Mota, que había elegido para su Ministro General, a D. Bartolomé Saravi, quien aun cuando tenía rendidos servicios o a la causa nacional de la Federación al incorporarse a los federales y desempeñaba dignamente el cargo de Ministro, había pertenecido antes a los salvajes unitarios y estaban aun embargados sus bienes en esta provincia. Dio cuenta el Gobernador enunciado de la revolución con todos sus detalles, de su retiro de la Rioja y después, de su regreso a ella, llamado por sus conciudadanos.
Ha figurado entre la fuerza armada revolucionaria el Comandante Peñalosa, que aun cuando volvió a la Federación, y ha protestado su íntimo arrepentimiento, dirigiéndose al Encargado de las Relaciones Exteriores por el órgano del actual Gobernador de la Rioja, en reiteradas ocasiones acaudilló hordas armadas de los salvajes unitarios incursoras al territorio argentino, habiendo regresado posteriormente a él sin el indulto necesario, por aquella circunstancia, del Encargado de las Relaciones Exteriores, asuntos de paz y guerra, y General en Jefe de los ejércitos de la Confederación.
El nuevo Gobernador colocado en la Rioja, dio inmediatamente cuenta a este Gobierno de lo ocurrido. Manifestó su ardiente disposición, conforme a sus sentimientos y al voto universal de aquella Provincia, de sostener la cama nacional de la República, su independencia y libertad, contra la intervención extranjera, y los salvajes unitarios, Ofreciose para este vital objeto con la Provincia de la Rioja sin ninguna reserva. Y protestó solemnemente que si lo sucedido en ella no era de la aprobación del Gobierno Encargado de las Relaciones Exteriores, inmediatamente luego de recibir sus órdenes, cesaría en el mando, dándoles el más entero cumplimiento.
Estas manifestaciones han sido reiteradas en distintas veces por el actual Gobernador de la Rioja D. Manuel Vicente Bustos, sin que el Gobierno las haya aun contestado. Y últimamente al reproducirlas con nuevo encarecimiento, expuso haber sido rechazado por las tropas de su mando un ataque hecho por el Gobernador depuesto en la revolución, Coronel D. Vicente Mota.
Los Gobiernos limítrofes de Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca, Mendoza y Tucumán, han instruido de tales sucesos al Encargado de las Relaciones Exteriores, esperando su resolución.
El Gobierno tiene reunida una serie voluminosa de comunicaciones e informes, para calificar oportunamente, con madura justicia y exactitud, esos acontecimientos. En ellos las miserables intrigas de los salvajes unitarios parecen que han tenido alguna parte de una manera subrepticia y solapada; y necesario es al tener en debida consideración las libertades de cada provincia, conforme al pacto federal, deslindar también claramente los casos de un motín, los de un atentado, los de ingerencia de los salvajes unitarios, y preservar a la república de graves males por la repetición de aquéllos, con visos de pronunciamiento popular interior, originándose de ahí que el modo de ver de los federales, por efecto de las intrigas de los salvajes unitarios, aunque acordes aquéllos en el firme sostén de los principios e intereses de la Confederación, llegue a variar en el modo de valorar los hechos.
Una seca espantosa en la Provincia de Santiago del Estero yermó sus campos, afligiendo profundamente a sus habitantes. Instruido el Gobierno de tan sensible calamidad ofreció al benemérito Gobernador y Capitán General de aquella Provincia, Brigadier D. Felipe Ibarra, auxiliarlo fraternalmente con algún ganado vacuno para que lo distribuyese entre los habitantes pobres que todo lo habían perdido. Aquel digno magistrado aceptó con íntimo reconocimiento esta demostración. Consiguientemente dictó este Gobierno una serie de medidas para las remesa, graduales. Más los estragos mismos de la seca en dicha provincia impidieron a su Gobernador mandar gente para la recepción del ganado. En su consecuencia en lugar de éste ha resuelto enviarle veinticinco mil pesos metálicos, en remesas sucesivas de a quinientos y de a mil pesos, en cada mes, hasta el completo de esa cantidad, importe del ganado ofrecido. Son muy dignos de este auxilio, el esclarecido Gobernador de Santiago y la benemérita provincia de su mando, por los especiales sacrificios que, en épocas de ominosa rebelión e incursiones de los salvajes unitarios hicieron para repelerlos.
El digno Gobernador y Capitán General de la benemérita Provincia de Santa Fe, Brigadier D. Pascual Echagüe, cuando tuvo conocimiento del auxilio de ganado que este Gobierno ofrecía al de Santiago cooperó muy eficaz y laudablemente a la remisión proyectada del ganado, en el tránsito por la Provincia de Santa Fe y camino directo del desierto.
El recomendable Gobernador de Corrientes, prosigue con honor afianzando las leyes e instituciones federales de esa apreciable provincia que tan dignamente preside.
Ha puesto a disposición del Encargado de las Relaciones Exteriores al virtuoso ejército de Corrientes, fuerte en número, y por su valor y disciplina, para defender el pacto federal, la dignidad e independencia de la república, contra la intervención extranjera y los salvajes unitarios.
El Honorable Congreso de Corrientes y su digno gobierno han favorecido al General Rosas con honores eminentes, que ha agradecido del modo más acendrado, sin aceptarlos. Conservará siempre la más cordial gratitud por tan benévolas demostraciones.
El Gobierno de Corrientes en Diciembre de 1847 pidió instrucciones respecto de la conducta que debía observar con el del Paraguay. Protestó que no entraría en relaciones políticas de ninguna clase con él sin estar autorizado para ello por el Gobierno General, y que respecto de las relaciones comerciales que existían y pudiesen existir, entre la Provincia de Corrientes y la del Paraguay eran las instrucciones que solicitaba. Agregó que, por varias razones, de que hizo explicación detallada, había considerado justo admitir en los puertos de aquella provincia a los buques argentinos que con intereses también argentinos llegasen de la del Paraguay y otorgarles licencia para pasar a los demás puertos de la Confederación, entre tanto este gobierno le trasmitía instrucciones.
