MENSAJE
DEL
GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DE CHUBUT
Mario Das Neves
EN LA APERTURA DEL 34° PERIODO DE SESIONES ORDINARIAS
EL 1° DE MARZO DE 2006
Señor Vicegobernador de la Provincia, ingeniero Mario Vargas, señores diputados de la Provincia del Chubut, señor senador nacional Marcelo Guinle, señora senadora nacional Silvia Giusti, señores diputados nacionales, señores Intendentes Municipales y Jefes de Comunas Rurales, señores Ministros, Secretarios, Subsecretarios, pueblo del Chubut, señores miembros del Superior Tribunal de Justicia y demás funcionarios judiciales: transitando la mitad de mi mandato, vengo a esta Casa para expresar, con la mayor claridad posible, hasta dónde hemos llegado.
Pero también vengo a fijar posiciones claras en cuestiones que pensamos irresueltas.
No es mi intención cumplir hoy con un mero protocolo.
Vengo a enfrentar la realidad, como lo hice durante todos los días de mi gobierno.
Para que sepan lo que hicimos, traigo conmigo una larga lista de obras concretadas, reproducidas en un profuso anexo que he puesto a disposición de los diputados.
La mayoría de esas obras forman parte de los anuncios que hice, en esta misma Casa, en anteriores discursos.
Otras, han sido proyectadas y creadas en el camino: respondiendo a las urgencias de la gente.
Cuando asumimos esta responsabilidad, no lo hicimos pensando que gobernar es una tarea fácil.
Tampoco pensamos que resultaba imposible hacerlo.
Dijimos siempre, cuando nos propusimos alcanzar la conducción institucional y política de la provincia, que nuestra principal bandera era la de proponer un cambio.
Hoy podemos decir, con satisfacción, que ese cambio se puso en marcha.
Que no prometimos en vano.
Que realmente llegamos hasta aquí, para cambiar.
La realidad nos dice que una nueva provincia se puso en marcha, a través del esfuerzo y la voluntad de su gente.
Y como consecuencia del trabajo de sus gobernantes.
Ambas partes pusieron de pie al Estado, para que verdaderamente sirva a los fines para los que fue creado: generar e impulsar las condiciones necesarias para que los habitantes de la provincia reciban los beneficios que sólo un Estado eficiente puede darles.
La eficiencia del Estado fue y será nuestra principal preocupación.
Y la destinataria de todos nuestros esfuerzos.
Con un Estado eficiente, podrán crearse más puestos de trabajo, construirse más casas y más escuelas, tener chicos mejor educados, mejor salud y mayor seguridad.
Ésos son pilares que servirán para construir una sociedad mejor y darle una vida más digna a todos los habitantes de la provincia.
Ésa es para nosotros una cuestión de honor, a la que no renunciaremos y por la que seguiremos trabajando, hasta el último día de nuestro mandato.
Seguiremos buscando, como lo hicimos siempre, los mejores caminos.
Los que con más rapidez y seguridad, nos lleven a la concreción de nuestro plan de gobierno.
No cesaremos en el afán de llevar adelante, uno a uno, nuestros proyectos.
Y los que día a día nos reclama la gente.
Lo haremos de la mejor manera.
Con imaginación y audacia.
Con voluntad, esfuerzo y trabajo.
No lo haremos solos.
Para completar nuestro plan, necesitamos del acompañamiento de todos los sectores de la sociedad.
Como lo hicimos hasta hoy: sin exclusiones.
Los tiempos nos imponen seguir cambiando.
Cambiar para mejorar.
Para adecuarnos a las enormes transformaciones por las que transitan el país y el mundo.
Debemos adecuar la realidad, más que a nuestras propias decisiones, a las necesidades de los actores sociales.
No por legítimas, todas las estructuras y normativas que hoy ordenan a las instituciones del Estado y a la división geopolítica de la provincia, deben ser eternas.
La modernización y los cambios profundos que ha sufrido la sociedad en su conjunto y también el comportamiento de sus integrantes, nos llevan a pensar que una reforma social y política debe ponerse en marcha.
Sin alterar los valores básicos ni los ideales de quienes las crearon, las normas por las cuales se rigen las instituciones deben ser sometidas a una exhaustiva revisión.
Y después, a la adecuación que las circunstancias actuales imponen.
Crearemos las condiciones para que esto sea posible.
Si es necesario vamos a recurrir al pueblo: impulsaremos los mecanismos de los que disponemos para que exprese su opinión.
No es ajeno a ustedes que los cambios que se han dado, aun en las cuestiones más cotidianas, imponen la reacción de quienes tenemos responsabilidades de conducción.
