diciembre 10, 2010

Mensaje del Presidente de la República Argentina, José Figueroa Alcorta, ante la Asamblea Legislativa (1910) [1/2]

MENSAJE
DEL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ARGENTINA
José Figueroa Alcorta
AL ABRIR LAS SESIONES DEL CONGRESO NACIONAL
EN DE MAYO DE 1910
En la Ciudad de Buenos Aires, Capital Federal de la República Argentina

[1° Parte]
SEÑORES SENADORES:
SEÑORES DIPUTADOS:
Os saludo con votos de congratulación patriótica, al inaugurar las sesiones del Congreso Legislativo de 1910, centenario de nuestra gloriosa emancipación política.
La evocación siempre saludable y grande a la Providencia tutelar de la Patria, a los días luminosos de su historia, al recuerdo de sus próceres y a sus lides fecundas por la libertad, está en el ambiente público del país en este momento histórico, y no corresponderíamos dignamente a él, si no contempláramos la grandeza del presente a través de las glorias del pasado, si todos nuestros sentimientos e inspiraciones de la hora actual no se elevaran al alto nivel del pensamiento y de la acción de Mayo.
Las expansiones del alma argentina, que adelantándose al día consagrado, tienen ya repercusión calurosa en todos los ámbitos de la Nación, están templadas en el ideal y en el concepto de la gran epopeya, y se acrecientan y difunden con el estímulo y el aplauso del mundo, que nos proclama victoriosos en la brega azarosa de una centuria en que se ha hecho todo: la independencia, la organización, las instituciones, la nacionalidad, el pueblo, el gobierno, el país libre y grande que forjó la visión anhelosa de nuestros próceres.
Al honor insigne de presidir la Nación en esta hora conmemorativa de su advenimiento a la vida de la libertad, me corresponde también la satisfacción legítima de poderos decir que el país avanza cada día con más firmeza en el proceso de su evolución de crecimiento en todos los órdenes del progreso humano.
La Nación constituida y organizada, y definidos sus caracteres morales y positivos como entidad política, labra con vigor extraordinario y con resultados equivalentes, el vasto campo de su poder económico.
Con las intermitencias consiguientes al desarrollo de todo organismo complejo, pero sin marcar en el largo trayecto un solo retroceso, se ha operado desde la transformación del desierto en fuente fecunda de producción y de riqueza, hasta el florecimiento de todas las iniciativas de progreso de que sea capaz un pueblo viril en el pleno ejercicio de excepcionales aptitudes.
No corresponde a este documento el cuadro demostrativo, por sintético que fuera, de la gran labor de un siglo de actuación libre, en el que ha pasado la Nación por el crisol de todas las pruebas, hasta obtener su constitución definitiva en el doble aspecto de su régimen político y económico; pero refiriéndonos concretamente al período de gobierno que termina, ha de serme permitido expresar en justicia, parafraseando la afirmación equivalente de uno de nuestros distinguidos estadistas que en ninguna época de nuestra historia ha alcanzado el país una suma mayor de prosperidad y de progreso que en la actual, en la acepción múltiple de tales conceptos.
El adelanto moral y político de la Nación es evidente; y si bien debo afirmar una vez más que estamos todavía al respecto lejos del ideal social y democrático, cúmpleme asimismo reiterar precedentes afirmaciones sobre las causas que impiden la franca evolución, y que no afectan principios y factores esenciales del organismo institucional, sino que retardan el pleno funcionamiento a que hemos de llegar mediante el ejercicio constante de los derechos cívicos y los progresos de la razón pública.
En el orden económico y financiero del país y del gobierno, la situación corres pon dé ampliamente a las previsiones determinadas por el crédito y la confianza que hemos ganado en buena ley con los frutos de fecunda labor y el rendimiento generoso de nuestro suelo.
Todas las veces que me ha correspondido, de acuerdo con el precepto constitucional, cumplir el deber de daros cuenta del estado de la Nación, he tenido la grata oportunidad de hacer constar la progresión creciente, con frecuencia extraordinaria, en que se desenvuelven las energías de nuestra riqueza positiva; y hoy puedo fundar en la evidencia misma de los hechos y de las cosas, en las cifras y cómputos de nuestra expansión económicofinanciera, la afirmación de que la situación del país es al respecto excepcional aún con relación a sus mejores épocas, y que su índice de prosperidad se halla a la altura relativa del mayor coeficiente entre las naciones,
Más afortunados que nosotros, y acaso en época no remota, podrán otros hacer extensivas estas consideraciones a todos los órdenes de la actividad múltiple del país. Se habrá establecido entonces el .equilibrio a que nos encaminamos entre el progreso moral y material de la República; la actuación de nuestros partidos políticos se habrá depurado de personalismos y espasmos agresivos, ganando en serena continuidad y persistencia de acción y de propósitos, lo que se pierda en impulsiones violentas y fugaces, que pasan sin fundar nada para el bien, y sólo dejan la tendencia a la incultura regresiva que confunde el derecho con el abuso y la controversia con el agravio. Y cuando así se piense y se actúe, y podamos decir que nuestro país es próspero y feliz, no sólo porque maduran las mieses en la vasta tierra fecunda, sino también porque cultivamos con amor y con éxito la planta de la libertad política, habremos completado la gran obra que hoy presentamos a la consideración del mundo en el primer centenario de nuestra gloriosa emancipación.
INTERIOR
La situación general del país, que como acabo de expresarlo, es de plena paz y de prosperidad creciente, en las manifestaciones todas de la vida nacional, se ha estimulado decididamente por la acción del Gobierno general, por el concurso de las provincias y por la actuación eficiente de los hombres de inteligencia y de labor, confundidos todos en el afán de labrar el prestigio y la grandeza de la Nación.
Las relaciones oficiales entre los poderes públicos del país, se han desenvuelto y continúan desenvolviéndose en la más franca armonía y solidaridad.
En algunas provincias ha sido necesario afrontar situaciones anormales, por causas varias y complejas, de carácter puramente local siempre, resultantes en general de la deficiencia con que todavía se practican o se eluden respectivamente, los derechos y los deberes cívicos. Se ha intervenido en algunas de esas provincias, como Córdoba y San Luis, negándose toda intervención en otras, como en Santa Fe, cuando el Gobierno de la Nación fue requerido por representantes de un partido político que disponía, por el concepto mismo de los términos constitucionales invocados, y dentro de la propia autonomía de aquella provincia, del remedio a los males locales que se denunciaban.
La resolución denegatoria de la solicitud de intervención referida, en manera alguna significó el desconocimiento de los principios constitucionales invocados, sino simplemente los respetos debidos a las instituciones provinciales y el propósito de estimular el funcionamiento de sus resortes de garantía y de amparo para todos los derechos del ciudadano, ejercitados en la amplitud legal que les corresponde.
La intervención a San Luis, confiada al señor Procurador General de la Nación, Doctor Julio Botet, tuvo su término el 28 de Agosto último; y al amparo de su actuación inteligente y laboriosa aquella provincia organizó sus poderes constitucionales, y desenvuelve en completa normalidad su marcha administrativa y política.
La intervención sancionada por V. H. a la provincia de Córdoba, fue confiada por el decreto correspondiente al Doctor Eliseo Cantón, Presidente de la H. Cámara de Diputados de la Nación, quien ha desempeñado su difícil cometido con resultados de todo punto satisfactorios, restableciendo por los medios legales el funcionamiento de la Legislatura, y poniendo en posesión del mando gubernativo de la provincia al Presidente del H. Senado, por renuncia del Gobernador titular. Esta provincia funciona hoy regularmente en la plenitud de sus instituciones propias; ha renovado su Poder Ejecutivo que iniciará en breve su mandato y todo hace esperar que su desenvolvimiento político y económico ha de proseguir en el camino de progreso, a que le dan derecho y segura garantía sus leyes, la riqueza de su suelo, sus industrias prósperas y el concurso de cuantiosos capitales que tienen allí radicación proficua.
Diversas anormalidades, denunciadas en otras provincias, han tenido su fácil correctivo por los resortes propios de las instituciones locales y merced al patriotismo de sus hombres políticos, aleccionados por la experiencia y la razón pública, e inducidos por sanos y bien entendidos intereses colectivos, suficientemente poderosos para orientar la actuación partidista en rumbos más directamente encaminados al ideal superior del bien público.
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La renovación del Honorable Congreso en la proporción constitucional de ambas Cámaras, se ha realizado en condiciones de perfecta normalidad, con las garantías de libertad y orden, tutelares del sufragio.
Las provincias llamadas a elegir Senadores al Congreso, han practicado las elecciones en la forma y por los medios constitucionales, integrando la representación nacional de ese alto cuerpo, sin agitaciones ni disturbios, produciéndose sólo, en general, los movimientos de opinión que son propios de tales actos.
En esta capital, la elección de electores de un Senador Nacional, ha presentado los caracteres de un despertamiento a la actividad cívica concurriendo los partidos políticos electoralmente organizados, y debatiendo el caso en lucha leal, ordenada y serena, con todas las franquicias y garantías que requiere el comicio libre.
Hubiéramos pensado con fundamento, que ese acto eleccionario así practicado, importaba una promesa de ulteriores actuaciones cívicas de la misma índole y significado moral y político; pero estaba de antemano anunciado por órganos autorizados de opinión, que el partido que resultase vencido no concurriría a los comicios subsiguientes, y es lamentable recordar que así ha sucedido.
En efecto, las elecciones de Diputados Nacionales y de Electores de Presidente y Vicepresidente de la República, que de acuerdo con la última reforma a la ley electoral, se practicaron conjuntamente, en fecha posterior a aquélla, no ofrecieron en la misma proporción el interesante espectáculo de la lucha comicial referida, y en la capital como en las provincias, se verificaron dichas elecciones en orden y libertad, pero sin las saludables agitaciones de la controversia partidista.
En diversas oportunidades como la presente, he señalado las causas y antecedentes, así como los medios que conceptúo eficaces para el mejoramiento de nuestras prácticas político-electorales; no he de repetir aquellas consideraciones, pero reitero la firmeza de mi opinión al respecto, extensamente expresada en los fundamentos de las reformas sometidas a la consideración del H. Congreso, en puntos tan esenciales como la modificación del padrón electoral y la elección por circunscripciones, que considero indispensable y urgente restablecer en el régimen de nuestra ley electoral.
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La República entera ha lamentado profundamente la trágica muerte del Jefe de Policía de esta capital, ex Diputado Nacional y Coronel de la Nación, Don Ramón L. Falcón, caído con su joven Secretario, señor Lartigau, bajo la mano aleve de un sectario exaltado hasta los extravíos del crimen más abominable.
Ha caído el intachable funcionario, el celoso guardián del orden y la seguridad pública, en activo ejercicio de su delicada misión; y ese atentado por tantos conceptos execrable, ha determinado la exteriorización de la protesta colectiva más sentida e intensa que se haya producido en el país.
El estupor y la condenación general exigieron medidas de represión y de seguridad extremas, y el tiempo transcurrido no ha borrado aún del ánimo público la impresión de dolor y de simpatía para aquella inmolación tan injusta y tan cruel.
El Coronel Falcón fue modelo de caballero, de ciudadano y de soldado, y cumplía su delicada misión con elevado patriotismo, sin apasionamientos ni prevenciones para nadie, con ilustrada y serena conciencia, con una altivez sin jactancia y una lealtad y abnegación ejemplares ; y el sacrificio de su vida, consagrada toda al servicio del país, no tendría mejor compensación para su espíritu inmortal, que inspirar las leyes destinadas a determinar la coexistencia en su patria de todos los ideales humanos depurados de estas rebeldías criminales.
En vista de que la situación creada por tan luctuoso acontecimiento, y otros anteriores, intentados o consumados contra personas y hasta contra el pueblo indefenso que se congrega en las calles o templos, constituían un estado de conmoción interna que amenazaba los intereses más fundamentales de la sociedad, haciendo ineficaces los medios ordinarios de defensa de que dispone la autoridad pública, dictóse un decreto estableciendo el estado de sitio por sesenta días en toda la República.
La urgencia de esta medida extraordinaria que en momento alguno la determinaron las agitaciones de la vida política, a la que no se dio aplicación para lesionar ningún derecho cívico ni para dificultar el cumplimiento de ningún deber ciudadano, tuvo ante las circunstancias de aquel momento la eficacia necesaria para conjurar los peligros y prevenir las hondas conmociones con que se amenazaba la estabilidad social del país.
Las leyes a cuyo régimen están sometidos estos casos, han tenido y tendrán su aplicación reposada y serena sin rigorismos ni prejuicios; pero sea cual fuere su observancia, ha de ser necesaria una revisión legislativa esmerada y amplia, que determine conceptos aún indefinidos y complemente disposiciones requeridas por la suprema exigencia del orden público y la estabilidad social.
Entretanto, la repartición policial sigue su tarea de organización, para servir cada día con mejores elementos y mayor experiencia a su misión social de orden, de seguridad y de garantía tutelar de los intereses, libertades y derechos confiados a su custodia; y puesta a prueba su temple y su abnegación, con motivo de la dolorosa tragedia del 14 de Noviembre a que acabo de referirme, ella supo responder fielmente a la penosa expectativa de aquellas circunstancias.
El Sr. Coronel Ingeniero Don Luis J. Dellepiane reemplaza al malogrado Coronel Falcón, y dadas sus aptitudes y calidades, puede afirmarse desde luego que su actuación honrará debidamente el alto cargo.
La lucha entre los dos principales factores de la producción, surge de nuevo después de una larga temporada de relativa calma, y se intensifica debido sin duda alguna, a la gran demanda de brazos que originan las numerosas obras que se realizan en estos momentos, y a la poderosa atracción ejercida por esta capital sobre elementos de índole varia, frecuentemente mal seleccionados, y que en circunstancias como la presente acuden al país en mayor proporción.
Todo hace prever que pronto desaparecerá la relativa anormalidad imperante en el campo en que se desarrollan las actividades del trabajo, restableciéndose el equilibrio y dando margen a que las industrias recuperen el personal que les ha sido substraído por causas conocidas y a condición asimismo, de que nos preocupemos constantemente de la prolija selección de nuestras corrientes de inmigración, y con el concurso honrado de patrones y de obreros, poniendo los unos la fidelidad en el cumplimiento de sus contratos, sin violencia o para el capital; la defensa de sus derechos, sin el empleo de la fuerza; sin huelgas tumultuarias, engendradoras al fin, de inútiles arrepentimientos o de la ruina del ahorro; y los otros, evitando perjudicar los intereses de sus operarios con violencias también injustas, con engaños dolosos o con artificios indignos.
El desenvolvimiento de la institución policial en el ejercicio de su misión, más preventiva que represiva, va encaminado a un mejoramiento paulatino, no obstante las dificultades con que tropieza para su eficaz desarrollo, por el aumento siempre creciente de la población, que exige paralela y relativamente también, el de su personal cuya evidente necesidad ha reconocido el gobierno acordando en el año actual, sobre el presupuesto vigente, aumentos necesarios y urgentes, como que van destinados principalmente a regularizar los servicios de vigilancia en las secciones suburbanas, y a organizar los que son requeridos por las fiestas en ocasión del Centenario.
Sin embargo de que la vigilancia en el año transcurrido no ha sido ejercida suficientemente, por la carencia de personal, el movimiento delictuoso, si bien en conjunto arroja un aumento, comparado con el de 1908, la cifra no tiene importancia alguna, relacionada con el aumento de población.
Lo propio ocurre con el movimiento contravencional y de otros hechos que es relativo con el crecimiento de población aludido.
A la acción policial, en sus medios de represión, puede conceptuársela indefinida e incierta, toda vez que los límites de su jurisdicción aún no están debidamente establecidos, y de esa indecisión surgen todavía dificultades que se explican por la incoherencia de disposiciones incompletas y prácticas tradicionales, sin base en preceptos legales claros y terminantes.
La necesidad de la ley orgánica es evidente, para que determine con la precisión y amplitud necesarias, las facultades de la policía, de modo que sus procedimientos se ajusten sin vacilaciones a reglas determinadas y procedan en cumplimiento de su deber, ateniéndose a la ley y obligando a todos a respetarla.
La abnegación y el sacrificio, son cargas inherentes a las delicadas funciones que la policía desempeña, y como consecuencia de ellas, las enfermedades, inutilizaciones y fallecimientos en actos de servicio, son atendidos por la institución de ayuda mutua, constituida bajo la denominación de Caja de Socorros y que se sostiene con el producto de los descuentos voluntarios correspondientes al 1% de los respectivos sueldos de su personal, y con otras entradas procedentes de donaciones, etc.
Proviniendo esos accidentes del servicio público que prestan los agentes y empleados policiales, nada más justo que el Estado contribuyera a remediarlos, en la medida de lo posible, costeándoles lo que fuera necesario para aliviarlos, no siendo a este fin suficiente la ley número 4235 que, aun cuando se le reconoce como muy benéfica, sólo se refiere a pensiones para casos determinados e inhabilitaciones de los causantes.