El Encargado de las Relaciones Exteriores le contestó que había procedido como correspondía al pedirle instrucciones respecto a la conducta que debía observar con la provincia argentina del Paraguay. Así debía proceder siempre y en todos los casos, tanto bajo el aspecto de las relaciones políticas, como en el punto de las comerciales. En este último hubiera sido más conforme esperase el Gobierno de Corrientes el resultado de las instrucciones que solicitaba de este Gobierno, antes de adoptar la medida que indicaba. El Encargado de las Relaciones Exteriores bien tenía en vista las dificultades que habían rodeado al Gobierno de Corrientes en los primeros momentos de su instalación. Conocía también que al pronto no podía estar enteramente instruido de todos los antecedentes y circunstancias de la política del Gobierno General; y apreciando mucho su buen deseo y objeto en dicha medida, proveniente de una equivocación involuntaria al tomarla por sí mismo, sólo se lo advertía para instruirlo de que este y otros asuntos esenciales y estrictamente ligados con los intereses comunes de la república, con su defensa y seguridad, eran de la privativa competencia del Gobierno General. Este aprobaba la posición asumida por el de Corrientes de no entrar en relaciones políticas de ninguna clase con el Gobierno de la Provincia del Paraguay, sin estar autorizado por el Encargado de las Relaciones Exteriores. Era de un estricto deber esa posición conforme a la política de este gobierno y de los demás de la república respecto a la Provincia del Paraguay, mientras su Gobernador insista en segregarla de la sociedad política a que pertenece. Si él se dirigiera al Gobierno de Corrientes sobre asuntos que tuvieran conexión con las relaciones enunciadas, debía el de Corrientes avisarle solamente recibo de las comunicaciones dándole el título de Excmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la Provincia del Paraguay, y limitándose a manifestarle haber dado cuenta al Gobierno General de su correspondencia, debiendo a éste dirigirse el Gobernador del Paraguay sobre cualquiera asunto en que se interesasen las relaciones de la Confederación con aquella provincia. En cuanto a las comerciales, este gobierno, consecuente con su política irrevocable en sostener los eminentes derechos de la república en la cuestión de principios, y de abundar en testimonios pacíficos en el hecho, conforme también con sus reiteradas declaraciones oficiales y actos inequívocos en este sentido, conveniente y honorable, disponía, por ahora, interinamente hasta nueva orden fuesen abiertos los puertos de la Confederación a los buques argentinos, cargados o vacíos que bajasen, o subiesen para la Provincia del Paraguay en procedencia de dichos puertos. El denominarse buques argentinos incluíanse los paraguayos, porque son argentinos. Habiendo concluido felizmente la feroz opresión que los rebeldes salvajes unitarios ejercían sobre la Provincia de Corrientes, había cesado también una de las razones en que este gobierno fundó su decreto prohibiendo el tráfico comercial con la Provincia del Paraguay. Por otra parte, desde que el gobernador de ella había declarado que sólo se conservaría a la defensiva, y haría uso de las armas únicamente en el caso de ser atacado, el Gobierno General le ofreció generosamente este nuevo motivo de confianza, para destruir sus infundados recelos, o pretextos y otro testimonio de moderación en medio de la victoria. Y concluyó el gobierno manifestando al de Corrientes que si este testimonio no fuese debidamente apreciado por el gobernador de la Provincia del Paraguay, o lo retornase con actos inamistosas u hostiles, el Gobierno General en oportunidad resolverla lo que correspondiera, pues que esta medida sólo tenía el carácter de provisoria, y relajaba simplemente el decreto de interdicción comercial hasta nueva orden, según los ulteriores eventos y conducta que observase el Gobierno de la Provincia del Paraguay, no habiendo sido suspendido nunca aquel decreto, el cual recién era modificado en la forma y con las condiciones expuestas,
El Gobierno de Corrientes expresó sentir el mayor placer en asegurar al Encargado de las Relaciones Exteriores estar plenamente conforme con sus observaciones, y que se complacía en reiterarle la protesta del fiel cumplimiento y sostén que daría a las instrucciones de este gobierno.
Los hechos del de la Provincia del Paraguay no son conformes al aprecio que debió hacer de la modificación del enunciado decreto. Él gobierno, después de los datos que le ha trasmitido el de Corrientes, espera nuevos informes, que le ha pedido para resolver si aquélla ha de proseguir o cesar, con vista de la ulterior conducta del Gobierno del Paraguay.
Con motivo de haber dispuesto el Gobierno del Paraguay no se admitan en aquella provincia las guías expedidas por las aduanas de la República Argentina sin que previamente se les borre la denominación de "Provincia del Paraguay", ha ordenado este Gobierno no sean admitidas las guías despachadas por la aduana de esa provincia sin que también se les borre previamente el título de "República del Paraguay", Así queda subsistente de parte del Gobierno Argentino el sostén que hace de los derechos soberanos de la Confederación, y se allana el inconveniente opuesto al tráfico comercial, de interés común, por la insistencia del gobernador del Paraguay en sus injustas pretensiones de segregación de aquella provincia.
Participó el Gobierno de Corrientes que un comandante de las fuerzas de la Provincia del Paraguay, se había presentado en la isla de Apipé, en el Paraná, perteneciente al territorio correntino, con diez canoas, diciendo ser encargado por su gobierno de reconocer la isla de Yaciretá, de pertenencia del Paraguay, para colocar en esta última una fortificación.
