julio 10, 2012

Discurso de Fidel Castro con motivo de la celebración del 1° Aniversario del Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas (1960)

DISCURSO CON MOTIVO DE LA CELEBRACION DEL PRIMER ANIVERSARIO DEL INSTITUTO NACIONAL DE AHORRO Y VIVIENDAS
Fidel Castro
[20 de Febrero de 1960]

― Versión taquigráfica de las oficinas del Primer Ministro ―

Señoras y señores, o por mejor decir, felices propietarios de los repartos de Wajay, de Bahía del Trigal, y del Eléctrico:
Para todos nosotros la alegría es hoy tan grande como la de cualquiera de ustedes. Ustedes han visto realizarse la aspiración que en todas las familias cubanas es un verdadero sueño, de tener su propia casa, de librarse al fin de ese látigo mensual, porque a mí me parece algo así como un látigo, y un látigo abusivo y doloroso, que es el alquiler. Y nosotros, por nuestra parte, hemos visto cumplirse también una aspiración al ver ya como un triunfo indiscutible la idea del INAV.
Hoy hace exactamente un año que se firmó la ley; no pudo, sin embargo, comenzarse a trabajar de inmediato. Se firmó la ley y después hubo de escogerse la persona que iba a dirigir esa institución. A mí realmente no me costó mucho trabajo. Yo, desde el primer momento, ya había pensado que la persona ideal era la compañera Pastorita Núñez. Yo me dije: Bueno, esta cuestión del INAV requiere antes que nada, una persona muy honrada; es decir, una persona de probada honradez puesto que va a manejar muchos millones de pesos. Y, ¿quién mejor que la compañera que en los días difíciles de la Revolución fue la recaudadora de los impuestos del Ejército Rebelde, la compañera que se jugó la vida diariamente? Porque con toda seguridad, ya que por la necesidad de visitar a numerosas personas, era sabido por las fuerzas represivas de la tiranía que ella era la recaudadora del Ejército Rebelde, tenía que estar recorriendo constantemente las carreteras y los pueblos; podía ser interceptada en cualquier momento y nosotros muchas veces nos preocupamos de esa posibilidad, ya que en infinidad de ocasiones llegaban a nuestras posiciones las dolorosas y tristes noticias que se referían a la caída de algún compañero valioso de la clandestinidad.
Nadie con más méritos que ella para ostentar la dirección de un organismo donde también se habrían de recaudar muchos fondos para una obra de beneficio al país; mas no solo estaba seguro de su honradez, estaba seguro de que poseía otra condición indispensable que era el entusiasmo y la fe. Estaba seguro, además de que poseía otra condición necesaria: su extraordinario dinamismo, y, además, la otra condición fundamental: su espíritu revolucionario.
Por eso, cuando nos correspondió buscar una persona para encargarse de esta institución, resultó fácil encontrarla. Y, en realidad, muy pocas veces se ha visto que una idea haya avanzado tan rápidamente como la idea del INAV. Pocas veces se ha visto triunfar una institución tan prontamente como ha triunfado el INAV. Y esto es particularmente satisfactorio para el gobierno, por cuanto fue la institución que más se puso en duda los primeros días, fue la institución que tuvo que atravesar por mayor número de valladares, constituidos por las dudas que los intereses afectados, los reaccionarios y los contrarrevolucionarios quisieron sembrar. Y hubo, incluso, instantes en que fue tan poderosa la campaña de los enemigos del INAV, que se observa en las recaudaciones, en las ventas de bonos, y no faltaron los que, incluso, creyeron que el INAV estaba fracasado. Pero nosotros no podíamos resignarnos tranquilamente a fracasar con el INAV ni con nada que la Revolución emprenda; era una cuestión de honor para la Revolución llevar adelante su programa de construcción de viviendas; era una cuestión de honor para la Revolución llevar adelante su programa de convertir el vicio de jugar en la virtud de ahorrar.  Porque una revolución que retrocede, una revolución que no sea capaz de vencer los grandes obstáculos que tenga por delante, no es una verdadera revolución, y esta Revolución  se ha caracterizado por su espíritu y su decisión en la hora de los grandes obstáculos. No podíamos permitir, ni mucho menos, que los contrarrevolucionarios nos ganaran aquella batalla, como no vamos a permitir que nos ganen ninguna batalla.
Sin embargo, esta es una prueba elocuente de cómo actúa el espíritu revolucionario frente al espíritu contrarrevolucionario.  Hay cosas que educan más que otras, hay hechos que enseñan más que otros, hay obras que enseñan más que otras y una de esas obras es el INAV .
¿Quién puede discutir hoy día lo justo que ha sido esta institución (ALGUIEN DEL PUBLICO DICE: “Nadie”), lo útil que ha sido al país este programa? ¿Quién puede hoy poner en duda la satisfacción que todo el mundo tiene que experimentar cuando sabe de miles de familias que han resuelto definitivamente el problema de la vivienda? (ALGUIEN DEL PUBLICO DICE:  “Nadie”) ¿Quién puede dejar de alegrarse un día como hoy? ¿Quién puede dejar de sentirse feliz en presencia, no ya de los rostros de los padres y de las madres, sino de esas criaturas inocentes que van a poder crecer en medio de la higiene y de la comodidad de una casa capaz de satisfacer todas las necesidades de la familia, con su centro escolar próximo, con sus áreas verdes, con sus jardines y con todo el espacio necesario para que los niños no tengan que vivir enjaulados, como viven muchas veces en las ciudades?  ¡Quién sabe cuántas vidas se salvarán!  ¡Quién sabe, o quién sería capaz de calcular los extraordinarios beneficios que ello implica para la familia! Y,¿quién podría negar, sobre todo, que se trata de una medida justísima? Sin embargo, cuando se creó esta institución se la comenzó a combatir solapadamente, como se han combatido todas las medidas de la Revolución.  ¿Qué querían los que combatían el INAV? ¿Qué querían los que deseaban el fracaso del INAV?
