DISCURSO CON MOTIVO DE LA INVESTIDURA COMO DOCTOR "HONORIS CAUSA" POR LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Norman E. Borlaug [1]
[14 de Abril de 2005]
Excelentísimo Sr. Rector Magnifico Excelentísimos e Ilustrísimos Señores Claustro de Doctores y Profesores Queridos amigos y alumnos
Señoras y Señores
Constituye una gran satisfacción para mí recibir este grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada, ciudad donde se gestó el Descubrimiento de América en 1492 gracias a la clarividencia de la reina Isabel, quien comprendió a tiempo la importancia de financiar el viaje de Cristóbal Colón hacia un nuevo mundo, que tanto aportó luego a la agricultura del viejo continente. La Universidad de Granada, además, es una de las más antiguas de Europa, no sólo porque fue fundada por el emperador Carlos en 1531, sino también debido a que ya en 1349 funcionaba en Granada la Madraza o Universidad árabe de Yusuf I, de enorme tradición cultural y científica, pues según las crónicas, era la Universidad más antigua de la España musulmana. También en la magnífica biblioteca de esta Universidad de Granada se conserva el único manuscrito conocido del «Tratado de Agricultura», escrito en Almería por Ibn Luyún en el año de 1348 (740 de la hégira). Este códice, escrito en verso yen hermosos caracteres árabes, constituye uno de los primeros estudios conocidos del arte de la agricultura en España. Pero quisiera centrarme ya en el tema principal de mi discurso, la necesidad de producir alimentos para una población que continúa creciendo a una velocidad vertiginosa.
AGRICULTURA Y POBLACION
Actualmente, y a pesar del notable incremento en la producción de alimentos, casi 900 millones de seres humanos en el mundo, incluidos 150 millones de niños, padecen malnutrición crónica. De ellos, 230 millones viven en el sur de Asia, siendo en su mayoría pequeños agricultores.
Desde el inicio de la agricultura hasta el comienzo de la era cristiana, la población mundial presumiblemente se multiplicó por cuatro hasta alcanzar alrededor de 250 millones de seres humanos y volvió a duplicarse -500 millones- al llegar al año 1650. La siguiente duplicación tan sólo requirió 200 años para producir una población de mil millones de personas en el año 1850. Esta última duplicación se debió sobre todo a la reducción en la tasa de mortalidad originada por el descubrimiento de las causas y de la naturaleza de las enfermedades infecciosas, producto de los avances en la investigación médica. La siguiente duplicación sólo tardó ochenta años para llegar a los 2.000 millones, en 1930. Un poco después el desarrollo de las drogas farmacéuticas, sulfamidas, antibióticos y vacunas, condujo a otra reducción sustancial de la tasa de mortalidad, sobre todo entre los niños y los recién nacidos. La siguiente duplicación sólo tardó 45 años, es decir, para 1975, cuando la población global alcanzó los 4.000 millones de personas. La siguiente duplicación se espera para el 2020, de nuevo en tan sólo 45 años, lo que representará un incremento de 533 veces desde el comienzo de la agricultura. Mientras que el crecimiento global de la población se está ralentizando, la tasa actual de crecimiento demográfico en muchas partes del mundo en desarrollo sigue siendo preocupantemente alta. No obstante las predicciones demográficas de las Naciones Unidas, yo creo, al contrario, que la población mundial probablemente alcanzará los diez mil millones de personas dentro de los próximos 50 años.
LA PRODUCCION DE ALIMENTOS Y EL PAPEL DE LA CIENCIA
En el año 2000 la producción global de alimentos de todo tipo fue 52.000 millones de Tm, lo que representa 2.700 millones de biomasa seca comestible. De esta cantidad, el 99% se produjo en la tierra, mientras que el 1 % restante se obtuvo en los océanos y aguas continentales. Los productos de origen vegetal constituyen el 92% de la dieta humana, y entre ellos tan sólo aproximadamente 30 cultivos son los que aportan la mayor parte de las calorías y proteínas, incluyendo ocho especies de cereales, que en conjunto representan un 70% de los recursos alimentarios del mundo. A su vez, los productos animales, que constituyen el 7% de los recursos mundiales, derivan más o menos indirectamente de las plantas. Una tercera fuente de alimentos, las fermentaciones microbianas, se utilizan primariamente para producir ciertas vitaminas y aminoácidos.
