enero 05, 2014

Declaración del presidente de los EE. UU, Harry Truman, anunciando el ataque atómico sobre Hiroshima (1945)

 
Declaración del presidente de los EE. UU, anunciando el ataque atómico sobre Japón en Hiroshima
Harry S. Truman
[6 de Agosto de 1945]

Hace dieciséis horas un avión estadounidense lanzó una bomba sobre Hiroshima, una importante base del ejército japonés. Esa bomba tiene más poder que 20.000 toneladas de TNT. Tiene más de dos mil veces la potencia explosiva que la bomba británica Grand Slam, que es la mayor bomba hasta ahora utilizada en la historia militar.
Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado. Y todavía no ha llegado el final. Con esta bomba hemos añadido un nuevo y revolucionario incremento en destrucción a fin de aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. En su forma actual, estas bombas se están produciendo. Incluso están en desarrollo otras más potentes. 
Es una bomba atómica. Es la explicación del poder básico del universo. La fuerza de la cual el Sol adquiere su poder ha sido lanzada en contra de quienes llevaron la guerra al Lejano Oriente. 
Antes de 1939, los científicos creían abiertamente en la posibilidad teórica de liberar energía atómica. Pero nadie sabía cómo llevarlo a cabo en práctica. Sin embargo, en 1942 nos enteramos de que los alemanes estaban trabajando febrilmente para encontrar la forma de incorporar la energía atómica a la maquinaria de guerra, con la que deseaban esclavizar al mundo. Pero fallaron. Debemos agradecer a la Providencia que los alemanes hayan llegado tarde con las V-1 y V-2 en cantidades limitadas y debemos agradecer aun más que no hayan logrado producir una bomba atómica. 
La batalla de los laboratorios implicaba un riesgo mortal para todos nosotros al igual que los enfrentamientos en el aire, la tierra y el mar; pero así como hemos ganado el resto de las batallas, ahora también somos los vencedores de la batalla de laboratorios. 
A partir de 1940, antes de Pearl Harbor, los Estados Unidos de América y Gran Bretaña compartieron el conocimiento científico aplicado a la guerra, y muchas de nuestras victorias han recibido la ayuda proveniente de ese acuerdo. Bajo esta política surgió la investigación sobre la bomba atómica. Con los científicos estadounidenses y británicos trabajando en conjunto, entramos en la carrera del descubrimiento en contra de los alemanes. 
Los Estados Unidos de América tenían a su disposición un gran número de científicos destacados en casi todas las áreas de conocimiento necesarias. Contaban con tremendos recursos industriales y financieros necesarios para llevar a cabo el proyecto y además podían dedicarse a tiempo completo sin que eso afectase las demás tareas bélicas. En los Estados Unidos el trabajo de laboratorio y las plantas productivas, que ya resultaban de lo más ventajosas, estarían fuera del alcance del bombardeo enemigo, mientras que en ese momento en Gran Bretaña se hallaba expuesta a constantes ataques aéreos y seguía bajo amenaza de una posible invasión. De allí que el primer ministro Churchill y el presidente Roosevelt acordaran llevar a cabo el proyecto en los Estados Unidos. 
Ahora tenemos dos grandes plantas y proyectos más pequeños dedicados a la producción de energía atómica. En los períodos pico de construcción llegamos a contar con 125.000 empleados y más de 65.000 personas siguen aún hoy involucradas en la operación de las plantas. Varios han trabajado allí durante dos años y medio, pero son muy pocos los que realmente saben lo que han estado produciendo. Son testigos de una gran cantidad de material que ingresa ante sus ojos pero no ven el tamaño físico de la carga explosiva es excesivamente pequeño. Hemos invertido dos mil millones de dólares en la apuesta científica más grande de la historia y hemos ganado. 