Cuando llegamos aquí, hicimos hincapié en las cosas que pasaban en la provincia.
Y que no podían seguir pasando.
La gente padecía la abulia de un Estado ineficiente, incapaz de resolverle los problemas.
Enfrentamos esa realidad con el objetivo de revertirla.
No necesitamos de intermediarios para ello.
Pusimos la cara ante cada problema.
Y a cada problema, le fuimos encontrando una solución.
Hizo falta no sólo decisión: también coraje.
No escondimos la tierra debajo de la alfombra: la sacamos y la limpiamos.
La gente estaba esperando actos transparentes que terminen con históricas injusticias.
Por eso nos propusimos llegar donde nadie llegaba.
A cada rincón de la provincia, donde durante años el Estado estuvo ausente.
Dijimos aquí, en diciembre de 2003, que a esta provincia volvería el trabajo.
Y nos comprometimos a bajar a un dígito la desocupación.
Lo hemos cumplido.
No sólo la desocupación es del 7,1%, sino que el trabajo en negro o no registrado, está por debajo de la media nacional en 22%, el número de nuevas empresas es de 1.380 establecimientos más que en 2003.
El incremento de recaudación del 8 por mil es a enero del 2006 un 150% mayor que en enero del 2003 y todo ello para poder capacitar a los trabajadores chubutenses, más de 1.979 de ellos en todo el territorio.
También dijimos, aquel día, que se debía terminar con la ausencia de medicamentos en los hospitales.
Y lo hemos cumplido: en todos los hospitales y centros de salud de la provincia, la gente encuentra los medicamentos para aliviar sus dolores.
Además de estar en ejecución una revolucionaria obra en infraestructura para la salud.
Prometimos, en aquel diciembre, fortalecer la escuela pública, porque estamos convencidos de que es la institución con mayor capacidad, para posibilitar mejores condiciones de inclusión social.
Y anticipábamos que el Estado iba a garantizar la indumentaria escolar y el acceso a los medios y materiales educativos.
También lo hicimos.
Lo que invertimos en educación superó todos los niveles históricos.
Éste es nuestro tercer inicio del ciclo lectivo, con escuelas nuevas o reparadas, indumentaria y útiles para los alumnos con carencias y los sueldos al día, los mejores del país.
Porque consideramos que un joven con valores, con educación y con trabajo es un hombre rico en sí mismo y útil a la sociedad.
Por eso asumimos la responsabilidad de la educación, como una política de Estado.
No queremos más discriminación, desigualdades ni prebendas.
Y eso se logra con un pueblo educado.
Nos propusimos combatir el olvido.
No desde el rencor, pero si desde la reivindicación de la memoria, para ser los conscientes constructores de este presente, que nuestros jóvenes nos prestaron, para que les demos un mundo mejor.
Hemos hecho muchas cosas en estos dos años.
Y aquí están. En ese anexo que está circulando, al que luego tendrán acceso los medios de comunicación.
En este anexo, que con toda dedicación hemos preparado para los señores diputados.
Escuché muchas veces que este gobierno hace obras porque recibe plata.
No lo tomo como una crítica.
Es verdad, hacemos obras en la que invertimos la plata de todos los chubutenses.
Pero para tener esa plata, en muchos casos, primero tuvimos que desterrar vicios de la vieja política.
Tengo un claro ejemplo: la Lotería del Chubut.
De allí se servían dirigentes para financiar sus estructuras internas.
La habían convertido en una caja de la política.
Esto es: manejaban dispendiosa e ilegalmente la plata de la gente.
Ahora esa plata no transita caminos clandestinos.
Está a la vista de todos, llegando donde tiene que llegar.
Hace falta decir estas cosas.
Es necesario que la gente sepa que el cambio es serio y que estamos cumpliendo con lo que prometimos.
Lotería tuvo utilidades en 2005 por 6 millones de pesos.
Implica un 450 por ciento de aumento, respecto al ejercicio 2003.
Y solamente con el Telebingo, hemos premiado a la gente con un total de 9 millones de pesos: entregamos 200 vehículos, cuatro casas, 18 viajes y 25 sets de electrodomésticos y equipamiento.
Con las ganancias, Lotería atendió cuestiones que hacen a la cultura, la salud, la educación, el deporte y el turismo social.
En esa acción invertimos casi 5 millones de pesos.
El IAS colaboró con el Centro de Aplicaciones Bionucleares CABIN de la ciudad de Comodoro Rivadavia y también con fondos para atender la emergencia climática de la cordillera.
