CARTA A SUS PADRES A PROPÓSITO DEL CASO DANIEL REES [1]
Benjamín Franklin
Sus ideas sobre la Masonería y la Religión
[13 de Abril de 1738]
“Al considerar la debilidad e imperfección natural del entendimiento humano, y la inevitable influencia de la educación, el hábito, los libros y las personas con quienes corrientemente tratamos sobre nuestro modo de pensar, es mi creencia que un hombre ha de estar dotado de una respetable dosis de vanidad si cree, y una buena dosis de osadía si afirma, que todas las doctrinas que profesa son verdaderas, así como falsas todas las que rechaza. Y tal vez quepa decir lo mismo de toda secta, Iglesia y asociación humana, cuando se asignan a sí mismo la infabilidad que niegan al papa y los concilios. Yo creo que las opiniones debieran juzgarse por sus influjos y efectos; de manera que si una persona no tiene ninguna que tienda a tornarle menos virtuoso o más enviciado, cabe arribar a la conclusión de que no tiene ninguna peligrosa; que espero sea mi caso”.
“Lamento que puedan tener alguna intranquilidad por causa mía; y si fuera posible que una persona pudiera modificar sus opiniones para complacer a otra, no sé de nadie a quien con más gusto complacería que a mis padres. Pero, puesto que no está en manos del hombre pensar como otro, lo mismo que no lo está asemejársele, me parece que cuanto cabe esperarse de mí es que me mantenga accesible a la razón, que escuche con paciencia y analice con atención todo cuanto se me brinde para tal fin; y, si después de todo ello, persisto en mi error, estoy convencido que la tendencia caritativa que os caracteriza os inducirá más bien a tenerme lástima que a culparme. Entre tanto agradezco en el alma que os preosupéis por mí”.
“Mi madre se lamenta de que uno de sus hijos sea arriano y otro armenio. Hablando sinceramente, me pondrían en un aprieto si mi pediesen que explicase lo que es un arriano o un armenio. La verdad es que la verdadera religión ha padecido siempre que se ha dado preferencia a la ortodoxia sobre la virtud; además que las Sagradas Escrituras me aseguran que el Día del Juicio Final no se nos juzgará por lo que pensamos sino por lo que hicimos; y no nos servirá de recomendación el haber dicho repetidamente: -¡Señor, Señor!-, sino el bien que hicimos a nuestros semejantes. Véase San Mateo, XXV.”
“En cuanto a la masonería, desconozco en que forma pudiera dar a mi madre una referencia mejor sobre el particular que la versión que conoce, ya que no está permitido a las mujeres ser admitidas en dicha asociación secreta. Reconozco que por ese mismo motivo está justificada en sentir algún disgusto; pero en otros aspectos, debo rogarla no forme juicio hasta estar mejor informada, salvo que esté dispuesta a creerme cuando le aseguro que en general se trata de personas completamente inofensivas, y que no hay en ello principios o prácticas que sean incompatibles con la religión y las buenas costumbres”.
“Mi madre se lamenta de que uno de sus hijos sea arriano y otro armenio. Hablando sinceramente, me pondrían en un aprieto si mi pediesen que explicase lo que es un arriano o un armenio. La verdad es que la verdadera religión ha padecido siempre que se ha dado preferencia a la ortodoxia sobre la virtud; además que las Sagradas Escrituras me aseguran que el Día del Juicio Final no se nos juzgará por lo que pensamos sino por lo que hicimos; y no nos servirá de recomendación el haber dicho repetidamente: -¡Señor, Señor!-, sino el bien que hicimos a nuestros semejantes. Véase San Mateo, XXV.”
“En cuanto a la masonería, desconozco en que forma pudiera dar a mi madre una referencia mejor sobre el particular que la versión que conoce, ya que no está permitido a las mujeres ser admitidas en dicha asociación secreta. Reconozco que por ese mismo motivo está justificada en sentir algún disgusto; pero en otros aspectos, debo rogarla no forme juicio hasta estar mejor informada, salvo que esté dispuesta a creerme cuando le aseguro que en general se trata de personas completamente inofensivas, y que no hay en ello principios o prácticas que sean incompatibles con la religión y las buenas costumbres”.
Benjamín, Franklin.
[1] La carta viene a propósito del escándalo público que sobrevino por un incidente ocurrido a Daniel Rees quien deseando ingresar a la masonería había sido víctima por parte de Evan Jones y algunos amigos de una parodia ritual, mediante la cual se le había arrojado ron hirviendo, resultando con quemaduras mortales. Dicho incidente aunque totalmente desautorizado por la Logia San Juan a la que pertenecía Franklin fue achacado a los masones; entre ellos, a este último. En Boston, donde se había establecido una logia masónica, el Corresponsal publicó un relato por Bradford del escandaloso incidente, lo cual llegó a causar alguna preocupación a los padres de Franklin. Por ello le escribieron no solamente para indagarle acerca de la masonería sino sobre sus ideas religiosas. Franklin contestó a ambos en la carta dirigida a su padre que transcribimos.
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