El Encargado de las Relaciones Exteriores previene al Gobierno de Corrientes, que mientras la Provincia del Paraguay permaneciese en la figurada independencia en que pretendía hacerla aparecer su gobierno, no debía permitir que pisasen en el territorio de la Provincia de Corrientes, fuerzas de ninguna clase de la del Paraguay, a no ser que previamente se le instruyese del objeto que llevaran, y que en tal caso, si él fuese inocente o de poca importancia, podía permitirlo; pero que si a su juicio fuere de alguna trascendencia, debía impedir lo ejecutasen, hasta tanto que instruido debidamente el Gobierno Encargado de las Relaciones Exteriores, resolviese lo que correspondiera.
Subsistente esta disposición benévola hacia el Gobierno y Provincia del Paraguay, dio cuenta el de Corrientes que aquél, no contento con fortificarse en el territorio de la Provincia del Paraguay, se avanzó a enviar algunas canoas con fuerza armada, a intimar a los obreros de la de Corrientes que se hallaban en la isla de Apipé, territorio correntino, la desocupasen en el perentorio término de tres días.
Adjuntó las informaciones tomadas a los obreros arrojados de la isla, demostrativas de que las terminantes amenazadoras órdenes del comandante paraguayo habían sido cumplidas por ellos, sin poder de ningún modo conseguir se les prorrogase el plazo de tres días para sacar la madera que tenían ya trabajada, o hasta recibir sobre el particular órdenes del Gobierno de Corrientes. Y con tal motivo solicitó la resolución del Encargado de las Relaciones Exteriores sobre aquel suceso.
Este, perseverante en su política amistosa y pacífica hacia la Provincia del Paraguay, pidió al Gobierno de Corrientes los datos que tuviera reunidos sobre este asunto, para agregarlos a los que había tenido a la vista, y le instruyó de la siguiente resolución que había adoptado. Expresó en ella el Encargado de las Relaciones Exteriores al Gobierno de la Provincia del Paraguay, que hechos tan inconsiderados e injustos como los precedentes de parte de ese gobierno, y tan contrarios a la política fraternal que le acredita el argentino, a pesar de las cuestiones pendientes, en las que el Encargado de las Relaciones Exteriores sostiene irrevocable pero pacíficamente la soberanía e integridad territorial de la Confederación, oponiéndose a que se segregue injusta e inconvenientemente aquella provincia de la unión nacional federativa a que pertenece, le habían causado sumo pesar, y no poca irritación en la república. Le manifestó que eran actos de la más injusta invasión y ataque, consumados también de una manera insólita, aun entre estados independientes, y mucho más entre pueblos hermanos de un mismo país; agregándole que la isla de Apipé ha pertenecido siempre desde tiempo inmemorial a la Provincia de Corrientes; y que estando ésta en posesión de su legítimo derecho, reconocido por el mismo Gobierno del Paraguay, era que pretendía éste arrebatárselo por un acto de violencia, sin ningún previo reclamo ni explicación alguna.
Le expuso asimismo que tan extraño como inesperado ataque al territorio de la Provincia de Corrientes, obligaba al Encargado de las Relaciones Exteriores a pedirle, como lo hacia, del modo más expreso y encarecido, diese las correspondientes órdenes para que fuera desocupada sin demora alguna por las fuerzas paraguayas la isla de Apipé, y vuelta a su legítimo dueño el Gobierno de Corrientes, como lo estaba antes de la violenta irrupción cometida por aquellas fuerzas.
Confía el Encargado de las Relaciones Exteriores que el Gobierno de la Provincia del Paraguay, no desatenderá, como su propio interés se lo aconseja, la justicia de esta reclamación.
Constantemente prosigue el Gobierno la política benévola y fraternal que ha opuesto a la injustificable del Gobierno de la Provincia del Paraguay. Su gobernador, persistente en el desacordado designio de segregarla de la Confederación, mendiga auxilios extranjeros que lo ayuden en tan odioso plan.
El Gobierno espera que aquél, reconociendo sus errores, desista de su quimérica esperanza, perjudicial a sus mismos intereses, y vuelva al seno de la Confederación Argentina, bajo las prescripciones del pacto federativo de la república.
El estado de poca seguridad en el camino de la carrera de Cuyo por la frontera del Sur, desde Santa Fe hasta Mendoza, llama la atención de este gobierno, por los perjuicios que causa al comercio y a los viajeros en general. Considera no ser en proporción a aquél los derechos que se cobran por los gobiernos del tránsito sobre los ganados y cargas. Cree que si se disminuyesen, producirían al erario de aquellas provincias una entrada mayor que la que hoy les proporcionan, porque la disminución de los impuestos atraería la afluencia de ganados y cargas. En la actualidad se retraen los traficantes no sólo por el recelo en el camino, sino muy principalmente en razón de que el pago de aquellos derechos en el todo hasta Mendoza y gastos de camino, suben a más del valor del ganado en esta Provincia de Buenos Aires.
Cuando el Gobierno se encuentre desembarazado de sus atenciones vitales y le sea posible, propondrá en la oportunidad conveniente a aquellos gobiernos un plan para afianzar la seguridad en el tránsito, por el camino enunciado de la frontera.
Tal es, Honorables Representantes, el estado de las Relaciones Exteriores y de las Provincias de la República. Sostenida por el Ser Supremo, resistiendo con honor y gloria los ataques de la intervención extranjera, presentase llena de dignidad y esplendor ante el universo. Firme y tranquila, espera confiada el galardón de sus virtudes, con una paz honorable y sólida.