La ley de juego, requiere que sea ampliada, para que surta los benéficos resultados en que se inspira, y esa reforma podría consistir en la aclaración de conceptos que evitaran interpretaciones erróneas con tendencias desnaturalizadoras, y para que la intervención del Ministerio Público se haga con eficacia y sin vacilaciones.
La ley de descanso dominical es de dificultosa aplicación, toda vez que adolece de un defecto de procedimiento en la represión misma, defecto que desaparecería y se obtendrían entonces los propósitos de su creación, si la sanción penal pecuniaria que se prescribe para la primera falta, fuera substituida su caso de insolvencia, por el arresto equivalente, hasta que su aplicación sea el resultado de una mejor educación social, que la hará seguramente respetable, sin menoscabo de los intereses comerciales. El derecho de reunión, no obstante el claro concepto que surge de nuestra Carta Fundamental, se rige hoy por un incompleto decreto del gobierno del año 1878, que seria necesario sustituir con la sanción de una ley justa y previsora para el orden público y de respeto para intereses de índole particular y general.
La vagancia, como acto que constituye una amenaza al orden, debe ser objeto de una ley que la reprima, de manera a extirpar ese mal social que asume proporciones considerables y amenaza substraer al trabajo elementos que, bien orientados, deben contribuir a la riqueza del país.
Los menores vagos que no tienen padres o guardadores legales, o han sido abandonados por éstos, constituyen un serio problema que permanece sin solución, no obstante los graves peligros que ofrece, debido a la carencia de locales donde albergarlos, para proporcionarles la educación, que les inculque los principios morales que más tarde les sirvan de guía, preservándolos del ambiente pernicioso de las malas costumbres, próximas al delito, con el que se familiarizan después.
El local nacional existente en Marcos Paz, así como algunas instituciones particulares creadas con análogo objeto en esta capital, son insuficientes para las necesidades actuales; y pienso, en consecuencia, que el Estado debe arbitrar los medios que hagan desaparecer un orden de cosas que le perjudica moral y materialmente, haciendo construir un establecimiento adecuado a este fin o ampliando el existente.
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Como lo dejo expresado, es especialmente satisfactorio comprobar que el movimiento gremial en la República, durante el año transcurrido no ha presentado caracteres extraordinarios, habiendo tenido su desenvolvimiento normal como un fenómeno peculiar a las sociedades modernas.
Con relación al del año anterior el número de huelgas ha disminuido, así como el total de obreros por ellas afectados.
Tiempo es ya, no obstante, de que nos apresuremos a oponer a ellas una sabia y prudente legislación, para prevenir los efectos de la cesación del trabajo, que perjudica a los obreros y a los capitalistas, como perjudica al comercio y al Estado, para apartar a tiempo las causas generadoras de los conflictos entre patrones y obreros.
El Departamento Nacional del Trabajo exento aún de la ley orgánica que le dé su definitiva organización y atribuciones, se desenvuelve con las dificultades propias de tal estado de cosas.
La labor acumulada es, sin embargo, considerable, en el sentido del estudio del problema obrero en la República, en sus varias manifestaciones. Con precisión se llevan las estadísticas sobre huelgas, accidentes del trabajo, seguro obrero, enfermedades de los trabajadores y demografía profesional, las que constituyen los medios más apropiados de información, y se recopila la legislación extranjera, como un antecedente a la que ya se inició en el país sobre esta importante materia, con la sanción de la ley que protege a las mujeres y a los niños en la industria.
Me es grato establecer que esta institución, llamada sin duda a una eficiente actuación en el futuro, ha entrado, además, en un orden de funciones que hasta ahora no se le había dado, en el sentido de una acción más práctica sobre el medio que le corresponde. Así es como va vinculándose a la clase obrera, mediante su intervención directa y conciliadora en los conflictos del trabajo, a efecto de que exista en el país una entidad a la cual, patrones y obreros puedan someter las cuestiones que surgen en sus mutuas relaciones.
La organización de la inspección del trabajo, ha preocupado especialmente al Poder Ejecutivo, en el convencimiento de que, si ella no se hace en una forma apropiada a las condiciones industriales del país, que a la par que asegure el cumplimiento de las leyes relativas a la protección del trabajo y de los trabajadores, garantice los derechos e intereses de los mismos y de los patrones, no se llegará a prestigiar al Departamento y a la legislación especial que se dicte al respecto, la que sería completamente ineficaz sin una inspección eficiente.
Siendo notorio que nuestro medio industrial presenta sus caracteres especiales, en parte análogos y en mucho diversos de los otros países, la inspección permanente sobre el trabajo sería a la vez, el sistema más fecundo de estudio y observación directa de los fenómenos que ahí tienen su origen y desenvolvimiento.
País esencialmente de inmigración, la República Argentina recibe de las viejas naciones al sujeto embargado por los agravios que allí engendran su dura situación, operándose así el trasplante del sectarismo y otros males sociales sin motivo y sin ambiente propicio entre nosotros. Felizmente, a la par de este factor ineludible en la sociabilidad nacional, se levanta el que caracteriza al país a este respecto: trabajo fácil y fecundo. De todo esto surge ya algo permanente, de diarias y especiales manifestaciones.
La inspección del trabajo ha sido incorporada en ciertos países como función propia de las instituciones análogas a nuestro Departamento, mientras que en otros donde ella ha asumido un gran desenvolvimiento, la inspección es autónoma. Lo que parece indudable es que no se la debe mantener como adjunta a las instituciones de otra clase, con fines no concordes a lo que ella tiende, porque acarrea forzosamente su decadencia o su ineficacia.
En Junio del año pasado sometí a la consideración de V. H. un proyecto de ley reglamentario de la admisión de extranjeros, cuya sanción recomiendo especialmente, tanto más cuanto que con posterioridad, el terrorismo ha hecho sus primeras víctimas en la República. Depurar el ambiente social con la eliminación de los extranjeros que no traigan los fines lícitos que la Constitución establece, como condición del fomento de la inmigración, será siempre obra de buen gobierno, de defensa colectiva y de garantía de la seguridad y de la vida de las personas.
En ocasión de ese proyecto de ley invoqué el antecedente inmediato de la legislación sancionada por los Estados Unidos, en 20 de Febrero de 1907, sobre la cual se basa el mismo, que se encamina a la defensa del orden social y económico de la Nación, en ejercicio de un derecho evidente del Estado para negar su albergue a los miembros inútiles o perniciosos de otras naciones.
En el proyecto de Ley Nacional del Trabajo, presentado por el P. E. en Marzo de 1904, en su Título II, en que legisla sobre los extranjeros, se comprenden disposiciones análogas a las adoptadas por los Estados Unidos.
A la par de un proyecto de tal naturaleza, cuya sanción vendría a establecer un principio de saneamiento social, me será satisfactorio someter a la consideración de V. H. en el actual período de sesiones, otros de protección directa y eficaz de los trabajadores que vinculan su labor noble y pacífica al progreso nacional.
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En la administración de Correos y Telégrafos, el movimiento general de los servicios postal y telegráfico, acusa un adelanto que refleja a la vez los progresos morales y materiales del país, confirmando los aumentos progresivos observados en ejercicios anteriores.
Sobre el ejercicio anterior, el movimiento de piezas de correspondencia, ha aumentado en 82.154.450, equivalente a 11.6%, y este aumento se ha traducido en un crecimiento proporcional de la renta de correos y telégrafos, sin modificación alguna en las tarifas, arrojando en total un producido de $ 11.909.689, lo que representa un aumento líquido de $ m/n, 950.698 sobre el ejercicio del año precedente.
El enorme incremento de este importante servicio público, ha podido verificarse merced a la creación de nuevas oficinas, que de 2377 que funcionaban en 1908, han llegado a la cifra de 2419 en el ejercicio último.
Son dignos de observación los cuadros comparativos del movimiento postal y telegráfico de los últimos años, así como el del producido correspondientes a cada uno de aquéllos, que figurarán en la memoria respectiva y que reflejan el continuo progreso de la administración postal y telegráfica, no habiéndose omitido esfuerzo alguno por llevar los beneficios de este importante servicio público a las regiones más apartadas de la República.
La construcción de la Casa Central de Correos y Telégrafos es, acaso, el problema de más vital importancia que tiene relación con los servicios de que se trata. Su instalación definitiva permitirá dotar a todas las oficinas del local amplio que ellas requieren y de las innovaciones y progresos que los servicios modernos de esa rama han incorporado a su funcionamiento. Consecuente con este propósito, se ha cumplido, en principio, la ley sobre construcción de dicho edificio, encontrándose ya listos los planos y presupuestos y licitada la obra. Como ella no puede llevarse a la práctica con la suma que determina la ley respectiva, oportunamente tendré el honor de someter a la consideración de V. H. un proyecto de ley ampliando los fondos votados, hasta la cantidad necesaria.
Entre las mejoras implantadas, figurará muy en breve, la colocación de un buen número de buzones automáticos en la capital de la República, cuyo enorme y notorio crecimiento reclama imperiosamente este indispensable factor, para la celeridad de las comunicaciones. Por lo que respecta al interior de la República, la mayor rapidez en el transporte de la correspondencia -desiderátum del servicio postal-, no podrá llegar a un relativo perfeccionamiento, mientras no se incorpore a los elementos de transporte el “Wagón Postal”, que permita realizar, en marcha, las múltiples operaciones del despacho de la correspondencia, con evidente economía de tiempo para la misma. La administración de Correos y Telégrafos, tiene sometido a un detenido estudio este asunto y. es de esperar que, con la cooperación de las empresas ferroviarias, se llegue a un acuerdo cuyos beneficios no tardarán en palparse.
Las condiciones del personal de esta repartición, particularmente del subalterno, han mejorado sensiblemente, en cuanto se refiere a su remuneración, y si el aumento producido en sus sueldos no ha llegado al límite deseado, es porque el enorme número de 10.129 empleados que revistaban en 1909, hace difícil un aumento que, a ser acordado en carácter general, significaría una suma de consideración.
El servicio telegráfico se hace con evidentes mejoras. Todas las capitales de provincia, así como todas las ciudades importantes, intercambian hoy sus telegramas para o de la capital federal, directamente con la oficina central de Buenos Aires, habiéndose suprimido por completo las retrasmisiones que ese tráfico sufría en las oficinas de reconcentración, con lo cual se ha conseguido reducir la demora y errores en la transmisión.
Ha podido llegarse a ese resultado, mediante la instalación de aparatos de transmisión Duplez en Rosario, Santa Fe, Mendoza, Paran a, Bahía Blanca y Concordia, así como en Montevideo, los que se emplean para comunicarse con Buenos Aires.
En breve quedará establecido el intercambio por Wheatstone con Mendoza y Corrientes y podremos hacer extensivos a Chile y al Paraguay, los servicios de este sistema de aparatos que en la actualidad ya funcionan en Córdoba, Rosario, Bahía Blanca y Tucumán.
El movimiento telegráfico ha acrecentádose igualmente, alcanzando a 1.230.687 el número de despachos circulados, lo que representa un aumento de 11.5% sobre el año 1908 y la progresión continuará, mediante las nuevas líneas telegráficas que se incorporan a la red nacional.
En oportunidad tuve el honor de manifestar a V. H. que, consecuente con el deseo de facilitar la comunicación telegráfica con el extranjero, se habían iniciado gestiones que nos llevarían a la celebración de un contrato que permitiera a la República Argentina, disponer de un cable directo a Europa, problema éste de vital importancia, que ha preocupado en diversas épocas al Gobierno de la Nación.
Sometidas y aprobadas ya por V. H. las bases de la solución del problema, me es grato anunciaros que el contrato ha tenido su principio de ejecución y que muy pronto habremos conseguido la realización de aquel propósito, independizando las comunicaciones cable gráficas, por medio de una vía directa, que, nos permitirá disponer de un circuito de cables de la más alta importancia, asegurando así nuestras comunicaciones con el resto del mundo, de una manera estable y permanente, a la vez que se resolverá una necesidad de alta política internacional.
Esta obra estará lista y librada al servicio público antes del 25 de Mayo en curso, y será uno de los adelantos de importancia con que se solemnizará el Centenario Argentino.
Preocupada la repartición de Correos y Telégrafos de subsanar las interrupciones que se producen en las líneas telegráficas de la capital federal, debido como principal causa, a la existencia de múltiples instalaciones aéreas, tanto de propiedad del Estado como de propiedad particular, gestionó de la Western. Telegraph Cy., los presupuestos para instalación de un cable subterráneo propio, entre Barracas al Norte y las oficinas de la Casa Central, aprovechando las mismas excavaciones que debe hacer aquella Compañía, para el cable vía Asunción.
La empresa referida ha hecho presente, en respuesta, que se hará un honor en llevar a cabo la obra, a su exclusivo costo, donándola con al Gobierno de la Nación, sin compensación de ningún género. Oportunamente tendré el agrado de someter a la consideración de V. H. el proyecto de ley respectivo, aceptando ese ofrecimiento cuyos beneficios serán de importancia tan evidente.
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La organización, gobierno y administración de los Territorios Nacionales, se hallan determinados y se rigen, hasta el presente, por la ley número 1532, que fue una consecuencia legislativa del grande acontecimiento de la conquista de la Pampa y toma de posesión efectiva por la civilización, de aquel territorio y de los demás que surgieron como nuevas entidades administrativas, incorporándose de hecho al régimen gubernativo del país.
Si bien esta ley llenó su misión en la época en que fue sancionada, pues dio a los territorios el primer esbozo de organización administrativa, se cometió con ella el error de adoptarla para todos aquéllos con el mismo criterio aplicando el mismo concepto político y administrativo a entidades tan distintas bajo tantos conceptos. Ese error ha traído, como lógica consecuencia, el retardo en el desarrollo particular de las fuerzas propias de cada uno de los territorios federales, y a esto debemos atribuir en gran parte que se hayan éstos desenvuelto en forma tan desigual tan intermitente y tan precaria, dados los resultados que podían esperarse de la situación y vitalidad de los mismos. De ahí que, con rara uniformidad, todos los gobernadores de territorios han manifestado que las disposiciones legales vigentes, respecto al régimen y administración, no consultan las aptitudes de éstos, su desarrollo y sus necesidades actuales, por carecer de la liberalidad, de la amplitud y de la flexibilidad necesarias para impulsar y favorecer la importancia que rápidamente adquieren estas nacientes colectividades.
Por otra parte, la simple lectura de la ley y los numerosos decretos y resoluciones que reglamentando e interpretando la misma, se han .dictado, ponen de manifiesto su deficiencia, por la restricción de facultades conferidas a la autoridad principal, representada por los gobernadores, por los frecuentes conflictos que se originan en la imperfecta distribución de atribuciones a las diversas autoridades del mismo territorio, y por mil otras circunstancias, como la relativa a la dirección superior múltiple que se ejercita ahí donde es más necesaria la unidad de acción, de dirección y de pensamiento, como que se trata de sociedades en gestación que es menester encaminar sin complicaciones ni tropiezos.
Es tiempo ya de que algunos territorios como la Pampa, Misiones y otros, se inicien en. las funciones de la vida autónoma para ir preparándose a formar más tarde las provincias que están llamadas a constituir; y las principales reformas de la ley deben referirse al propósito de dar a los territorios la ingerencia mayor posible en el régimen de sus intereses políticos y económicos.
Hay una consideración más que abona estas conclusiones, y es que con la ley de fomento de los territorios nacionales, se les ha dado a éstos la base económica de que antes carecían para su rápido desarrollo, le que hace resaltar la necesidad de dotarlos de una nueva ley administrativa que propenda a secundar en forma eficiente el pensamiento político de aquélla, en esas sociedades incipientes constituidas por aluviones, que en forma de corrientes inmigratorias, vienen y van, hasta encontrar su radicación definitiva.
A fin de garantizar debidamente la vida e intereses de las poblaciones de los territorios del Sur, de los asaltos de que son víctimas en algunos puntos, por partidas de bandoleros que se organizan en la zona de la cordillera, se creará allí una policía fronteriza y se tratará, a la vez, de celebrar un acuerdo internacional con la República de Chile, que impida al delincuente eludir la acción de la autoridad y la ley con sólo trasponer la Cordillera.
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Nuestro Municipio está en plena transformación y su gobierno comunal propende al bienestar del pueblo, ofreciendo soluciones en el vasto campo de la actividad que despliega.
Es alentador el progreso material y económico de la ciudad de Buenos Aires: el crecimiento de la población es uno de los más rápidos y extraordinarios que se observan en las metrópolis modernas y el último censo, levantado durante la actual administración, arrojó un total de 1.231.1598 habitantes que hoy alcanzan a 1.300.000.
El mecanismo municipal responde a servicios positivos para la comuna. El régimen rentístico-financiero, se ha perfeccionado y mediante una dirección apropiada, se ha estudiado el sistema tributario, excluyendo el interés fiscalista como único propósito. El desarrollo de la ciudad es un fenómeno natural al que la Intendencia Municipal ha respondido sin vacilaciones, extendiendo los servicios e intensificándolos, aparejando ambas exigencias un aumento de gastos considerable.
El presupuesto para el corriente año es de $ 31.604.697.67. La deuda municipal era, durante el año pasado, de $ 3°.529.061.14 m/n. y de $ 22.715.880.27 o/s., emergente de diversos empréstitos. El servicio que incumbe a la Municipalidad importa $ 3.118.789.41, el que se realiza con toda regularidad en los plazos estipulados.