Invertimos pensando en la gente.
Podríamos haber hecho muchas otras cosas con 77 millones de pesos, en ciudades importantes electoralmente, como Comodoro Rivadavia, Trelew o Puerto Madryn.
Es mucho dinero.
Optamos por la salida menos demagógica: construir el gasoducto cordillerano que llegará a pequeñas localidades, donde la gente no tendrá que sufrir más por la falta de un combustible esencial, en estas latitudes.
Por eso esto es simbólico, aquí está la obra del gasoducto, lamentablemente no tuvo la unanimidad de esta Legislatura.
Aunque hay mayores ingresos, no los direccionamos hacia un fondo financiero que permanentemente usufructuaron unos pocos ni capitalizamos para el servicio de nuestros amigos.
Porque aun sin fondos extraordinarios, privilegiaríamos becas estudiantiles o pensiones o bastones blancos para disminuidos visuales.
Porque en este presupuesto o en cualquier otro, eso no significa una inversión imposible.
El Estado Provincial tiene importantes recursos.
Pero a diferencia de otros gobiernos, además podemos decir dónde está.
Está en las viviendas: 2.029 soluciones habitacionales durante 2005 y 7.489 en ejecución.
Un total de 169 millones de pesos de inversión, lo que representa un aumento del 341 por ciento respecto a 2003 y 185 por ciento con relación a 2004.
Está en el PROMEBA, distribuido en 7 localidades con una inversión de 120 millones de pesos, beneficiando en forma directa a 10 mil familias.
En el PROMEBA provincial, que tiene una asignación presupuestaria de 100 millones de pesos y que beneficiará a otras 4 mil familias.
Atendimos la emergencia hídrica entregando 270 casas.
Y contamos con planes federales que brindarán más soluciones habitacionales.
Todo esto dio certezas a nuestra gente, que renovó su confianza aumentando el índice de recupero de las cuotas al IPV y ello también generó mas compromiso en empleados y profesionales.
De ese incentivo y compromiso nació un prototipo de vivienda rural, autosustentable en la soledad del campo patagónico, obra de la capacidad y dedicación de profesionales chubutenses y que posiblemente se convierta en un programa nacional bajo el título de “Vivienda Cushamen”
Ya lo dije: el techo propio une a la familia, renueva los lazos de convivencia.
Los fondos que recibe la provincia están también en obras para asegurar la atención de la salud.
La construcción del 2005 superó los 13.200 metros cuadrados, entre obras nuevas y ampliaciones de centros de salud, puestos sanitarios y centros de desarrollo infantil.
Y están también en el abastecimiento de medicamentos en los hospitales, cuya inversión se incrementó en un 80 por ciento con relación a 2003 con un presupuesto de 16 millones de pesos.
Una cuestión central en cuanto al plan de obras fueron, para este gobierno, los caminos.
Porque nos unen, porque nos integran.
Había caminos vecinales intransitables.
Condenados al olvido.
Hicimos nuevos donde no había, reconstruimos los más dañados y realizamos un adecuado mantenimiento a los que ya estaban.
En total Vialidad Provincial recuperó y construyó más de 2.000 kilómetros.
También reconstruimos lo que el agua dañó en las inundaciones en Cholila, Epuyén y Lago Puelo.
Y comenzamos a construir los accesos a Cholila, El Maitén, Río Senguer y Río Pico invirtiendo más de 100 millones de pesos.
Podría seguir enumerando obras, abrumarlos con números contundentes en cuanto a lo que hacemos todos los días, con el dinero que ingresa a la provincia.
Una inversión sin antecedentes, que se planeó a través de la Secretaría de Infraestructura, Planeamiento, Obras y Servicios Públicos.
La gente lo ve y lo sabe.
Los diputados que no cuentan con todos los datos, los obtendrán de los anexos que he puesto a su disposición.
Este gobierno ha trabajado para mejorar la prestación de los servicios que brinda el Estado.
Y para ello reivindicó el rol del empleado público.
Lo hemos capacitado y ha comprendido la necesidad de un cambio en su actitud.
De su prodigalidad en el trabajo depende la eficiencia del Estado.
Nos sentamos a discutir en paritarias, un hecho histórico en Chubut.
Los salarios aumentaron, en promedio, un 25 por ciento y se garantizó un ingreso mínimo de 900 pesos.
Impulsamos la plena vigencia de la carrera administrativa para terminar con las injusticias y las prebendas, que desde el Estado cambiaban trabajo por votos.
Siempre que puedo, públicamente me refiero al cambio que concretamos en el Banco del Chubut.