Desde la segunda guerra mundial el uso de fertilizantes y la aplicación de nitrógeno obtenido por síntesis química han llegado a ser un componente indispensable para la producción en la agricultura moderna. Se estima que El 40% de la población mundial actual (6.200 millones) sobrevive gracias a la reacción química de Haber-Bosch para la síntesis de amonio.
El trabajo preliminar para una mejora genética más sofisticada de los cultivos fue realizado por Charles Darwin, como puede verse en sus escritos sobre la variación de las especies vivientes (publicado en 1859), y por Gregor Mendel, a través de su descubrimiento de las leyes de la herencia genética (publicado en 1865). Mientras que la publicación de Darwin en seguida generó un gran interés, debate y polémica, el trabajo de Mendel pasó casi totalmente inadvertido durante 35 años. El redescubrimiento en 1900 de los trabajos de Mendel, despertó un tremendo interés científico y condujo a la investigación en genética vegetal, abriendo una nueva era en la mejora genética de los cultivos en general y del trigo en particular. Aunque el arte de la mejora vegetal es tan antiguo como la agricultura misma, que se remonta hasta 12.000 años, la investigación sistemática en el campo de la genética y citogenética sólo comenzó en los primeros años del siglo XX, iniciando unas oportunidades desconocidas entonces para la mejora de la productividad, rentabilidad, estabilidad y desarrollo sostenible de la producción de trigo.
El término "Revolución Verde" acuñado en 1968 por el Dr. William S. Gaud, administrador de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) se utilizó para describir los saltos cuánticos en la productividad y producción del trigo y arroz, posibilitados por el desarrollo y uso de variedades semi-enanas y de prácticas agronómicas mejoradas, originadas en las investigaciones del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en México y del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI) en Filipinas. Para conmemorar los logros en la producción de trigo, la entonces Primer Ministro de la India, Mrs. Indira Gandhi, pus o en circulación, en julio de 1968, un sello de correos especial, llamado "Revolución del Trigo". Este sello ayudó a difundir el reconocimiento del papel de la ciencia para propiciar el desarrollo de la producción del trigo.
La producción de cereales se ha multiplicado por tres en la India desde 72 millones de Tm en 1965-66 hasta alrededor de 210 millones de Tm en el 2001-02. De este incremento en producción, el trigo constituye la tercera parte.
La India ocupa el segundo puesto del mundo en el cultivo de trigo, con una producción calculada de 72 millones de Tm en 2003-04. China sigue siendo el mayor productor mundial con 87 millones de Tm. Los Estados Unidos se encuentran en la tercera posición, con 56 millones de Tm.
La India, Rusia y Ucrania están entre los pocos países que han logrado un incremento significativo en la producción de trigo, a pesar de las altas temperaturas durante la etapa de llenado del grano en el año 2003-04, en comparación con el año anterior. Según un informe del USDA, la India exportó alrededor de 5 millones de Tm en 2002-03, de un total mundial de comercio de trigo de 103 millones de Tm. De las reservas actuales de cereales de casi 30 millones de Tm en la India, el trigo constituye alrededor de 19 millones de Tm.
CENTRO INTERNACIONAL DE MEJORAMIENTO DE MAIZ Y TRIGO (CIMMYT); ESPAÑA Y EL TRIGO
Antes de seguir adelante, deseo dejar un testimonio de reconocimiento a los agricultores y agrónomos españoles que nos legaron un rico y variado conjunto de germoplasma de trigos panaderos y candeales, que a su vez han contribuido al desarrollo de las variedades modernas por parte del CIMMYT y otras instituciones. Los trigos españoles han aportado genes de calidad panadera, de resistencia a sequía y a suelos difíciles, y de tolerancia al frío, así como genes de resistencia a enfermedades.
Hoy día en CIMMYT se hace evaluación y análisis de 11.000 colectas de trigos criollos mexicanos en vías de extinción -una gran proporción de origen español- recogidos en México por el Dr. Bent Skovmand y sus colaboradores en los años 90. Estos materiales vienen a enriquecer los bancos de genes del CIMMYT en cuanto a calidad de grano, resistencia a sequía y a malos suelos, resistencia a enfermedades, etc.