En Noviembre de 1908, se contrató por el Intendente Municipal, el empréstito de $ 2.000.000 para casas de obreros, autorizado por ley número 4824, destinado a una obra pública esencial y reproductiva, en favor del proletariado, debiendo próximamente inaugurarse un primer grupo de casas habitaciones.
En Julio 2 de 1909 se llevó a cabo el empréstito de $ o/s. 15.000.000, autorizado por ley número 5296, destinado a diversas obras públicas, una de las cuales es la Plaza del Congreso, llevada a feliz término, gracias a una dedicación celosa, y la que ha sido ornamentada dignamente, como correspondía a la gran ciudad.
Hago constar en esta oportunidad, que la Intendencia ha entregado la tercera parte de ese empréstito, ósea $ m/n, 10.500.000 al Consejo Nacional de Educación, para fomento de la educación común, y que ese empréstito ha alcanzado el mayor tipo de contratación en el mercado argentino. También se han adquirido importantes bienes raíces, respondiendo a una acertada política inmobiliaria, que constituirá un valioso patrimonio y que prevé el Buenos Aires futuro, el coloso municipio del porvenir, repleto de población y ávido de espacios abiertos para sus pulmones. No sólo con el producido del empréstito mencionado, sino también con recursos ordinarios, se han adquirido terrenos y fincas, destinados a parques, plazas, paseos y ensanche de calles; cuestión fundamentalísima y puesta de manifiesto en algunas ciudades de Europa, especialmente de Alemania y sensiblemente desatendida hasta hace poco entre nosotros. Ello sólo caracteriza un gobierno de ciudad y así, la actual administración ha concebido su plan, armónico con el concepto moderno del gobierno metropolitano.
El estado financiero de nuestra Municipalidad no puede ser más floreciente, y dada su potencialidad económica, admite la negociación de nuevos empréstitos que se le hacen indispensables para proseguir en el camino trazado, en consonancia con el progreso y estética del municipio. Es prueba de ello que los títulos municipales se cotizan en las bolsas de Alemania e Inglaterra, algunos, cerca de la par, y otros arriba de ella.
Los señores legisladores tienen a su estudio la ampliación de la emisión de bonos de pavimentación, introduciendo mejoras en la economía de la ley, y la Ciudad de Buenos Aires, así como sus autoridades, esperan del H. Congreso, su pronta sanción, para entrar de lleno, en este problema tan trascendental y beneficioso para su mejor desenvolvimiento. Estos bonos han subido en un período de dos años de 71% a 91%.
La edificación es un problema de importancia excepcional; que va paulatinamente modificando la fisonomía de la ciudad, marcando una notable evolución en el período presente.
En 1909 se han expendido 14.500 permisos de nueva edificación, refacciones, etc. La Administración allanando las graves dificultades que se palpan, por carencia, de locales apropiados, ha dado su verdadera importancia a los establecimientos hospitalarios, inaugurando este año el grandioso hospital “Torcuato de. A1vear” y muchas otras salas y pabellones; y lo mismo puede decirse de otras obras, como los seis nuevos mercados ubicados en diversas zonas; los hornos incineradores de residuos, recientemente inaugurados, que suprimen la quema, foco de insalubridad que azotaba con sus humos y emanaciones a los habitantes de los vecindarios adyacentes.
Los grandes servicios comunales siguen paralelamente a la edificación y a los conglomerados de personas y tráfico; en materia de alumbrado público no cabe exageración al establecer que no hay ciudad en Europa, mejor iluminada que Buenos Aires; la fusión de tranvías ha fomentado las comunicaciones directas y baratas, por coordinación de servicios, sin trasbordo ni doble pasaje; el subterráneo municipal completará con su tráfico de pasajeros, la acción del Ferrocarril del Oeste en materia de cargas; y la concesión a las Compañías de Gas, además de resolver un problema edilicio, ha dado relieve a la autoridad municipal, como ha sucedido, igualmente, con los teléfonos, reconociéndosela sin reservas.
Se ha preparado el plano definitivo de la Ciudad de Buenos Aires, consultando su trazado actual y exigencias futuras, figurando la apertura de avenidas diagonales, en primer término, con el triple propósito de hermosear la capital, acortar las distancias y resolver el tráfico público.
Por último, ha sido eficiente también la Intendencia Municipal, en la activa gestión de la Asistencia Pública, modelo de institución en su servicio de primeros auxilios, hospitalización, vacunación e inspección veterinaria. Se hace rigurosamente el contralor de la elaboración y expendio de las substancias alimenticias; se perfecciona cada día el mecanismo del aprovisionamiento y abasto de dichos consumos, y se estudia la faz económica y. social de la carestía y costo de la carne; se ayuda y subvenciona a numerosas instituciones de caridad, asilos y clínicas, así como a bibliotecas y sociedades de educación; y en virtud del compromiso contraído por la Nación con la Provincia de Buenos Aires, se continúan con éxito las expropiaciones para el gran Bu1evard de Circunvalación, de cien metros de ancho y 28 kilómetros de extensión.
Pareciera inútil hablar de embellecimiento de nuestros jardines, si ello no constituyera una nota simpática al gusto y deseo de los habitantes de Buenos Aires. “La decoración floral se ha efectuado con éxito, y numerosas obras de arte, de firmas notables, han ido a completar el cuadro ameno y variado de nuestros paseos y jardines públicos.
La Municipalidad se ha preparado para la fecha histórica de nuestro centenario. La iluminación, las retretas en los paseos públicos, las diversiones populares, han de ser dignas de sus iniciativas, que hallan feliz complemento en el tributo honroso a los hombres de Mayo, a cuya memoria la Intendencia Municipal, levanta magníficos monumentos, que en breve se inaugurarán.
En la Conferencia Nacional de la Lepra, acto inicial de la lucha contra esta enfermedad, cuyas medidas de defensa importan un verdadero acto de civilización, se estableció sobre base estadística, el grado de difusión del mal y se dio origen al proyecto de la Ley para combatirla, sometido por el P. E. al año siguiente a V. H. y que aún espera vuestra elevada consideración. Estos antecedentes, representados por el Delegado del Gobierno Argentino, han merecido a la República una mención preferente en la reciente conferencia de Bergen.
En la misma época de aquella conferencia entró en vigencia y se dictó la Reglamentación de la nueva ley de Farmacias, que introduce una radical reforma en beneficio de las garantías que este servicio público debe ofrecer a la sociedad, y que devuelve, al mismo tiempo, sus privilegios a un importante gremio profesional universitario.
Llévanse asimismo a la práctica con toda asiduidad las medidas destinadas a asegurar la vacunación y revacunación, durante la travesía de los inmigrantes que entran al país, y que constituían el principal combustible de nuestras epidemias variólicas, que tienden a desaparecer definitivamente, merced al impulso comunicado a la inmunización metódica y permanente, principalmente en la Capital y Territorios Nacionales.
La vigencia de la ley de defensa contra el paludismo, dictada por V. H. bajo la inspiración de un alto pensamiento nacional, produce los benéficos resultados previstos. Los principios de esa ley y las disposiciones de su reglamentación, que han merecido el aplauso de altas autoridades extranjeras, en año y medio de aplicación que llevan, han determinado un considerable descenso en la morbilidad palúdica y un sensible mejoramiento en las condiciones de habitabilidad en la extensa zona endemia da.
Con motivo del gran incremento del cólera en Rusia y de su aparición en los puertos occidentales de Europa, entre las medidas adoptadas para prevenir su introducción al país, lo que felizmente se ha conseguido, se han creado agencias sanitarias para el examen de los pasajeros y vigilancia de los procedimientos profilácticos en los puertos de embarque. Estas agencias, multiplicadas convenientemente y con caracteres permanentes, están a la vez llamadas a prestar grandes servicios en la depuración de nuestra corriente inmigratoria, tarea trascendental que debe merecer nuestra preferente atención.
La ley sobre el trabajo de mujeres y niños, en vigencia relativamente, reciente, ha evidenciado ya sus ventajas en el sensible mejoramiento de las condiciones higiénicas del trabajo de las fábricas.
Por primera vez se ha podido llevar a los territorios nacionales los beneficios de una organización permanente en defensa de la salud pública. Actualmente funcionan en las capitales de seis de los principales territorios, oficinas sanitarias dotadas de lo indispensable para realizar con éxito la lucha contra las enfermedades infecciosas; y es de esperar que todo esto tendrá la más benéfica influencia sobre el desarrollo de la población en sus centros urbanos.
La salud pública se ha mantenido en todo el territorio del país en las mejores condiciones, y éstas siguen gradualmente los progresos de su organización sanitaria, hasta alcanzar en la capital de la República un grado que, traducido en el índice de la mortalidad, puede constituir el orgullo de la nación más civilizada.
El país espera, sin embargo, su ley de sanidad nacional, que es condición necesaria para la eficacia de la acción gubernativa al respecto.
Entretanto, la República ha tomado parte, por medio de Delegados, en todos los Congresos Médicos que se han celebrado en Europa, para el estudio de las altas cuestiones relacionadas con la higiene pública y la profilaxia en general, habiendo presentado trabajos que han merecido la aprobación de las más renombradas autoridades científicas.
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La Comisión de ciudadanos que designara el P. Ejecutivo hace apenas un año, para dar cumplimiento por su intermedio a la ley de celebración del Centenario, desempeña su cometido honroso con una consagración tan especial, que no ha bastado a rendirla ni esa extraña tendencia de nuestros periódicos de censurar sin oír, de fallar sin conocer. Merced a esa labor, el P. E. se ha visto desempeñado desinteresadamente, en el detalle y en el conjunto, por ese grupo de personas, al que tributo desde este sitio la expresión del reconocimiento nacional. Al fruto de ese esfuerzo, lo tendréis pronto extendido a vuestros ojos en forma múltiple y grandiosa, tal como V. H. lo dispusiera, en toda la vasta extensión que forma el territorio de la patria, y aun dentro y fuera de sus confines materiales, pues el efluvio de la conmemoración del gran día, será el mismo que hará ondular tras la montaña y más allá del mar, la bandera azul y blanca en las más remotas legaciones y consulados del país.
Pero es aquí, en la vieja ciudad de los Virreyes, en la Ciudad Metrópoli Colonial, en la cuna misma del movimiento revolucionario de 1810, donde verán las naciones de Europa y América el signo más alto de nuestro regocijo, en los números que la Comisión ha podido llevar a cabo, de los que forman el programa de la Ley.
Aquí se contemplará una plaza abierta en la misma entraña de la valiosa Avenida Central, que abarca por junto ocho manzanas de tierra y para la que han debido expropiarse más de ochenta propiedades. No es el pensamiento completo, como hubiera sido el de abrir ese mismo pulmón en torno de este edificio del Congreso para comunicarlo arterialmente con grandes avenidas futuras, cortándolo en todas direcciones; pero es el cumplimiento del designio de V. H. que quiso realizar el anhelo de una plaza higiénica en la zona más densa de la Capital, dando la perspectiva que exige este palacio y acomodándola desde ahora al intento, acaso practicable, de una salida que conduzca artística y rectamente al panorama del gran río.
Esta plaza nueva, que ha insumido el valor del empréstito de doce millones que V. H. autorizó, se ha destinado para consagración exclusiva del Congreso Nacional, desde el primer día de su constitución en Asamblea, hasta el presente y el futuro: por eso llevará como ornamentación impersonal y fastuosa los monumentos que la Ley creara en homenaje a la Asamblea de 1813, al Congreso de 1816, y en proyecto de Ley, al Congreso de 1853: trinidad que forma la historia de nuestro parlamento y los puntos de partida de las instituciones liberales, de la forma de Gobierno y de la Constitución de la República.
Dentro de breves días, pues, al inaugurar la histórica Plaza del Congreso, colocaremos también las piedras fundamentales de los dos primeros monumentos contratados ya, y acaso la del último si el H. Senado se sirve prestar su voto a la sanción de la H. Cámara de Diputados.
Por una feliz coincidencia se han unido los trabajos escultóricos que tomó a su cargo la Municipalidad con algunos de los que enumera la Ley 6286 y con los de su prerrogativa propia, de modo que nos será dado asistir a la inauguración de varias estatuas y monumentos, como los destinados a honrar a los miembros de la Primera Junta de Gobierno patrio, y al que sé levantará en la Plaza de San Martín en homenaje del Ejército de la Independencia, coronado como por un símbolo por esa vieja estatua del Gran Capitán que nos ha educado desde niños en una doble ternura de arte tradicional y de respeto al prócer.
Vosotros sabéis que la Comisión del Centenario ha realizado también vuestra deliberación concurriendo con su ayuda a los festejos de San Martín en Boulogne Sur Mer y en parte al costo de la estatua que una plausible iniciativa particular le erigiera con el concurso caluroso de la noble Francia. Y ya que de estatuas y monumentos hablo, os diré que el de la Independencia está en ejecución según contrato, como el del Ejército de los Andes, en Mendoza, y el de la Bandera, para la Ciudad del Rosario: pudiendo ser inaugurados este año el levantado al Deán Funes en la Ciudad de Córdoba, el de Castro Barros en La Rioja, y el de Pringles en San Luis.
Se han preparado cinco Exposiciones en esta Ciudad, de dimensiones tan amplias y felices que, reunidas, darán una impresión superior a una enorme Exposición Universal, lo que enuncio para decir cuan grandes son las fuerzas propias de la producción argentina, pues la mayor parte de esas Exposiciones son genuinamente de productos del país o a base de ellos. La primera, por su carácter nacional y por su importancia es, sin duda, la Rural y de Agricultura, que al abrir sus puertas, nos hará asistir a uno de los mercados que abastecen al mundo de carnes y cereales. La otra, sorpresa para muchos, será la Exposición Industrial. Nadie tendrá exacta idea de la Industria Argentina hasta que no reciba esta educación de la inteligencia que penetra por los ojos, reservada a la digna Asociación de la Unión Industrial que ha tenido a su cargo la organización completa de la Exposición que menciono.
La Exposición de Higiene es otro esfuerzo que nos ennoblecerá del punto de vista del pensamiento científico, complementado con un Congreso en el que figurarán sabios notables. Cuando se diga en los centros europeos que esta convocatoria del saber médico se ha realizado en un país que apenas tiene la vida de un hombre; que no ha faltado en la Sala uno solo de los últimos instrumentos inventados en el mundo para el desempeño de la Cirugía, y en su Academia el enunciado de uno solo de los principios que estudian y resuelven el problema de la salud, en los centros más civilizados de la tierra, se tendrá de la República Argentina un concepto tan honroso que acaso él alcance, y con justicia, a la América toda.
La Exposición Ferroviaria de Transportes Terrestres es una curiosa evocación histórica hacia los medios primitivos de locomoción, de comunicación y de comercio en estos países y su extraordinario proceso hasta la hora actual. Puede considerarse el interés que ella despertará si se recuerda la ceremonia que le dio origen: la celebración del 500 aniversario del Ferrocarril del Oeste, en la que se exhibía la maquinita “La Porteña”, que arrastraba su escaso convoyen 1857, -casi ayer-, y a su lado se veía una de las máquinas potentes de la hoy poderosa Empresa.
A esta Exposición han concurrido las naciones más importantes del orbe, merced a una inteligente labor de propaganda de la Comisión que ha tenido a su cargo dicho certamen.
Por último, figura en la reseña la Exposición de Arte del Centenario, que a pesar de los caracteres de una interesante y resuelta improvisación, ha servido de pretexto para convocar el arte secular de Europa. Se ha agregado a esta Exposición una sección retrospectiva de arte genuinamente nacional, curiosa rememoración de un pasado artístico que casi nos es familiar. La tela, el cuadro, el traje, el tapiz, la joya y el mueble antiguo, si esta palabra es permitida en boca de un pueblo de veinte lustros, figurarán al lado de verdaderas maravillas de Museos que la Europa nos ha enviado.
Tales son las Exposiciones que el P. E. ha ayudado a organizar de acuerdo siempre con la ley del Centenario. Y también ha podido contribuir en cierto modo a la realización de otra que, casi a última hora, tomó a su cargo la Cámara Española de Comercio, Industria y Navegación, dotándola de la fracción de terreno que solicitara, en la zona de Palermo, con el concurso del Intendente Municipal señor Güiraldes.
Esta muestra tan loable de energía de parte de esa institución, tiene para nosotros un mérito especial: es el concurso comercial de la colectividad española, para allegar a nuestra fiesta cívica un doble esplendor: el del trabajo y el de la concordia, sellada por los brazos como ya lo estaba por los corazones de los hidalgos españoles. Por eso las autoridades se han mostrado deferentes con esta Exposición particular, legítimamente incorporada a las Exposiciones Oficiales del Centenario.
En el programa figuran también grandes Congresos, como el Pan Americano, que le ha tocado tener por sede esta Ciudad. Dios ha de permitir que se inaugure la notable asamblea bajo un cielo sin nubes en toda la extensión de las Américas, como mejor augurio de su plan de alta civilización.