Ese mismo banco que estuvo a punto de cerrar, porque también fue usado como caja para intereses, que para nada representaban la política de fomento para lo cual fue creado.
La realidad cambió.
Ya no es un banco en quebranto.
Las utilidades previstas en este ejercicio en junio de 2006 se prevén en 40 millones de pesos.
En este momento se encuentra en el séptimo lugar en el ranking de rentabilidad sobre patrimonio elaborado por el Banco Central.
Desde su relanzamiento en enero de 2004 se otorgaron 200 millones de pesos en créditos representados en más de 24 mil operaciones.
Se lanzaron 35 líneas de créditos.
Se están otorgando en promedio 1.100 créditos mensuales.
Las cuentas corrientes se incrementaron en un 73 por ciento y los depósitos privados en un 74%.
Esto no es casualidad: la gente volvió a confiar.
Actualmente el banco tiene 22 sucursales, 45 cajeros automáticos y 32 localidades recorridas por el Banco Móvil.
Hemos lanzado además una herramienta financiera innovadora: el fideicomiso financiero Chubut I.
Los fondos generados serán destinados al desarrollo de nuestra provincia.
Desde el esquema productivo, hemos trabajado en crear condiciones para que los sectores dinámicos y productivos de nuestra provincia puedan desarrollarse en un ámbito de tranquilidad jurídica, de acompañamiento de las estructuras del Estado y del incentivo de ser considerados como parte trascendentes de nuestra política.
El compromiso de mi gobierno con el sistema productivo es generar la confianza necesaria para incentivar la inversión que permita explotar e industrializar adecuadamente nuestros grandes recursos naturales, con un debido equilibrio ambiental.
Las estructuras administrativas del Estado se han tenido que adecuar a las demandas que provienen de los sectores privados, de tal modo que hoy podemos afirmar y transmitir, con total tranquilidad, que estamos en condiciones de acompañar a cualquier inversor, productor o industrial que quiera generar trabajo y riqueza.
Por eso reitero la convocatoria a todos los que están dispuestos a apostar a un crecimiento y a un mejoramiento de sus ingresos, a invertir en nuestra provincia.
En este sentido es mucho lo que aún falta por hacer.
Hay que empezar a cambiar la historia de siempre: nuestros recursos naturales no pueden ser extraídos y llevados a otros lugares para su industrialización.
Tenemos que agregar valor a esos recursos y lo tenemos que hacer con manos chubutenses.
Estamos creando las condiciones para que así sea.
Puedo afirmar que hemos construido las bases sólidas de una verdadera política de Estado para el sector productivo de la provincia.
Que el gobierno actúa a la par y en consonancia con el desarrollo y con las estrategias que provienen de los diversos sectores activos.
Que planificamos en forma equilibrada y coherente el futuro desarrollo que se está proyectando, a partir de las bases de la política productiva.
Que tenemos la suficiente capacidad de respuesta para poder generar, en todo el ámbito de nuestro territorio, las condiciones económicas y laborales que destierren definitivamente una vieja lacra que le ha causado daños a nuestra sociedad, como han sido las permanentes migraciones de los chubutenses del interior hacia los centros más poblados.
Que puedo expresar hoy aquí, ante ustedes, que los pueblos chicos se desarrollan a la par de los pueblos grandes.
Que el trabajo se encuentra en todos lados.
Que no es necesario el destierro para poder vivir dignamente.
Seguimos insistiendo: la cultura y el deporte son también cuestiones de Estado para este gobierno.
Un pueblo culto corre menos riesgos, ante quienes pretendan engañarlo con promesas vacías o comprarlo con miserables prebendas.
Cuando llegamos aquí, el presupuesto en Cultura no superaba los 100 mil pesos anuales.
Le destinaban apenas unos centavos por habitante.
Hemos ido aumentando, progresivamente, los fondos destinados al área y en el 2005 fueron 3.700.000 pesos.
Pudimos cumplir con todas las metas y llegar a todos lados.
Esto es interés real por la cultura.
En deportes, basta con dar algunas cifras: 38 mil chicos, de entre 12 y 18 años, de 55 localidades, participaron de los Juegos Deportivos Evita.
Comenzaron jugando para su barrio o su escuela y terminaron representando a la provincia muy lejos de casa, junto con otros miles de chicos de todo el país.
Un párrafo aparte merece la organización y el desarrollo de los Juegos de la Araucanía.
Además de los elogios que recibimos de parte de quienes nos visitaron, nos quedó la enorme alegría del triunfo deportivo.