Querían sencillamente que ninguno de ustedes hoy tuviera casa, querían sencillamente que los vecinos de Wajay tuvieran que seguir viviendo en las condiciones en que vivían antes. Querían que una familia tuviera que continuar pagando la cuarta parte y hasta la tercera parte de sus ingresos, para no tener nunca casa, para verse desalojada de su casa en cualquier circunstancia desfavorable, para no ver jamás el fruto de esos recursos que estaba gastando en pagar alquiler.  Los enemigos de la Revolución no querían esto, querían el fracaso del INAV, como querían el fracaso de la reforma agraria, como querían el fracaso de todas las leyes de la Revolución, como han querido el fracaso —porque eso es lo único que persiguen— de la Revolución. ¿Para qué?  Para volver a lo de antes (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”), para volver a aquella época odiosa, caracterizada no ya por ese número extraordinario de injusticias en todos los órdenes.  Voy a referirme solo a una, a la renta de lotería. Aquella, aquella institución odiosa y colonial que mantenía las maquinarias políticas y que era centro de enriquecimiento ilícito, de sobornos y de inmoralidades de todo tipo. ¿Quién se acuerda ya, un día como hoy, de aquella renta de lotería, de aquel atraco, de aquella inescrupulosa explotación, de vicio, de aquella bochornosa institución que convertía al Estado no en un enemigo del vicio, sino en el explotador del vicio, porque convertía el vicio en un medio de recaudación, recaudación que, además, se la robaban?  ¿Quién puede comparar aquella odiosa institución con el INAV? ¿Cuándo se reunieron 1 000 familias, 1 000 familias en una sola tarde para recibir 1 000 casas? ¿Cuándo se vio este espíritu sano y de alegría que reina en la tarde de hoy?  Si acaso se reunían los botelleros, si acaso se reunían los beneficiados con todas aquellas gabelas, a recoger su parte del despojo de los recursos del pueblo, porque, entre otras cosas, aquella institución parasitaria y repugnante se nutría de los ingresos de las familias más pobres, que eran las que en aquel medio sin esperanza aspiraban a cambiar de suerte, cambiar de situación, mediante el azar, mediante la suerte, es decir, renunciando a la esperanza del trabajo, renunciando a la esperanza del ahorro, querían cambiar de situación mediante el azar; y es verdaderamente triste el caso del ser humano que tenga que fiar su destino no al trabajo, no al ahorro, no al pensamiento, sino al azar.
Y así, ¡quién sabe cuántos cientos de millones le sustrajeron al pueblo, no ya en la lotería solamente, sino en todas las bolitas y todas las charadas y todas las chivichanas y traganíkeles que había en Cuba! ¡Quién sabe cuántos cientos de millones le han robado al pueblo en 50 años de república! ¡Quién sería capaz de calcular los beneficios que una institución como esta habría proporcionado al pueblo, no ya en 50 años, sino en 20 años solamente! ¡Qué familia no tendría hoy su casa, adquirida honestamente con lo que han estado pagando de alquiler, y además, todas aquellas personas habrían ahorrado su dinero, todas aquellas personas que fueron explotadas con aquel sistema inicuo de juego y de vicio!
Precisamente por estas preocupaciones es que surge el INAV y tiene el mérito de haber resuelto dos problemas, dos problemas al mismo tiempo, y dos problemas vitales: primero, el problema de la vivienda, y segundo, que no es menos importante que el anterior, el problema del juego.  Es la institución que ha podido llenar dos funciones importantísimas para la Revolución, que está resolviendo dos problemas fundamentales y que surge por la preocupación, ya vieja, respecto a estos problemas que no eran sencillos, porque se habían ensayado distintos procedimientos, o sea, se había hablado de distintos procedimientos para resolver el problema de la vivienda. Lo que en realidad nunca se habló de cómo resolver el problema del juego. El juego no se podía resolver de la noche a la mañana, ya era un hábito, y los hábitos no se arrancan fácilmente. Los hábitos tienen en algunas personas, en muchas personas, una fuerza tal, que no se pueden arrancar de la noche a la mañana. Y a nosotros se nos presentaba el problema de qué hacer con el juego, qué hacer con la lotería, porque si se suprimían de una vez todos los sistemas de juego, pues íbamos a correr el riesgo del juego clandestino; aparte del problema social que implicaba el número de personas que se ganaban la vida vendiendo aquellos billetes de lotería.  Por eso hubo que buscar idear una solución verdadera, y la solución fue convertir ese sistema de juego en un sistema de ahorro. De manera que aquella persona que no podía prescindir del hábito de comprar billetes, esa persona no había que explotarla, sino había que protegerla, es decir, no explotar ese hábito, sino proteger esa persona, convirtiendo ese hábito de jugar en el hábito de ahorrar.  Es decir que aunque adquiriera aquellos billetes y no obtuviera ningún premio, aquel billete conservara su valor y lo recobrara, incluso con intereses, de donde todas esas personas que gastaban una parte de su ingreso semanal en billetes y que no podían dejar de hacerlo, ni había quien les arrancara ese hábito de una vez, en virtud del INAV, esa inversión se convierte en un ahorro y percibe intereses.