El Congreso de Higiene, al que antes hice referencia, es otro gran certamen en que figurarán nuestros médicos en consorcio intelectual con verdaderos sabios extranjeros. El Congreso Científico, prestigiado por la Sociedad Científica Argentina, ha llamado la atención por la multiplicidad y carácter de las cuestiones planteadas entre sus temas de estudio. El Congreso de Americanistas reanuda también en esta ciudad sus investigaciones, desde Viena donde funcionó la última vez; y finalmente, el Congreso Nacional de Mujeres que demostrará sin duda, de acuerdo con la tesis de Renán, la aptitud de la mujer para todas las cuestiones, aun las de orden filosófico, y en consecuencia su mejor derecho a una participación más activa en las altas especulaciones del espíritu.
Las provincias que no tienen estatuas o monumentos consagrados por la ley del Centenario, recibirán una ofrenda de rememoración por los servicios que prestaron a la causa de la Independencia, y en prueba de la solidaridad con que constituyen la Nación, ya en forma de escuelas monumentales o sencillas, parques o plazas, o donativos que las ayude a celebrar dignamente la gloriosa fecha. Esta contribución se hará extensiva a los Territorios Nacionales.
y para que la conmemoración alcance forma perdurable, cumpliendo Con la ley, se legará a la bibliografía argentina publicaciones copiosas, entre las que son dignas de mencionar las de los documentos relativos a la Revolución y la Independencia, que yacían sin la utilización debida en los archivos de la Nación y las Provincias. También debe citarse la reimpresión de la Gaceta y el precioso aporte de libros inéditos y de gran valor para los estudiosos, ofrecidos por la Universidad de La Plata.
El arte pictórico ha sido estimulado en forma de un concurso para tres cuadros fundados en la Historia Nacional. Se ha hecho igualmente un llamado a la Diosa Poesía para que concurra con su gracia sublime a la conmemoración de Mayo. Y asimismo se ha convocado la inspiración de escritores nacionales y extranjeros por medio de certámenes también previstos por la ley. La fuerza física, aquel artístico culto de la Grecia, figura como número especial, bajo el nombre de Juegos Olímpicos, y Concursos Hípicos Internacionales.
Tal es el rápido bosquejo del patriótico festival, con que el Gobierno se prepara a honrar el primer Centenario de nuestra emancipación. Falta enumerar desde luego, la entusiasta colaboración de las clases populares, el anheloso concurso de mil instituciones, centros y asociaciones particulares, que con sus distintos emblemas, se entremezclarán generosamente confundidas al himno inmortal que los niños de todas las escuelas repetirán por calles y plazas, bajo el augusto amparo de nuestra libertad que a todos alienta, que a todos preserva, que a todos conduce hacia el fin de un progreso general. Y falta también enumerar la imponente colaboración que las naciones extranjeras nos envían como hermanas mayores las unas, como hermanas todas, en el esfuerzo, en la lucha, en el triunfo de la civilización: a todas sabremos agasajar en la persona de sus ilustres representantes, abriendo ancho el corazón y la hospitalaria lealtad que hemos sabido conservar como rasgo distintivo de una noble estirpe.
RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
Grato me es comunicaros que nuestras relaciones exteriores con todas las naciones son de todo punto satisfactorias, y demuestran el grado de armonía y esmerada civilidad con que las cultivamos; y séame permitido agregar que en raras épocas se ha encontrado nuestro país en un estado tan culminante de consideración recíproca con las naciones amigas. La única excepción que, me es dado mencionar en este caso, se refiere a la interrupción de relaciones diplomáticas en que nos encontramos hasta el presente con la República de Bolivia.
Es oportuno recordaros al respecto las desagradables circunstancias que determinaron a éste Gobierno a suspender, en defensa de su propio decoro, las relaciones con el país vecino; y, aun cuando todos los antecedentes del caso fueron en oportunidad relacionados en el “Libro Azul” expedido por este Departamento, la necesidad de integrar la relación de este documento en la forma que corresponde, indúceme a retrotraer las cosas y exponer, aunque sea someramente, ciertos antecedentes.
A solicita requisición de 105 gobiernos del Perú y de Bolivia, acepté, la administración de mi predecesor la delicada tarea de dar cima, por medio de una decisión arbitral, a la antigua y complicada cuestión de límites que mantenían aquellas dos repúblicas.
La fundamental dificultad del caso consistía en que se trataba de límites no gráficamente descriptos en los títulos y respectivos documentos de dominio, y que la zona litigiosa estaba radicada en territorios ignotos y totalmente desiertos en la época originaria de la designación de los confines respectivos, desiertos que hasta hoy mismo se mantienen relativamente inexplorados y que, por lo tanto, se agrandaba con ello la incertidumbre para proceder con un criterio positivo sobre los hechos en contienda y un claro discernimiento sobre el derecho de ambas partes.
Con el espíritu levantado y sereno de un gobernante llamado a decidir un trascendental conflicto, dominado por un sentimiento de alta imparcialidad para dar, procediendo de acuerdo con la letra y facultades del compromiso arbitral, a cada uno de los contendores aquello que pareciera más resaltan te en su favor según sus títulos, y según los dictados de la equidad, cuando debiera intervenir ésta como base de criterio, se dictó el laudo aconsejado por la opinión de tres juristas distinguidos, de prominente actuación en el país.
Conocéis, y no debo detenerme a referiros una vez más, el proceder del gobierno de Bolivia contra aquel laudo, y los turbulentos y desgraciados sucesos que trajeron como consecuencia la dura alternativa en que este Gobierno se vio colocado, o de tolerar con indiferencia los desmanes que fueron de notoriedad; o de cortar sus relaciones, en defensa de su dignidad propia, y así se hizo.
Con posterioridad a tales sucesos, este Gobierno ha sido sucesivamente solicitado por tres naciones amigas para restablecer el curso de las relaciones diplomáticas, pero teniendo en cuenta serias circunstancias que obstaban a ello y la necesidad de dar tregua, hasta tanto la opinión pública se muestre mejor dispuesta a cualquier medida tendiente a reanudar la buena armonía, ha sido inevitable declinar tan amistosos ofrecimientos.
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Resuelto por la Oficina Internacional de las repúblicas americanas en Washington, que la Cuarta Conferencia del Congreso Panamericano debía celebrarse en esta capital, y figurar como uno de los puntos más sobresalientes entre los del programa de las celebraciones del Centenario de la histórica Revolución de Mayo, este Gobierno viene consagrando toda su asiduidad y empeño a fin de que ese acto de tan importante trascendencia para las buenas relaciones y consolidación del espíritu de unión entre todas las repúblicas de América, tenga lugar, con no menor brillo, al menos, del que se ha desplegado en las otras capitales donde se celebraron las anteriores.
Se distribuyeron con tal objeto las invitaciones del caso; y, valiéndonos de los buenos oficios de las legaciones de los Estados Unidos, tanto en Buenos Aires como en La Paz, se hizo llegar en términos adecuados, al gobierno de Bolivia, la que le correspondía, habiéndose recibido por los mismos intermediarios el acuse de recibo a aquella invitación; y es de advertir que esas mismas legaciones, procediendo de acuerdo con este Gobierno, tuvieron la amabilidad de ampliarla. El Gobierno de Bolivia ha querido, no obstante, una declaración acerca de su título como una de las repúblicas americanas para concurrir al Congreso, y esa declaración ha sido hecha por la precitada oficina.
En el interés de que la reunión del Congreso pueda tener lugar sin interrupciones ni tropiezo de ningún género, y de que los delegados de las naciones respectivas puedan encontrar mayores facilidades de .actuación en esta capital, y dispongan a la vez de mayor tiempo para su traslación, se ha fijado la reunión para un día del mes de Julio próximo, que se designará oportunamente.
Me es satisfactorio, con este motivo, hacer presente al H. Congreso la buena voluntad del Gobierno de los Estados Unidos y la franca y decidida cooperación que pone de su parte a fin de que pueda celebrarse el Congreso con el mejor éxito.
El programa para las reuniones ha sido formulado por la Oficina Internacional de Washington; y con el fin de evitar toda intervención que pudiera herir susceptibilidades, fue instruido el Representante Argentino de abstenerse por su parte de formular proposición alguna para el Programa. Agregaré para terminar con esta materia, que fue enviado un Delegado en Misión Especial para hacer llegar a todas aquellas Repúblicas de la América Central con las cuales nuestras relaciones son más remotas, el agrado con que este Gobierno vería a sus Delegados formando parte del Congreso; y hay razón para esperar que la reunión será satisfactoria en número y en espíritu y ha de dar benéficos resultados para el progreso y bienestar de las Naciones Americanas.
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En el curso de la negociación del empréstito últimamente autorizado por V. H. se tropezó con una dificultad inesperada, que puso por un momento a prueba nuestras antiguas y buenas relaciones con el Gobierno de la República Francesa. La resolución adoptada por este Gobierno acerca de la adquisición de armamentos para el ejército, después de haber oído diversas proposiciones de casas fabricantes, de varias naciones, entre las que figuraban firmas francesas, dio margen a un cierto resentimiento, y a que como consecuencia, se impidiera por el Gobierno referido la cotización de los títulos de aquel empréstito, a fin de evitar según se dijo, que los recursos obtenidos por medio de esa operación, sirvieran para favorecer la industria de otros países. El hecho causó, sin duda, ingrata impresión, porque parecía una medida inconsistente con la buena armonía y particular simpatía que de tanto tiempo ha vinculado a las dos Repúblicas. Grato es, empero, manifestaros que, como lo veréis más adelante, el Gobierno Francés, con el tacto y espíritu liberal que predominan en sus actos, se apresuró en momento oportuno a levantar espontáneamente aquella interrupción.
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El espíritu patriótico de algunos argentinos residentes en París, concibió la plausible idea de levantar una estatua al General San Martín, ilustre prócer de nuestra Independencia y libertador de Repúblicas vecinas y amigas. Los respectivos Departamentos de este Gobierno se asociaron a ese pensamiento, prestando cada uno de ellos su decidida cooperación. La estatua debía ser erigida en Boulogne Sur Mer, donde el ilustre guerrero pasó los últimos días de su vida.
Preparadas todas las cosas allí donde debía inaugurarse el monumento, la comisión de ciudadanos referida, solicitó acertadamente la buena voluntad y concurrencia del Gobierno y autoridades respectivas de la Francia; y me es altamente honroso manifestaros con la más legítima satisfacción, que el Gobierno de aquel ilustre país se asoció con tanto entusiasmo y liberalidad como pocas veces se ve, cuando se trata de actos ajenos al sentimiento nacional.
Se nos facilitó el envío de un cierto contingente de fuerzas tomadas del regimiento que conserva el nombre de aquél que fue creación de nuestro General, can sus respectivos equipos y caballos; se facilitó la permanencia de nuestros buques de guerra destinados a contribuir a la ovación con que debía celebrarse el Monumento; el Ministro de Guerra de la Francia honró con su presencia tan simpática fiesta; el pueblo mismo de Boulogne Sur Mer y sus alrededores se pronunciaron con tal entusiasmo, como si de un héroe de su propia Nación se tratara; representantes caracterizados de gran parte de las naciones americanas favorecieron con su presencia y no pocos con sus calurosos discursos, aquella solemnidad que por todo ello y tantos otros títulos dejó tan gratos recuerdos en el corazón de los argentinos, y obliga nuestra gratitud hacia el pueblo y Gobierno de la Francia, como también hacia las de otras naciones presentes allí por medio de sus representantes.
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Durante el período de tiempo de que me ocupo, un buen número de buques de guerra, entre los que figuran de México, de Estados Unidos, de Italia, de Inglaterra, de Francia, de Alemania y de Portugal, han visitado nuestro puerto correspondiendo con debida cortesía a iguales atenciones que en sus respectivos países recibieron de la Argentina por medio de la Fragata Sarmiento, y este Gobierno se siente halagado con esa prueba de consideración a nuestro país.
Merece recordar en este momento, por su especial importancia, que la llegada de las naves francesas bajo el comando del Almirante Aubert, dio lugar a expresivas manifestaciones de simpatía de parte del pueblo y Gobierno. Argentino. Hubo allí en medio de situación tan propicia, ocasión de hacer vibrar una vez más los acentos de recíproca cordialidad que ambos países se dispensan; y fue justamente en una de las demostraciones que con tal motivo se hacían, que se recibió la grata noticia de que el Gobierno Francés, correspondiendo a la entusiasta acogida que se dispensaba a sus marinos, había levantado motu propio la prohibición establecida a la cotización de nuestros títulos de crédito en la importante Bolsa de París.
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Tuve ocasión de hacer presente al H. Congreso al inaugurar las sesiones del año anterior, la gestión que había sido promovida por el Representante del Gobierno Uruguayo, con el propósito de eliminar ciertos rozamientos que pudieran haber quedado subsistentes con motivo de pasadas emergencias que dieron lugar a delicadas cuestiones. Pude entonces anunciaros que, dejando libradas las negociaciones a la acción tranquila y serena de la diplomacia, era de esperar se llegaría a una solución satisfactoria para ambos países, y hoy me es muy grato comunicaros que así ha sucedido.
La negociación tuvo en su curso variadas alternativas, y la opinión, si bien en este país se manifestaba tranquila no ocurría lo propio en la vecina orilla, donde por ofuscación, sin duda, se creía que este país y su Gobierno se rehusaban a tomar en justa consideración las reclamaciones que de aquel lado procedían. Fue, pues, tarea común y asidua, tanto de nuestra Cancillería como de la Uruguaya, tratar de mantener la necesaria compostura en el cambio de ideas que se operaba para poder llegar a resultados que dejaran satisfechas las aspiraciones respectivas; y cúmpleme expresar que el Gobierno Uruguayo se mostró para ello bien dispuesto. Mientras tanto, con el transcurso del tiempo y el empeño que se ponía en juego para calmar la exageración de ciertos espíritus, se obtuvo que los sentimientos se atemperasen y no fue difícil entonces encontrar un medio de solución que consultara los recíprocos intereses de uno y otro Estado.
Consideró, pues, este Gobierno, llegada la oportunidad de poner término a las negociaciones pendientes proponiendo una fórmula adecuada para ello y se confió con tal propósito una Misión Especial a nuestro distinguido Enviado Extraordinario y Ministro plenipotenciario ante los Gobiernos de Italia y Suiza, Dr. D. Roque Sáenz Peña, que se encontraba accidentalmente en ésta, quien, con el espíritu levantado que lo caracteriza, llevó a feliz conclusión, lo que había formado la materia del debate. Se firmó como consecuencia, en Montevideo, con fecha 5 de Enero, un Protocolo en el cual quedaron solucionadas las dificultades suscitadas, con grande satisfacción para argentinos y uruguayos, que vieron despejarse por medio de aquel acto, sombras y resentimientos que no debieron albergarse en el espíritu de dos pueblos de común origen, unidos por estrechos vínculos y destinados a vivir en franca y leal amistad.
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Las relaciones de algunos países sobre la costa del Pacífico con los cuales mantenemos estrecha vinculación de amistad, se encuentran actualmente un tanto perturbadas con motivo de cuestiones sobre límites y territorios adyacentes.
Este país contempla y respeta la acción independiente de aquellos Gobiernos y desea vivamente que puedan llegar a términos decorosos de arreglo que restablezcan la buena armonía; y, si bien reconoce que no le incumbe mezclarse en contiendas ajenas, no ha dejado de manifestar, siempre que la ocasión se ha presentado, su buena disposición para cooperar en sentido amistoso al mantenimiento de la paz tan necesaria para el bienestar y progreso en esta parte del Continente.
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Me complazco en anunciaros que se ha terminado últimamente un Tratado de Arbitraje con el Gobierno Británico, en análogos términos a los que aquella Nación tiene suscriptos con otros Estados del Continente Europeo y de América, que os será sometido en oportunidad para su consideración y aprobación, si os dignareis prestarla.
Confío en que en el curso del presente año os serán también sometidos los tratados de comercio que se gestionan actualmente con los Gobiernos de Portugal, de Dinamarca, de Países Bajos y el de Chile, que a pesar de los buenos deseos para terminarlo, ha dado lugar a algunas inevitables demoras.
Cúmpleme también anunciaros que os será presentada la Convención sobre la demarcación de las Islas de los ríos Uruguay e Iguazú, sobre lo cual está para firmarse el acuerdo correspondiente entre este país y el Brasil.
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En breve será firmada una Convención Consular con el Embajador de Turquía en Italia y nuestra Legación allí acreditada, que nos permitirá el nombramiento de Cónsules en el Imperio de Turquía y en Egipto, destinados a promover nuestros intereses comerciales en aquellos países, los que seguramente no carecerán de importancia. A su vez el Gobierno Otomano acreditará en este país los que le convenga para la mejor gestión de los suyos.
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Este Departamento ha quedado encargado de gestionar todo lo que se relaciona con la recepción y alojamiento de Jefes de Estado y Misiones Especiales, que están en vía de favorecernos con su presencia en la celebración del Centenario. Tenemos motivos de complacencia por la forma amistosa con que las naciones invitadas han correspondido a nuestra solicitud, y será motivo de alta satisfacción para el sentimiento patriótico de los argentinos, verse así acompañados con tan grata demostración de las naciones amigas.