Pero la maravilla de las maravillas no es ni el tamaño de la empresa, ni el ocultamiento, ni el costo, sino el éxito de los cerebros científicos para reunir en un plan de trabajo una infinidad de complejas piezas intelectuales que aportan muchos hombres de distintos campos científicos. Y no menos maravillosa ha sido la capacidad industrial para diseñar, y laboral para operar, las máquinas y los métodos para llevar a cabo tareas jamás antes realizadas con el objeto de darle una forma física a la creatividad de diferentes mentes y ponerla en practica según se esperaba. Ciencia e industria trabajaron bajo la dirección del Ejército estadounidense, al que se le adjudica este éxito de carácter único, de haber controlado semejante problema en lo que respecta a los avances científicos en tan poco tiempo. Me pregunto si alguien más podrá reunir semejante combinación de todo el mundo. Lo que se ha hecho constituye el mayor logro de la historia en el campo de la ciencia organizada. Se hizo bajo mucha presión y sin fallas. 
Ahora estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la fuerza productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. Vamos a destruir sus muelles, sus fábricas y sus comunicaciones. No nos engañemos, vamos a destruir completamente el poder de Japón para hacer la guerra. 
El 26 de julio publicamos en Potsdam un ultimátum para evitar la destrucción total del pueblo japonés. Sus dirigentes rechazaron el ultimátum inmediatamente. Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra.
Detrás de este ataque aéreo irán fuerzas marítimas y terrestres en tan número y poderío como nunca antes han visto en sus vidas, pero con una capacidad de batalla que ya bien conocen. El secretario de Guerra, quien ha estado personalmente en contacto con todas las fases del proyecto, dará un comunicado de inmediato con más detalles. 
En su anuncio informará acerca de las locaciones en Oak Ridge cerca de Knoxville, Tennessee, y en Richland cerca de Pasco, Washington, y sobre una instalación cerca de Santa Fe, Nuevo México. A pesar de que los trabajadores han estado trabajando en estos lugares para producir los materiales que se utilizarán para fabricar la mayor fuerza destructiva de la historia, no han corrido más peligros que aquellos de cualquier otra ocupación, dado que hemos cuidado de su seguridad. 
El hecho de que podamos lanzar energía atómica marca el comienzo de una nueva era en la capacidad del hombre para entender las fuerzas de la naturaleza. La energía atómica puede reemplazar en el futuro la energía que provienen hoy en día del carbón, del petróleo o del agua, pero en la actualidad todavía no podemos producirla de manera tal para competir comercialmente con todo el resto. Antes de que esto ocurra debemos pasar por un largo período de investigación intensiva. 
Los científicos de este país o las políticas del gobierno no acostumbran esconder información científica al mundo. Por ende y como es de esperarse, haremos pública toda información concerniente al trabajo con energía atómica.
Pero dadas las circunstancias del momento, no difundiremos los procesos técnicos de producción o todas las aplicaciones militares hasta que se estudien en mayor profundida los sistemas de protección para nosotros y para el resto del mundo frente al peligro de la destrucción masiva. 
Solicito al Congreso que considere cuanto antes la creación de una comisión adecuada para el control de la producción y el uso de la energía atómica dentro de los Estados Unidos de América. Instruiré y demostraré al Congreso cómo es que la energía atómica puede convertirse en una influencia poderosa y decisiva para el control de la paz mundial. 
HARRY S. TRUMAN