Pero al mismo tiempo, este dinero resuelve otro problema, resuelve el problema de la vivienda, porque se invierte en viviendas, de donde aquella institución explotadora y repugnante quedó convertida en una institución que beneficia, en primer lugar, al que jugaba, puesto que no le roba su dinero; en segundo lugar, a las familias que adquieren una casa por menos de lo que pagaban de alquiler y se convierten con ese dinero que antes se lo robaban en propietarios de sus casas. Esa fue la solución, y tengo la seguridad de que algún día, algún día, se verán los resultados de cómo cambia la mente de las personas que jugaban, cómo cambia aquel hábito y se va convirtiendo efectivamente en un hábito de ahorrar, porque no solamente tiene el estímulo del dinero que se le devuelve con intereses, sino que, además, la persona poseedora de esos bonos, si recibe los beneficios de una de las casas del INAV, cuando vaya a pagar, en esos bonos va a tener una rebaja. Es decir que cuando vaya a pagar en bonos, cuando vaya a pagar en bonos que tengan más de cinco años, tienen una rebaja del 10%; si van a pagar en bonos que tengan más de 10 años, tienen una rebaja del 20%, tengo entendido. Es decir, si alguien tiene que pagar por ejemplo, 30 pesos, si en vez de pagar en pesos, paga en bonos que tengan 10 años de emitidos, entonces, tendrá que pagar solamente 24 pesos en bonos. Esto para darle mayor valor al bono y para despertar mayor interés en el ahorro. Es decir que a la hora de pagar la parte que le corresponde por las casas, el bono valdrá más que el dinero.
¿Cuáles son las enseñanzas que hemos extraído de este primer año? Pues que todavía hay una parte de las personas que adquiere el bono y lo guarda, pero que hay una parte de las personas que adquiere el bono y lo reintegra. Es decir que recibe el 40% de su valor, bien para gastarlo o bien para volver a jugar.  Hay personas que en vez de guardar aquel valor, que dentro de cinco años va a valer más que el ciento por ciento, lo que hacen es que lo van a reintegrar, recibiendo solo el 40% —cualquiera comprende que es un negocio muy malo—, y lo peor es que lo reintegran para jugar otra vez. Y, ¿qué ocurre? Pues ocurre que las personas que reintegran ni se benefician ellos, ni benefician a la familia, porque ese dinero que hay que reintegrar todas las semanas no se convierte en casa, y por eso en 27 millones ha habido que reintegrar cerca de 7 millones de pesos por parte de los adquirientes de los bonos que los van a reintegrar para gastarlo o para volver a jugar.
Esa es la primera enseñanza, porque ahora podremos ir llevando datos estadísticos de cómo funciona la mentalidad del pueblo sobre estas instituciones, es decir, cómo va avanzando el pueblo, cómo se va educando el pueblo, y este es uno de los mejores instrumentos que contamos para observarlo, porque nosotros tenemos aquí oportunidad de ir observando si la idea del jugador va desapareciendo para ser sustituida por la idea del ahorrador, porque no cabe duda de que el que cambia otra vez, reintegra por un 40% el valor, para volver a jugar, ese no ahorra, ese es jugador. Y todavía hay una parte considerable de personas que reintegran.  Para el INAV, desde el punto de vista de negocio, sería mejor, desde el punto de vista económico que reintegrara todo el mundo, pero no sería económico para el pueblo, y lo que le interesa al INAV no es la economía del INAV, lo que le interesa al INAV no es tener un capital inactivo grande a su favor, lo que le interesa al INAV es un capital activo a favor del pueblo.  Lo que le interesa al INAV es que el pueblo no juegue.
Y así, ¿cuáles son las medidas que ya estaban contempladas en la ley para el caso de que se demostrara que la tendencia al juego era todavía muy elevada? Pues la fórmula es sencilla: rebajamos el reintegro al primer año —los primeros años—, y lo aumentamos en los últimos años.  Si nosotros hemos observado que al 40% de reintegro en el primer año un 65% de las personas van a reintegrar, ¿qué es lo que debemos hacer? (DEL PUBLICO LE DICEN:  “Rebajar”)  Ustedes han dado la solución: Bajar el reintegro el primer año, es decir que vamos a rebajar el reintegro el primer año. Pues vamos a reducir el reintegro al 10% el primer año; al segundo año será más; al tercer año del bono será más y a los cinco años será el ciento por ciento más los intereses y a los 10 años, pues, será todavía más, porque ganará un interés más elevado, y además valdrá más el bono, porque si va a pagar su casa con el bono le hacen un descuento.  Es decir que vamos a rebajar, al cumplirse el primer año, vamos a rebajar el reintegro de los nuevos bonos al 10%, el primer año. ¿Qué significa eso? Significa que en este próximo año en vez de tener que devolver esos 7 millones de pesos para reintegro, el año que viene construiremos 7 millones de pesos más en viviendas. Y los adquirientes de los bonos se irán acostumbrando a ahorrar, porque ellos dirán: “Bueno, si lo voy a reintegrar me van a dar el 10% del valor, voy a esperar dos años, pero si espero dos años me van a dar el 20%, voy a esperar cinco años”, y entonces se vuelve un ahorrador de verdad.
Llegará el día en que aumente el número de bonos, pero no aumentará el número de premios, es decir que la cantidad que se dedicará a viviendas cada vez será mayor y aspiramos a que algún día, aspiramos a que algún día no haya que dar premios sino que aumentarán los intereses de esos bonos. Ese será el día posiblemente, en que todo el mundo esté trabajando y que se haya arrancado por completo mediante un proceso de educación, el hábito de jugar. Esa debe ser la meta, porque el hábito de cifrar las cuestiones a la suerte es el peor hábito de un pueblo, no ya porque signifique una explotación —porque el juego ha sido siempre una explotación—, no porque perjudique económicamente, sino que perjudica en todos los órdenes, porque las personas se acostumbran a la suerte, y no hacen nada bien hecho, no hacen todas las cosas necesarias para que las cosas les salgan bien, sino que hacen una parte de las cosas necesarias, y lo demás se lo fían a la suerte.