Comprendo cuan agradable ha de seros la comunicación que me incumbe hacer en este momento de la llegada de dos huéspedes de carácter prominente. Me refiero al Eximo. Señor Presidente de la República de Chile y a la Infanta Isabel en representación de S. M. el Rey de España.
De tiempo atrás había anunciado el primero, como una espontánea muestra de particular simpatía a nuestro país, su disposición. de contribuir con su presencia a la celebración del hecho glorioso que tuvo en aquel entonces intensa repercusión en Chile, donde a la vez se produjo el levantamiento de aquel pueblo en Septiembre del mismo año, inspirado por iguales móviles, y respondiendo a los mismos propósitos de libertad, y que después de haber batallado heroicamente por la causa común de la emancipación de cada uno, recibieron su consagración definitiva e irrevocable con la proclamación de la independencia en 1816 en la Argentina y en 1818 en Chile.
La retribución impuesta por este acto de amistosa cortesía, no ha podido ser más grata para el Gobierno Argentino, por cuanto tiende a estrechar más los vínculos que unen a las dos naciones, y abre el camino para que el Presidente y autoridades de la Argentina correspondan con entusiasmo a esa demostración, contribuyendo a celebrar en el próximo mes de Septiembre el Centenario de la nación amiga.
Es a la vez altamente halagador para todos los que rinden culto al amor de sus antepasados y a los vínculos de sangre que nos unen al pueblo de España, la deferencia con que S. M. el Rey Alfonso XIII ha querido demostramos su especial estimación, enviándonos una Infanta digna por todo título de consideración y respeto, y estrechamente vinculada por lazos de parentesco al Soberano reinante.
El Pueblo Argentino, fiel a sus sentimientos de cultura y a su espontánea simpatía, sabrá significar a tan conspicuos huéspedes toda la efusión de su miramiento y respeto.
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Al terminar este Capítulo, séame permitido dejar constancia de la invariable línea de conducta que ha seguido este Gobierno en sus relaciones con todos los Estados, tanto de América como de Europa, de estrechar cada vez más sus vínculos de amistad, y de propender, así a la consideración a que un país se hace acreedor, cuando pone los medios a su alcance para cultivar su inteligencia y espíritu de armonía con aquéllos que le dispensan iguales muestras de respeto y deferencia.
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Una vez más me es grato poder manifestar a V. H. que la Iglesia Argentina desempeña eficazmente su alta misión, merced a los dignos prelados que están al frente de ella y a la cooperación prestada por el Gobierno.
Con motivo del lamentable fallecimiento del dignísimo Obispo del Paraná, Dr. Roseado de la Lastra, ocurrido el año pasado, se consideró urgente proveer esa vacante, y el P. E., cumplidas las prescripciones constitucionales, encomendó a la Legación acreditada en la Santa Sede, presentara para ocupar dicha Diócesis en calidad de Obispo titular, al Vicario Foráneo de la Rioja, Dr. Abel Bazán, a fin de obtener la investidura canónica a tan alta dignidad.
Iguales gestiones se promovieron a favor del Presbítero Doctor Juan Martín Yaniz, para ocupar la Diócesis de Santiago del Estero, erigida en Obispado en Julio de 1907.
Terminados los procesos canónicos que son de práctica iniciar, la Santa Sede ha expedido las bulas correspondientes, instituyendo como Obispos del Paraná y de Santiago del Estero a los Doctores Bazán y Yaniz, las que se encuentran en trámite, conforme con lo que prescribe la Constitución antes de concederles el pase a que la misma se refiere.
En mérito de lo dispuesto en la Ley Nº 6771, el P. E. recomendó a la misma Legación iniciara las gestiones del caso para la erección canónica de las nuevas Diócesis de Catamarca y de Corrientes, y las desmembraciones eclesiásticas de las indicadas Provincias de las Diócesis de Tucumán y del Paraná, respectivamente.
Estas gestiones, corno las anteriores, tuvieron un resultado satisfactorio y las Bulas se encuentran en poder del Gobierno, a las cuales se acordará en breve el pase correspondiente por haber tomado la Suprema Corte de Justicia Nacional la intervención establecida por el Art. 86 de la Constitución.
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Cúmpleme recordar en esta oportunidad los eminentes servicios que prestan al país las distinguidas damas que están al frente de la Sociedad de Beneficencia de la Capital, por su acción inteligente y por su constante dedicación en la gestión tan vasta y delicada de los intereses públicos que les están confiados.
Esta benemérita institución es objeto de especiales y merecidas atenciones de parte del Gobierno, que ha procurado siempre proporcionarle los mayores recursos posibles a fin de que pueda desempeñar con mayor eficacia su simpática y humanitaria misión.
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Las construcciones de asilos y hospitales regionales, que se llevan a cabo en virtud de la Ley 4953, siguen adelante. En el corriente mes se abrirá al servicio público el hospital de Resistencia; y, a fines de este año, podrá habilitarse, parcialmente, el asilo de niños retardados, en Luján, provincia de Buenos Aires, y a principios de 1911 el de alienados, en Oliva, provincia de Córdoba.
Muy en breve también, se dará comienzo a la construcción de hospitales comunes en Salta, en Bell Ville, y en algunos territorios nacionales, como a la de sanatorios para tuberculosos, leprosos, etc., desarrollándose, gradualmente, el plan general presentado por la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales, y aceptado por el Gobierno.
HACIENDA
Para exponer con mayor claridad y exactitud las ideas, los hechos y los datos que se refieren a la hacienda pública, en su función administrativa y en sus relaciones con la formación y el aumento de la riqueza nacional, empezaré por llamar vuestra atención sobre la situación monetaria, el desarrollo económico: y las condiciones financieras que presenta el país en los primeros diez años del siglo que corre; y para cerrar el capítulo, expresaré algunas consideraciones sobre el uso del crédito por las Provincias, las instituciones bancarias de la Nación, el último ejercicio y el sistema rentístico.
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El cambio operado en nuestra situación monetaria, constituye, para la. economía nacional, el hecho de más trascendencia que se registra en el período enunciado, pues él importa la solución del problema del papel moneda y la comprobación más elocuente del poder de expansión de las fuerzas productoras de la República.
En 1902 el fondo de conversión constituido por las cantidades en oca que se entregaban a la Caja en cambio de billetes, alcanzaban apenas a 2843 pesos y actualmente sube a 201.653.000 pesos, sin contar los 30.000.000 existentes en el Banco de la Nación, formados con recursos del Gobierno para garantir las emisiones anteriores a la Ley 3871. Reuniendo ambas sumas tendremos que el Tesoro de conversión asciende al 70% del valor de todas las emisiones que están en circulación activa o en la caja de los Bancos; proporción que, según la experiencia universal y el ejemplo de los grandes Bancos emisores del extranjero, debe considerarse bastante para asegurar una convertibilidad permanente.
De manera que, comparando nuestro encaje de conversión con las más altas sumas que a igual destino responden en otras naciones, resulta que ocupamos el cuarto lugar, ya que sólo nos aventajan el Banco de Francia, la Tesorería de Estados Unidos y el Banco de Rusia.
Pero lo que más debe halagamos es el hecho de que el rápido y extraordinario crecimiento de la existencia en oro de la Caja de Con versión es debido a los excedentes de nuestro comercio internacional y las importaciones de capitales, que han venido acumulándose desde 1901 hasta el presente; como asimismo la circunstancia de que las sumas depositadas en el Banco de la Nación para garantir las emisiones en descubierto, proceden exclusivamente de rentas generales, sin que por ello se haya resentido en lo más mínimo la atención de los servicios públicos.
Puede decirse, pues, que la formación del fondo de garantía de toda nuestra circulación fiduciaria, es el resultado de la producción nacional, que ha permitido que nos sean favorables los saldos de la balanza comercial, de la desahogada situación del erario en los últimos años, y del empeño con que el Gobierno ha persistido en la realización de los propósitos que inspiraron la ley respectiva.
Como consecuencia de tales éxitos nuestro comercio interno se ha desenvuelto en un ambiente de prosperidad y de plena confianza, aumentando en proporciones inesperadas la actividad y el número de sus transacciones, lo que a su vez ha venido a dar mayor amplitud a las necesidades de la circulación monetaria.
Como un dato que evidencia esta situación, puedo enunciar el incremento de las operaciones bancarias en general.
En efecto, en 1900 los depósitos de los bancos sumaban pesos moneda nacional 700.300.000 y pesos oro 23.900.000 y hoy pasan de pesos moneda nacional 1.139.000.000 y de pesos oro 35.123.000.
Los descuentos y adelantos en cuenta corriente han aumentado de pesos moneda nacional 611.800.000 y pesos oro 39.000.000 a pesos moneda nacional 1.022.543.858 y pesos oro 32.854.654.
Las existencias de los bancos en el país, que eran de pesos moneda nacional 199.400.000 y pesos oro 26.200.000, llegan hoy a pesos moneda nacional 349.507.000 y a pesos oro 62.655.989.
Al 31 de Marzo, la existencia total de oro en el país ha llegado a 264.2 millones de pesos, cifra que señala la más alta cantidad de metálico jamás alcanzada. De esta suma existían 201.6 millones en la Caja de Conversión y 62.6 millones en las cajas bancarias.
Con la importancia de este caudal en oro, puede considerarse completamente asegurada la estabilidad del valor de nuestra moneda actual, y aun decirse que nos encontramos de hecho en la conversión prevista y prometida por la ley precedentemente citada. Por lo que al desarrollo económico se refiere, el crecimiento de la circulación monetaria realizado en el período que consideramos y cuyo monto excede de un 135 %, está lejos de ser un hecho anormal; él se relaciona con el desarrollo del comercio exterior en los años 1900 a 1909, aumentado de modo considerable, tanto en las importaciones como en las exportaciones.
Las importaciones, que en 1900 fueron de pesos oro sellado 113.435.067, en 1909 sumaron pesos oro sellado 302.756.095, lo cual da un aumento de 166%. Las exportaciones señalan un crecimiento casi paralelo, pues en 1900 marcaron un valor de pesos oro sellado 154.600.412, y en 1909 se han elevado a 397.350.528, lo que representa un aumento en los diez años de 156%.
Resumiendo estos datos, tenemos Que el intercambio comercial argentino, que en 1900 fue de pesos oro sellado 268.085.520, se eleva en 1909 a la ingente suma de 700.106.623 pesos oro sellado, o sea un crecimiento de 161%.
Igual progreso se observa en lo que atañe a la índole de las importaciones, estudiadas éstas desde el punto de vista económico, pues han mejorado notablemente, en el último decenio, las de carácter reproductivo, elevándose su porcentaje de 32.8% en 1901 a 51.5%% en 1909.
Con el aumento de la población, la edificación se ha desarrollado en proporciones desconocidas, como lo prueban los materiales introducidos del extranjero y el consumo de artículos importados que se pagan con los salarios y los beneficios de los que en ella intervienen.
La importación de animales destinados al mejoramiento de la ganadería, que es una de nuestras principales fuentes de riqueza, ha aumentado considerablemente; la de los elementos del trabajo industrial. sigue verificándose en vasta escala; la introducción de semillas, antes insignificante, hoy absorbe anualmente millones de pesos; y las importaciones consistentes en material agrícola, que abarata y extiende la producción, multiplicando la eficacia del esfuerzo del agricultor, asumen proporciones que superan en un año al de décadas anteriores.
Igualmente las estadísticas de importación, acusan una evidente mejora en los consumos de las clases obreras, revelando una situación de bienestar que no sólo las clases superiores aprovechan.
Todas estas cifras, índices de sólido y satisfactorio adelanto económico, se confirman plenamente por los saldos que la balanza comercial arroja en favor del país durante la década 1900 a 1909, saldos que ascienden a pesos 676.792.110 oro; así como por las cantidades que son exponentes del comercio de metálico en esos diez años, y que acusan una importación de 241.805.627 pesos oro sellado y una exportación de sólo 18.481.604 pesos oro sellado.
Entre los efectos producidos por el desarrollo económico que en tan vastas proporciones viene operándose en el país, cabe mencionar el desahogo y la prosperidad de las finanzas de la Nación, sin desconocer que también han cooperado a ese éxito, operaciones ventajosas, facilitadas por la restauración y afianzamiento del crédito.
Como es sabido, nuestra deuda interna se componía de títulos de diversos tipos de interés y amortización, circunstancia que influía en la desvalorización de su precio, sobre todo en aquéllos de más baja tasa de renta. La unificación de esa deuda en el Crédito Argentino interno de 5% de interés y 1% de amortización, fue una de las primeras operaciones realizadas en el período constitucional que me ha cabido el honor de desempeñar.
La subsistencia del empréstito denominado “Morgan” en los mercados europeos, concurría también desfavorablemente en la valorización de los demás títulos argentinos, por su alto tipo de interés y por las garantías especiales afectadas a su servicio. Urgía, pues, el retiro de ese empréstito, y a tal efecto, convertida la deuda interna, se celebraron operaciones de crédito que fueron después consolidadas con la negociación de un empréstito interno de 5% de renta y 1% de amortización, realizado en las más favorables condiciones. Con este empréstito se consiguió a la vez transformar en deuda interna una parte importante de la deuda exterior.
Con el retiro del empréstito “Morgan” y con las amortizaciones ordinarias por valor de 25.000.000 de pesos oro, hechas durante los últimos cinco años, la deuda externa ha quedado reducida a 310.000.000 $ oro al 31 de Diciembre de 1909; habiéndose, por otra parte, extinguido el empréstito inglés de 1824 y el de ferrocarriles de 1880.
La deuda interna en igual fecha de 1909, ascendía a $ oro 87.734.000 y $ m/n. 115.345.000.
Es así como sumando toda nuestra deuda consolidada, externa e interna a oro y a papel, resulta que el importe total de ella no ha aumentado con relación al de 1900. En efecto, en ese año, la deuda consolidada ascendía a $ o/s. 447.121.889, siendo en 1909 de $ oro sellado 448.362.648.
Mientras el movimiento de esa deuda ha permanecida estacionario, las rentas nacionales han crecido de 64 a 120.000.000. Esta circunstancia ha influido favorablemente sobre la relación existente entre los servicios de las deudas y el producido de las rentas, siendo esa relación de 43% en 1901 y de 22% en la actualidad, proporción satisfactoria si se la compara con la que ofrecen la generalidad de las naciones.
Igualmente la relación entre el comercio internacional y la deuda consolidada, ha descendido de 1.66 en 1900 a 0.64 en 1909; y esta misma relación entre el comercio exterior y las rentas nacionales, ha sido de 0.24 en 1900 y de 0.17 en 1909; todo lo cual se demuestra en el siguiente cuadro:
 Debe, además, tenerse en cuenta que para apreciar el gravamen efectivo de las deudas, hay que deducir del importe de los servicios las entradas que representan para el Estado las inversiones hechas en obras reproductivas, como igualmente conviene distinguir lo que es una carga por intereses de lo que se abona por amortización.
En realidad, a parte de las deudas de provincias, los empréstitos argentinos, en su mayoría, han sido destinados a la construcción y desarrollo de obras eminentemente reproductivas, que han contribuido a labrar el engrandecimiento del país.
Para la adquisición de las obras de salubridad, se contrajo un empréstito de $ o/s. 32.000.000, y para continuarlas se autorizó el uso del crédito por más de 70.000.000 de pesos, habiéndose sólo emitido 12.000.000 en 1907 para gastos de la Defensa Agrícola. La construcción del Puerto de la Capital y la compra del Puerto de La Plata están representadas en la deuda pública por $ oro sellado 22.000.000.
La edificación escolar, la construcción de puentes, caminos, telégrafos, etc., comprenden la mayor parte de los 80.000.000 en títulos del Crédito Argentino de 1905 con que se convirtieron las emisiones verificadas para la realización de tales obras. El último empréstito, como ya se sabe, se destina al aumento del capital del Banco de la Nación, a la construcción y equipo de ferrocarriles y al fomento de los territorios nacionales.
Y bien: actualmente los ferrocarriles del Estado producen más de 14.000.000 de pesos, o sea el 7% del capital que representan. El puerto de Buenos Aires y sus servicios producen cerca de 13.000.000 de pesos anuales, o sea más del 50% del empréstito efectuado para su construcción.
Las Obras de Salubridad producen alrededor de 8.500.000 pesos, suma que equivale al 10% del monto del empréstito de 1891 y de los títulos emitidos hasta la fecha para la prosecución de las mismas. Las líneas telegráficas, que llegan hasta las más apartadas fronteras de la Nación, producen ya 2.600.000 pesos al año.
Debe agregarse a esto, que los edificios públicos construidos durante los últimos años, reportan importantes economías en alquileres, habiendo a su vez aumentado el patrimonio privado de la Nación.
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La deuda procedente de letras de tesorería y del uso del crédito a corto plazo en Europa, ha motivado, durante los últimos 4 años, un desembolso de 25.853.636 pesos, para su completa cancelación; de modo que a la fecha, esos débitos están totalmente extinguidos, y sería de desear que este expediente para crear rentas desapareciese de nuestras prácticas financieras. N o puede desconocerse realmente que la influencia de esta clase de deudas redunda siempre en menoscabo del crédito nacional, pues constituye un procedimiento cuyo carácter no encuadra en las formas comúnmente usadas por los Estados para proporcionarse recursos extraordinarios.