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-Versión en ingles-

August 6, 1945 
SIXTEEN HOURS AGO an American airplane dropped one bomb on Hiroshima, an important Japanese Army base. That bomb had more power than 20,000 tons of T.N.T. It had more than two thousand times the blast power of the British "Grand Slam" which is the largest bomb ever yet used in the history of warfare.
The Japanese began the war from the air at Pearl Harbor. They have been repaid many fold. And the end is not yet. With this bomb we have now added a new and revolutionary increase in destruction to supplement the growing power of our armed forces. In their present form these bombs are now in production and even more powerful forms are in development.
It is an atomic bomb. It is a harnessing of the basic power of the universe. The force from which the sun draws its power has been loosed against those who brought war to the Far East.
Before 1939, it was the accepted belief of scientists that it was theoretically possible to release atomic energy. But no one knew any practical method of doing it. By 1942, however, we knew that the Germans were working feverishly to find a way to add atomic energy to the other engines of war with which they hoped to enslave the world. But they failed. We may be grateful to Providence that the Germans got the V-1's and V-2's late and in limited quantities and even more grateful that they did not get the atomic bomb at all.
The battle of the laboratories held fateful risks for us as well as the battles of the air, land and sea, and we have now won the battle of the laboratories as we have won the other battles.
Beginning in 1940, before Pearl Harbor, scientific knowledge useful in war was pooled between the United States and Great Britain, and many priceless helps to our victories have come from that arrangement. Under that general policy the research on the atomic bomb was begun. With American and British scientists working together we entered the race of discovery against the Germans.
The United States had available the large number of scientists of distinction in the many needed areas of knowledge. It had the tremendous industrial and financial resources necessary for the project and they could be devoted to it without undue impairment of other vital war work. In the United States the laboratory work and the production plants, on which a substantial start had already been made, would be out of reach of enemy bombing, while at that time Britain was exposed to constant air attack and was still threatened with the possibility of invasion. For these reasons Prime Minister Churchill and President Roosevelt agreed that it was wise to carry on the project here. We now have two great plants and many lesser works devoted to the production of atomic power. Employment during peak construction numbered 125,000 and over 65,000 individuals are even now engaged in operating the plants. Many have worked there for two and a half years. Few know what they have been producing. They see great quantities of material going in and they see nothing coming out of these plants, for the physical size of the explosive charge is exceedingly small. We have spent two billion dollars on the greatest scientific gamble in history-and won.
But the greatest marvel is not the size of the enterprise, its secrecy, nor its cost, but the achievement of scientific brains in putting together infinitely complex pieces of knowledge held by many men in different fields of science into a workable plan. And hardly less marvelous has been the capacity of industry to design, and of labor to operate, the machines and methods to do things never done before so that the brain child of many minds came forth in physical shape and performed as it was supposed to do. Both science and industry worked under the direction of the United States Army, which achieved a unique success in managing so diverse a problem in the advancement of knowledge in an amazingly short time. It is doubtful if such another combination could be got together in the world. What has been done is the greatest achievement of organized science in history. It was done under high pressure and without failure.
We are now prepared to obliterate more rapidly and completely every productive enterprise the Japanese have above ground in any city. We shall destroy their docks, their factories, and their communications. Let there be no mistake; we shall completely destroy Japan's power to make war.
It was to spare the Japanese people from utter destruction that the ultimatum of July 26 was issued at Potsdam. Their leaders promptly rejected that ultimatum. If they do not now accept our terms they may expect a rain of ruin from the air, the like of which has never been seen on this earth. Behind this air attack will follow sea and land forces in such numbers and power as they have not yet seen and with the fighting skill of which they are already well aware.
The Secretary of War, who has kept in personal touch with all phases of the project, will immediately make public a statement giving further details.
His statement will give facts concerning the sites at Oak Ridge near Knoxville, Tennessee, and at Richland near Pasco, Washington, and an installation near Santa Fe, New Mexico. Although the workers at the sites have been making materials to be used in producing the greatest destructive force in history they have not themselves been in danger beyond that of many other occupations, for the utmost care has been taken of their safety.
The fact that we can release atomic energy ushers in a new era in man's understanding of nature's forces. Atomic energy may in the future supplement the power that now comes from coal, oil, and falling water, but at present it cannot be produced on a basis to compete with them commercially. Before that comes there must be a long period of intensive research.
It has never been the habit of the scientists of this country or the policy of this Government to withhold from the world scientific knowledge. Normally, therefore, everything about the work with atomic energy would be made public.
But under present circumstances it is not intended to divulge the technical processes of production or all the military applications, pending further examination of possible methods of protecting us and the rest of the world from the danger of sudden destruction.
I shall recommend that the Congress of the United States consider promptly the establishment of an appropriate commission to control the production and use of atomic power within the United States. I shall give further consideration and make further recommendations to the Congress as to how atomic power can become a powerful and forceful influence towards the maintenance of world peace.

Nota: Esta declaración fue difundida en Washington D.C. Fue redactada cuando el Presidente salía a Alemania, estando autorizado el Secretaria de Guerra Stimson para liberarla cuando la bomba atómica fuera explotada. El 6 de agosto, cuando Truman regresaba de la Conferencia de Potsdam a bordo del USS Augusta, el Presidente recibió un mensaje del Secretario Stimson donde le informaba que la bomba había caído a las 7:15 pm el 5 de agosto.

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