Chubut lo logró por primera vez.
Y créanme señores diputados: no fue por casualidad.
La provincia tuvo el año pasado el ingreso histórico de 500 mil turistas.
Significó un 10 por ciento de aumento con relación a 2004.
Estas visitas nos generaron una renta directa e indirecta de mil millones de pesos.
La hemos convertido en una de las tres actividades económicas más importantes de la provincia.
Porque no la descuidamos: el dinero que ingresa lo invertimos para darle mejores servicios y mayor comodidad a quienes nos visitan.
En este aspecto, hemos tomado una medida esperada y necesaria, que tiene que ver con uno de nuestros principales recursos turísticos: el Centro de Deportes de Montaña La Hoya.
Hemos realizado la inversión que hacía falta para convertir lo que fue un sueño en una realidad.
Lo hicimos a través del trabajo mancomunado en el que CORFO, representando al Estado, tuvo una destacada participación.
La misma que le cupo a la Corporación para resolver problemas históricos, como el de los pequeños y medianos productores.
A través de una política clara y ejecutiva, convertimos a un sector explotado, engañado y marginado durante años, en uno de los que más futuro tiene en la provincia.
Les garantizamos el crédito para que puedan empezar y el apoyo para que puedan trabajar y crecer.
A través del programa Mohair, más de 300 productores pueden dar fe.
Hicimos justicia.
Quiero referirme brevemente, a la institución de nuestros jubilados a quienes, con satisfacción, le hemos devuelto en su oportunidad aquel saqueo del que fueron objeto y que mal denominaron aporte solidario.
Todos lo recuerdan.
Durante al año pasado modificamos el artículo 80°, referido a la movilidad de los sueldos y el 75° en cuanto a la corrección de los haberes jubilatorios.
Impulsamos e impusimos la cobertura total para discapacitados y el 50 por ciento de cobertura en medicamentos ambulatorios.
Además de haber realizado numerosas campañas de prevención.
Desde el Ministerio de Coordinación de Gabinete, seguimos trabajando para implementar políticas que permitan instrumentar los cambios necesarios para lograr un Estado ágil y participativo.
Este ambicioso desafío implicó diversos reordenamientos, en la búsqueda de alcanzar una distribución justa, equitativa y transparente de los recursos públicos.
El Ministerio tuvo una fuerte presencia en diversos ámbitos, trabajando en forma conjunta con la Subsecretaría de Trabajo y otros organismos en soluciones a múltiples conflictos laborales de índole gremial, patronal o municipal.
Como fueron los conflictos pesquero y petrolero.
O diversos conflictos laborales de los trabajadores de la construcción.
Hemos trabajado intensamente para modernizar el Estado, cuyo funcionamiento, como ya dije, es nuestra mayor preocupación.
Un Estado moderno garantiza la debida y ordenada prestación de los servicios que la gente requiere.
Y que el Estado debe brindar de manera insoslayable.
Quiero mencionar, aunque sea brevemente, la identificación y el acompañamiento que Chubut tiene con y de parte del gobierno nacional.
Hemos sido destinatarios de las más grandes inversiones, que garantizan la concreción de obras esperadas y que mejorarán la calidad de vida de la gente.
El acueducto Trelew-Madryn, el mencionado gasoducto cordillerano, el interconectado de alta tensión, las obras portuarias, los corredores viales.
Y todas las obras de infraestructura y servicios que se pusieron en marcha, en un esfuerzo conjunto entre la Nación y la Provincia.
Nos insertamos en un nuevo proyecto de país.
Serio y federal.
Seguiremos ese rumbo, que es el rumbo que eligieron los argentinos para crecer.
Seguiremos la guía del Presidente Néstor Kirchner, hacia el mejor de los destinos.
Seguiremos apoyándolo para que su obra continúe, si es su deseo, más allá del 2007, porque el deseo de la gente lo tenemos claro.
En diciembre de 2003 decía en esta casa: creo en Dios, fuente de toda razón y justicia.
Con la razón, avanzaremos en la construcción de una sociedad más justa con los que menos tienen, más solidaria con los que más sufren.
Con la justicia, iniciaremos otra etapa: no puede haber un pueblo realizado si no tiene justicia.
Dije al principio que no venía a esta Casa con un discurso meramente protocolar.
Sino a fijar posiciones en cuestiones que consideramos irresueltas.
Y ésta, la de la justicia, es una de ellas.
Fijé mi posición con claridad.
No le temo a las reacciones corporativas.
Mi único temor es el que hoy exhibe la sociedad.
