DISCURSO EN LA CENA ANUAL DE
CAMARADERÍA DE LAS FUERZAS ARMADAS
Néstor Kirchner
[6 de Julio de
2006]
Vengo a compartir esta Cena anual de
Camaradería de nuestras Fuerzas Armadas en vísperas de un nuevo aniversario de
nuestra Independencia. En carácter de Comandante en Jefe quiero compartir con
ustedes, además de un grato momento, un conjunto de reflexiones.
Como lo he manifestado, la transitoria función que cumplo no me hace olvidar ni de mis ideas ni de mis convicciones. Algunos hoy decían que veníamos acá a dar el discurso para evitar algún problema con algunos, yo jamás me he ocultado en una acción, y si le he tenido miedo a alguien, a algunos o a algo fue en otra época, no ahora que gracias a Dios la democracia está a pleno y estamos trabajando por una Argentina distinta.
Como lo he manifestado, la transitoria función que cumplo no me hace olvidar ni de mis ideas ni de mis convicciones. Algunos hoy decían que veníamos acá a dar el discurso para evitar algún problema con algunos, yo jamás me he ocultado en una acción, y si le he tenido miedo a alguien, a algunos o a algo fue en otra época, no ahora que gracias a Dios la democracia está a pleno y estamos trabajando por una Argentina distinta.
Puedo decirles, y lo hago de corazón, sin
odio y sin rencores, con profundo compromiso patriótico y convencimiento, que
os argentinos debemos tomar conciencia de que mientras superamos problemas
vamos forjando una sólida unidad nacional en la diversidad.
La circunstancia de estar conmemorando la
declaración de la
Independencia Nacional es propicia para analizar en razón de
nuestro pasado y en función del futuro que queremos para la Patria , la realidad que
estamos transitando.
Desde 1810 hasta 1816 los combates librados,
las palabras pronunciadas, las teorías formuladas, la moneda acuñada, la
bandera enarbolada, las escarapelas lucidas en el pecho de los patriotas,
empujaron a la decisión política que concretó el Congreso de Tucumán. Se
trataba de poner fin a los lazos coloniales con España de más de tres siglos,
prometiendo sostener esa convicción de libertad frente a toda otra dominación
extranjera.
Somos una nación joven que está a las
puertas del bicentenario de la revolución que la creó, en una historia que nos
hermana al resto de América Latina. Venimos de celebrar la independencia de la República Bolivariana
de Venezuela y de visitar las tumbas de Miranda, Bolívar y Sucre, cuyas
historias fueron tan cercanas a la de nuestros próceres.
En julio de 1816 el general San Martín
estaba organizando el Ejército de Los Andes para luchar primero en Chile y
después navegar el Pacífico para vincularse con el independentismo peruano.
Arriba por el norte la desbordante acción bolivariana iba a rematar
exitosamente el proyecto emancipador en Ayacucho.
Esta etapa debe servirnos siempre de
inspiración para la construcción de nuestro proyecto nacional y debe constituir
un espacio de verificación de nuestra voluntad constructora.
Este 9 de julio encuentra a nuestra patria
en proceso de recuperación productiva, social, cultural y política. Un enorme
esfuerzo de todos los argentinos y políticas adecuadas nos ha permitido
ponernos de pie luego de la caída del 2001, que fue la culminación de la
aplicación de funestas políticas.
Estamos luchando también por un orden
político basado en la justicia social y en la posibilidad del progreso y del
futuro para los millones de argentinos sumergidos en la pobreza y en la
indigencia. Nos encaminamos, desde el comienzo de la gestión, a construir una
política de defensa nacional, de recuperar a las Fuerzas Armadas de orientaciones-
lo digo públicamente y asumo mi responsabilidad ante el pueblo de mi Patria-
que han resultado funestas.
La separación de los responsables de las
aberraciones cometidas en la última dictadura hace a la preservación de las
instituciones armadas en su rol estratégico.
No es justo para la memoria histórica de las
Fuerzas Armadas ni es sensato para su propio futuro que se pretenda identificar
las acciones desviadas de algunos con la propia institución a la que debieron
respetar de otra manera. Nadie tiene derecho a escudarse en el prestigio y la
historia de nuestras Fuerzas Armadas, no se superarán los momentos dolorosos
que nuestra patria sufrió sin contribuir a la verdad.
Los jueces de la Constitución , cuya
independencia está garantizada, juzgan a los responsables del terrorismo de
Estado impulsado por la dictadura. Es la justicia la que debe poner las cosas
en su lugar distinguiendo a inocentes de culpables.
El combate contra la impunidad debe ser
frontal, ningún reencuentro sólido puede venir asentado sobre la impunidad, del
silencio y la complicidad tampoco vendrá. La justicia y la verdad que permitirá
la memoria son objetivos esenciales que esta sociedad busca en forma constante
eludiendo obstáculos jurídicos y políticos que reiteradamente intentaron
evitarlos, y que al menos la han demorado. Esa verdad y esa justicia marcan el
único camino posible para una sociedad digna, que quiere cicatrizar heridas muy
dolorosas y justamente por eso son objetivos irrenunciables.
