MENSAJE AL PROYECTO DE LEY DE CREACION DE UN BANCO DEL
ESTADO
Hipólito Yrigoyen
[26 de Junio de 1917]
Buenos
Aires, junio 26 de 1917.
Al Honorable Congreso de la Nación :
El
Poder Ejecutivo tiene el honor de presentar a la consideración de Vuestra
Honorabilidad el adjunto proyecto de ley tendiente a proveer el régimen de la
circulación monetaria, el redescuento de los valores comerciales como recurso
normal de la actividad económica y la organización del crédito y de la banca,
factores todos indispensables al fomento, desarrollo y estabilidad de las
fuentes de producción nacional.
Estaría demás pretender demostrar los beneficios de una acertada orientación en tales materias; como no hay para que insistir en el abandono y desacierto que han imperado hasta ahora en la acción directriz de los gobiernos.
Estaría demás pretender demostrar los beneficios de una acertada orientación en tales materias; como no hay para que insistir en el abandono y desacierto que han imperado hasta ahora en la acción directriz de los gobiernos.
El
país ha vivido durante un prolongado período, abandonado y librado a su sola
suerte; las fuerzas productoras no fueron encauzadas jamás por la acción del
Estado y, como consecuencia, crisis sucesivas han minado todos sus organismos,
afectando la fortuna pública y privada.
La
política económica es la piedra angular en que reposa la prosperidad bien
entendida de los pueblos; de ahí el esmero y la previsión de los más
adelantados en recoger las enseñanzas que el estudio y la observación ofrecen
para traducirlas en oportunas concepciones de legislación positiva.
Las
mismas naciones comprometidas en la más gigantesca de las luchas, invitan con
una serenidad admirable a sus cerebros mejor organizados a que mediten,
estudien, indaguen y aconsejen los procedimientos que las circunstancias
imponen para conservar el equilibrio de su economía interna, la creación de
nuevos recursos y abastecimientos y el mantenimiento del intercambio comercial
con los demás países del mundo.
No
hay, pues, deber más imperativo a todo buen gobierno que el de afrontar
francamente la construcción económica del Estado, comenzando por la base, la
moneda y el régimen bancario a que están supeditados la vida, el desarrollo y
el valor de la producción nacional.
El
país es inmensamente rico, pero no dispone en condiciones eficientes del capital
productor y de explotación proporcionados a la magnitud de las riquezas que
encierra en sus suelos.
Frente
a este aserto, cuya verdad se impone con todos los caracteres de la, evidencia,
las instituciones bancarias, nacionales y extranjeras, radicadas en el país, se
presentan con sus arcas repletas de numerario en proporciones tales, que
perjudican su mismo desarrollo mercantil, hacen ineficaz la acción irradiadora
del crédito y no consultan tan siquiera las reglas de la más rigurosa previsión
bancaria.
¿Cuáles
son las causas generadoras de este contraste? Los encajes elevados y excesivos
de los bancos responden a dos causas fundamentales: la saturación del crédito
comercial a corto plazo, única forma en que ofrecen sus capitales, y la falta
de un régimen bancario oportuno y previsor que los ponga a cubierto de las
contingencias y eventualidades a que están expuestos aun en épocas normales.
Los
sucesos que son del dominio público han privado al país de los recursos que le
brindara el capital habilitador a término amplio, y en condiciones fáciles de
reintegro para el tomador.
Al
Banco Hipotecario Nacional no le ha sido dado por sus propios medios, suplir
esa ausencia y las reducidas inversiones del capital privado no han alcanzado
tampoco a hacerlas menos sensibles de ahí surge la situación desventajosa que
contemplamos: la banca ofrece sus capitales en forma, términos y condiciones
que el trabajo no puede aceptar, y a esas instituciones no les es posible
modificar sus prácticas por carecer de los resortes de amparo y previsión con
que cuentan en todos los países financieramente bien organizados.
Así
se han venido liquidando nuestras cosechas bajo el apremio de términos
angustiosos urgidos por el pago de los créditos que se obtuvieran para su
recolección.
Nuestro
medio circulante carece de la elasticidad necesaria para admitir el juego
regular de esos valiosos intereses, para los cuales un concurso oportuno
significa la defensa eficaz contra las combinaciones de los que lucran en la
colocación del fruto de la labor nacional.
El
régimen bancario existente es absolutamente centralista. El 90 % de los
capitales bancarios corresponden a instituciones con sede en la Capital de la República. Sólo el
Banco de la Nación ,
en razón de su carácter, ha tratado de difundir los beneficios con su presencia
en los centros de mayor actividad comercial; asimismo muy distante de responder
a las justas exigencias de la labor múltiple.
La
extensión del territorio, lo gravoso y difícil de los medios de transportes, la
multiplicidad de las industrias que pueden desarrollarse en su seno, son
modalidades y características propias que hacen que sea una aspiración nacional
la difusión de las instituciones bancarias; porque fuera de la mayor garantía
que ofrece el conocimiento directo de personas y de cosas, a cada una de ellas
le es posible desarrollar su acción benefactora en concordancia con las
necesidades del comercio y de las industrias locales.
La
ganadería y la agricultura, las dos grandes industrias, las que nutren el mayor
porcentaje de nuestra exportación y aunque ganaderos y agricultores reciban los
beneficios limitados del crédito comercial, y aun de las mayores facilidades
con que el Banco de la Nación
coopera a su desenvolvimiento, se debe reconocer que hemos vivido malogrados.
La
acción y el esfuerzo del trabajo no han sido vigorizados por la asociación
concurrente de los gobiernos en desempeño de su alta misión tutelar; por el
contrario, han sido agobiados por continuas exacciones inconsultas siempre y
extremada muchas veces.
Propendiendo
a reparar tales deficiencias, el Poder Ejecutivo, compenetrado de lo que
significa para la Nación
cimentar la vida económica y mejorar las condiciones del trabajo productor,
propone a vuestra Honorabilidad la creación de un Banco de Estado cuyo
lineamiento se completa en articulaciones de la misma ley.
La
hora es oportuna, no para la sanción de nuevas leyes de emergencia o de
carácter transitorio, sino para orientar definitivamente la economía nacional
hacia una organización concordante con los principios y las conquistas de la
ciencia de los valores.
H.
YRIGOYEN
Fuente:
“Ley 12839. Documentos de Hipólito Yrigoyen. Apostolado Cívico – Obra de
Gobierno – Defensa ante la Corte ”,
Talleres Gráficos de la
Dirección General de Institutos Penales, Bs. As 1949.-
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