¿Quiere saber algo de mi religión?
[Marzo de 1789]
[Marzo de 1789]
“Quiere saber algo de mi religión. Es la primera vez que alguien me pregunta sobre el particular. Pero no puedo ignorar su curiosidad y trataré de satisfacerla en pocas palabras. He aquí mi credo:
Creo en un Dios, Creador del Universo. Creo que Él gobierna en Su divina providencia. Creo que se le debe venerar. Creo que el mejor servicio que podemos prestarle es haber bien a alguno de Sus hijos. Creo que el alma humana es inmortal y que será tratada con justicia en otra vida a tenor de su conducta en ésta. Creo que éstos son los principios de un religión sana y los respeto como usted en cualquier secta que sea”.
“En cuanto a Jesús de Nazareth, mi opinión de quien tan especialmente solicita, es que creo que sus sistemas de moral y religión, tal como nos los legó, son los mejores del mundo que jamás viera ni espere ver; pero me temo que hayan sido objeto de varios cambios erróneos, y yo, junto con los demás disidentes de Inglaterra del momento, abrigo algunas dudas acerca de su divinidad; aunque es cuestión sobre la cual no dogmatizo, por no haberla estudiado nunca y creer que es innecesario que ahora me ocupe de ello, especialmente por esperar muy pronto la oportunidad de averiguar la verdad con menos preocupaciones. Sin embargo, no veo mal alguno en que se crea, siempre que esa creencia tenga la buena consecuencia, como probablemente es el caso, de que sus doctrinas sean más respetadas y mejor observadas; especialmente porque no percibo que el Supremo Hacedor lo tome a mal señalando a los que no creen en Su gobierno del mundo con alguna marca distintiva de Su desagrado”.
“Únicamente agregaré, con respecto a mi mismo, que, habiendo experimentado la bondad de ese Ser al guiarme prósperamente a través de una larga vida, no dudo de su continuación en la próxima, sin la menor pretensión de merecerlo... Confío que no me expondrá a críticas y censuras haciendo pública parte alguna de esta comunicación. Siempre ha dejado a los demás que disfruten de sus sentimientos religiosos, sin culparles por aquellos que pudieran parecerme insostenibles y hasta absurdos. Todas las sectas de aquí, de las cuales hay una gran variedad, han palpado mi buena voluntad en ayudarles con suscripciones para la erección de sus nuevos recintos de adoración; y, como nunca me opuse a ninguna de sus doctrinas, espero salir de este mundo en paz con todos”.
BENJAMIN FRANKLIN
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