GOBIERNO
La Provincia de Buenos Aires mantiene la más honrosa actitud y acredita un valor esclarecido en el sostén del honor e independencia nacional. Sus virtuosos ciudadanos conservan con indecible entusiasmo su glorioso armamento. Este heroico patriotismo corresponde a los antecedentes del país.
La suma del poder público que me confiasteis, protege los derecho asegura las garantías y no ha cesado de emplearse en actos de clemencia. La ha aplicado también el gobierno, justamente, contra los crímenes ordinarios que, por su gravedad y escándalo, atacan los primeros intereses de la sociedad y de la patria.
Le es grato mantener con esmero el esplendor del culto divino, con la eficaz cooperación del Ilustrísimo Obispo Diocesano, del Venerable Cabildo Eclesiástico y del Clero secular y regular.
Concedió por el Departamento de Relaciones Exteriores el correspondiente pase a una bula de Su Santidad Sumo Pontífice Pío IX proclamando un jubileo universal.
El gobernador de la provincia tuvo una larga conferencia con nuestro Ilustrísimo Obispo Diocesano sobre la disminución de los días festivos entre semana. Este virtuoso prelado le aseguró serían suprimidos por S. S. I. desde el próximo Enero, dejando subsistentes cuatro de ellos, incluso el de Nuestro Glorioso Patrón San Martín. Tan sabia y caritativa resolución, evitando grandes males y escándalos, aumenta la riqueza de la tierra. Se complace altamente el Gobierno en recomendaros este procedimiento del Venerable Pastor de la Diócesis.
Dictó el Gobierno medidas precaucionales para preservar al país del cólera morbus que aflige a algunos de los puertos de Asia y Europa.
Le es satisfactorio haber podido establecer en medio de una lucha gloriosa, algunas mejoras influyentes en la moralidad y en los progresos materiales del país.
Ha decretado la fundación de una casa penitenciaria y correccional de reclusas. El jefe interino de Policía ha propuesto el local conveniente, el presupuesto de la obra y está formando un proyecto de reglamento para la aprobación del Gobierno, sobre las bases que éste ha establecido en su decreto de institución.
Continúa la importante obra de la Ribera. Me ha sido muy grato expresaros mi más íntimo reconocimiento por haberle designado el nombre "Paseo de la Encarnación" y porque accedisteis benévolamente a mi súplica, de que, suprimiéndose éste, se le domine "Paseo de Julio".
Considera conveniente el Gobierno lo autoricéis, para proceder oportuna y gradualmente, a continuar la obra en la Catedral, la del Hospital de Hombres y la recomposición del Fuerte en esta ciudad.
Dispuso el Gobierno, sea convenientemente reparado el camino "General Quiroga".
Ha ordenado al jefe interino de Policía sea recompuesto el empedrado de las calles, a que ha dado principio; y que no omita esfuerzos en la reparación de las vías públicas a cuyo aumento de gastos atenderá el gobierno.
Se ha dado principio en algunas de las tablillas de los nombres de las calles, a una reforma más conforme al objeto de su establecimiento.
Las disposiciones vigentes sobre las veredas y postes, y el celo de la policía en su cumplimiento, a fin de obtenerse su buen estado no bastan para conseguirse. Notorios son los descuidos de algunas personas que debieran ser las primeras en propender a él con su ejemplo. El Gobierno, cuando le sea posible y las circunstancias lo permitan, os someterá un proyecto de ley para que este ramo corra por cuenta del Estado, bajo un sistema regular y uniforme.
El Gobierno ha ordenado al jefe interino de Policía se cuide con el más esmerado asiduo empeño el aseo de las calles de la ciudad, no consintiéndose basuras en ella, ni aun de papeles, huesos o cascotes, privándose absolutamente colocarlas en las calles con cajones, ni de otro modo alguno, pues que los carreros de Policía deben golpear las puertas de las casas y en ese acto recibirlas. De igual modo le ha prevenido la más prolija vigilancia en el cumplido desempeño de las disposiciones vigentes, en orden a la limpieza de los saladeros y demás establecimientos que lo exigen.
Se ha principiado la compostura de la vía pública para los carruajes de carga que giran desde el paseo "Julio" hasta Palermo y sube, cerca de Maldonado, al camino de arriba, hasta San Isidro. Se ha comenzado también, desde Palermo, en el mismo camino, otra vía pública a la par de aquélla para los carruajes de paseo.
El público auxilia generosamente las instituciones de beneficencia y caridad. No alcanzando estos auxilios a cubrir los gastos que ellas demandan, el Gobierno ha comenzado, desde el presente mes, a entregar diez mil pesos mensuales para los gastos del Hospital de Hombres; mil quinientos también en cada mes con destino a los colegios de niñas huérfanas en la Merced. Ambas cantidades deben entregarse con sujeción a las disposiciones vigentes en la contabilidad.
La instrucción pública adelanta, en la parte posible, según lo permiten las circunstancias del país.
El Museo ha aumentado en el presente año sus adquisiciones.
Han comenzado a tener efecto las órdenes dadas por el Gobierno al jefe interino de Policía para impedir el monopolio de los panaderos, abarcadores de trigos y harina. El Gobierno ha recomendado nuevamente al jefe interino de Policía este importante asunto y contraerá su atención a él así que le fuere posible.
Se descubrió en una casa en la calle "Belgrano" contigua a la habitación del General Rosas una mina, preparación alevosa, e infame de los enemigos del país.
El Gobierno ha mejorado por un decreto, el formulario sobre los extractos de las notas oficiales.
En unos cuantos pueblos de campaña se recomponen las iglesias y se continúa la obra de la perteneciente al pueblo de la Guardia de Lujan, Nuestro Ilustrísimo Obispo Diocesano consagra el más asiduo empeño a este religioso objeto. Ha hecho una valiosa donación pecuniaria hacia él.
