DISCURSO EN LA CEREMONIA DE
IMPOSICIÓN DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD DE
FUDAN, EN LA CIUDAD DE
SHANGHAI
Néstor Kirchner
30 de Junio de 2004]
Autoridades; señoras y señores; alumnos:
deseo confesarles en primer lugar, que en los escasos cuatro días que llevo
visitando vuestro país, no dejan de conmoverme las continuas muestras de
amistad que recibo y el gran interés que despiertan aquí la Argentina , su pueblo, su
historia, su cultura, sus productos, su futuro. Puedo asegurarles que es un
sentimiento y actitud recíproca. Además, en mi país, la República Popular
China despierta tanto asombro como en todo el mundo por sus logros recientes en
lo económico, en lo social, en lo educativo y en su acción responsable y de
peso en el concierto internacional.
Permítanme decirles que agradezco profundamente la oportunidad única que con generosidad me ofrecela Universidad de Fudan,
de compartir este momento de reflexión junto a sus distinguidas autoridades y
los jóvenes que hoy frecuentan sus claustros.
Permítanme decirles que agradezco profundamente la oportunidad única que con generosidad me ofrece
Vuestra Universidad que está cercana a los
100 años de vida, goza de gran prestigio, del reconocimiento general a su
tradición y a sus niveles de excelencia. Esta alta casa de estudios ha
contribuido decisivamente con la formación de profesionales que han sido luego
actores y líderes del impresionante proceso de creación de riqueza y
conocimiento de la
República Popular China.
Al agradecer profundamente el doctorado
Honoris Causa con el que la
Universidad de Fudan ha decidido distinguirme en esta
ocasión, puedo asegurarles que este reconocimiento me compromete más, si cabe,
con nuestro plan de fortalecer la política educativa del gobierno, ya que somos
conscientes que el acceso a una educación de alta calidad resulta necesario
para lograr la inclusión en la economía de este nuevo milenio y con ello la
concreción del ideal de la igualdad de oportunidades.
El ámbito universitario es estimulante por
la fuerza que emana del debate de ideas, de la investigación, de la reflexión
y, en lo personal, me emociona, pues estar entre ustedes me lleva a recordar el
período de nuestra vida universitaria y la de los jóvenes de mi generación que
transcurrió en un momento muy particular y difícil de la Argentina republicana.
El cercenamiento de las instituciones y el estado de derecho en el país nos
imponía la obligación del compromiso y la militancia política a la vez que frecuentábamos
las aulas de la universidad, preparándonos para el futuro, soñando con
construir un país mejor para todos.
Finalizada la carrera de Derecho dediqué
buena parte de mi actividad profesional al ámbito de la política y a la acción
de gobierno, tanto a nivel nacional como en mi provincia natal, Santa Cruz.
Hace poco más de un año asumí la más alta
responsabilidad de gobierno con la que me distinguieron los argentinos por
medio del voto popular. Como es conocido, me hice cargo en un momento en que la
sociedad argentina comenzó a dejar atrás un período traumático de fracasos y
dificultades de todo orden. Hoy, es mi intención efectuar algunas reflexiones
sobre la Argentina
en estos primeros años del siglo XXI que me ha tocado liderar.
Recordemos que al final del año 2001 el
pueblo argentino se encontró frente a los efectos de una crisis política,
económica, social y moral sin precedentes. Clausurar para siempre ese ciclo
histórico que nos arrastró a un abismo, requiere política de largo aliento.
Nuestro gobierno tiene entonces por adelante
una tarea esencial: generar confianza en lo interno y en el exterior. El
objetivo es crear hoy las condiciones para que a mitad del siglo XXI la Argentina haya alcanzado
un desarrollo equilibrado y sustentable que la convierta en un país seguro en
un mundo más seguro.
Para un país como la Argentina de hoy el
camino hacia una mejor inserción en la economía y comunidad internacionales,
requiere que desarrollemos relaciones equilibradas, que generen credibilidad y
previsibilidad en nuestras acciones, que no existan dudas sobre nuestro
compromiso con la paz y la seguridad internacionales, con el respeto al derecho
internacional, la vocación al multilateralismo, el respeto a la integridad
territorial y la defensa irrestricta de los derechos humanos.
La vía más directa para hacer sustentable el
proceso de desarrollo es aumentar sostenidamente la creación de riqueza
incorporando al mismo tiempo la variable distributiva. Al aumentar la
producción, la inversión interna y externa, se creará más riqueza; pero no sólo
ello, es fundamental asegurar una mejor distribución de la riqueza creada.
Nuestro país debe estar abierto al mundo, de
una manera realista e inteligente, dispuesto a competir en el marco de
políticas de preferencia regional y prioritariamente consustanciado con el
proceso integrador del MERCOSUR junto a Brasil, Uruguay y Paraguay y los países
asociados Chile, Bolivia y Perú.