Es decir que el carácter de jugador hay que arrancarlo del pueblo, porque perjudica en todos los órdenes a las personas. Nosotros tenemos la aspiración de que algún día todo lo que se recaude sea para ahorrar, de la misma manera que ahora vamos a utilizar los Certificados de Ahorro del Pueblo, que tienen un interés más grande que los bonos del INAV. ¿Por qué? Porque no tienen que pagar premios.  Se puede pagar un interés más alto, y hay muchas personas que están ya en disposición de adquirir Certificados de Ahorro del Pueblo y el INAV, además de los bonos van a tener los Certificados de Ahorro del Pueblo, que son los que ganan un interés del siete y medio por ciento todos los años, interés compuesto que permite que cualquier cantidad en 10 años se duplique su valor, y en 20 años se cuadruplique su valor; es decir que cualquier persona que compre 100 pesos en este tipo de certificados si los guarda 20 años recibiría 400 pesos por 100 pesos. Ese Certificado de Ahorro va a pagar un interés alto, y el INAV va a tener también Certificados de Ahorro para venderles a las personas que quieran invertir en esos Certificados para construir también viviendas, ya que la recaudación sola del instituto hasta estos momentos no es suficiente para todas las necesidades de viviendas, y hay que buscar ingresos por otras vías.
La cuestión de buscar una fórmula de resolver el problema de la vivienda definitivamente, surgió para nosotros desde hace muchos años. Hemos considerado que es muy triste para una familia pasarse toda la vida pagando un alquiler sin tener nunca casa, su propia casa. Hay numerosos casos de personas que han pagado durante 20 años, durante 25, durante 30 años..., hay una persona que dice que tiene 28 años, 28 años pagando alquiler, y no lo que van a pagar por las casas del INAV, sino un alquiler superior, que era muy superior antes de que lo rebajáramos, porque yo recuerdo que un apartamento de dos habitaciones tenía que pagar 50, 60 y 70 pesos, como promedio:  ahora se va a adquirir una casa de dos y de tres habitaciones por menos de 40 pesos.
Es decir que en el sistema de antes las familias tenían que ir a alquilar las casas, porque, ¿quién podía comprar un solar, cuando el metro podía valer 10, 15, 20, 30 pesos?  Si iban a pedir dinero prestado, ¿cuánto le cobraban de interés?  Le cobraban un garrote por el dinero para construir la casa.  ¿De qué manera una familia humilde podía tener una casa decente? ¿De qué manera una familia pobre podía tener una casa con jardín, con tres habitaciones, con todo lo que necesitaba?  ¿Dónde tenían que vivir las familias? Muchas tenían que vivir en las cuarterías, incluso, o pagando un interés excesivo. ¿Qué esperanza podían tener? Ninguna. Si pedían prestado dinero les cobraban el 6%, el 7%, el 10%.  Si iban a comprar un solar les cobraban 10 y 15 pesos por el metro, y si les cobraban menos era porque no tenía alcantarillado, ni calles, ni agua, ni nada.  Es decir que no había esperanza.
Entonces, ¿qué ocurría?  Que las familias tenían que ser víctimas del látigo, del alquiler todos los meses, y cuando iban a alquilar una casa, ¿quién ponía el precio? ¿La familia o el dueño de la casa?  (DEL PUBLICO LE DICEN: “El dueño”) El dueño de la casa. Y mientras más apurada estuviera la familia y más necesitada de casa, ¿qué pasaba?, que más caro le cobraban. Es decir que construían las casas los particulares, las casas para alquilar y, entonces, si ellos pedían dinero prestado, si no tenían dinero o si les faltaba una parte del dinero lo pedían prestado en los bancos.  Entonces pagaban el solar, compraban los solares, construían los edificios, después venían las familias y tenían que pagar lo que les cobraron de más por aquel solar, al que construyó la casa, los intereses que le cobraron a aquel señor, que pidió dinero prestado para construir un edificio de apartamentos; le cobraban lo que ganó el contratista en aquellos edificios de apartamentos, le cobraban, además, las utilidades que iba a percibir aquella persona que había invertido o había pedido dinero para construir el edificio de apartamentos; es decir que las familias lo pagaban todo, y nunca se beneficiaban con las casas. Ese era el sistema de antes, era en realidad un sistema de explotación, pero de explotación completa.  La especulación de la tierra la pagaban las familias, los altos intereses los pagaban las familias, el capital que había obtenido el constructor de aquel apartamento lo pagaban las familias, las utilidades de aquel propietario del edificio de apartamentos las pagaban las familias; es decir que las familias pagaban todo y no les quedaba nada. Por eso el dinero que más dolía era el dinero que se pagaba en alquiler.
¿Qué hizo la Revolución? Pues dijo: “Esto es una injusticia, por qué una parcela de tierra va a aumentar su valor a costa de que el Estado construya las calles, a costa del trabajo que se ha invertido en las posibilidades de aquel lugar”; porque el Estado construía las calles, las avenidas y entonces una parcela, un solar yermo empezaba a adquirir valor. ¿Por qué tienen las familias que pagar eso? ¿Por qué en vez de permitir que las familias sean víctimas de esa explotación, no moviliza el Estado el dinero para que las familias lo que paguen de alquiler sirva para amortizar ese capital, cobrándoles el precio que tenga un solar?, que ya se sabe que no puede valer más de cuatro pesos.