Estamos a más de un cuarto de siglo de la
recuperación de la república democrática, lejos en el tiempo y firmes en
nuestra conciencia de repudio a los golpes de Estado de 1930, 1955, 1966 y el
más trágico de 1976, que atacaron los derechos de los argentinos, se unieron
los enemigos de la independencia que hoy conmemoramos.
Las sociedades modernas, y la nuestra no
escapa a esta tendencia, son políticamente activas y demandantes, y exigen
calidades y virtudes en sus instituciones. Poseen nuevos valores, exigen otros
paradigmas al Estado y legitiman de manera diferente a sus actores políticos e
institucionales.
Es evidente que la sociedad argentina actual
no es la misma ni comparte los valores a los que asistió durante todo el siglo
XIX, al nacimiento y desarrollo del Estado nacional. Tampoco es la misma de
mediados del siglo XX, durante el desarrollo de la sociedad industrial, ni
obviamente es la misma de los años finales de la dictadura. Desde 1983 ha cambiado
enormemente y hoy la principal condición que exige la sociedad a los diferentes
actores e instituciones, y en el caso específico de las Fuerzas Armadas, es la
legitimidad y la convivencia democrática.
Es decir que la institución militar será
respetada en la medida que, como lo hace, participe activamente en el sistema
republicano y democrático de Gobierno, que como lo hace garantice su permanente
acatamiento a la
Constitución Nacional y también, como lo lleva adelante en
toda esta etapa democrática, la consolidación del respeto a los derechos
humanos de todos los argentinos.
A esa legitimidad hay que sumar la que emana
de su capacidad para cumplir las funciones que le son asignadas como una parte
más del aparato estatal. Esta legitimidad funcional y la legitimidad
democrática que referimos son las vigentes hoy en la relación Fuerzas Armadas
con la sociedad y han desplazado definitivamente a los principios de los
tiempos anteriores a la
Segunda Guerra Mundial en los que se consideraba a los
ejércitos como la causa del Estado Nación Independiente y como último bastión
de la nacionalidad.
La legitimidad social hoy exige de sus
Fuerzas Armadas una indudable vocación democrática y un desempeño eficiente de
las expectativas esperadas de la profesión militar en su estricto rol de la
defensa.
Contribuyendo a esta finalidad nuestro
Gobierno se encuentra comprometido con una política tendiente a producir la
modernización del sistema de defensa nacional. Estamos impulsando una profunda
reestructuración del instrumento militar que apunte a la modernización de sus
componentes. En ese marco, la reglamentación de la Ley de Defensa Nacional
constituye una sólida base para avanzar hacia el futuro. El objetivo de lograr
un planeamiento que integre medios y actividades, que constituya un sistema de
defensa con definitiva articulación de sus componentes, capaz de responder a
las necesidades que se presenten, es central y fundamental.
La convocatoria al Consejo de Defensa
Nacional permitirá contar con apreciaciones y estrategias indispensables para
el planeamiento militar bajo pautas de total coordinación y actuación conjunta.
En esa reconversión asignamos un rol
fundamental al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, recogiendo con su
creación no sólo la experiencia de los países más modernos sino las
conclusiones de nuestra propia experiencia en el conflicto de Malvinas.
Este organismo tendrá la enorme
responsabilidad del control funcional de las Fuerzas Armadas en tiempo de paz,
priorizando la plena integración, tanto al nivel estructural de la organización
como al nivel de la actividad operativa.
El rol fundamental asignado a cada fuerza,
alistar y preparar recursos humanos y medios materiales, sólo puede tener pleno
sentido en el marco único que exceda las especificidades propias como la que
cada una de ellas pueda actuar.
El instrumento militar de la defensa
nacional deberá avanzar hacia la estructuración de una fuerza en la que se
priorizarán las capacidades de naturaleza esencialmente defensiva, que permitan
garantizar la defensa militar de la soberanía, la independencia política y la
integración territorial de la República Argentina , y que a su vez no irradien
percepciones de amenaza hacia los países de la región.
Se asegurará también el ejercicio de las
actividades de vigilancia y control de los espacios territoriales, marítimos y
aéreos de responsabilidad de las fuerzas, así como la máxima movilidad
operacional y la flexibilidad logística.
Es precisamente en el área de defensa donde
la investigación, la adaptación y desarrollo de nuevas tecnologías de proceso y
equipamiento especializado debe ocupar un lugar preponderante. Será pues
esencial unificar y potenciar todo el sistema científico técnico disponible en
el área de defensa, así como articularlo de forma eficiente y flexible con el
sistema científico-tecnológico nacional.
El proceso continuo de investigación y
desarrollo está indisolublemente vinculado a la producción de bienes y
servicios de la defensa. Tenemos como objetivo de central importancia la
consolidación de una industria militar naval y aeronáutica, que pueda, por un
lado, satisfacer las necesidades de mantenimiento y equipamiento de nuestras
fuerzas y, por otro, resolver el abastecimiento del mercado interno y regional
con competitividad y con estructuras empresarias modernas, ágiles y
transparentes.