Una sociedad que reclama jueces y fiscales más comprometidos con el dolor de aquellos que padecen hechos delictivos.
Muchas veces, esa gente no sólo tiene que aprender a convivir con la angustia.
También con la impotencia de ver libres a sus victimarios.
Existe hoy una generalizada sensación de impunidad.
Visité familias que han vivido las peores horas.
Entre amenazas y violencia, fueron despojadas no sólo de sus bienes materiales.
También de su dignidad humana.
Duele ingresar en esos hogares, donde el miedo no desaparece.
Donde la mirada queda fija, en el más ingrato de los recuerdos.
Esa gente, dolorida y angustiada, sólo tuvo un reclamo: justicia.
Queremos cambiar esa sensación de desamparo que la gente exhibe.
Somos parte integrante de la sociedad.
Pero tenemos las mayores responsabilidades.
No por pertenecer a otro Poder, tenemos que darle la espalda a estas situaciones.
Creemos lo contrario: debemos hacernos cargo.
Hace unos días, entregamos las primeras ayudas a víctimas de delitos violentos, en cumplimiento de una ley sancionada por esta Legislatura.
Dije entonces que el tiempo transcurre inexorablemente y las prácticas tribunalicias derivan en que muchos criminales jamás se sientan en el banquillo de los acusados.
La protesta de los ciudadanos no es por el valor justicia ,sino por el servicio que la administra.
En realidad, se trata de una injusticia que se comete dos veces: la primera con el daño o el delito, la segunda con la impunidad.
Insisto: existe un generalizado y notorio descontento social hacia la justicia o, mejor dicho, hacia el servicio público de justicia.
Dije y sostengo que, cuando uno de los Poderes del Estado no se desempeña como corresponde, no es saludable guardar silencio sobre ello.
Y mucho menos por la actitud hipócrita de que así se deteriora la división tripartita republicana.
Los roces y descontentos que se producen entre hombres de los distintos Poderes, no deben tomarse como catástrofes institucionales.
Es legítimo reclamar justicia a quienes deben impartirla.
Vengo a plantear, con seriedad, lo que los habitantes de la provincia piden.
No le pido a los jueces y a los fiscales que carguen, sobre sus fallos y decisiones, lo que el clamor popular reclama.
No sería para nada justo definir la culpabilidad o la inocencia arrastrados por un pensamiento o sentimiento generalizado.
Podríamos caer en los errores más imperdonables: condenar a un inocente o dejar en libertad a un culpable.
Sólo planteo la necesidad de comenzar a cumplir con la obligación de impartir justicia.
Utilizando para ello todos los mecanismos que hoy están al alcance de los magistrados.
Soy un hombre de la democracia.
Estoy identificado con sus instituciones y con las leyes, códigos y normas que regulan su funcionamiento.
No me aparto de la ley.
Todo lo contrario.
Sostengo una base doctrinaria: dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.
Pretendo una justicia a la que la gente identifique con la seguridad y no con la impunidad.
Una mala actuación del Poder Judicial también frustra la labor de la policía que esclarece los delitos, apresa a los autores y al poco tiempo debe salir a buscarlos nuevamente.
Estoy conforme con el desempeño de la policía de la Provincia del Chubut.
Sus hombres han dado acabadas muestras de valor y profesionalismo.
Varios de ellos estuvieron a punto de perder la vida persiguiendo delincuentes.
Esas heridas no cierran, si la justicia no actúa con todo el rigor.
Con todas las herramientas que tiene a su alcance.
Si no, el policía cae en un estado de desesperanza.
Tanto como la gente a la que debe cuidar.
Ningún policía merece ser protagonista de esta desigualdad.
Sostengo: hay liviandad en el tratamiento de algunos hechos delictivos.
No percibo la aplicación absoluta de las herramientas con la que cuentan jueces y fiscales.
Por eso se percibe a una sociedad harta de ver que las noticias policiales tienen como protagonistas siempre a los mismos delincuentes.
Hoy son noticia porque los detienen. Mañana, porque vuelven a robar.
Entonces, la sociedad se siente indefensa.
Tengo que ser honesto y decir también que hay muchos jueces, fiscales y demás funcionarios judiciales comprometidos con su función.
Y también con la gente.
Pero sostuve y lo ratifico: cuando vemos algunos indicadores, nos preguntamos adónde va cierto sector de la justicia.
A quién atiende, a quién está destinado, a quién satisface.
Con frecuencia los jueces no nos explican quiénes son los delincuentes y quiénes las víctimas.