Es decir que las familias no tenían acceso al préstamo, porque si les prestaban les prestaban el 8%, el 10% o el 20% —como decía aquí—, si les prestaban, si les prestaban, ninguna familia humilde podía tener esperanzas de que les prestaran, además. ¿Qué hemos hecho nosotros?  Pues, prestarle a la familia. ¿Y prestarle con qué interés?  Pues en ocasiones sin ningún interés, porque hasta 150 pesos de ingresos la familia no paga intereses por ese capital invertido. El interés del 1% cuando es mayor de 150 pesos y menor de 250 pesos.  Y así una escala de intereses. ¿Es del dos? Del 2%.  Es decir que incluso el Estado subsidia esa diferencia de intereses, porque al tenedor de los bonos hay que pagarle un interés del 5%; sin embargo, la familia que recibe ese capital no paga intereses, o paga el 2% solamente. Y esa diferencia, entre el 2% que paga la familia y el 5% que se le paga al poseedor de los bonos, la subsidia el Estado, porque el 1% de interés o el 2% o el 3%; cada cifra que se le añada, cada unidad que se añada en el interés se nota en el aumento de todos los meses. Puede ser en una casa de 5 000 a 6 000 pesos, como de cuatro a cinco pesos mensuales. Y a las familias que ganan menos de 150 pesos no se les cobra interés y se les puede dar hasta 25 años para pagar la casa.
Eso es lo que hizo la Revolución: sustituir aquel sistema de explotación y de privilegios por un sistema de justicia, donde las familias adquirieran la propiedad de aquella casa, cuando amortizaran el capital, sencillamente. Y claro, esa era una cosa justa, pero lesionaba intereses y los enemigos de la Revolución entonces empezaron a decir que se iban a paralizar las construcciones, que los obreros de las construcciones se iban a quedar sin trabajo, que se iban a acabar las viviendas, que las necesidades de viviendas no se iban a poder satisfacer. Empezaron a hacer todas aquellas campañas, como han hecho con cuanta medida justa ha dictado el gobierno.  ¿Por qué tenía que ser lo de antes y no lo de ahora? ¿Por qué tenía que ser aquel sistema de abusos que había aquí y no el de ahora? Antes era el sistema de los gobiernos que estaban al lado de los privilegios, de los gobiernos que estaban al lado de la explotación, pero no podía ser el sistema de un gobierno que estuviera dispuesto a ayudar al pueblo, a servir al pueblo. Los gobiernos no deben existir para defender privilegios. Los gobiernos no deben existir para defender minorías o intereses de minorías, los gobiernos deben existir para defender los intereses de la mayoría.
Antes, naturalmente, le tomaban el pelo aquí a todo el mundo, y hablaban del pueblo y mencionaban al pueblo y, por lo general, la frase que se oía mucho era “defender al pueblo”. El fondo de todo eso y de todo lo que se le enseñaba al pueblo, y de todo, de la forma en que se trataba de educar al pueblo, era ocultándole la esencia de las cosas. Es decir, el pueblo vivía resignado a aquel sistema de vivienda. ¿Por qué?  Porque ya le habían habituado la mente a que tenía que aceptar eso, aceptarlo resignadamente y como una cosa inconmovible. Es decir que hasta tenían que ponerse contentos cuando encontraban una casa.
Habían educado al pueblo en eso. ¿Quién le habló al pueblo? ¿Qué órganos de esos reaccionarios, que hoy hacen campaña contra la Revolución le habló al pueblo de estos problemas?  ¿Cuál promovió nunca alguna campaña a favor de un sistema que convirtiera a los inquilinos en propietarios de esas casas, a medida que fueran amortizando el capital invertido en ella? No, esas campañas no se promovían aquí, porque las campañas que se promovían aquí eran a favor del grupito de intereses que eran los que disfrutaban aquí todos los beneficios. Es decir que el pueblo contaba con un sistema de explotación y los gobiernos, pues, eran en realidad defensores de aquellos sistemas.
La Revolución ha venido a hacer una cosa tan justa en esto como en todo y como en todo lo que vaya haciendo, que nadie lo podrá discutir, porque, ¿quién puede discutir entre lo justo y lo injusto? ¿Quién puede discutir entre la explotación de la familia que le estén privando a sus hijos a veces hasta de los gustos más elementales, privándoselos a la familia, para que vayan a engrosar las cuentas abultadas de algún señor potentado? ¿Quién puede discutir que es mucho más justo que la familia esos ingresos se los ahorre para sus gastos, para sus hijos, en ropa, en zapatos, en alimentación, en diversión y que, además, lo que ha pagado se convierta en propiedad de ellas?  
Ellos dicen que nosotros estamos contra la propiedad. Los que están contra la propiedad son ellos, porque no querían que el pueblo tuviera nada nunca. No es lo mismo estar contra la propiedad, que querer que todo el mundo posea, querer que todo el mundo disfrute de la riqueza de su pueblo y de su tierra. Que lo que nosotros queremos es que el sol salga para todos y no para unos cuantos. Si usted deja que 100 familias sean las propietarias de todas las casas y sean las propietarias de todas las tierras, y sean las propietarias de todas las playas, y sean las propietarias de todos los solares, y viene un gobierno y permite eso, no hay campaña contra ese gobierno, es un gobierno democrático, un gobierno bueno. ¡Ah!, no hay campaña si usted quiere que 100 sean los dueños de todo, entonces no dicen que uno es enemigo de la propiedad, porque es la propiedad de 100, la propiedad de 100, y entonces hay todos los demás sin ninguna propiedad. Si usted trata de que en vez de 100, cada familia tenga su casa, cada campesino tenga su pedazo de tierra, cada niño pueda ir a bañarse a una playa, que todo el mundo tenga escuela, que todo el mundo pueda ir a un médico o a un hospital cuando lo necesite, que todo el mundo tenga parques, que todo el mundo tenga trabajo, que todo el mundo pueda ir todas las mañanas al mercado o todas las semanas al mercado a comprar las cosas que necesita la familia, y que todo el mundo reciba una educación y todo el mundo reciba una cultura y una preparación para ser útiles en beneficio propio y en beneficio de los demás ; cuando uno quiere que esos beneficios que han estado al alcance de unos pocos, estén al alcance de todos, entonces dicen que uno es enemigo de la propiedad.