Las letras de tesorería sólo pueden justificarse cuando ellas revisten un carácter provisorio, para ser retiradas con los ingresos de rentas generales dentro del mismo ejercicio en que se han emitido; pero si se van transfiriendo Y aumentando de año en año, constituyen un empréstito disimulado, sin ley que lo autorice, que le fije límites, que le dé aplicación y que le establezca el contralor necesario.
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Durante los últimos cuatro años se han retirado y amortizado títulos de deuda pública por valor de 82.000.000 de pesos y se han llevado al fondo de conversión, para completarlo, hasta los límites que la ley respectiva le fija, $ o/s. 18.289.455 tomados de rentas generales.
No obstante de haber hecho frente a todas esas erogaciones, en el trienio 1907-1909, los ejercicios se han cerrado siempre con superávit y el total a que éstos ascienden en esos tres años, es de 23.000.000 de pesos, que han sido aplicados a pagar la deuda exigible por expedientes, dejándola reducida a los límites impuestos por las mismas exigencias y formalidades del trámite administrativo.
Cabe también consignar como un testimonio de bien ordenada administración, que no obstante haberse gastado en cinco años más de $ 150.000.000 en obras públicas que tenían en su mayor parte recursos en títulos, la deuda interna a papel sólo ha aumentado en $ 26.171.000 durante ese tiempo. Ello se explica por la prudencia con que se ha procedido en lo referente a emisiones de títulos, pagándose en efectivo las erogaciones a que se destinaban. En tal virtud han dejada de emitirse cerca de $ 80.000.000, que habrían venido a acrecentar la deuda pública en esa suma, recargando el presupuesto con 4.500.000 pesos para atender su servicio,
Podría creerse que tan elevado esfuerzo económico , realizado en cumplimiento del propósito de sanear las finanzas, se ha verificado con detrimento de los servicios públicos o de las obras de cultura y de progreso general reclamadas por el país; sin embargo, no es así, como lo demuestra el más sucinto estudio de los gastos en los Departamentos de la Administración que ofrecen cifras de mayor importancia en ese sentido, y en que se atienden necesidades de más rápido desdoble, exigidas por el progreso nacional. Estos Departamentos son los del Interior, Justicia e Instrucción y Obras Públicas.
SUMAS GASTADAS POR PRESUPUESTO, LEYES ESPECIALES Y ACUERDOS
DEPARTAMENTOS

El cuadro que entrego a vuestro estudio y que abarca el monto de los gastos correspondientes a la década 1900-1909 evidencia que en el Departamento del Interior, de 1900 a 1906 inclusive, los gastos se elevaron de 15 a 21 millones y en el trienio 1907-1909 aumentaron de: 21 a 31 millones; lo que da una proporción mucho mayor de aumento para estos tres últimos años que para los siete primeros.
Este notable crecimiento de gastos queda explicado por la naturaleza misma de los servicios administrativos que los han exigido, y entre los cuales figuran los de Correos y Telégrafos, Policía, Departamento Nacional de Higiene y Territorios Nacionales.
En Justicia e Instrucción Pública el aumento es más notable aún, pues de 12 a 19 millones que alcanza el gasto desde 1900 a 1905 inclusive, sube a mucho más del doble, es decir, de 19 a 42 millones, de 1905 a 1909.
Sin embargo, es justo reconocer que ese aumento está representado, en el progreso nacional, por la incorporación de nuevos e importantes institutos de enseñanza superior y profesional. que complementan la organización de los altos estudios en el país, y por el funcionamiento de crecido número de nuevas escuelas de comercio, de colegios nacionales y escuelas normales e industriales que difunden la instrucción y la cultura general en todas las secciones de la República.
En Obras Públicas, el aumento es más acentuado todavía, pues de 11.985.000 $ c/l. que importaba en 1900, ascendió a 16.589.000 en 1905, y a $ 97.400.000 en 1909, proporción excepcional, no alcanzada por el incremento de los gastos de ningún otro Departamento y que, por sí sola, está diciendo de qué modo crecen, con el vigoroso desarrollo del país sus vitales exigencias.
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Por lo expuesto se ve que con sólo la aplicación de las rentas y de los recursos ordinarios se ha conseguido sanear la hacienda pública amortizar la deuda exigible, atender los gastos de presupuesto y las inversiones extraordinarias autorizadas por leyes especiales y acuerdos de gobierno, aumentar el fondo de conversión y hacer el servicio de la deuda externa e interna de la Nación con toda exactitud y regularidad. Y no son extrañas al concepto que de esta situación financiera se han formado los mercados extranjeros, las facilidades y condiciones ventajosas en que se ha celebrado el último empréstito de pesos oro 50.000.000; empréstito que no entraña una carga para la Nación, pues él se destina a asegurar el mejor servicio y extensión de los ferrocarriles, a valorizar la tierra pública y a ampliar las operaciones del Banco de la Nación; todo lo cual se traducirá en mejoras y beneficios económicos y financieros.
Y tan favorable nos es el juicio que la situación general del país ha merecido en el exterior, que no ha tardado en exteriorizarse en la apreciación de nuestros títulos de renta.
En verdad, a fines de 1904 los titulas de 4%% se cotizaban a 85 y 87 ¾; los de 5% a 98 ¾ y 100 y los de 6% a 103 ¾. Hoy los primeros se cotizan a 91 ¾ y 95 ¾ y los segundos a 102 ½ y 103 ½. Pero donde puede juzgarse mejor esta valorización es en el precio que alcanzan los títulos del último empréstito de pesos oro 50.000.000 que se cotizan arriba de 103 ½, es decir, la misma cifra a que se cotizaba el empréstito Margan de 6%, caucionado con sólidas garantías.
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A su vez el producido de las rentas que en 1904 no alcanzó a pesos 189.000.000, ha excedido en 1909 a la cantidad de 275.000.000, lo que corresponde a un aumento de un 45% en cinco años.
Durante el mismo período los excedentes del producido de la renta, con relación a lo calculado, pueden estimarse en 160.000.000 de pesos, resultado que realza la prudencia con que se ha efectuado el cómputo de los recursos. Y si a esto se añade que los últimos ejercicios se han cerrado con apreciables superávit, podremos convencernos de que la situación financiera de la Nación es holgada y próspera y que permitirá continuar los gastos extraordinarios de la defensa nacional con las rentas generales, sin necesidad de recurrir al uso del crédito.
No tengo para qué hacer constar ante V. H. las seguridades de que a ese resultado no han concurrido ni la creación de nuevos impuestos ni el aumento de la tasa de los existentes, y que antes por el contrario, de entre los recursos ordinarios se han suprimido los derechos a la exportación, los adicionales de 10% a la importación, los impuestos sobre los azúcares, vinos, aceites y sombreros y las utilidades del Banco de la Nación. Algunos de estos rubros habrían producido desde su supresión las siguientes cantidades:
Los adicionales a la importación, en seis años, pesos oro 98.576.037; los derechos a la exportación, en cuatro años, $ o/s. 12.778.720; impuestos internos a los azúcares y vinos, $ m/n. 44.000.000; lo que hace un total en $ m/n. de 297.079.000, suma que excede en $ m/n. 30.000.000 al presupuesto del año en curso.
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En cuanto a nuestras instituciones de crédito, el Banco Hipotecario Nacional, con les aumentos sancionados por V. H., tiene hoy un capital de 250.000.000 de pesos, encontrándose así habilitado para extender su esfera de acción en provecho del crédito territorial.
Su circulación actual es de 178.546.250 pesos, y la misma con un capital de 130.000.000 era en 1906, de pesos 112.721.050.
La totalidad de los préstamos escriturados en la Casa Central y en las agencias, ascendía en 1906 a $ 30.447.000, cifra que en el año pasado subía a $ 52.425.400.
El total de las emisiones de la Cédula Hipotecaria Argentina, del 6%, ascendía en Abril último a $ 28.813.100.
La creación de esta última cédula ha venido a uniformar los diferentes tipos que el Banco ha emitido con arreglo a su primitiva ley orgánica, simplificando con ella las operaciones y facilitando su colocación en los mercados europeos. Su demanda alcanza un término medio de 9.000.000 de pesos, por mes, y el precio de cotización en la actualidad es de 102, lo que evidencia la bondad de la reforma realizada.
La sanción del proyecto de modificaciones él la carta orgánica, que tuve el honor de someter a vuestra consideración el año pasado, vendrá a consolidar más la situación del Banco, ampliando sus funciones e invistiéndolo de la independencia y de las facultades que instituciones de esta índole requieren para su mejor éxito y desarrollo.
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La prosperidad del Banco de la Nación Argentina ha excedido a las previsiones más optimistas, desvaneciendo por completo las dudas y las incertidumbres que despertara su fundación. Su capital, que en Diciembre de 1904 ascendía a 50.000.000 de pesos oro, hoy llega a pesos moneda nacional 113.422.656. El fondo de reserva, que en la indicada fecha era de pesos oro 2.035.506, alcanza en este momento a pesos oro 8.151.376.
Las utilidades líquidas que el Banco ha tenido durante los últimos cinco años, pasan de 28.000.000 de pesos moneda nacional. Su cartera de descuentos y adelantos en cuenta corriente, ha aumentado de pesos 96.000.000 en 1904, a pesos 307.672.602, el 31 de Marzo último. Sus depósitos, que en 1904 eran de pesos 143.455.000, alcanzaban en la fecha últimamente expresada a $ 360.448.811. Su encaje actual es de pesos oro 35.841.180 y de pesos moneda nacional 118.666.678; y sus reservas propias, sin incluir en ellas el fondo de conversión, se han mantenido durante el último año en un término medio de 49 ½%.
El Banco es dueño ya de propiedades cuyo valor pasa de 15.000.000 de pesos.
Sus sucursales, que a fin de 1904 eran 84, alcanzan hoy a 130, y casi todas se hallan instaladas en casa propia. El capital asignado a ellas es de 100.000.000 de pesos y pueden movilizar hasta el 50%% de sus depósitos generales, que constan de 160.000.000 de pesos.
La inmensa prosperidad que el Banco ha alcanzado, según lo revelan las cifras que se acaban de enunciar, la extensión de sus operaciones, el prestigio que con justo título ha conquistado y la influencia que en nuestro mercado se le reconoce, le están señalando desde ya el destino y las funciones de una gran institución central, llamada a dirigir y garantizar la emisión y la circulación monetaria, a determinar el volumen de ésta según las demandas de crédito, y a obrar de una manera eficaz y decisiva sobre el curso de los cambios por la tasa de los descuentos.
Nuestras tradiciones y antecedentes políticos y bancarios, las necesidades y tendencias peculiares de nuestro país en el orden económico y los preceptos de nuestra carta fundamental, concurren a consagrar esa amplia y elevada aspiración que ya impulsaba a los hombres del Congreso de 1826, a pensar que un banco nacional constituía un lazo de unión entre las provincias argentinas, que recibirían los beneficios del crédito y verían las manifestaciones del sentimiento de la unidad política, representadas en la circulación única de sus billetes, como expresión de la uniformidad de la moneda.
No podría, pues, despertar temores por su novedad la idea de dotar al Banco de la Nación de las enunciadas facultades y funciones, desde que ella aparece ya prestigiada por nuestras asambleas, las que asociando la unidad de la circulación a la idea de la unidad nacional, no dudaron que hasta la acuñación de la moneda, que exterioriza uno de los más altos atributos de la soberanía nacional, no podía ser extraña a los poderes conferidos a un banco que emite sus billetes con la intervención, el sello y la garantía de la Nación. Y como en sus energías cívicas, en los legítimos entusiasmos de su patriotismo, y en la conciencia de la grandeza de su misión y de su obra, esas asambleas no sentían vacilaciones ni dudas, crearon el Banco Nacional de 1826, invistiéndolo de las referidas atribuciones sin retroceder ni ante la consideración de que esa institución no era un banco único de Estado.
De manera que no puede decirse que la fundación de un establecimiento bancario en las condiciones que aquellos estadistas lo concebían, fuera una obra irrealizable, toda vez que la ineficacia, la decadencia y la caída de la institución que ellos implantaron, no pueden atribuirse a deficiencias de su organización, sino a los errores, a los extravíos y a las pasiones de la época, que al eliminar de la escena la presidencia de Rivadavia y el Congreso, no debían sentir más respeto por sus creaciones. Pero si fuera necesario justificar esa concepción con el testimonio de los hechos, bastaría recordar el Banco de Inglaterra, que reorganizado por el acta de 1844, no es más que la ejecución de ese pensamiento en la parte en que la facultad de emisión va unida a la suprema dirección de las operaciones puramente bancarias.
Tributaríamos un homenaje a los anhelos y clarividencias del patriotismo de aquella abnegada generación, al par que realizaríamos una de las más imperiosas exigencias de la actualidad, si llegáramos a constituir en el Banco de la Nación, un organismo único en que funcionen armónicamente el régimen de comercio de banco, el privilegio de emisión y la prerrogativa soberana de acuñar moneda, para realizar el propósito de que una misma iniciativa, una misma dirección y un mismo impulso gobiernen la distribución, la amplitud y los movimientos de la circulación, ajustándola a las necesidades positivas de los negocios,
La experiencia de diez años ha venido a demostrar que la Caja de Conversión, restringida a las funciones que le asigna la ley y desvinculada del Banco de la Nación, no puede ejercer ninguna influencia saludable sobre las necesidades de la circulación, desde que no está ni en sus facultades ni en sus medios, la posibilidad de estimular el crédito, ni favorecer la actividad industrial y comercial.
Creada en momentos difíciles, y destinada principalmente a limitar la valorización de nuestra moneda de papel, su acción se reduce hoy a emitir y entregar billetes en cambio del oro que recibe, sin poder fijar el monto de la circulación según la actividad y las necesidades de las transacciones. Esta función mecánica, que no responde ya a ninguna medida de prudencia ni de previsión, no tiene otro efecto económico que el de impedir que la circulación se regularice y adapte al desarrollo de los negocios cuyas exigencias sólo pueden ser conocidas y apreciadas, en sus justas proporciones, por el Banco, como que ello está en las incumbencias propias de su misión.
Ciertamente que el Departamento de emisión del Banco de Inglaterra desempeña una función igual, pero no procede con la libertad ilimitada y la absoluta prescindencia del departamento de las operaciones comerciales, como lo hace nuestra Caja; desde que allá, el simple cambio de billetes por metálico sólo se verifica cuando se ha excedido el límite de la circulación fijado por la ley.
Ese límite no existe entre nosotros y como la Caja no tiene restricción ninguna para canjear billetes por oro, resulta que no es posible precisar hasta donde llegan las necesidades circulatorias de la plaza, como resulta también que aquélla no tiene ninguna atribución que ejercitar para mantener la circulación en la medida que pueda requerirlo la diversidad de las circunstancias y situaciones del mercado.
Reconozcamos, como un merecido elogio, que la acción de la Caja en el cumplimiento del propósito capital que determinó su creación, nos ha dado una situación sólida y estable con la fijación del valor de la moneda, que hoy se halla inalterablemente incorporado, exento de fluctuaciones, a los intereses de nuestra vida económica; pero no debe llegar nuestra admiración hasta el extremo de desconocer que en las condiciones actuales, no es posible ni hay ventaja ninguna en mantenerla separada de nuestra institución bancaria, sin disminuir la importancia y las funciones esenciales de ésta y sin que acabe por desempeñar un rol enteramente estéril en el organismo de nuestra circulación.
Pero para concentrar en una sola institución el gobierno y la dirección de los intereses permanentes que comprenden el giro de las operaciones de banco y las funciones del crédito y de la moneda, habría que establecer en la ley que sancione estas ideas, todas las garantías y restricciones que la ciencia y el ejemplo de otras naciones aconsejan para la seguridad y el amparo de tan fundamentales intereses.
Estas reformas serán materia de un proyecto de ley, que abarque en su conjunto las mencionadas instituciones, haciendo de ellas un solo organismo. Entretanto, y a propósito de tan importante asunto, puedo adelantar la certeza de que el fondo de conversión, que ha llegado al límite marcado por la ley, continuará aumentándose de acuerdo con el interés y el celo que a este respecto ha demostrado V. H. al consagrar en la ley de presupuesto la autorización correspondiente.
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No debo prescindir de hacer aquí mención de la actitud que el P. E. se ha visto en el caso de asumir en presencia de los empréstitos exteriores que algunas provincias habían celebrado y que otras se proponían celebrar.
Como los efectos y las responsabilidades de operaciones de esta clase, realizadas en época no lejana por las provincias, habían recaído en definitiva sobre el crédito de la Nación, no era prudente guardar silencio ni permanecer indiferente ante iniciativas y gestiones que podían traer los mismos resultados o alentar la reincidencia en los mismos desórdenes cuyas consecuencias aun gravitan sobre el erario nacional.