Dije que la crisis de la justicia es, antes que nada, una crisis ética, que no se soluciona con las recetas tradicionales ni con el reclamo de mayor presupuesto.
De todas maneras y como gobernador, estoy dispuesto a rediscutir el presupuesto del Poder Judicial.
Cargo por cargo, obra por obra.
Estoy convencido de que todo es perfectible.
Pero también estoy convencido de que los recursos deben utilizarse para lograr mayor eficiencia y no mayor bienestar.
De nada sirve construir ciudades judiciales, si no se modifican códigos arcaicos que, a la luz del sentido común de la gente, parecen beneficiar más a los culpables que a los inocentes.
No servirá de nada crear y ocupar nuevos cargos, si esos nuevos cargos no aceleran los tiempos de las sentencias.
Sólo le estaríamos dando a la gente un lugar más cómodo para seguir esperando que se haga justicia.
No es lo que queremos.
Queremos mejorar el servicio de justicia.
Si lo hacemos con más presupuesto, bien vale la pena una nueva discusión.
Abro las puertas de mi gobierno con un sólo objetivo: integrar para mejorar lo que hoy está en discusión y que muchas veces establece el límite entre la vida y la muerte de las personas.
Señores diputados, he reiterado varios conceptos, porque creo necesario incorporarlos definitivamente a mi reclamo, que no es otro que el reclamo de gran parte de los ciudadanos de esta provincia.
Por eso vuelvo a decir que las decisiones de los jueces deben estar a tono con el espíritu de su tiempo, con las ideas y los valores prevalecientes en la sociedad contemporánea.
De lo contrario, su divorcio con la sociedad será inevitable.
Hay que multiplicar los esfuerzos para que se haga justicia.
Para que no sean robadas, violadas o asesinadas otras personas.
Para que los crímenes no queden impunes.
Es una obligación de todos dejar atrás el perverso pasado reciente.
La presencia de una justicia que asuma sus obligaciones no es sólo responsabilidad de quienes la componen.
También lo es de los diputados y del Poder Ejecutivo.
Nosotros hemos tomado esa responsabilidad: este gobernador no indulta a delincuentes condenados.
Autolimité esa facultad constitucional por decreto.
Considero que esa atribución sí representaba la intromisión de un Poder sobre otro.
Uno los condena, el otro los perdona.
No era justo.
Hay que dejar atrás las posiciones hipócritas.
Basta de tolerar incapacidad, de soportar negligencias, de proteger la existencia de círculos cerrados alejados de la realidad, de las urgencias ciudadanas.
Lo mejor que nos puede pasar a todos es ser protagonistas de la toma de las decisiones que nos reclaman.
Sostener una justicia ineficiente, es sostener la impunidad.
La hora impone la renovación de las normas.
Y también la de quienes tienen el deber de aplicarlas.
Vine aquí a decir lo que hago, lo que veo y lo que siento.
Más de una vez escuché las peores críticas sobre mi comportamiento.
Y tienen que ver con algunas cosas que digo.
Hay quienes me condenan por lo que hablo.
Prefiero ser así: esclavo de mis palabras más que dueño de mis silencios.
No vine a este lugar para callar.
Porque callar sería traicionar y traicionarme.
En todo caso, mis silencios sólo tienen que ver con las acciones del gobierno.
Entonces sí: prefiero hechos y no palabras.
Si hay quienes me condenan por lo que digo, es porque tal vez no han encontrado males para condenarme por lo que hago.
Hice esta referencia para dejar en claro que ésta sería la única cuestión en la que no habrá cambios: voy a seguir haciendo lo que tenga que hacer y diciendo lo que tenga que decir.
Señores diputados: vengo a cumplir con el honor constitucional de dejar abierto un nuevo período de sesiones ordinarias.
Y a hacer el mismo ejercicio que hago, todos los días, con los habitantes de la provincia: rendir cuentas sobre los actos de gobierno.
Esto último es, para mí, la mayor de las obligaciones.
Me siento bien gobernando.
Y mejor me siento si la gente sabe cómo lo hago.
Y qué es lo que hago.
La transparencia en los actos de gobierno no es para mí una forma.
Es una obligación.
Hemos puesto en marcha una administración abierta a los ojos de la gente, que es el mejor contralor que podemos tener.
La gente otorga premios y castigos al camino que eligen los gobernantes en sus mandatos.
Y por como nos fue hasta ahora, en algunos exámenes populares a los que nos sometió la democracia, podemos decir que nos sentimos transitar por el camino correcto.
Seguimos promoviendo un cambio, que comenzó cuando encontramos un Estado ahogado por las demandas y sin aire para las respuestas.