Los enemigos de la propiedad son ellos, porque la acapararon y la monopolizaron.  Es decir, no querían que nunca nadie tuviera casa, que estuvieran toda la vida pagando un alquiler. ¡Ah!, ¿veintiocho años pagando alquiler sin tener de aquella casa ni un ladrillo? ¡Ah!, eso les parece muy moral y muy honesto. ¡Ah!, si nosotros queremos que en 20 años, pagando mucho menos, sea dueño de toda la casa, entonces dicen que eso es malo. Y además, el dinero que deposita la familia en esa casa, que paga todos los meses, no es un dinero que se va, es un dinero que se guarda, porque es como si lo depositara en una alcancía, lo que va pagando todos los meses, porque ese dinero no va a parar a manos de nadie, queda a su favor, porque cada peso que paga, es una parte de aquella casa, casa que puede vender, puede un día si quiere hacerse otra casa, ha cambiado de situación, quiere mudarse o quiere cambiarla, lo puede hacer, el instituto lo autoriza. ¿Qué es lo único que tiene que preocuparle al instituto?, que la casa no se vaya a estar alquilando, porque entonces con el dinero que le están prestando a la familia, va a estar explotando a otra familia.  No puede estar de acuerdo con eso, porque si lo han librado a él de la explotación, no debe estar explotando después a otro alquilándole la casa,¿no? ¿La puede vender?  Sí, la puede vender, se la puede vender también, con autorización, a una familia que la necesite. La puede vender por lo que ha pagado por ella, más un 20%, porque hemos querido poner, incluso, un margen.  Pero no más de un 20%. ¿Para qué? Para que no ocurra que alguno reciba el beneficio de la casa y después quiera venderla por el doble de lo que ha pagado, porque eso sería una injusticia. Es decir que todo eso está regulado; puede cambiar de casa, puede venderla, no quiere decir que esté obligado a vivir toda la vida ahí, puede en un momento determinado construir su casa en otro lado y vender aquella por lo que le ha costado y beneficia a otra familia. Es decir que esas operaciones las puede realizar, no está esclavizado con la casa. Y es el sistema que permite que el dinero que se gaste en esa casa, sea como si lo depositara en una alcancía.
Eso es, en esencia, lo del INAV.  Más a favor de la familia es imposible hacer.
Es decir que mejor sistema para resolver el problema de la vivienda no se puede hacer. Y al mismo tiempo van a tener otra cosa, van a tener las escuelas cerca, van a tener las tiendas cerca en los repartos que hemos hecho. Hemos tenido que empezarlos rápidamente, no hemos tenido tiempo, no podíamos perder un año haciendo planes, pero cada vez serán mejores y ya por ejemplo en La Habana del Este, ya allí tendrán las creches, allí tendrán las escuelas, allí tendrán las tiendas, allí lo tendrán todo. Allí tendrán el club, con piscina y todo. Allí tendrán los campos deportivos. Es decir (ALGUIEN DEL PUBLICO DICE: “Mejor que el Country Club”), mejor que el Country Club, claro, porque en el Country Club no están protegidos los niños, como están protegidos allí, porque las calles no atraviesan la barriada, sino que entran hasta cierto punto.  Los niños están protegidos, los niños no tienen que salir para ir a los campos deportivos, no tienen que salir de la barriada, de la zona van a la misma zona; para ir a la escuela no tienen que atravesar calles, van allí a la escuela que está al lado.  Las familias dejan a los hijos en las creches si son pequeños, si tienen que trabajar, porque las tienen allí cerquita. Lo tienen todo cerca, los campos deportivos, el club; incluso, no tienen que salir de allí para ir a la piscina, para ir al club, para ir al cine. Lo tendrán todo y además, tendrán las áreas verdes. Porque la ciudad es un amasijo de casas, la ciudad de La Habana, sin áreas verdes, es decir que no hay ni oxígeno a veces, porque se necesita la vegetación.
Y como eso lo ha construido el INAV, no lo construyó con el criterio de estar construyendo aquí para que el solar de al lado aumentara de precio y después venderlo, sino que construye aquí y la zona del lado se queda para escuelas, queda para áreas verdes, se queda para campos deportivos, nos va a salir una ciudad perfecta.  Y también ahora tenemos el reparto Bahía, que va a tener un mercado también allí, que va a ser uno de los mercados más baratos.
En fin, ¿cómo se construyó la ciudad antes, cómo se construía la ciudad? Pues se construyó pegando una casa detrás de la otra. Es decir que no tenía el número de tiendas, de acuerdo con el número de familias, no tenía el número de escuelas de acuerdo con el número de familias, porque a veces en una cuadra había cinco bodegas y después en 30 cuadras no había ninguna bodega, porque no se construyó con orden; no se reservó áreas para parques, no se reservó áreas para sembrar árboles, sino que cada uno iba sumando una casa a la otra. ¿Y qué parece la ciudad?  La verdad que la ciudad parece una casa de locos.  Se construyó sin orden, después había que derribar aquí para construir otra cosa, derribar allí para hacer otro edificio, derribar allá para hacer una escuela, derribar más allá para hacer un parque.  Pues ahora no pasará nada de eso porque las escuelas, las tiendas, los parques, las áreas verdes, las calles, todo estará hecho desde el principio. ¿Quién va a discutir que eso es mucho mejor que el sistema de antes?  (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”) Ahora tenemos la consecuencia, cualquiera que va en un helicóptero sobre la Ciudad de La Habana ve un amasijo de casas y da tristeza ver una ciudad sin áreas verdes; una ciudad de un millón de habitantes sin parques; porque ahora sí, ahora el INIT está arreglando el Bosque de La Habana, se están haciendo playas.