Las autoridades civiles y militares cooperan al mismo objeto piadoso en todo cuanto le es posible.
Algunos Jueces de paz en la campaña continúan faltando a sus deberes respecto de los desertores; vagos, desconocidos y otros con pasaporte sospechoso, a todos los que deben remitir al cuartel general de los santos lugares, según lo está ordenado por repetidas disposiciones terminantes y circulares vigentes. El Gobierno se contraerá a remediar este gravísimo mal.
Los empleados de todos los departamentos de la administración desempeñan leal y honrosamente sus deberes. Son dignos del sincero aprecio de Vuestra Honorabilidad, del Gobierno y de sus conciudadanos Contemplad ahora, señores Representantes, las virtudes e inmortal gloria del ejército.
GUERRA
El General D. José de San Martín, de un renombre inmarcesible en la historia americana, merece altamente la más distinguida estimación del Gobierno, de la República y de la América.
Los rebajados, los individuos de la milicia activa y pasiva, todos los ciudadanos, con ardiente patriotismo y virtuosa subordinación, defienden el honor e independencia de la república.
Continúan los ejercicios militares en toda la provincia.
Son muy apreciables los importantes auxilios y donaciones que generosa, laudable y patrióticamente prestan los hacendados y labradores.
La fidelidad y denuedo de los ejércitos de línea y milicia, les afianzan un esclarecido renombre.
El ejército de operaciones de la provincia en campaña y fuera de ella, ha realzado su gloria inmortal. El de guarnición de esta ciudad, el de los Santos Lugares, el del Norte, el del Sur, el del Centro y el de la frontera, virtuosos y denodados, ardientemente desean aumentar con nuevos triunfos las glorias nacionales. Con todo respecto y sumisión prontos están a cumplir las órdenes de Vuestra Honorabilidad.
Las fuerzas combinadas de Santa Fe y Buenos Aires alcanzaron sobre los indios ladrones un glorioso triunfo, al Sur de la frontera de Santa Fe.
El Comandante General en Jefe del Departamento del Norte, de las Divisiones de Vanguardia y accidental del Centro, General D. Ángel Pacheco, por hábiles y oportunas disposiciones, activa y valientemente ejecutadas por las fuerzas de su mando, ha escarmentado, en algunas jornadas honrosas, a los indios depredadores, en varias incursiones de éstos sobre la frontera.
Una división persiguió activamente a una partida de indios hasta catorce leguas al Oeste, más allá del arroyo Morón. Allí los atacó, quedando muertos en el campo todos los indios, en número de veintiséis, sin escapar uno solo, entre ellos los capitanejos que los encabezaban y rescatándose cuatro cautivos cristianos que tenían en su poder desde mucho tiempo.
Una partida, con motivo de la aparición de veinte indios por la estancia del Mangrullo, marchó en el momento a perseguirlos buscándolos a larga distancia hasta la Cabeza del Buey. No logró alcanzarlos. Trajo ciento diez cabezas de ganado, que serán entregados a sus dueños.
Otra división de las mismas fuerzas, rápidamente los persiguió hasta alcanzarlos cerca de Quemú-Quemú. Allí los derrotó, matando cuarenta indios, quitándoles sus propias caballadas, con todo el botín que habían hecho y tomándoles prisionero un Cacique principal.
El Comandante accidental en Jefe del Departamento del Norte, General D. Lucio Mansilla, dio cuenta de las causas que ocasionaron la sensible pérdida de algunos valientes de las fuerzas de su mando en una incursión de indios ladrones. Estos debieron ser completamente escarmentados, si el ex Teniente Coronel Isla que mandaba la fuerza hubiese cumplido su deber. Dejó abandonada una partida de cincuenta hombres, que heroicamente se sacrificó en más de la mitad, sembrando, sin embargo, la muerte entre los indios.
No habiendo los indios ladrones devuelto a los gobiernos de Córdoba y San Luis las cautivas y la hacienda, ni pedidoles perdón de su delito, sino continuando en sus robos sobre las fronteras argentinas, no ha tenido ulterioridad la negociación de paz por qué suplicaron y de que os instruí en mi anterior mensaje.
Los indios amigos, numerosos y decididos a defender el territorio argentino, acreditan su lealtad. Una partida que se asegura ser de ellos, sin orden de sus Caciques, ni permiso de las autoridades de Tapalqué, se introdujo en la frontera, por el partido del Saladillo, cometiendo, a mediados de Octubre último, robos y desórdenes. El Gobierno se ocupa de las averiguaciones necesarias y de las órdenes correspondientes a fin de que no se repita ese crimen y para el castigo de los delincuentes.
El ilustre Presidente del Estado Oriental, Brigadier D. Manuel Oribe, a cuyas órdenes combate un ejército argentino auxiliar, sostiene heroicamente con alto mérito y esclarecida gloria, la dignidad e independencia de las dos repúblicas del Plata y la causa general de la América. Correspondiendo a su elevada nombradía, ha conseguido con el ejército unido de operaciones de su mando, una espléndida victoria y triunfos gloriosos,
El Gobernador de Entre Ríos, ilustre Brigadier D. Justo José de Urquiza, General en Jefe del ejército de operaciones de la Confederación contra los salvajes unitarios, es muy digno de la gratitud nacional.
Congratulaos, Honorables Representantes, por la inmensa gloria de los ejércitos de la república, que brilla con grande celebridad. Los generales, jefes, oficiales y soldados, sobresalientemente merecen vuestro elevado reconocimiento, el íntimo aprecio de la Confederación y de sus gobiernos. Me honro altamente en comandarlos, Al designaros sus virtudes y hechos brillantes, os recomiendo muy encarecidamente su lealtad, subordinación y valor.
Paso a daros cuenta del próspero estado de la hacienda pública.