Uno de los puntos centrales de nuestra
agenda regional persigue profundizar la alianza estratégica planteada a través
del MERCOSUR hacia otros aspectos institucionales que deben acompañar la
integración económica, incorporando también nuevos miembros latinoamericanos.
En síntesis, nuestra política exterior tiene
su pilar central en el desarrollo de relaciones maduras y constructivas con los
países de toda América latina, para asegurar la estabilidad política y la
prosperidad regional con base en los ideales de democracia y justicia social.
Con Brasil, principal socio político y
comercial en la región, compartimos una visión sobre el futuro, coincidimos en
los grandes temas de la agenda internacional y en particular hemos trabajado de
modo estrecho junto a China en el Grupo de los 20, para la defensa de los
intereses de los países en desarrollo en las decisivas negociaciones de Doha.
El fin de la Guerra Fría y la
desaparición del mundo bipolar alumbraron un período de gran incertidumbre,
donde aquel equilibrio entre los bloques no ha sido aún reemplazado por nuevo
orden; comprobamos más bien la preeminencia de una potencia hegemónica.
En la coyuntura actual aparece como uno de
los mayores desafíos para la comunidad internacional, la construcción de un
mundo más seguro, un mundo en el que las tensiones internacionales puedan ser
canalizadas y resueltas entre los Estados por la vía del diálogo y con la
cooperación de los organismos regionales e internacionales.
Pero tenemos siempre presente que, en la
búsqueda de la seguridad no debe relegarse en ningún momento la creación de
condiciones para promover el desarrollo y el crecimiento económico y social de
nuestros pueblos.
Volver a fortalecer el rol central del
multilateralismo en el afianzamiento de la paz y seguridad internacionales,
debe ser entonces un compromiso de todas las naciones miembros de la Organización de las
Naciones Unidas.
En este escenario, la crisis de Irak terminó
de desnudar la vulnerabilidad del sistema de seguridad colectiva previsto en la Carta de las Naciones
Unidas. Debemos dar respuestas urgentes a la necesidad de la reforma de la Carta , proceso en el cual
Argentina ha contribuido activamente desde que se iniciara una década atrás.
Debemos combatir al flagelo del terrorismo.
Mi país fue atacado por el terrorismo internacional, en 1992 y 1994, dos
gravísimos atentados que provocarán más de cien muertos. Hemos sufrido el
problema y es imposible sanar esas heridas de muertes inocentes como tantas
otras que caen día a día en distintos escenarios. Esta traumática experiencia
nos ha convencido de que la respuesta al terrorismo debe ser racional, ajustada
a derecho e inclaudicable.
En la medida en que esta nueva faz del
terrorismo también tiene la posibilidad de presentarse como una amenaza global
a nuestras vidas, libertades, valores y en alguna medida al crecimiento
económico, debemos responder de modo concertado para prevenirlo y combatirlo en
todas sus formas. La cooperación internacional resulta necesaria e
impostergable.
En su relación con el mundo el Gobierno
argentino cree firmemente en las asociaciones y procesos regionales, sin por
ello perder de vista la importancia de la bilateralidad como sistema de
relaciones.
Desde nuestra pertenencia al MERCOSUR,
estamos abiertos a otros espacios de negociación con los dos bloques regionales
de mayor peso hoy para nuestra región, el ALCA y la Unión Europea. En
ambos procesos, al igual que en el ámbito de la OMC buscamos ciertamente asegurar nuestros
intereses, en particular el acceso a mercados sin restricciones por medio de
acuerdos equilibrados.
Paralelamente impulsamos una nueva
estrategia de inserción internacional fundada en la búsqueda de la integración
productiva, privilegiando a aquellos países con los que, como China, poseemos
una complementación económico comercial que merece mayor atención de nuestros
gobiernos.
China es el primer país del Asia que visito.
Me acompañan más de 200 empresarios de mi país y el MERCOSUR, en un claro
testimonio del interés que suscita en el sector privado la República Popular
China y las nuevas perspectivas a partir de los acuerdos que estamos
celebrando.
Estoy convencido de que, con este paso,
estaremos dando nuevo vigor a las relaciones con esta nación milenaria. En
Argentina consideramos a China como un socio privilegiado, distante
geográficamente pero no distanciado. Nuestros vínculos son fuertes y tangibles.
Las coincidencias se extienden sobre cuestiones centrales, prioridad al
crecimiento, combate a la pobreza, contribución a la paz y seguridad
internacionales, preservar el medio ambiente, combate al terrorismo y el
narcotráfico, etcétera.
