DISCURSO EN EL ACTO
DE ANUNCIO DEL PLAN DE DESENDEUDAMIENTO CON EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
Néstor Kirchner
[15 de Diciembre de
2005]
Autoridades presentes; Gobernadores;
representantes de las distintas entidades; representantes de las Fuerzas
Armadas; de la
Confederación General del Trabajo; amigos, amigas;
ciudadanos, ciudadanas: tenemos la firme convicción de superar la Argentina de los viejos
y recurrentes problemas.
Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política sabemos que esta es la oportunidad del cambio, de la transformación profunda. El cambio que puede consolidarse no depende de una persona, ni de un grupo de elegidos o iluminados; es tarea colectiva, diversa, plural.
Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política sabemos que esta es la oportunidad del cambio, de la transformación profunda. El cambio que puede consolidarse no depende de una persona, ni de un grupo de elegidos o iluminados; es tarea colectiva, diversa, plural.
Somos conscientes de estar transitando un
momento histórico fundamental y estamos decididos a ser protagonistas de este
cambio de época. Nos han educado durante mucho tiempo para la impotencia, para
el no se puede, nos quieren hacer creer que lo nuestro nada vale, que no
tenemos la capacidad o la constancia para valernos como nosotros, como país.
Nos quisieron meter en el alma la certeza de que la realidad es intocable, nos
quieren convencer que son tan grandes las dificultades que es mejor que nada
cambie. Quieren hacernos creer que no hacer nada nuevo es la única opción
realista.
Creemos, sin embargo, que nuestro futuro
será hijo de nuestra capacidad para articular respuestas colectivas y
solidarias de nuestro compromiso con la defensa del interés conjunto.
Intentando superar el infierno en que caímos, sabemos que estamos recuperando
la esperanza y que debemos adueñarnos de las herramientas para construir
nuestra autonomía.
Para dar continuidad al cambio se deben
superar de raíz los problemas de arrastre, creando las condiciones para una
estrategia de desarrollo a largo plazo. Un problema de arrastre central y
condicionante, es nuestra deuda.
En el día de la fecha, hemos tomado las
decisiones institucionales, que nos permitirán destinar nuestras reservas de
libre disponibilidad al pago de la deuda total con el Fondo Monetario
Internacional. Hace 50 años que viene
siendo motivo de nuestros desvelos.
La medida puede adoptarse en función de la
solidez que el modelo de producción, trabajo y crecimiento sustentable, con
inclusión social, que venimos aplicando va adquiriendo. Sin apoyo alguno del
Fondo Monetario Internacional y sobre la base de la sustentabilidad del
superávit fiscal y externo que mantenemos, así como la solvencia económica
lograda. A su vez la magnitud de este fuerte desendeudamiento, junto con el
nuevo perfil de la deuda que ya hemos reestructurado, contribuirá al fortalecimiento
y la previsibilidad del proceso de recuperación, expansión y transformación,
que venimos protagonizando los argentinos.
Sobre la base de la solvencia fiscal, la
sustentabilidad externa, la flexibilidad cambiaría, una política monetaria
prudente, predecible y transparente y una política financiera sólida y
anticíclica, podemos dar este paso que contribuirá a su vez a reafirmar un
ambiente económico previsible.
Podemos hacerlo por la continuidad del
notable esfuerzo en materia fiscal, que permite dar consistencia a sucesivos
superávit, como por el dinamismo exportador creciente, que permite contar con
superávit comercial y dar cuenta corriente de la balanza de pagos, que
contribuya a la generación de un ambiente macroeconómico estable. Podemos
hacerlo porque hemos acumulado reservas que llegan casi o ya están llegando a
los 27.000 millones de dólares y que hemos multiplicado más de tres veces,
desde el mínimo de 8.250 millones, registrados a comienzo de 2003 y que
respaldan un cambio flexible y una política monetaria prudente, que no
abandonaremos.
Concretamos, con esta medida, nuestra
estrategia de reducción de deuda, a un nivel compatible con nuestras
posibilidades de crecimiento y pago, ganando, además, grados de libertad para
la decisión nacional.
La deuda que cancelamos con el Fondo
Monetario Internacional, similar a la suma que ese organismo prestó para
sostener un régimen de convertibilidad, condenado al fracaso, ha resultado
lejos la más condicionante, aún cuando a diferencias de otros países que
experimentaron situaciones críticas no recibimos ayuda del Fondo para superar
la difícil situación que enfrentamos. Esta deuda ha sido constante vehículo de
intromisiones, porque está sujeta a revisiones periódicas y ha sido fuente de
exigencias y más exigencias, que resultan contradictorias entre sí y opuestas
al objetivo del crecimiento sustentable.