HACIENDA
Os felicito cordialmente por la situación honorífica de la hacienda pública. Vuestras ilustradas resoluciones y eficaz cooperación, han producido este importante resultado.
El Gobierno os reitera desear sinceramente, como siempre, la oportunidad para el arreglo y acomodamiento sobre el solemne compromiso en el empréstito de Inglaterra.
Os dí cuenta de la imposibilidad en que se hallaba de continuar el pago de los cinco mil pesos metálicos mensuales que se entregaban en cuenta de la deuda de aquel empréstito y de haber suspendido esa entrega durante el bloqueo.
Aprobasteis la conducta del Gobierno, disponiendo continuase la suspensión del pago de los cinco mil pesos, hasta que, concluida dignamente la defensa de la Confederación y desembarazado el erario de los compromisos que iba a crear el injusto bloqueo, pudiese continuar aquel pago.
Sin embargo de que aun subsisten en parte las razones que tuvisteis en vista para esta sanción, el Gobierno, con motivo de haber cesado el bloqueo de los puertos argentinos y orientales por las fuerzas navales de Inglaterra, os propone que desde el primero de Enero de 1849, se continúe el pago de los cinco mil pesos metálicos mensuales. Así procederá, si es de vuestra soberana aprobación.
La solidez del crédito y su próspero estado prosiguen, conservándose los fondos elevados a la par. La escasez de ellos en venta paraliza la amortización.
Es benéfica la ley que sancionasteis el 20 de Marzo último proveyendo, mientras no haya fondos públicos que amortizar y por el término de un año, al depósito seguro en la Casa de Moneda, del capital existente inactivo, acumulado en la Caja de Amortización del Crédito Público y a su empleo en el descuento al interés del uno y medio por ciento mensual.
El estado demostrativo del producto que haya rendido el capital, que os presentará la Junta de Administración de la Casa de Moneda al vencimiento del año prefijado, ilustrará vuestro juicio.
Resta sin pagarse una cantidad pequeña del empréstito voluntario, por no haber ocurrido a la tesorería los acreedores, a pesar de reiterados llamamientos públicos.
La intervención de corredores o agentes intrusos en las diligencias de aduana para el despacho de les cargamentos y licencias de buques, era abusiva y perjudicial. El Gobierno, a fin de impedirla, expidió el decreto de 7 de Marzo último que prohíbe la admisión de tales interventores.
El depósito permitido a los cargamentos importados en buques procedentes de ultramar ha quedado sin efecto, por haber cesado el bloqueo.
El Gobierno se contraerá a la atención que demanda el estado mensual de los precios corrientes, cuyo servicio importante rinden los corredores de número.
Los billetes de tesorería continúan gozando de un crédito inalterable.
El interés se paga con la puntualidad acostumbrada. El Gobierno se ocupará oportunamente de la amortización de esta deuda y de la clasificada.
Continúa prohibido el tráfico y comercio con el puerto de Montevideo, como medida justa de defensa nacional, dispensándose la protección conveniente al comercio lícito de las introducciones de ultramar.
Se declaró terminada la rebaja de la tercera parte de los derechos, que se concedió a los cargamentos introducidos durante el bloqueo, desde que el día 20 de Junio último quedó libre la entrada de los buques al puerto, volviendo a cobrarse los derechos íntegros.
Con arreglo a la ley sancionada en 16 de Enero de 1846, cesó en 19 inclusive de Septiembre último, a los tres meses después de levantado el bloqueo, la emisión de los dos millones trescientos mil pesos mensuales.
“Grato es al Gobierno advertir el reconocimiento que manifiestan los empleados de la lista civil y militar y demás ciudadanos ocupados en el servicio del Estado, por la honorífica distinción con que en justo premio son exonerados del pago de la contribución directa, patentes, boletos de marcas y otros impuestos”.
La Divina Providencia se ha dignado proteger la agricultura y el pastoreo. La cosecha se ha presentado abundante. Se multiplican los ganados. La langosta está actualmente haciendo mucho mal en algunas partes de la campaña.
"En 1839 y 40, el Gobierno, para la defensa de la Confederación, tomó todas las caballadas de la provincia. Así en muchas estancias se alzaron los ganados, con grave perjuicio general y de sus dueños, por falta de caballos y de peones suficientes para conservarlos en su mansedumbre. El Gobierno tiene en consideración remediar, según le sea posible, este mal, de un modo conveniente al Estado y a los propietarios". No olvida el Gobierno esta manifestación, que os dirigió el año anterior. Reúne algunos elementos y continuará contrayéndose a este asunto, en cuanto le sea posible, hasta arribar a un resultado conveniente.
Muy grande ha sido el gravamen que ha pesado desde mil ochocientos cuarenta sobre los hacendados por los auxilios de ganado vacuno a virtud de la guerra y de los ejércitos en campaña a consecuencia de ésta. Justo es ya hacer cesar esta pesada carga sobre los beneméritos hacendados.
El Gobierno se ocupará de ello, lo mismo que del abono moderado de los documentos de crédito atrasados, aun sin pagarse, en favor de aquéllos, por dichos auxilios. El presupuesto de gastos que os presenta para 1849, es calculado con inclusión de los que tengan este objeto y de los relativos a las diversas propuestas que os hace el Gobierno en diferentes ramos, pidiéndoos las respectivas órdenes.
