DISCURSO PRONUNCIADO EN LA HAYA
“El Imperialismo”
Víctor Raúl Haya de la Torre
[1955]
[Fragmento]
[...]
Queda ahora por confrontar los enunciados generales de la doctrina aprista sobre el imperialismo que aparece en mi libro de 1928, citados al comienzo de esta recensión, con los del discurso-programa de agosto de 1931 reproducidos en el capitulo precedente. De la concurrencia de ambos enfoques, el genérico continental y el específico peruano, sólo resulta una, como ha de verse, reiteración esclarecida de la tesis del aprismo.
Esta, tal ha de verificarse una vez más, discrepa conceptualmente de la interpretación comunista-leninista del imperialismo. Y viene a propósito de la relevancia de esa disconformidad entre una y otra, puntualizar que el vocablo, en sí mismo entraña diversas acepciones: Dice el diccionario de la Academia de la Lengua Castellana:
Imperialismo.
Sistema o doctrina imperialista.
Imperialista (de imperial).
Partidario de extender la dominación de un Estado sobre otro u otros por medio de la fuerza. (2 acep.) Partidario del régimen imperial del Estado. Imperial (del latín imperialis). Perteneciente al emperador o al imperio...
Y si buscamos en un diccionario inglés-americano —el más difundido de ellos: Webster’s hallaremos explicaciones para nuestro objeto un poco menos insatisfactorias:
Imperialism.
1. Imperial government, authority or system.
2. Thepolicy or practice or advocacy of seeking to extend the control, dominion, or empire of a nation. Empire. 1. A group of nations or states under a single sovereign power; as the empire of Alexander. 2. A state characterized by having great extent of territories and variety of peoples united under one rule, or by having emperor as the title of its ruler.
Según puede verse la semántica preferida de la voz imperialismo ha sido política. Y, de cierto, ha habido y hay imperialismo de tal topología al que se asigna aquella prevalente significancia histórica: ella puede ser atribuible al imperio cínico, al alejandrino, al augustal, al maya, al incaico, o si se quiere al napoleónico. Empero, es el imperialismo capitalista contemporáneo al que concierne definir. Y, al hacerlo, sea valedera una reiteración: a despecho de que ya se conoce genéricamente lo que la locución “imperialismo económico” denota —tema al cual refluye con. detenimiento este capítulo— es pertinente dejar establecido que según el ángulo de estimativa desde el cual se le considere, él puede deparar contrapuestas valencias de expresión. Pues con el concepto imperialismo, aun cuando se circunscriba adjetivalmente al exclusivo distrito de los fenómenos económicos, suele acontecer lo que con el término y noción del comercio: el cual, como función económica de trueque e intercambio de mercancías, ejercicio inveterado, acaso sincrónico con el devenir de las sociedades humanas desde los albores de las civilizaciones— halló la feliz emblemática poético-religiosa de su anfibología y de sus entrañables contradicciones de comportamiento en el mito greco-romano de Hermes o Mercurio; divinidad pastoral del olimpo homérico, y más tarde, milagroso patrón de los inventos y golpes de fortuna, de los mercaderes, pero también de los ladrones. Que mucho hay del comercio, ya lícito, ya intérlope, tutelado por el veleidoso auspicio del dios que volaba al impulse veloz-de sus talares, en la sinuosa metodología del imperialismo económico: de un lado proficiente y por necesario deseable, y del otro fraudulento, avieso y subyugador, a la par que ubicuo y multiforme en todos los parajes explotables y postergados de la tierra. De aquí —y sea dicho todavía en excusable metáfora de alusión mercurial— que es menester encararlo y justipreciarlo con la bifronte mirada serpentina del caduceo...