Además, desnaturalizado como está en sus fines el Fondo Monetario
Internacional ha actuado, respecto de nuestro país, como promotor y vehículo de
políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino, de la mano de
gobiernos que eran proclamados alumnos ejemplares del ajuste permanente.
Nuestro pueblo lo corrobora.
En los últimos 30 años hemos visto avanzar
la continua dependencia de programas que Argentina acordó con el Fondo
Monetario Internacional. Formamos parte de la triste realidad de integrar el
grupo de países en los que esa institución ha aplicado y monitoreado mucho de
sus 150 planes de ajuste. El resultado ha sido exclusión, pobreza, indigencia,
la destrucción de aparato productivo. A la sombra de esos programas hemos visto
concentración de ingreso en unos pocos y chocados contra la imposibilidad de
combinar crecimiento macroeconómico con desarrollo social y pleno empleo.
Hoy podemos decir que cada vez que nos
endeudábamos, no sólo nos debilitábamos ante el mundo, sino que fuimos
perdiendo nuestra capacidad de resolver. Esta lógica siempre defendida por
adalides locales de modelos que no tienen en cuenta ni las necesidades ni las
realidades de los pueblos, llevó a consolidar una verdadera adicción al
endeudamiento, en la que cada vez más nuestros acreedores encarecieron sus
intereses, endurecieron su auditoria, su control y sus exigencias.
La más reciente experiencia argentina ha
dado prueba suficiente de que ese organismo internacional respaldó, primero,
verdaderos fracasos políticos y luego no aportó ni una moneda de ayuda para la
superación de la crisis ni para la reestructuración de la deuda, que
concretamos con la aceptación del mercado.
Antes bien, nosotros debimos abonar 6.484
millones de dólares al organismo, sin que nos prestaran suma alguna, mientras
desembolsaron 3.000 millones de dólares, a dos meses de la caída del Gobierno
del Doctor De la Rúa. Esa
misma experiencia puso en evidencia el desacierto de condicionalidades
estructurales innecesarias y exigencias exageradas para un país en nuestra
situación.
Este pago anticipado entonces, que implica
saldar una deuda no podrá ser interpretado como un obstáculo en la relación con
el Fondo, y nos dará más fuerza y autoridad para seguir reclamando una profunda
reestructuración de ese organismo.
Nuestro reclamo de que esa institución cumpla un rol contracíclico, que
no es más que exigir el cumplimiento de la finalidad para la que fue creado,
evite el sistema de condicionalidades cruzadas, aumente el grado de
transparencia de sus operaciones, reduzca el costo de su funcionamiento y
mejore su capacidad de préstamo, adquirirá aún mayor fuerza.
Por primera vez en la historia argentina un
proceso de reestructuración de deuda ha culminado con una drástica disminución
del endeudamiento del país. El paso que damos hoy es de idéntica magnitud; hace
dos años y medio, al tiempo de asumir, ambos logros parecían imposibles de
alcanzar ni en el más temerario de nuestros sueños. Sin embargo, entre todos
los argentinos lo hemos logrado. El pueblo argentino, paulatinamente, lo está
logrando, nos estamos demostrando lo que somos capaces de hacer juntos: una
integración más digna al mundo, y más inteligente, sobre la base de la solidez
que está adquiriendo nuestro país, dejando atrás un modelo de irresponsable
endeudamiento que nos aislaba. Con equilibrio macroeconómico, en base a
solvencia fiscal, seriedad y transparencia en el manejo de las cuentas
públicas, fortaleceremos esa integración.
El Ministerio de Economía y Producción y el
Banco Central de la
República Argentina tendrán a su cargo la ejecución en
detalle de las operaciones que concretarán el pago anticipado ante el Fondo
Monetario Internacional. Estamos con este pago sepultando buena parte de un
ominoso pasado, el del endeudamiento infinito y el ajuste eterno. Como dijimos
a comienzo del año ante la Asamblea Legislativa , tomamos sobre nuestras
espaldas, con decisión y convicciones, las responsabilidades que el ahora
reclama a quienes contamos en este momento histórico con iniciativa política,
ratificada, lo que agradecemos profundamente, rotundamente en las urnas, el
pasado 23 de octubre.
Queremos superar las terribles heridas que
produjeron las políticas herradas aplicadas en el pasado, queremos superar
entre todos con la frustración que nuestra crisis nos sumiera. Soñamos con
dejar a quienes nos sucedan un país mejor, donde el próximo gobierno pueda
dedicarse a consolidar, a imaginar, a crear, a crecer con dignidad.