Si no autorizáis al Gobierno para esos gastos, esa suma de su importe será un sobrante en fin de 1849, que figurará con mucha estimación en los recursos para 1850, en que debe naturalmente aparecer un déficit mayor que la suma de diecisiete y medio millones y pico de pesos, hoy existentes en la Casa de Moneda y por la que en el presente cálculo de recursos en vez de déficit figura un sobrante. Como en fin le 1849 ese déficit, mayor de los diecisiete medio millones enunciados, debe subir algo más si el país es en el todo pacificado, tanta más estimación tendría aquel aumento en los recursos para 1850. El Gobierno sin embargo, habiendo girado sus cálculos para 1849 colocándose en una situación media entre la paz y la guerra, ha hecho, hasta donde ha considerado prudentemente posible, el aumento que se advierte en el presente presupuesto para 1849, comparado con el de este año fenecido.
Es inmenso, el número de nutrias en los campos de la provincia. Constituyen una valiosa riqueza destinada para premiar a la tropa del ejército, cuando, terminada la guerra y tranquilizado el país de todo punto, reciban sus bajas los individuos que estén en este caso.
Las cuentas generales de la provincia en 1846 merecieron vuestras soberana aprobación y por separado la correspondiente a la Casa de Moneda en 1845. El Gobierno considera que las de ésta no deben aprobarse con esa separación, desde que forman una parte del todo administrativo.
Aprobó también Vuestra Honorabilidad el presupuesto general de gastos para 1848, con expresiones honoríficas de la plena e ilimitada autorización conferida, por Vuestra Honorabilidad, al Gobierno, para sostener los derechos soberanos de la república.
Las cuentas rendidas por la Casa de Moneda correspondiente a 1847 han sido examinadas por la Contaduría. No ofreciendo a éste reparo, el Gobierno, en lo que a él toca, las ha aprobado y dispuesto se publicación.
Los derechos de entrada y salida marítima y terrestre, puerto, correos, pregonería, grados, alquileres, arrendamientos, intereses, corrales, saladeros, y policía, que en el presupuesto para el presente año se calcularon en doce millones, cuatrocientos mil pesos, han producido además de la suma calculada, dieciséis millones, novecientos cuarenta y cinco mil, cuatrocientos treinta y ocho pesos, dos reales.
La Contribución Directa, que fue calculada en un millón, ciento sesenta y cuatro mil, cuarenta y tres pesos, tres y medio reales, ha producido de más, ciento sesenta y dos mil, quinientos doce pesos, dos reales.
Las comisiones reguladoras de los capitales en la ciudad para el pago de la Contribución Directa se han expedido, como el año anterior, en el término prefijado por la ley.
Los Jueces de Paz de la campaña, de algunos distritos, han demorado la remisión de los registros y sumas recaudadas. El Gobierno reiterará las providencias convenientes, para remediar tan criminal efecto en el cumplimiento de la ley.
Las comisiones reguladoras de la ciudad y campaña, con patriótico desprendimiento, continúan cediendo para los gastos de la guerra la cuota que la ley les acuerda,
El producto del papel sellado, patentes y boletos de registro de marcas, que se presupuso en un millón, trescientos mil pesos, ha dado de más ciento veinte mil, ciento noventa pesos.
Las entradas extraordinarias que se fijaron en cien mil pesos, han dado de menos setenta y seis mil doscientos noventa y un peso, dos reales.
Reasumidas las anteriores demostraciones dan por resultado en el cálculo de recursos un aumento de diecisiete millones, ciento cincuenta y un mil, ochocientos cincuenta y dos pesos, dos reales.
El déficit que el año anterior era de treinta y un millones, doscientos noventa y cuatro mil, trescientos cuarenta y seis pesos, seis y cuarto reales, ha desaparecido en el cálculo de ingresos para mil ochocientos cuarenta y nueve, excediendo el importe de éstos al presupuesto de gastos.
Con los ingresos realizados, que han tenido un aumento en los derechos de entrada y salida, como también en otros ramos a virtud del levantamiento del bloqueo y los dos millones, trescientos mil pesos correspondientes al mes de Enero último, se ha atendido cumplidamente a los gastos generales del servicio público en el presente año.
El Gobierno somete a vuestro examen y deliberación las cuentas correspondientes al presente año. Sabéis que en esta parte no me considero investido con la suma del poder.
Os presento el registro oficial, que contiene, en orden cronológico, vuestras soberanas sanciones, los decretos gubernativos y los estados de la administración del tesoro público correspondientes al presente año.
Los ingresos, gastos y suma presupuesta, presentan los resultados siguientes:
Las entradas ordinarias y extraordinarias, reducido el metálico a moneda corriente, suman cuarenta y siete millones, ciento catorce mil cuatrocientos cuatro pesos y cuarto reales (47.114.404 3 ¼).
Agréganse diecisiete millones quinientos cincuenta y seis mil seiscientos sesenta y seis pesos cinco y cuarto reales correspondientes a las mensualidades desde Febrero hasta el 19 de Diciembre inclusive que existen en la casa de Moneda (17.556.666 3 ¼).
Total de entradas: Sesenta y cuatro millones, seiscientos setenta y un mil setenta y un pesos, medio real (64.671.071 ½).
De esta suma se rebaja la existencia en tesorería que pasa a 1849 en metálico, moneda corriente y letras de aduana, importante: Nueve millones, trescientos noventa y dos mil novecientos setenta y tres pesos, un cuarto real, y los diez y siete millones quinientos cincuenta y seis mil seiscientos sesenta y seis pesos, cinco y cuarto reales que existen en la Casa de Moneda para que resulte lo desembolsado en 1848 con arreglo al presupuesto. Importan las dos partidas, reducido el metálico a moneda corriente: veintiséis millones novecientos cuarenta y nueve mil seiscientos treinta y nueve pesos, cinco y medio reales (26.949.639 5 ½).
Resulta haberse desembolsado en 1848, treinta y siete millones, setecientos veintiún mil cuatrocientos treinta y un pesos, tres reales (37.721.431 3).