Compartimos con esta gran nación un pasado
de importantes coincidencias, de respeto mutuo y fructíferos intercambios que
adquirió mayor impulso desde que normalizamos relaciones diplomáticas en 1972,
hace ya más de 30 años.
Pero hay que recordar un dato más
significativo aún y poco conocido: la Argentina fue el primer país latinoamericano en
establecer canales de comercio directo con la República Popular
China, transformándose en un proveedor confiable. En efecto, mediante
negociaciones realizadas en Berlín oriental a partir de 1953 se acordaron las
primeras operaciones consistentes en envíos de trigo, extracto de quebracho y
lana, importándose de China bauxita calcinada. En la última década el
intercambio comercial argentino-chino, a pesar de las dificultades creció
continuadamente alcanzando niveles superiores al 250 por ciento.
China se ha convertido así en uno de los
cuatro principales socios comerciales de la Argentina. El
carácter complementario de ambas estructuras productivas permite esperar que
esta tendencia sólo continúe en aumento.
En estas tres últimas décadas, sin
confrontaciones en lo bilateral y con las amplias coincidencias en nuestra
agenda internacional, hemos incrementado paso a paso nuestras relaciones
bilaterales.
Estoy convencido de que, sobre la base
sólida de un pasado mutuamente beneficioso y con la fuerza del intercambio
bilateral actual, disponemos de la mejor plataforma para una relación que,
mirando hacia delante en este siglo XXI permita construir un futuro mejor para
nuestros pueblos.
La globalización se nos presenta como la
gran oportunidad para construir una asociación Argentina-China que resulte
tributaria y potenciadora de las políticas de crecimiento económico con equidad
social en la que están empeñados ambos gobiernos.
Concebimos por ello -en este siglo- el
fotalecimiento de los lazos con la República Popular China como de altísima
prioridad en el relacionamiento exterior de la Argentina.
Señoras y señores: como ha quedado claro
luego de esta breve reseña de la realidad que nos toca vivir, el desafío de mi
gobierno es muy grande. Nos anima la confianza que ha depositado el pueblo
argentino en nuestra gestión y la convicción de que, con ese respaldo, la
laboriosidad y esfuerzo de los argentinos y la interacción con la comunidad
internacional, lograremos encontrar respuesta a los graves problemas que nos
acucian.
Debemos construir y reconstruir. Nos
proponemos una Argentina que, en este siglo XXI, con tantos desafíos y
oportunidades, recupere los valores sobre los que se fundó la República y vuelva a
ocupar un lugar con dignidad entre las naciones libres y prósperas del mundo.
Estamos empeñados en sentar las bases de una
transformación profunda e indispensable que fortalezca a la Argentina , colocándola
en la posición más conveniente para hacer frente a las exigencias y desafíos
que plantea el mundo globalizado a las naciones en desarrollo.
La sociedad que promovemos y anhelamos debe
fundarse en el conocimiento. Nuestras políticas persiguen garantizar el acceso
a la educación sin exclusiones. El acceso a una educación de alta calidad y un
sistema de salud eficiente, son una condición necesaria camino al ideal de la
igualdad de oportunidades para todos.
La educación, la investigación científica,
como el desarrollo y acceso a nuevas tecnologías, ocupan un papel central en la
transformación de los procesos productivos. Aspiramos a establecer una sociedad
del conocimiento que tenga por fin esencial la inclusión plena del ser humano y
el acceso de todos a los beneficios del crecimiento y el desarrollo.
Concebimos así a la Universidad
estrechamente vinculada, participando activamente en el proceso de cambio hacia
el modelo de desarrollo económico y social que perseguimos.
De cara al siglo XXI la Universidad debe
también adecuarse para cumplir el rol que reclama la sociedad. En sus claustros
se forman los futuros investigadores, empresarios, dirigentes políticos,
etcétera. Ustedes los jóvenes universitarios de hoy, continuarán nuestra tarea
y deben estar preparados para enfrentar los próximos y complejos desafíos.
Trabajaremos con gran empeño para asegurar
la más eficaz colaboración y cooperación entre esta prestigiosa casa de
estudios y otras universidades argentinas. Me comprometo a solicitar al Consejo
Interuniversitario Nacional que identifique la sede más adecuada en función de
su especialidad, para promover un futuro acuerdo con esta alta casa de
estudios. Nos gustaría que llegáramos a un fluido intercambio de estudiantes y
profesores, establecer relaciones entre centros de investigación en áreas
complementarias. Los invito a ustedes, estudiantes y profesores, a estrechar
vínculos con sus pares de mi país. Desde el gobierno haremos todo lo posible
para favorecer este intercambio. Es aquí donde imaginamos al núcleo de la cooperación
entre Argentina y China que puede dar sus mejores frutos en los años por venir.
Muchas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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