Nuestras crisis recurrentes han
obstaculizado la permanencia de las políticas correctas, nuestros errores han
impedido que se continúe el mismo rumbo. No queremos volver a ese pasado,
queremos con memoria, verdad y justicia construir las bases de un sólido
futuro. Por eso incansablemente trabajamos con el objetivo de lograr, para el
final de nuestro mandato, que la desocupación, que ya en octubre ronda el 10
por ciento, se ubique en un dígito; que la indigencia que ya ha caído a la
mitad, también se ubique en un dígito; que la pobreza, que ha bajado
significativamente, cuando esté terminando nuestro mandato pueda estar en la
mitad de la que tuvimos cuando nos tocó empezar nuestra gestión, en el momento
en que asumimos, el 25 de mayo del 2003.
Lo estamos logrando después de haber crecido
casi un tercio del Producto Bruto Interno, con cifras anuales entre el 8 y el 9
por ciento, lo lograremos, si el año que viene, como confiamos y lo hemos
enviado presupuestariamente, podemos volver a crecer al 4 por ciento.
En el centro de la construcción de aquel
futuro está recuperación de la dignidad nacional, la revalorización de la
autoestima del pueblo argentino y la superación de la crítica vacía, el mal
augurio constante y el refugio en el escepticismo. Queremos dejar atrás el
tiempo de la profecía autocumplida, que apuesta siempre al fracaso de los demás
y anuncia siempre que todo va a salir mal.
Se trata de un paso largamente conversado
con los señores presidentes del MERCOSUR en general, y especialmente con el
presidente Lula Da Silva, a quienes agradecemos, como también tenemos en cuenta
el agradecimiento a la ayuda permanente a la ayuda permanente recibida de la República Bolivariana
de Venezuela.
Queremos dar este paso, se trata de un paso
trascendental, que nos permitirá mirar sin imposiciones, con autonomía y
tranquilidad, sin urgencias impuestas, sin presiones indebidas la marcha de
nuestro futuro. Un paso que con toda responsabilidad nos ayuda a construir un
futuro más justo, inclusivo y equitativo, con una mayor flexibilidad en el
diseño y la ejecución de la política económica, un paso que liberará recursos para
afrontar con mejores herramientas la lucha por el crecimiento, el empleo y la
inclusión social. Un paso que es ponerle fin a una época, un paso que debemos
dar todos juntos.
El saber que administrando con
responsabilidad, con seriedad, creyendo en el futuro de esta Patria, con los
aciertos y errores que tenemos todos los seres humanos, saber que a partir del
1° de enero el trabajo argentino ya no va a ir más para pagar la deuda o al
Fondo en forma permanente.
Cuando estemos levantando las copas el 31 de
diciembre sabremos que el trabajo argentino estará volviendo a los argentinos,
y que el gran desafío será encontrar los caminos, no de cruzarnos, no de tratar
que el otro fracase, sino de imaginar, de crear, de demostrarle al mundo que
somos capaces de tener una Argentina solidaria con el mundo, solidaria
internamente, con capacidad, con decisión, y que toda esa potencialidad que
tiene la podamos desarrollar.
Desde que empezamos nuestra gestión muchas
cosas parecían imposibles, desde el punto de vista institucional, económico,
desde el punto de vista de la verdad, de la memoria, de la justicia. Claro que
falta muchísimo, desde acá hacemos un llamado permanente a que en la
diversidad, en la pluralidad, en el consenso, pensemos que la Argentina puede lograr
muchas cosas. Pero no con la máquina de impedir y el no se puede, sino tratando
de superar y calificando cada propuesta que cada uno de nosotros tenga. La
calificación de la propuesta, prepararse y saber que nadie es el dueño de la
verdad absoluta, entender que cada uno de nosotros tiene la verdad relativa.
Argentinos y argentinas, a quienes nos
acompañan acá y a quienes nos miran desde su casa: en esta temporalidad que nos
toca ejercer la iniciativa política en la Argentina estamos dejando todo, tratando de hacer
las cosas lo mejor posible. Les pido que nos ayuden, porque el éxito no va a
ser de un gobierno, va a ser de todos los argentinos. Un país que se desbarrancó por la acusación,
la imputación falsa y la descalificación, un país que tiene toda su potencialidad
en el campo empresario, sindical, en las entidades libres del pueblo, en las
organizaciones sociales, para crear un destino distinto. Creo que entre todos
lo podemos hacer, sí, desde la diferencia, con pluralidad y con consenso. Todos
nosotros sabemos, los empresarios, los trabajadores, los gobernantes, las
organizaciones sociales, que a partir del 1° de enero ya por lo menos sabemos
que empezamos a recuperar el esfuerzo argentino.
Muchas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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