Entonces iniciamos el proceso de modernización para hacerlo eficiente, para que comience a darle respuesta a la sociedad que lo sostiene.
Allí comenzó la primera etapa que apoya y garantiza la continuidad de un plan, que terminará definitivamente con el estado de las prebendas, las injusticias y la ineficacia.
Todos somos el Estado y por eso todos debemos ser los beneficiarios de sus acciones.
Con esta experiencia acumulada, en dos años de trajinar toda la provincia del Chubut, desde las grandes ciudades hasta los parajes más recónditos, iniciamos nuestra segunda mitad de gestión pública.
Con esa experiencia a cuestas, proponemos un cambio estructural de la economía y la política provincial, convocando a proyectar entre todos un nuevo modelo de provincia.
Un nuevo esquema institucional, que potencie nuestras habilidades y mejore las condiciones de representación política.
Un proyecto donde la integración no sea un acto discrecional del gobernante, sino una realidad consolidada para siempre y con la gente.
Convocamos a los chubutenses, a sus representantes, a sus partidos políticos a iniciar ese debate, a exponer las ideas.
En ese contexto, comenzamos con el desarrollo de cuatro comarcas y seguimos trabajando para que ese diseño se complemente, se nutra en la diversidad de opiniones, se convierta en una herramienta institucional útil para la gente.
Así alumbrarán las propuestas que, llegado el momento y la necesidad, podrán poner a consideración del pueblo si la reforma constitucional fuere necesaria.
No hay lugar para el dogmatismo, hay que abrirse a las nuevas realidades.
No hay que descartar la idea porque sea de otro, es hora de sumar, con un oído en el grito de esperanza que tiene hoy nuestro pueblo.
Así de esta manera, seguiremos cambiando las cosas que nos hicieron mal, por aquellas que nos hacen bien: enfermedad por salud, analfabetismo por educación, desocupación por trabajo.
Y vamos a cambiar, estoy convencido, inseguridad por tranquilidad.
No hemos hecho ni haremos nada solos.
Trabajamos, estos dos años, por una verdadera integración social y territorial.
No hay para nosotros ciudades grandes y pueblos chicos: hay gente en la provincia que requiere la asistencia del Estado.
Ahí estuvimos, ahí estamos. Y ahí estaremos.
Hubieron emergencias climáticas, que nos pusieron a prueba.
Enfrentamos duros conflictos gremiales.
Hemos sido objeto de las más variadas agresiones.
Peleamos con empresarios de la pesca, discutimos con los ruralistas.
Al final, el consenso le ganó al disenso.
Pero no por obra de la casualidad.
Hemos puesto en práctica la política de la inclusión y la participación, aun en las disputas políticas más duras o con los distintos actores sociales de la provincia.
No nos fue mal, por el simple hecho de anteponer la transparencia al ocultamiento.
De involucrarnos como gobierno en aquello en que podíamos ser útiles, aun cuando teníamos más para perder que para ganar.
Esas ecuaciones están alejadas de nuestro accionar político e institucional.
No evaluamos el costo o beneficio: tenemos el deber de participar y actuar en todo lo que tenga que ver con el bienestar de la gente.
Sentimos de esa manera el poder, que no es otro que el poder de la gente.
La gente que nos acompañó en forma incondicional durante estos dos años.
Lo hizo a través de sus representantes más genuinos: los intendentes y jefes comunales.
Desde este lugar, quiero agradecer profundamente su acompañamiento.
A todos los intendentes y jefes comunales.
Con ese apoyo hicimos realidad los sueños de la gente.
También deseo mencionar a las asociaciones vecinales de la provincia.
A sus conducciones. Porque se dedicaron a construir, con nosotros, un futuro mejor para sus barrios.
Y voy a concluir con una mención muy especial y novedosa: a las 400 amas de casa que salieron a recorrer los barrios, conformando una red social de incalculable valor, con el sólo objetivo de contribuir en la contención de la escalada de precios.
Lo hicieron por todos y para todos.
Sin pedir nada a cambio.
Por eso, mi agradecimiento.
Diputados de Chubut: he transitado, a través de este discurso, por otro año de mi mandato de la manera más práctica que encontré.
Les he dicho a ustedes y al pueblo de Chubut las cosas que siento.
He traído a esta Casa no sólo el pensamiento del gobierno, sino también el que este gobierno recoge de la gente.
Traté de ser claro.
Pude haber sido vehemente.
Pero como siempre:
Fui sincero.
Muchas gracias.
MARIO DAS NEVES
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