Agregase a esta cantidad diecinueve millones doscientos ocho mil ciento cuarenta y cinco pesos dos reales que importa la deuda particular exigible, para demostrar el total de los gastos ordinarios y extraordinarios con arreglo al presupuesto de 1848 (19.208.145 2).
Son cincuenta y seis millones novecientos veintinueve mil quinientos setenta y seis pesos, cinco reales (56.929.576 5).
El presupuesto de 1848, incluso el de la Honorable Junta de Representantes, suma cincuenta y ocho millones novecientos cincuenta y seis mil ochocientos noventa y ocho pesos, siete y medio reales incluso la deuda particular exigible (58.956.898 7 ½).
Queda demostrado haberse gastado en 1848, inclusa la deuda dos millones veintisiete mil trescientos veintidós pesos, dos y medio reales menos de la suma que votasteis (2.027.322 2 ½).
El origen de este menos desembolso proviene de no haberse hecho aún en el presente Diciembre el abono de la lista civil y militar y de otros créditos cuyo importe ha pasado a deuda para 1849.
"La inversión de las rentas continúa garantida por la contabilidad y su publicación. El sistema, de hacienda, claro y sencillo, consolida su exactitud y cuenta pública".
El Gobierno en cumplimiento de la ley, somete a vuestro examen y deliberación el presupuesto general de gastos y recursos para 1849.
Presupuesto general de sueldos y gastos para el año de 1849, incluso los extraordinarios y reducido el metálico a moneda corriente
Honorable Junta de Representantes: cuarenta y cinco mil trescientos diez y ocho pesos (45.318).
Gobierno: cuatro millones ciento sesenta mil cuatrocientos once pesos siete y medio reales (4.160.411 7 ½).
Relaciones Exteriores: dos millones doscientos cincuenta y nueve mil noventa y seis pesos (2.259.096).
Guerra: treinta millones doscientos noventa y ocho mil trescientos setenta y tres pesos, tres reales (30.298.373 3).
Hacienda, inclusa la deuda particular exigible: veintisiete millones trescientos veinticinco mil setenta y un peso dos reales (27.325.071 2).
Importa: sesenta y cuatro millones novecientos ochenta y ocho mil doscientos setenta pesos, cuatro y medio reales (64.988.270 4 ½).
Cálculo de recursos para 1849
Existencia en Tesorería en letras y moneda corriente, reducido a ésta el metálico: Nueve millones trescientos noventa y dos mil novecientos setenta y tres pesos, un cuarto real (9.392.973 ¼).
Ídem en la Casa de Moneda, correspondiente a las mensualidades desde Febrero hasta el diecinueve de Septiembre inclusive: Diecisiete millones quinientos cincuenta y seis mil seiscientos sesenta y seis pesos, cinco y cuarto reales (17.556.666 5 ¼).
Suman las existencias: Veintiséis millones, novecientos cuarenta y nueve mil, seiscientos treinta y nueve pesos, cinco y medio reales (26.949.639 5 ½).
Colecturía
Por derechos de entrada y salida marítima y terrestre, de puerto, correos, pregonería, grados, alquileres, arrendamientos, intereses, corrales, saladeros y policía: Treinta y tres millones novecientos siete mil quinientos veinticuatro pesos, uno y medio reales (33 .907.524 1 ½).
Contribución Directa: Dos millones (2.000.000).
Papel sellado, patentes y boletos de registro de marcas: Un millón quinientos mil pesos (1.500.000).
Tesorería
Entradas extraordinarias: Veinticinco mil pesos (25.000).
Total de recursos: Sesenta y cuatro millones trescientos ochenta y dos mil ciento sesenta y tres pesos, siete reales (64.382.270 7).
El presupuesto de gastos para 1849 importa, sesenta y cuatro millones, ochenta y ocho mil doscientos setenta pesos, cuatro y medio reales (64.088.270 4 ½).
Sobran: Doscientos noventa y tres mil, ochocientos noventa y tres pesos, dos y medio reales (293.893 2 ½).
El General Rosas os reitera encarecidamente sus anteriores súplicas para que lo eximáis del mando supremo. Es una inmensa responsabilidad que no puede más sobrellevar. Bien considera los acontecimientos que os han impulsado a persistir en imponerle un sacrificio tan dilatado como dolorosísimo y cruel. Mas sus convicciones invariables, sus principios que debe salvar a toda costa y su salud misma, notoriamente destruida, le exigen retirarse a la vida particular y tranquila. Dignaos, pues, Honorables Representantes, acceder a este ferviente voto de su corazón y su conciencia.
Están sometidos a vuestra resolución mis actos administrativos. La República, protegida por el Todopoderoso, mantiene con inmortal gloria su elevada dignidad. Habéis defendido conspicuamente sus derechos e independencia y conservado puro el honor nacional. Os dirijo mi cordial intenso reconocimiento. Oíd la voz de toda la Confederación que os aplaude, y el voto del mundo que reconoce su esclarecida justicia.
La obra de vuestra virtud Y patriotismo depara un resultado feliz para el futuro de la patria. Vuestras sabias resoluciones afianzarán cuanto hay de grande y benéfico en las esperanzas de la nación. Tributo humildemente mi más fervorosa gratitud a Dios Nuestro Señor por sus inefables beneficios. El Omnipotente ilustrando vuestros consejos honorables y fortaleciendo el denuedo heroico de la República, propiciamente os conceda llegar al anhelado fin de vuestras deliberaciones y sacrificios, con la consolidación feliz del honor, de la independencia y libertad de la tierra. Al despedirme de vosotros. Honorables Representantes, saludándoos nuevamente, me inclino otra vez ante el Ser Supremo con mi más profundo reconocimiento.
JUAN MANUEL DE ROSAS

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