Había otra cosa, la ciudad no tenía playas; si no se bañaban los muchachos por ahí por el Malecón, no tenían playa adonde ir, algunas playas, las más lejanas; el ir a una playa, pues, era otro privilegio aquí de unos cuantos. Una ciudad de un millón de habitantes en un país tropical, que no tenía áreas verdes y que no tenía playas. ¿Eso podía ser bueno? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Y qué dijeron contra eso los que hacen hoy campañas contrarrevolucionarias? ¡Ah!, para combatir la Revolución y para combatir las cosas justas que ha hecho la Revolución sí tienen mucha energía, les sobra energía. ¡Ah!, pero para combatir en el pasado todas esas injusticias no tenían ninguna energía; en definitiva estaban al servicio de esas injusticias, no de las cosas buenas de la Revolución, de las cosas justas, de todo lo que se hace aquí.  Y no aquí solamente porque lo está haciendo en toda la isla, porque es una obra que estamos haciendo en toda Cuba. Quisiéramos hacer más pero si la Revolución no hace más, es porque no puede, porque los recursos están limitados. Sin embargo, cada día se podrá hacer más, en la misma medida en que la producción nacional sea mayor, en que los recursos económicos de la nación sean mayores; la Revolución podrá hacer más casas, la Revolución podrá hacer más centros turísticos, la Revolución podrá hacer más hospitales, podrá hacer mejores escuelas. Con las escuelas, lo que hemos hecho de inmediato es preparar todos los grandes cuarteles y muchos cuarteles los estamos convirtiendo en escuelas, si la Revolución no hace casas es porque no puede hacer más casas. Se han hecho varios miles en un año, en menos de un año, en menos de un año. Se han hecho varios miles. Y este año tenemos esperanza de aumentar el número de casas que se están haciendo. Pero, en realidad se hace todo lo que se puede hacer de acuerdo con nuestros recursos.
El INAV realmente ha tenido un triunfo extraordinario. Se debe fundamentalmente a que es un organismo que está bien dirigido, a la persona que escogimos para dirigir ese organismo, a las personas que a su vez, la directora del organismo escogió para trabajar con ella. Si ustedes visitan aquí el INAV se encontrarán antes que nada, un gran dinamismo, todo el mundo trabajando, todo el mundo interesado, entusiasmado con lo que están haciendo. Unos trabajando en proyectos, otros trabajando en la propaganda, otros trabajando en el aspecto social, en la distribución de las viviendas, pero lo primero que ustedes encuentran es un gran dinamismo, un gran espíritu de trabajo. Ustedes van y se encuentran a los ingenieros trabajando, ustedes van a las zonas donde se está construyendo y se encuentran a los obreros trabajando. Y cada día lo hacen con más gusto. ¿Por qué?  Porque saben que están construyendo para el pueblo, saben que están haciendo una obra justa, tratan de rendir más. ¿Por qué?  Porque saben que no están trabajando para beneficio de un señor determinado que va a ser dueño de 40 o de 100 casas, sino que están trabajando para familias que van a ser felices, desde el mismo momento en que vayan a vivir en aquellas casas y que mientras más rindan ellos en su trabajo, más baratas van a ser aquellas casas para las familias. Y porque, además, ellos mismos van a ser beneficiarios de esas casas, porque cualquier obrero hoy puede ser beneficiado por estas casas del INAV, y por eso trabajaban cada vez con mayor entusiasmo, y ya hay núcleos, como el de La Habana del Este, donde hay cerca de 3 000 obreros trabajando, es un verdadero hormiguero humano allí trabajando y levantando esos edificios que, como ustedes ven, crecen día a día.
Es decir que han trabajado todos: los trabajadores, los técnicos, los directores del organismo, y una de las causas de ese funcionamiento correcto es la presencia de compañeras y compañeros revolucionarios en el organismo, porque cuando visitamos las oficinas del INAV, nos encontramos a muchas de aquellas compañeras que las veíamos también en las manifestaciones durante la lucha contra la tiranía, que las veíamos en los trabajos clandestinos de la Revolución.  Es decir, personas que se sacrificaron por la Revolución y que por eso hoy trabajaban con tanto entusiasmo en hacer que la Revolución adelante. A eso se deben los éxitos alcanzados por el INAV, y también, como con toda justicia recordó el Presidente de la República que el compañero Cesáreo murió casi por agotamiento. Porque hace apenas ocho meses, en vista del formidable trabajo que había hecho en el Ayuntamiento de La Habana, lo llamamos, subimos al edificio del INRA y desde la azotea le explicamos todas las áreas donde podían hacerse construcciones y la necesidad de realizar un plan con la mayor rapidez posible, porque había miles de trabajadores de las construcciones que no tenían trabajo y que era urgente resolver todos esos problemas. Y se entregó de tal manera a la tarea de construir viviendas, que a pesar de su juventud, fue víctima de un colapso, y murió. Para nosotros fue una gran pérdida, pero siempre lo recordamos como uno de los mártires de esta Revolución, porque hubo mártires en la lucha contra la tiranía, pero ha habido también mártires en la paz, hombres que han trabajado hasta agotar sus fuerzas, hasta morir. Y Cesáreo será siempre recordado por nosotros y será siempre una persona cuyo nombre estará vinculado al Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas.