Es fundamental impulsar, para lograr todos
estos fines, una profunda reforma de los procesos educativos que forman y
capacitan a los jefes y suboficiales de nuestras Fuerzas Armadas. En coherencia
con los principios republicanos que obligan a nuestros ciudadanos a armarse en defensa
de la Patria ,
el Ministerio de Defensa se hará cargo de la educación de las Fuerzas Armadas
como parte de la responsabilidad que le incumbe a la sociedad civil. En
consecuencia, definirá las políticas educativas y las estructuras de educación
de las Fuerzas Armadas, que a lo largo de gran parte del siglo XX se fueron
separando del sistema educativo nacional.
El principio de integración de las Fuerzas
Armadas en el sistema educativo nacional implica también retomar el sentido
profundo del servicio público que encierra la función militar. Al mismo tiempo
pretendemos profesionalizar adecuadamente a los encargados de la defensa de la
nación. También buscamos fortalecer el indispensable sentido de ciudadanía que
encierra la condición militar.
La educación para la defensa y la formación
del ciudadano militar constituyen dos conceptos que formarán parte del nuevo
sistema de educación. Se concibe al mismo tiempo que si bien existen funciones
específicas entre los distintos cuerpos armados y especialidades, todos forman
parte de un único instrumento militar de la Nación , que ahora se encuentra orientado y
dirigido por la política de la acción solidaria y concordante a través del
Estado Mayor Conjunto.
El currículum de la educación militar
moderna exige variadas disciplinas: ciencias básicas, sociología, derecho,
relaciones internacionales, derechos humanos, ciencias políticas, gestión
pública, entre otras. Ya nadie defiende el perfil estrechamente militarista de
la formación tradicional, la interdisciplina constituye una exigencia de todas
las profesiones y de todas las funciones directivas. Las visiones unilaterales
y reduccionistas de la realidad han producido fracasos dramáticos.
Señores oficiales superiores, jefes,
oficiales, suboficiales, voluntarios, que a lo largo y a lo ancho del país se
aprestan a celebrar la
Independencia nacional y estrechar los lazos con sus
camaradas de todas las fuerzas, de armas y especialidades: los exhorto una vez
más a seguir el ejemplo de San Martín, Belgrano, Brown, Moreno, con el recuerdo
de los que dieron su vida por la
Patria a lo largo de nuestra historia.
Con nuestra atención puesta en Haití,
Kosovo, Chipre y la
Antártida , donde levantarán la bandera por la Nación desde el comandante
en jefe hasta los más jóvenes soldados, nos llama el cumplimiento del deber
esencial de saldar nuestro vínculo activo con la Constitución Nacional ,
con los derechos y garantías que ella protege, y con los deberes como
ciudadanos que ella impone. Todos, cada uno desde su lugar, en diversidad y
pluralidad, cumpliremos así con nuestro irrenunciable y sincero compromiso de
servir a la Patria.
Son tiempos donde el país va en una
paulatina recuperación, son tiempos donde los argentinos debemos contribuir a
encontrar los marcos necesarios para cualificar el rol de nuestras
instituciones. Entre ellas está una institución básica en nuestro país que son
sus Fuerzas Armadas. Tarea de ustedes es contribuir a esa cualificación, a
encontrar el marco de respuesta que la Nación Argentina
necesita de nuestras Fuerzas Armadas; tener la capacidad, la generosidad, la
grandeza, la visión histórica de comprender y de entender la necesidad de
respuestas claras a todos los sucesos que nos tocaron vivir a los argentinos y
definitivamente queremos los argentinos, porque así es, así debe ser y así
será, que nuestras Fuerzas Armadas pertenezcan a todos los argentinos.
El hecho de ser cuadro de la misma, el hecho
de ser un oficial, suboficial o soldado de la misma, bajo ningún aspecto le
permite a nadie adueñarse y decir “es nuestra institución”. Yo aquí en nombre
de todos los argentinos digo: es nuestra institución, de todos los argentinos.
Como Presidente, como Comandante en Jefe y como argentino también es mi
institución. Queremos una institución que realmente consolide ese rumbo
estratégico de San Martín, Belgrano, Brown, y la visión estratégica de país que
tenía Moreno.
Por eso, sea y sirva a fondo este espacio de
compartir este momento, para que podamos dar este tipo de respuestas. Estoy
seguro que así va a ser, que así lo vamos a poder lograr y esperemos que dentro
de algunas décadas, no sólo en el marco de vuestra institución, porque la
corresponsabilidad del fracaso de los argentinos abarca a todas las
instituciones en general, cada uno en los distintos roles y en los distintos
momentos históricos que le tocó actuar, podamos decirles a las generaciones que
vienen que les brindamos una sociedad democrática, plural, diversa, con
instituciones consolidadas, donde los argentinos nos podamos sentir orgullosos
de nuestras propias instituciones. De todas. Tarea ardua, pero creo que lo
podemos lograr.
Así que, señores, realmente es un honor
poder compartir con ustedes esta noche.
Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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