Tan grave se consideraba la negociación de empréstitos en el extranjero por provincias que aun difícilmente podían atender los compromisos contraídos con la Nación al hacerse cargo ésta de sus deudas externas, que la opinión ilustrada del país y el patriótico celo de la Honorable Cámara de Senadores, sintiéndose justamente alarmados, incitaron al Gobierno a adoptar medidas que pusieran de manifiesto de una manera categórica, la seguridad de que esas operaciones no gozaban de la garantía de la Nación, ni afectaban en forma alguna su responsabilidad.
Y esta preocupación era tanto más justificada, cuanto que mediaba la circunstancia de que los prestamistas de las provincias empeñadas en llevar a cabo tales empréstitos, pretendían que los agentes diplomáticos de la Nación intervinieran en los contratos correspondientes, investidos a la vez de su representación.
La inconveniencia de tal intervención resaltaba a primera vista, desde que muy bien podía inducirse de ella, al menos ostensiblemente, la presunción de que las operaciones a celebrarse no eran extrañas a la aquiescencia del Gobierno Federal; y como ninguno de los proyectos de empréstito le era conocido al Gobierno, en sus bases, recursos y condiciones, ninguna observación pudo formular, ningún examen pudo hacer anticipadamente de los medios de que se disponía para hacer frente a sus estipulaciones ni de la conveniencia y oportunidad de su emisión.
No le quedaba entonces otro camino, para ponerse a cubierto de interpretaciones erróneas, que el de evitar, por parte de los agentes diplomáticos, la aceptación y el ejercicio de la personería de las provincias en las operaciones de que se hace referencia.
La adopción de tal medida fue suficiente a los propósitos del Gobierno, y tan oportuna y eficaz, que vino a evidenciar, por la actitud ulterior de los prestamistas, que en el cálculo de éstos entraba efectivamente la convicción o por lo menos la esperanza de que no les faltaría a sus deudores el concurso de la Nación.
No necesito expresar que el procedimiento observado en la emergencia de que me ocupo, era ajeno al intento de desconocer o restringir la facultad constitucional de las provincias para promover la introducción de capitales extranjeros en su suelo, como igualmente a la idea de marcarles una norma de conducta en el ejercicio de sus atributos de gobierno propio; y el único móvil que lo inspiró fue el grande anhelo de defender el crédito nacional para utilizarlo en las urgencias y empresas que prevé nuestra ley fundamental, y en las que también van comprendidos el “adelanto y bienestar” de las entidades políticas que constituyen la Nación.
Sin embargo, “en el deseo de mantener una política financiera discreta y moderada, en garantía de intereses más permanentes”, como decía el Honorable Senado en su minuta a propósito de este asunto, pienso que no sólo habría conveniencia para las provincias, sino que también cumplirían éstas un deber patriótico en no prescindir del acuerdo de los Poderes Nacionales cuando traten de celebrar operaciones de crédito en el extranjero. No puede desconocerse, en efecto, que si el Gobierno Federal tiene la facultad de contratar empréstitos sobre el crédito de la Nación, para los fines de carácter general que la Constitución determina, es injustificable, ante la comunidad de un mismo destino histórico, todo acto, por parte de las provincias, que venga a tener influencia y repercusión desfavorables sobre ese crédito o a entorpecer la consecución de tales fines.
V. H., que se halla investido de la atribución de dictar las leyes que estime convenientes para asegurar el ejercicio eficiente de los poderes conferidos al Gobierno central, podrá adoptar las sanciones indispensables para que el poder de negociar empréstitos en nombre de la Nación, tan necesario a la misión de todo gobierno, cuente con la base de un crédito sólidamente constituido, y a la conservación del cual se sienta igualmente vinculado el interés de las provincias.
Pero avanzando en este orden de ideas, considero que no basta salvaguardar el crédito financiero del Estado, sino que también debemos cuidar el crédito en general, el buen nombre del país, en una palabra, que muchas veces puede aparecer comprometido en negociaciones en que sólo se procura especular a su amparo. No deja de ser honroso recordar con este motivo y en estos momentos, que la previsión y el honor del patriotismo argentino, alentando en la presidencia de Rivadavia, ya se anticipaban en un notable documento público, a consagrar medidas tendientes a evitar que el espíritu de empresa, que vendría a desarrollar sus energías y sus anhelos de lucro en nuestro suelo, pudiera aventurarse, muñido de una concesión del Gobierno, en especulaciones en que se menoscabe el prestigio de éste y se ocasione a la vez la ruina de intereses particulares.
Ciertamente que estamos en el deber de estimular todas las actividades y fuerzas que concurran a labrar el engrandecimiento nacional, pero no debemos incurrir en el desacierto de fomentar el afán inmoderado de riqueza, entregando a sociedades desprovistas de elementos y recursos, la concesión de obras de discutible utilidad por el momento para que vayan a negociarla en los mercados de Europa, auspiciada por el incentivo de la solvencia del Gobierno. Puede exigirse muy bien en la ley, que las compañías concesionarias acrediten previamente la provisión de capitales suficientes en relación con la magnitud de la obra de que se trate; pues sólo así se podrá eliminar, en los límites de lo posible, las contingencias de descrédito a que están expuestas empresas temerarias y prematuras y en las que sería muy difícil impedir que aparezca envuelto el nombre del país, desde que llevan la autorización de sus leyes. Y como este resultado a todos nos afectaría, es prudente y discreto promover, en nombre de la conveniencia pública, como decía el estadista antes recordado, la intervención explícita y la atención solícita de la autoridad para alejar la posibilidad de los males que, al par de sus ventajas, pudiera producir la acción de las sociedades empresarias.
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Paso ahora a daros una breve reseña del último ejercicio económico.
Los recursos en efectivo presupuestos para 1909 fueron fijados en $ 254.766.667, y produjeron $ 275.420475, resultado que da un excedente de $ 20.643.808 sobre el cálculo anterior, no obstante haberse tomado como base para su estimación el producido de la renta en el año inmediato de 1908, base que, por tal consideración, pudo juzgarse insegura.
Las autorizaciones comprendidas en el presupuesto para emitir títulos con destino al cumplimiento de diversas leyes de obras públicas, ascendieron a $ c/l. 60.000.000, de los cuales se han realizado únicamente $ 12.000.000, fijados en el Art. 18 del mismo, para la adquisición de inmuebles, construcción de edificios públicos, cuarteles, colegios y escuelas normales, y $ o/s. 1.900.000 para la ejecución de la ley relativa a la prosecución de las obras del F. C. Noroeste Argentino.
Todos los recursos, inclusive varias entradas efectivas no previstas en el presupuesto, han dado un producido total de $ 307.235.337, ingresados al Tesoro Nacional, suma en la que no figuran ni los fondos provenientes del empréstito ni los correspondientes a la venta del F. C. Andino.
Lo invertido en gastos autorizados por presupuesto asciende a pesos 264.839.574, cifra que señala una economía de más de 14.000.000 de pesos, realizada sobre las autorizaciones presupuestas en efectivo en la forma que detalla el siguiente cuadro:
Sumas que han quedado sin gastar en 1909

Por leyes especiales, con recursos propios, se han invertido pesos 12.447.287, fondos que, por no haber sido realizados los títulos respectivos, se anticiparon de rentas generales para los siguientes objetos:
Edificación Escolar, Defensa Agrícola y Obras de Salubridad.
Se han gastado también, 9.095.972 $ en la ejecución de diversas leyes de obras públicas, que disponen la construcción de puertos, canales, puentes y caminos, cuarteles militares y de bomberos, Casa de Moneda, y de otras leyes referentes a la representación nacional en el exterior, internación de inmigrantes, conmemoración del centenario y varias necesidades públicas de carácter político y administrativo.
Autorizados por acuerdos de ministros, en atención a su carácter urgente, se han efectuado gastos por valor de $ 7.434.533, distribuidos así, por Ministerio:
Interior………………………………………………………….   623.576
Relaciones Exteriores……………………………………     96.339
Hacienda……………………………………………………….   349.391
Justicia e Instrucción Pública……………………….   725.509
Guerra………………………………………………………….. 1.052.691
Marina…………………………………………………………..   661.526
Agricultura…………………………………………………….   288.988
Obras Públicas……………………………………………… 2.182.959
Pensiones, Jubilaciones y Retiros………………… 1.454.154
_____________________________________7.434.533
No existiendo sanción de V. R., respecto de los gastos exigidos para la celebración del centenario, el P. E. se ha visto en el caso de autorizados en Acuerdos de Ministros hasta la suma de $ 3.200.000.
Por igual motivo se han anticipado $ 2.741.049 para las obras del Palacio de Justicia, los que serán reintegrados al Tesoro con el producto del “Boletín Oficial” y Registro de la Propiedad, recursos destinados por ley especial para esa importante obra. En resumen, todos esos gastos arrojan un total de $ 299.758.000, y como las entradas del año, según queda manifestado, suman pesos 307.000.000, el resultado final del ejercicio 1909 da un superávit efectivo de $ 7.000.000.
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En cuanto a los gastos que impone el acrecentamiento y la mejora del poder militar y naval de la República, el P. E., consecuente con las declaraciones hechas a V. H., los ha costeado y atiende con los recursos ordinarios fijados en el presupuesto, y con los excedentes de rentas generales, dentro de las sumas anuales que establece la ley respectiva; habiéndose pagado por tal concepto hasta la fecha la cantidad de $ 25.000.000.
A estos datos cabe agregar que el monto de los adelantos en efectivo hechos por el Tesoro a leyes con recursos en títulos, que al 31 de Diciembre de 1908 importaba $ 66.758.230, se eleva hoy a pesos 75.305.803. Se ha remitido además a Europa, con la antelación necesaria, los fondos requeridos por el servicio de nuestra deuda externa, en el 1° de Enero, tomándolos de las rentas correspondientes al año anterior, entre cuyos gastos figuraban con un monto de pesos oro sellado 5.300.000.
Como se ve, todas las erogaciones del ejercicio de que os doy cuenta, han sido cubiertas con los recursos propios de la Nación, dentro de la más completa normalidad administrativa y financiera, sin que en ningún caso ni por ningún concepto se hayan emitido letras de tesorería ni hecho uso de créditos a corto plazo en Europa; todo lo cual nos ha proporcionado economías de importancia y ha contribuido a dar más solidez a nuestro crédito.
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Del producido líquido del último empréstito, que dio 47.749.218 $ o/s, se entregaron en cumplimiento de la ley respectiva $ o/s. 16.032.350 al Banco de la Nación Argentina para aumento de su capital; y se invirtieron $ o/s. 25.646.585 en la ejecución de las leyes 5559, 6011 y 6300, de fomento de los territorios nacionales, construcción y equipo de los ferrocarriles del Estado y adquisición del “Córdoba y Noroeste”. De consiguiente, al 31 de Diciembre de 1909, quedó un saldo de pesos oro 6.070.000, que ha sido gastado, en lo que va del presente año, con sujeción estricta a los objetos determinados por las mencionadas leyes.
Los fondos correspondientes a la venta del Ferrocarril Andino y cuyo importe es de $ 27.328.000, están aún disponibles.
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El Gobierno de la Nación ha prestado su concurso decisivo a la Municipalidad de la Capital, cediéndole 2.000.000 de pesos anuales del producido del impuesto nacional de patentes en esta ciudad, los que deben ser empleados en el servicio del empréstito que ella ha efectuado en 1909, y con cuyos fondos, no sólo ha podido entregar al Consejo Nacional de Educación la suma de $ 10.000.000 que le adeudaba, sino también proveer a la ejecución de un vasto programa de mejoras y adelantos edilicios.
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La construcción de locales adecuados para la instalación de las reparticiones del Departamento de Hacienda, ha sido objeto de especial interés, consagrándose a tal empeño la mayor actividad.
Como resultado de ese esfuerzo, dentro de breve tiempo nos será dado inaugurar el edificio de la Aduana de la Capital que está a punto de ser concluido. Se ejecutan igualmente en este momento los trabajos de ampliación de la Oficina de Servicio y Conservación de los Puertos de la Capital y La Plata; se ha terminado el edificio de la Aduana del Paraná, cuya repartición funciona ya en local propio; y está completándose el estudio de los planos de una casa nacional en el Rosario, con destino a la instalación de las oficinas de Aduana, las de Impuestos Internos y la de Química Nacional, contándose ya con los recursos necesarios para tal obra.
Ampliando este programa de construcción de edificios públicos, presentaré próximamente a la consideración de V. H. un proyecto relativo al local para instalar la Administración de Contribución Territorial, Patentes y Sellos, la de Impuestos Internos, la Oficina Química Nacional y el Crédito Público Nacional, edificio que se levantará en los terrenos de propiedad del Estado en el Paseo Colón.
La Casa de Moneda ha adquirido ya el terreno necesario para la ampliación de su edificio y las obras correspondientes comenzarán tan pronto como V. H. acuerde el crédito que, a dicho fin, le será pedido oportunamente.
La Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones tiene comprado también el terreno para la construcción de su local.
Con la realización de las enunciadas construcciones, todas las reparticiones del Departamento de Hacienda, ocuparán locales propios, con las comodidades reclamadas por el mejor servicio público.
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Pendientes de la sanción de V. H. existen diversos proyectos de ley, de la mayor importancia para los intereses financieros del país, y no necesito, dado el asunto sobre que respectivamente versan, encarecer su estudio y despacho. Me refiero al proyecto sobre retiro de las emisiones antiguas de billetes, al relativo al servicio en el exterior de los títulos de la deuda interna a papel, al de la aprobación de los contratos celebrados con las provincias para el arreglo de sus deudas con la Nación y al de reforma de la ley de papel sellado.
Existen también el proyecto referente a las emisiones de letras de tesorerías hechas por las provincias, como igualmente el de la ley de sueldos, que es de urgencia por la naturaleza y extensión de los intereses que afecta.
En vuestras primeras sesiones tendré el honor de presentaros un proyecto de reformas a la ley de contabilidad de acuerdo con las modificaciones que el gran desarrollo y la extensión de los servicios administrativos reclaman para su mejor organización y funcionamiento, como también para asegurar que los caudales públicos se perciban, apliquen, inviertan y fiscalicen con la mayor regularidad, corrección y eficacia. Tal proyecto está ya preparado, y el P. E. no duda que V. H. ha de coincidir con él en la apreciación de la urgencia de su sanción, consagrándole, en consecuencia, preferente e inmediato estudio.
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Durante el año 1909, el movimiento general de buques en el Puerto de la Capital, comprendiendo entradas y salidas, arroja un total de 33.749 buques, con un tonelaje e 16.993.273.
De estos buques, 4252, que representan 10.367.658 toneladas han sido de ultramar, y 29.497, con un tonelaje de 6.626.314, pertenecen al cabotaje nacional.
No obstante el crecido aumento que tales cifras expresan para el movimiento general del puerto y que representan algo más de 100%, comparado con el tonelaje que corresponde al año 1900, los servicios de carga y descarga se han efectuado, en el año de que os doy cuenta, dentro de condiciones normales y sin demoras ni inconvenientes dignos de ser mencionados.
Tales resultados se deben principalmente al interés especial que se ka dedicado a la mejora de los servicios del puerto de la Capital, con lo cual se ha conseguido aumentar en un 50% sus elementos de trabajo y explotación.
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Han merecido particular atención, durante mi gobierno, los recursos fiscales cuyos producidos, gradualmente en aumento, permiten adoptar un régimen financiero que, satisfaciendo las crecientes necesidades administrativas, pueda subvenir al fomento moral y material de nuestro país.
Pero, la prosperidad de un sistema rentístico, no debe estar exclusivamente subordinada al bienestar económico de los pueblos, ni a! desarrollo extraordinario de las industrias y del comercio, pues basta un contratiempo imprevisto en las producciones internas y un aumento correlativo en los medios oficiales de amparo y estímulo, para destruir el equilibrio financiero, que no puede ser restablecido sin elevar los impuestos.
Para disminuir la probabilidad de tal contingencia, era necesario organizar las recaudaciones de modo que su rendimiento fuera el máximo posible, aumento de capacidad rentística que se obtiene regularizando la forma de los ingresos, y procurando la mayor y más equitativa distribución de las cargas fiscales.
A conseguir esos resultados se ha propendido por el Ministerio de Hacienda con numerosas reformas del sistema rentístico, y de las cuales fue objeto preferente el régimen aduanero que contribuye con un 55% de las entradas, a la formación del tesoro nacional.
Debió comenzarse, desde luego, por adaptar los servicios de la Aduana de Buenos Aires, a las necesidades creadas por el extraordinario movimiento mercantil de la Capital y con aquel propósito fue reorganizado el personal de dicha Aduana suprimiéndose los empleados accidentales, y fijándose sueldos que compensaran la mayor contracción y autorizasen a exigir la mayor probidad en el ejercicio de sus funciones.
En el mismo año, y con el concurso de V. H. fueron modificados los presupuestos de gastos de las demás Aduanas, lo mismo que los de las Receptorías y Resguardos, asignando a dichas reparticiones el personal y los recursos que les eran reclamados por el incremento comercial de las plazas litorales y fronterizas.