Gracias a todos esos factores se ha podido adelantar mucho. Eso, sin embargo, no nos conforma.  La compañera Pastorita Núñez ha cumplido a cabalidad con su deber, con lo que esperábamos de ella. Ha hecho todo lo que esperábamos de ella, y como esperamos de ella que siga haciendo cada vez más, estamos seguros de que cada vez hará más en el INAV.
Hoy han sido 1 000 personas las que han venido aquí a recibir sus casas. En el futuro serán muchos miles más. Era realmente emocionante ver aquí cómo se alzaban los brazos para indicar el reparto donde iban a recibir sus casas los aquí presentes. La alegría y la satisfacción para ustedes y para nosotros es grande. Ahora estamos empezando, pero no habremos terminado esta obra —esta obra en la ciudad y en el campo, porque en el campo también se están construyendo muchas viviendas campesinas—, no habremos dado por terminado este programa, hasta el día en que cuando se pregunte quiénes son los que han recibido casas, o quiénes son los cubanos que ya tienen casa propia, todas las familias, absolutamente, sin excepción, levanten la mano. Y ese día llegará, ese día llegará, en que cada familia cubana sea dueña de su propia casa y cuando se quiera saber, en realidad, a quién debemos agradecerle esa obra, lo que hay que responder es bien sencillo: esa obra no hay que agradecérsela a nadie en particular, esa obra hay que agradecérsela al pueblo, porque es el pueblo el que está haciendo esa obra. Ninguno de nosotros sería nada sin el pueblo, es decir, ninguno de nosotros podríamos hacer nada sin el pueblo. Nosotros podemos realizar esta obra por el pueblo y con el pueblo y, por supuesto, para el pueblo.
Esta es una obra que realiza el pueblo y una obra que se puede estar realizando, que el pueblo tiene la oportunidad de realizar gracias a los que se sacrificaron, gracias a los que dieron su vida por esta Revolución, porque para hacer posible esta proclama de honradez que hizo esta tarde la compañera Pastorita Núñez, de que no faltaba ni una puntilla, ni un centavo. Para que en la patria se haya establecido para siempre la honradez, para lograr esta oportunidad de que el pueblo pudiera realizar su obra, para librarnos de las trabas que nos lo impedían, para librarnos de aquellos males que tenían maniatado a nuestro pueblo fue necesario que muchos compatriotas se sacrificaran. Para combatir aquellas formas criminales, para arrancarlas de raíz de una vez y para siempre de nuestra patria, para acabar de una vez y para siempre con el abuso y con el crimen, para acabar de una vez y para siempre con el vicio y el saqueo, para acabar de una vez y para siempre con aquel pasado bochornoso que no volverá, para acabar con todo aquello fue necesario luchar duro y fue necesario que muchos jóvenes, que muchos campesinos, que muchos hombres humildes del pueblo dieran sus vidas. Sin aquella lucha, sin aquel valor con que luchó nuestro pueblo dejando miles y miles de hijos en el camino, estas realidades de hoy no habrían sido posibles. Ya que sin esa sangre generosa que se derramó, sin el luto que hoy visten muchas madres, sin todos aquellos sacrificios el país no sería lo que es hoy.
Por eso tenemos que tener siempre presente a los caídos, por eso debemos tener presente que la obra revolucionaria costó muchos sacrificios y que los que conspiran contra una revolución que costó tantos sacrificios, que los que hacen campañas calumniosas y traidoras contra una revolución que costó tanta sangre, son como aquellos que ayer ensangrentaron a la patria, son como cómplices de los criminales, porque los que hoy combaten esta obra hermosa de nuestro pueblo es como si volvieran a asesinar a los compañeros que cayeron , es como si levantaran sus manos asesinas para dejarlas caer contra las víctimas de ayer. Porque no se luchó en vano, se luchó por algo, por ese algo que hoy tenemos y debemos defender. Y tratar de destruir lo que se hizo con tanto sacrificio y con tanto dolor es como convertirse en victimarios de los hombres que se sacrificaron, ya que no son otra cosa. Aquellos fueron los asesinos materiales y estos son los asesinos de hoy; los que quieren hacer inútil el sacrificio de nuestros muertos, y los que quieren llevarnos a un pasado, para que el pueblo tenga de nuevo que sacrificarse por su libertad y por su felicidad. Eso es lo que quieren, y eso es precisamente lo que no conseguirán jamás.
Y no lo conseguirán por una sola razón: por el pueblo. Porque, ¿de qué manera se las van a arreglar para hacer nada contra la voluntad del pueblo? ¿De qué manera se las van a arreglar para volver a encadenar a nuestro pueblo?, ya que convencerlo no lo van a convencer nunca más. ¿Engañarlo?, no lo van a engañar nunca más. ¿Confundirlo?, no lo van a confundir nunca más. Y por tanto, todo lo que traten de hacer, tendrán que tratarlo de hacer contra el pueblo y contra el pueblo; contra un pueblo despabilado, contra un pueblo despierto, contra un pueblo que ha aprendido mucho y cada día aprende más; contra un pueblo cada día más preparado, más consciente, más generoso, más comprendedor, contra un pueblo en esas condiciones no podrá nadie, no podrá nadie, y esa es una realidad.  Por mucho que traten de obstaculizarnos en el camino, por mucho que traten de perjudicar hay una cosa de lo que nosotros estamos absolutamente seguros, y es de que no lograrán sus propósitos. Sencillamente, porque hay una fuerza nueva en la historia de Cuba, hay una fuerza que no contó nunca, hay una fuerza muy poderosa que antes no decidía en los destinos de nuestro país. Y esa fuerza invencible, que no contaba antes, pero que cuenta hoy, esa fuerza indestructible, que no hacía acto de presencia ayer, pero ha hecho acto de presencia definitivamente en la historia de nuestra patria, es el pueblo.
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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