DISCURSO AL
ENTREGAR EL PREMIO “AZUCENA VILLAFLOR” A LA DOCTORA SONIA TORRES
Néstor Kirchner
[15 de Diciembre de
2006]
Señores ministros del Poder Ejecutivo
Nacional; autoridades nacionales, provinciales y municipales; señores
representantes de organismos de Derechos Humanos; Abuela, Madres; doctora, querida
amiga: creo que la entrega de este premio, como bien dijo recién nuestra
querida Abuela, es un premio que trasciende lo individual y va de la mano de la
construcción de lo colectivo. Construir lo colectivo en lo ético, en lo moral,
en una etapa tan oscura como la que nos tocó vivir, tiene una trascendencia
absolutamente incomparable con todas las cosas que se puedan hacer hoy.
Pero también el ayer nos debe poner frente al hoy y a mí me toca ser presidente dela República en esta etapa temporal de la historia;
y junto a ustedes, junto a todos los organismos y toda la sociedad argentina,
tengo que expresar que en la búsqueda de justicia y de verdad sabemos que
tenemos, querida Abuela y queridos amigos, asignaturas pendientes a resolver,
temas a resolver. Creo que está llegando el momento, se ha tenido más que
paciencia. Sé que hay algunos integrantes de la Justicia que a veces les
molesta, pero ella decía recién “se nos está terminando el tiempo y nos
levantamos cada día con más fuerza”, es una frase muy fuerte, pero con mucho
contenido y con mucha realidad.
Pero también el ayer nos debe poner frente al hoy y a mí me toca ser presidente de
El presente también tiene problemas que
tienen conexión con el pasado y el propio esclarecimiento de esos juicios nos
va relacionando con el pasado. En el día de ayer, querida Abuela, que me
emocionó profundamente y también me hizo tomar con claridad la dimensión de la
responsabilidad que me toca, la cual asumo y no la esquivo bajo ningún aspecto.
Recibí una carta profunda, seria, cariñosa, fuerte en calidad moral, de la
familia López, en la que mostraban su desesperación por la desaparición de
nuestro amigo, que tuvo la valentía de ir a declarar al juicio del genocida
Etchetcolatz y como resultado hoy no lo tenemos entre nosotros.
Tenemos la obligación de hacer todo para que
aparezca López, tiene que aparecer nuestro amigo, tenemos que buscar todas las
instancias para que esto se pueda dar y no tenemos que descansar en ningún
momento. No vamos a bajar los brazos y nunca vamos a decir que hemos fracasado,
porque si en 30 años o más, ya que lamentablemente algunos problemas de este
tipo empezaron antes de la propia dictadura, no bajamos los brazos y estamos
buscando la verdad, no tenga ninguna duda la familia López y todos los
argentinos que vamos a trabajar a fondo para saber qué es lo que está
sucediendo, tiene que aparecer López. Vamos a luchar contra esa impunidad que,
como ustedes ven, aún sigue existiendo en la oscuridad, porque las coberturas,
porque evidentemente los procesos de complicidad, porque hay fuerzas que siguen
actuando corporativamente de algunas manera a espaldas nuestras, y tenemos que
dejar estas cosas en claro para que los argentinos nunca más estemos amenazados
por este tipo de actitudes. Que cada uno pueda decir lo que tenga que decir, en
el lugar que corresponde, con absoluta tranquilidad, donde consolidemos una
democracia plural, amplia, con consenso, donde el miedo desaparezca
definitivamente. Es nuestro compromiso a fondo, no nos van a hacer bajar los
brazos.
Si las Abuelas y las Madres nunca bajaron
los brazos, nosotros, con la fortaleza moral y espiritual que nos dan, no
tengan ninguna duda que junto a ustedes y junto a todos los argentinos tenemos
que esclarecer este tema, cueste lo que nos cueste, lleve el tiempo que nos
lleve. No nos vamos a cansar nunca de la búsqueda de la verdad.
