DISCURSO EN EL ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DEL
CRISTO REDENTOR
Néstor Kirchner
[13 de Marzo de 2004]
Señor presidente de la hermana República de
Chile, querido amigo Ricardo Lagos; señores gobernadores; señores intendentes;
autoridades eclesiásticas; autoridades militares; amigas, amigos; argentinos,
chilenos; chilenos, argentinos: hace exactamente cien años se erigió aquí este
imponente y simbólico monumento del Cristo Redentor, poniendo fin a una etapa e
inaugurando otra como promesa de un futuro mejor.
Para las naciones jóvenes como las nuestras, cine años significan mucho tiempo: cien años de luchas, de sueños, de encuentros y desencuentros, cien años en los que nos hemos llevado bien y a veces no tan bien. Cien años en que este emblemático monumento nos debió hacer recordar el heroísmo de San Martín y O´Higgins desafiando alturas cordilleranas y fríos peligros. Cien años de este Cristo Redentor que nos debe llamar a no olvidar que por origen común e identidad cultural, debemos unir nuestros sueños de una América latina digna respetando nuestras diversidades.
Para las naciones jóvenes como las nuestras, cine años significan mucho tiempo: cien años de luchas, de sueños, de encuentros y desencuentros, cien años en los que nos hemos llevado bien y a veces no tan bien. Cien años en que este emblemático monumento nos debió hacer recordar el heroísmo de San Martín y O´Higgins desafiando alturas cordilleranas y fríos peligros. Cien años de este Cristo Redentor que nos debe llamar a no olvidar que por origen común e identidad cultural, debemos unir nuestros sueños de una América latina digna respetando nuestras diversidades.
En este punto se cruzan los obstáculos
naturales y los caminos de los hombres, se cruzan también la historia y el
futuro de una manera tan simbólica como el monumento que visitamos. Allí emerge
la Cordillera
de los Andes recordándonos nuestra pequeñez de hombres y mujeres, las enormes
dificultades físicas que se oponen a la integración de nuestras patrias.
Aquí están los pasos cordilleranos con que
los hombres y mujeres superamos las dificultades con las que la naturaleza y el
tiempo intentan limitar. En este lugar no podemos menos que recordar el
increíble esfuerzo de nuestros héroes que con modestos medios vencieron estos
imponentes obstáculos.
Está aquí también la llave de nuestro
futuro, la integración venciendo obstáculos, las creencias compartidas, las
creencias y convicciones venciendo miedos y egoísmos.
Argentinos y chilenos, partidarios de la
libertad, defensores de los derechos humanos, conocedores de las ventajas de la
integración, recordamos a otros argentinos y chilenos que supieron construir a
pesar de las dificultades.
La cooperación, la integración, la
construcción de un espacio de mutuos beneficios se van construyendo paso a
paso, día a día con esmero y tenacidad que se nutren de una férrea voluntad de crecer
en paz y prosperidad entre ambos países.
El trabajo continuo entre regiones chilenas
y provincias argentinas va conformando profundos y diversificados ejes de
relación e intercambio; el programa de acciones concretas que tienden a
profundizar entre nuestros pueblos y nuestros gobiernos una verdadera
asociación estratégica, va marcando el derrotero hacia una fructífera unidad
respetando la diversidad.
La integración física, la complementación en
navegación, turismo y transporte, como las facilidades para la libre
circulación de personas, no hacen sino recordar lo mucho que venimos avanzando
en nuestra relación. De modo que argentinos y chilenos podemos estar con la
conciencia tranquila en este punto de encuentro.
Si tuviéramos que rendir cuentas a este
Cristo Redentor, podríamos decirle que con aciertos y errores, con las
falencias propias de los seres humanos, con las vicisitudes propias de las
vidas de los pueblos jóvenes, estos primeros cien años no nos han visto pasar
sin pena ni gloria. En estos cien años hemos avanzado en nuestra madura
relación.
Aquí estamos, señor Presidente, mi amigo
Lagos, usted y yo para contribuir también a los simbolismos: usted con su hija
nacida en la Argentina
y yo con mi madre chilena dando testimonio ante este Cristo Redentor de nuestra
voluntad, de la voluntad de nuestros gobiernos, de la voluntad de nuestros
pueblos de mantener un nivel de integración, de confianza y armonía sin
precedentes.
Quiera Dios ayudar a los hombres y mujeres
chilenos y argentinos para que dentro de diez años se encuentren aquí otros
presidentes y se prodiguen tanto afecto como nosotros.
Querido amigo presidente Lagos; queridos
amigos y amigas chilenos y argentinos: es grande la responsabilidad que tenemos
en un mundo interdependiente y con graves motivos y problemas en su
funcionalidad.
¡Cómo no vamos a compartir la condena al
terrorismo internacional y cómo no vamos a compartir la construcción de un
mundo mucho más equitativo donde la justicia y la equidad sean las metas de
nuestras acciones!
Por eso sé y estoy absolutamente convencido,
querido amigo presidente Lagos, que nosotros tenemos que ayudar a que haya un
punto de inflexión histórica y que podamos ser en ese punto de inflexión
histórica los canales conducentes para unir los esfuerzos de chilenos y
argentinos para contribuir, desde nuestra verdad relativa, a síntesis
superadoras que nos permitan dar las respuestas que nuestros pueblos merecen.
Espero que usted y yo podamos estar a la
altura de la historia.
Muchas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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