Por otra parte, fue organizado un contralor permanente sobre todas las dependencias aduaneras establecidas en las fronteras fluviales y terrestres de la República, encomendándose a la Inspección del Ministerio de Hacienda dicha tarea fiscalizadora, últimamente ampliada, hasta comprender todas las oficinas recaudadoras de impuestos y rentas fiscales.
Semejante contralor, además de garantizar la regularidad del movimiento rentístico, coopera a la centralización de tan importantes funciones administrativas, a la vez que a vigorizar y uniformar los medios de vigilancia fiscal para prevenir los fraudes y contrabandos.
Tales medidas han contribuido sin duda a que sean progresivos los aumentos de la renta aduanera, observados en los últimos años, habiendo cesado, además, de ser insignificantes los ingresos de las principales aduanas de segunda categoría establecidas sobre los ríos Paraná y Uruguay.
Los nuevos puertos del Paraná, Santa Fe, San Nicolás y Concepción del Uruguay, algunas de cuyas secciones han sido provisionalmente habilitadas, los muelles de Concordia, Diamante y Gualeguay, así como las obras que se están efectuando en Gualeguaychú, darán en breve mayor impulso al comercio de esas ciudades y contribuirán seguramente a engrosar las rentas de sus aduanas.
Reviste trascendental importancia todo lo que se refiere a los aranceles aduaneros, hoy instrumentos decisivos de la política mercantil en las principales naciones, a la par de medios indirectos de amparar el desarrollo de las industrias nacientes o genuinas de cada país.
No ha llegado, para nosotros, la oportunidad de recurrir a las represalias aduaneras, esgrimiendo el artículo de la Ley número 4933 que autoriza la aplicación de un derecho extraordinario a los artículos del país que aplique tarifas hostiles a los productos argentinos.
En lo tocante a la protección de nuestras industrias, la Ley de Aduana en vigor y la Tarifa de Avalúos aprobadas por aquélla, contienen múltiples liberalidades tendientes a dicho fin franquicias absolutas a los artículos necesarios para las industrias agrícolas y extractivas, derechos mínimos a las materias primas de las industrias manufactureras, y recargo en los derechos y aforos de las producciones similares a las de nuestro país.
Pero, la Tarifa de Avalúos además de las funciones enumeradas, ejerce una influencia apreciable sobre los elementos de nuestra prosperidad económica, y particularmente sobre los consumos y los salarios.
Esos elementos son representados por intereses tan respetables como los del comercio importador y de las explotaciones industriales únicas fuerzas visibles en contradicción, sin que tal lucha pueda definirse como trabada entre librecambistas y proteccionistas, nombres doctrinarios relegados a los textos de la ciencia económica.
De ahí la necesidad de armonizar periódicamente esos intereses por medio de revisiones acertadas del Arancel, en las cuales a la vez que se incluyen las nuevas partidas y se corrigen los errores observados en las antiguas, van modificándose los aforos y uniformándose los derechos, tomando en cuenta las alteraciones en los precios de costo y de venta de las mercancías, la producción del país en cada ramo, la situación de las industrias y las condiciones del consumo.
Tan complicada labor ha sido llevada a cabo por dos comisiones en los últimos tres años: la Comisión Revisora cuyos trabajos fueron sometidos al juicio de V. H. en 1907 y la Comisión Especial, presidida por el señor Subsecretario de Hacienda, cuyos estudios, complementarios de los precedentes, pero conexivos de toda la Tarifa de Avalúos, serán próximamente remitidos a Vuestra Honorabilidad para su oportuna consideración.
La falta de revisiones periódicas del Arancel, acarrea graves perturbaciones en el despacho aduanero, por la necesidad de adoptar aforos declarados por los consignatarios, para las numerosas mercancías no incluídas en el Arancel, y por la dificultad para clasificar artículos tarifados, pero cuyos valores han aumentado o disminuido en una proporción considerable, sin contar con las frecuentes transformaciones de los productos de la industria ultramarina.
Los decretos de Junio de 1907 y de Febrero del corriente año, atribuyendo al Tribunal de Vistas el conocimiento en primera instancia de las divergencias sobre clasificación, entre comerciantes y empleados fiscales, han dado excelentes resultados, pues en centenares de casos resueltos por dicho Tribunal, apenas un 5% han sido llevados en apelación ante el Ministerio de Hacienda.
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El almacenaje y eslingaje de los derechos portuarios son cobrados conjuntamente con los derechos de Aduana, cuando, como en la capital, es fiscal la explotación del puerto y de sus principales depósitos, efectuándose además las operaciones de descarga, con peones y guínches fiscales.
Las tarifas de almacenaje y eslingaje no han sido modificadas desde 1905, rigiendo al respecto la ley Nº 4928, cuya reforma os fue propuesta en 1907, y os será reiterada en lo tocante a las bases de dichas rentas, al someteros las nuevas reformas de la Tarifa de Avalúos.
Respecto al cobro de eslingaje a los artículos nacionalizados, que constituyen el removido del cabotaje, se ha juzgado equitativo eximir de su pago a las mercancías para cuya descarga no sean utilizados los elementos fiscales, en atención a que dichos efectos ya han abonado el eslingaje al ser introducidos al país.
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La excelente aplicación que los capitales y las industrias extranjeras encuentran en la Nación, han hecho desaparecer el elemento aleatorio con que tropezaban en otras épocas las empresas europeas, las cuales no se aventuraban a establecerse en nuestro país, sin el aliciente de garantías, franquicias o privilegios fiscales.
Ha llegado el momento, como para la inmigración, de limitar las antiguas liberalidades, reduciéndolas en lo futuro a proporciones razonables para iniciar la evolución hacia la igualdad de las cargas públicas, principio fundamental de nuestra Constitución.
Tratándose de franquicias aduaneras, salta más a la vista la desigualdad entre los que soportan uniformemente dicho gravamen, y los que están eximidos de abonarlo, exenciones que representan un m por ciento de la recaudación anual de todas las aduanas, a pesar de la interpretación restrictiva que el P. E. da a las franquicias legales, de acuerdo con jurisprudencia expresa y constante de la Suprema Corte Nacional.
Por lo demás, dichas franquicias suelen comprender artículos de producción abundante y barata en nuestro país, de modo que mientras por un lado se favorece a las industrias nacionales con derechos protectores, por otro se les priva de los mayores consumidores autorizados a importar libres de gravamen, los similares extranjeros.
La ley Nº 5315 referente a las franquicias otorgadas a los ferrocarriles para importar materiales de construcción y artículos de explotación ha puesto un término, de acuerdo con la Constitución Nacional, a los privilegios aduaneros, y procuró compensar las demás exenciones con un módico impuesto sobre las utilidades, y cuyo producto es aplicado a la mejora de las carreteras dentro de las zonas atravesadas por las líneas de las empresas contribuyentes.
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Las ordenanzas de Aduana han cesado de constituir el cuerpo exclusivo de legislación de esa materia: la ley de Aduana, las de Almacenaje, Eslingaje y Pescantes Hidráulicos, las del régimen sanitario animal, la sancionada en 1908 sobre tolerancia en los pesos de mercancías importadas, y otras disposiciones legales, han modificado una gran suma de las contenidas en el Código Aduanero de 1877.
Además, numerosos decretos reglamentarios de las operaciones previstas en dichas Ordenanzas, como de las nuevas originadas por los progresos del tráfico mercantil, forman con las cotidianas resoluciones interpretativas, un segundo cuerpo del derecho administrativo en materia de Aduanas.
Un medio práctico de preparar la codificación de todas esas reglas, ha sido ensayado con éxito por el Ministerio del ramo, mediante la publicación periódica de un Boletín de Hacienda, en el cual aparte de los escritos, y las estadísticas sobre la renta y las finanzas, van insertándose las nuevas disposiciones fiscales de carácter permanente, y estableciéndose la coordinación de aquéllas con las leyes, los decretos y las resoluciones anteriores del mismo género.
Ese trabajo de correlación, permitirá formar un Código de Aduanas ajustado al régimen vigente, y que exige las molestias actuales en la consulta de los múltiples textos que constituyen nuestro Digesto fiscal.
Entre las disposiciones que deben ser modificadas, se encuentran las referentes al régimen interno de las Aduanas. El Reglamento General en vigor acusa no escasas deficiencias en lo tocante a la organización de las distintas categorías de Aduanas, Receptorías y Resguardos, y a la estabilidad de su personal, cuyas escalas de empleos y remuneraciones, deben ser fijas y sujetas a reglas claras de promoción y retiro.
Por lo demás, y aparte de los medios de vigilancia fiscal con que debe contar cada aduana, los Resguardos deben ser auxiliados y contraloreados en ciertas regiones por servicios especiales de policía aduanera, dependientes de la Inspección del Ministerio de Hacienda, como acaba de hacerse en las costas del alto Uruguay.
El desarrollo comercial de las poblaciones fronterizas de los países vecinos, ligadas además por ferrocarriles a puertos marítimos extranjeros, ha obligado a dictar disposiciones especiales, aplicando todas las formalidades autorizadas por Ordenanzas de Aduanas, a las mercancías ultramarinas que procedentes de trasbordos, desembarquen en puertos de las fronteras o sean internados desde el litoral uruguayo.
Solamente que, para los servicios de esa vigilancia especial, será indispensable aumentar el número de guardacostas y adquirir embarcaciones adecuadas a ese género de policía fluvial, como he tenido oportunidad de proponerlo a V. H. en un proyecto pendiente de vuestra consideración.
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La exportación que producía frecuentes congestiones en los puertos de la Capital, Bahía Blanca y Rosario, hoy se distribuye regularmente entre dichos embarcaderos y los numerosos habilitados en el litoral, mientras los elevadores del puerto Bahía Blanca y la habilitación del muelle Galván han impedido las aglomeraciones antes tan perjudiciales al comercio exportador.
Sucesivos decretos del Ministerio de Hacienda, han reducido a su menor expresión las formalidades aduaneras para el embarque de cereales y frutos del país, habiéndose extendido muchas de dichas facilidades al cabotaje interno, sobre todo a la navegación de los puertos del Sur, ya bastante desarrollados como para instalar en ellos dependencias fiscales que hagan posible el comercio directo con nuestras grandes plazas mercantiles.
Guiado por este propósito, el Ministerio de Hacienda ha otorgado algunas franquicias a los vapores que hacen esa carrera, ha resuelto asegurar la instalación de la zona franca comercial del puerto de La Plata, la cual será habilitada dentro de breve término.
Otro punto interesante que ha debido ser resuelto durante mi administración, ha sido el referente a la forma en que debía ser reglamentado el tránsito terrestre de mercancías importadas por Buenos Aires o Rosario con destino a Bolivia y Chile, una vez que nuestras líneas férreas llegasen a las fronteras de esos países.
La dificultad quedó resuelta satisfactoriamente por Decreto del 31 de Julio de 1908, exigiéndose únicamente el marchamo de los vagones, sistema que será aplicado en breve a los transportes hasta o desde las fronteras del Alto Uruguay, por los caminos de hierro que se dirijan al Paraguay. En Marzo del mismo año, se dictó asimismo la reglamentación del tránsito por ferry boats, exigida por la habilitación de la línea entre los puertos de Zárate e Ibicuy.
En lo concerniente al tránsito fluvial, aun no ha sido posible concertar con los países vecinos, convenciones aduaneras para implantar el uso cómodo de las tornaguías, y desplegar una acción conjunta en materia de policía fiscal.
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El régimen orgánico de las administraciones generales de Impuestos Internos y Contribución Territorial, Patentes y Sellos, ha sido uniformado con la aprobación de sus respectivos Reglamentos, que ha contribuido a corregir las incongruencias que a menudo perturbaban los procedimientos fiscales.
La ley que dictasteis el año pasado, haciendo extensivos a los específicos de tocador y de consumo higiénico, el impuesto interno a los específicos medicinales, determinó al P. E. a reglamentar minuciosamente dicho gravamen, del cual fueron excluidos ciertos artículos de valor ínfimo y reclamados por las necesidades de la higiene popular.
También se han adoptado procedimientos sencillísimos de contabilidad, para que las reparticiones aduaneras puedan llevar por separado las cuentas de lo recaudado por los Impuestos de Sellos, Contribución Territorial y Patentes.
Finalmente, haré observar que todos los impuestos mencionados además de estar fiscalizados hoy por sus inspectores especiales, están sujetos al contralor central de la Inspección adscripta al Ministerio de Hacienda.
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La división del territorio de la República en circunscripciones aduaneras y en zonas de impuestos internos, determinó en el año anterior el aumento de las Oficinas Químicas Nacionales, encargadas del análisis de vinos y demás bebidas sujetas a gravamen nacional, lo mismo que de asesorar a las autoridades de las Aduanas en punto a la composición de tejidos y otras mercancías que deben ser clasificadas según la naturaleza de sus elementos componentes.
Ocurría con frecuencia que dichos análisis, tratándose de mercancías extranjeras, diferían de los practicados en los países originarios de aquélla, siendo causa de tal divergencia, el empleo de distintos métodos analíticos de parte de nuestras oficinas y de las de Europa y Norte América.
En tal razón fueron comunicadas al P. E. las conclusiones del Segundo Congreso Internacional de la Cruz Blanca, reunido en París durante el mes de Octubre de 1909, y en el cual se había declarado la necesidad de unificar los métodos de análisis y de inspección de las, sustancias alimenticias.
Y como por otra parte, el representante de Su Majestad Británica había expresado oficialmente el deseo de que se adoptase por nuestro Gobierno un procedimiento de análisis de los tejidos, análogo al empleado en Inglaterra, se juzgó conveniente dictar un decreto por el Ministerio de Hacienda, encomendando a una Comisión Especial el estudio de los métodos de análisis e inspección de las sustancias importadas, y de las fabricadas en el país, a fin de proponer 106 más adecuados en el Tercer Congreso Internacional de la Cruz Blanca.
Dicha Comisión, formada por los doctores Lavalle, Arata y Nelson, con el Jefe de la Oficina Química de la Capital Sr. Barbagelata, deberá terminar sus trabajos con la anticipación necesaria para que sus resultados puedan presentarse en el citado Congreso, que se reunirá en Septiembre del corriente año.
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No terminaré esta parte de mi exposición sin dejar consignado que los desembolsos extraordinarios que ocasionarán al Tesoro los gastos del Centenario y el acrecentamiento del poder naval y militar del país, podrán ser atendidos con los excedentes de la renta, cuyo producido en el primer trimestre del corriente año, es superior en $ 8.000.000 al de igual período del año anterior. Y puedo aun afirmar algo más, y es que los desembolsos que se hacen para el aumento de nuestra flota de guerra representan adquisiciones para 15 años más, de manera que si se tiene en cuenta que durante los últimos diez años no se ha adquirido nada de importancia para nuestra escuadra, resulta que el esfuerzo que hoy realizamos en tal sentido es ni más ni menos, que la obra de 25 años.
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En sus contornos y aspectos generales queda trazado el cuadro de la situación económica y financiera de la Nación en la actualidad, es decir, en la fecha de su glorioso centenario. Se ve por ello que los recursos ordinarios del Estado, acrecentados por el aumento de la riqueza nacional, que es fruto del esfuerzo propio, le permitirán satisfacer con holgura los servicios y cargos de la administración, aun en la mayor amplitud que han adquirido, y atender con la más escrupulosa puntualidad los compromisos procedentes del uso del crédito en los empréstitos sancionados por V. H.
Ha podido verse igualmente en el curso de esta exposición, que hemos conseguido no sólo realizar con los ingresos de rentas generales obras autorizadas con recursos en títulos, ahorrando la emisión de éstos con ventaja para el prestigio de nuestro crédito, sino que hasta los gastos de la defensa nacional, que todos los Estados cubren, sin objeción ni reparo alguno, con el producto de empréstitos, los hemos pagado con los excedentes de la renta y con las asignaciones de la misma que determina la ley de Presupuesto.
Es ciertamente muy honroso para una Nación el que se pueda decir de ella que para salvaguardar la integridad de su honor y de sus fronteras le basta el patrimonio de sus hijos, y que sólo recurre al capital extraño para invertirlo en obras que estimulen y faciliten el desenvolvimiento de la producción y el bienestar económico, garantizando a la vez con. el rendimiento de las mismas el derecho y el interés de sus acreedores.
Pero se ha afirmado con razón que para los pueblos, como para los individuos, el éxito y la preeminencia no dependen de la cantidad de los bienes materiales que poseen, sino de su espíritu de engrandecimiento y de su confianza en sí mismos, de su seguridad en el presente y de su fe en el porvenir. Debemos, por consiguiente, para mostrarnos dignos de la posición de prosperidad que alcanzamos, acreditar que no carecemos de las virtudes necesarias para hacer que ella se convierta en una preponderancia positiva y durable. Las enseñanzas de la experiencia propia y la ajena nos están indicando el camino a seguir y los extremos a que conduce: si procedemos con prudencia, moderación, economía y orden en el manejo y aplicación de los dineros públicos, podremos prolongar esta situación de abundancia, mantener la solvencia de la Nación y difundir su crédito externo en todos los mercados; pero si malgastamos nuestro tesoro en empresas desatentadas y prodigalidades infecundas, tendremos que resignarnos a aceptar los sacrificios que imponen la inconducta y el descrédito.
[Cont..2° parte]

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