También recordamos hoy 30 años de la masacre
de Margarita Belén. Aquí hay un amigo y compañero presente, Jorge Giles, que
estaba preso en su momento allí, en el Chaco, yo tenía dos compañeros y amigos
allí, el flaco Sala y Tierno, que fueron masacrados por el solo hecho de pensar
diferente. La verdad que es otra fotografía clara de qué nos pasó y qué nos
sucedió, no les bastó tenerlos presos, no les bastó torturarlos, no les bastó
tenerlos en el peor de los rincones, sino que también los tenían que masacrar,
pero ni aún así pudieron matar sus ideas de libertad, de justicia y de equidad
que todos los argentinos estamos tratando de reencontrar. Por eso para ellos
nuestro profundo respeto, recuerdo, amor y cariño, los recordamos siempre en
las luchas, en las asambleas, en las peleas, en las discusiones y en los
debates que siempre asumieron con tanta fortaleza y con tanta dignidad, en toda
su participación militante comprometida con la historia de este país.
Espero en los próximos tiempos ir a visitar
lo que queda, tengo que ir, porque de alguna manera allí también tenemos que
levantar alguna llama de la memoria, juntamente con los organismos de Córdoba,
doctora, abuela, madre, que es el Campo de la Perla , que es otra verdadera vergüenza que nos
tocó vivir a los argentinos. Quiero ir no en términos individuales, sino llevar
la institucionalidad de lo que es la Presidencia de la Nación , llevar el Estado
Nacional a ese lugar, para que entre todos empecemos el camino de la memoria,
de la reivindicación de quienes estuvieron allí y del castigo moral, histórico,
a los perversos ejecutores de los sufrimientos de hermanos y hermanas que
tuvieron que pasar por el peor de los caminos allí en este campo de La Perla. Todos los
argentinos tienen que tomar conciencia, porque es todo un símbolo de lo que nos
ha pasado.
Con la idea, con el concepto, con la
filosofía de que la justicia tiene que ser del ayer, del presente y del futuro,
que nosotros no aspiramos a ningún tipo de venganza, que queremos la memoria,
con reconciliación y justicia, que queremos una justicia ágil, dinámica y
efectiva, y que en nuestras responsabilidades institucionales sabemos también
que construir justicia es vencer la indigencia, la pobreza, la desocupación, la
exclusión, dar acceso a las posibilidades de investigación, de educación, la
defensa de las ideas, la consolidación de nuestros intelectuales, que nuestros
trabajadores, de nuestra clase media, están mancomunados y no son cosas
separadas. Porque evidentemente las cosas que pasaron en el 76 y durante toda
la dictadura militar tampoco estaban separadas, cuando se procedía sobre
determinados hermanos y hermanas era precisamente para consolidar la entrega,
la exclusión, el desamparo y la destrucción de la Patria , no eran
persecuciones individuales, era la persecución a un proyecto colectivo de país,
con pluralidad, consenso y democracia.
Nosotros asumimos como tal la absoluta
responsabilidad de todos los desafíos, lo hacemos con nuestra fuerza y con
nuestras imperfecciones, con nuestros aciertos y con nuestros errores, pero
comprometidos con los conceptos, con los valores y con las convicciones, de
poco valdría estar aquí sin convicciones, tratar de estar sentado en un sillón
por estar sentado.
Hoy entregamos este premio a nuestra querida
Abuela en reconocimiento a la tarea de ella, pero como bien dijo y expresó con
toda claridad, a la construcción colectiva de nuestras Abuelas y nuestras
Madres, en este Salón que seguramente fue testigo de tantos hechos horrorosos
para todos los argentinos, pero en el que hoy va de a poco entrando la verdad,
la justicia, la memoria, y van llegando aquellos que durante muchísimo tiempo
tuvieron que tratar de golpear alguna puerta para que les mientan, para que
algún burócrata juegue con su dolor.
Estamos dando pasos trascendentes, pero
tenemos que dar muchísimos pasos más porque justicia y memoria son banderas
irrenunciables.
Muchas gracias por vuestra presencia.
NESTOR KIRCHNER
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