Por mi parte, los contactos con España comenzaron de manera sostenida en la década de 1960 y se acentuaron en los 70, cuando establecimos colaboración para evaluar en Andalucía y en la Cuenca del Ebro los trigos semi-enanos. Tuvimos la colaboración entusiasta de científicos y agricultores españoles, especialmente del INIA, de las Universidades de Granada, Sevilla y Córdoba, y de las cooperativas agrícolas andaluzas.
Debo de mencionar de manera especial al profesor Enrique Sánchez Monge, mi amigo durante más de 30 años, un pionero de la mejora del triticale y una autoridad mundial en fitogenética.
La corriente de intercambio de materiales fue estimulada a partir de 1978, cuando nos visitó en CIMMYT el entonces Ministro de Agricultura D. Jaime Lamo de Espinosa. Luego, España se incorporó al CGIAR y se convirtió en donante del CIMMYT. De hecho, España patrocina proyectos de investigación de nuestro Centro.
Por su parte, el CIMMYT correspondió a España de manera espléndida. Los trigos semi-enanos hallaron un buen lugar en Andalucía y en la Cuenca del Ebro y en una cierta época, más de la mitad de la superficie triguera andaluza estaba ocupada por variedades de origen CIMMYT.
Hoy día, seis de las 10 variedades de trigo duro cultivadas en España son de origen CIMMYT (Nuño, Don Pedro, Gallareta, Vitrón, Vitromax y Sula), y nuevas variedades están siendo liberadas por INIA, Agrovegetal, IRTA y otras entidades.
Los términos de intercambio fueron favorables. España trajo el trigo a México y fue Andrés de Tapia el primer sembrador de trigo en el país, en 1523, según dicen. El CIMMYT retomó a España, desde Texcoco y desde Sonora, el trigo mejorado 450 años más tarde.
RECURSOS FUTUROS PARA EL SUMINISTRO DE ALIMENTOS
El potencial para la expansión futura en las tierras cultivables está bastante limitado en la mayoría de las regiones del mundo. Esto es especialmente verdadero para el densamente poblado continente asiático, en el que vive más de la mitad de la población humana, y donde queda muy poca tierra no cultivada. Algunos terrenos actualmente en cultivo del sur de Asia deben de ser abandonados para la agricultura por su elevada susceptibilidad a la erosión.
El Instituto Nacional para la Política de Investigación Alimentaria (IFPRI) estima que más del 85% del crecimiento futuro en la producción de cereales, debe provenir del aumento en el rendimiento de las tierras actualmente cultivadas. Estas mejoras de productividad requerirán variedades con mayor potencial genético de rendimiento y resistencia a la sequía, plagas y enfermedades. Para alcanzar estas ganancias genéticas, se necesitarán avances en la investigación tanto convencional como biotecnológica. Esta mejora genética de los cultivos deberá centrarse en aumentar la conservación del suelo y del agua, en reducir la labranza de la tierra, en optimizar la fertilización, el control de malas hierbas y animales nocivos, y el tratamiento post-cosecha.
La agricultura en regadío, que consume el 70% de los recursos hídricos globales, representa el 17% de toda la tierra cultivada (es decir, alrededor de 275 millones de has) y es responsable del 40% de la producción mundial de alimentos y del 56% de la producción total de cereales. La FAO prevé un aumento de 50 millones de has de regadío para el 2020, a pesar de la creciente competencia por la demanda de agua para usos urbanos e industriales. El cálculo total de 1997 de las Naciones Unidas para los recursos de agua dulce del mundo estima que en el año 2025, hasta las dos terceras partes de la población mundial vivirá en condiciones de estrés.
Para aumentar la producción de alimentos para una población mundial creciente dentro de los parámetros de la disponibilidad probable de agua, la conclusión inevitable es que durante el siglo XXI la especie humana tendrá que conseguir una Revolución Azul para complementar la Revolución Verde del siglo XX. En esta nueva Revolución Azul la productividad en el uso del agua deberá ir unida con la productividad en el uso de la tierra. Nuevos desarrollos científicos y tecnológicos deben allanar el camino. Estoy muy contento de ver los progresos de la siembra directa en caballones y de la agricultura de conservación, métodos ambos que ofrecen importantes beneficios en la eficiencia en el uso del agua.
EXPECTATIVAS DE LA BIOTECNOLOGIA
En años recientes, la biología molecular ha añadido una herramienta nueva de investigación a las técnicas convencionales de mejora basadas en las observaciones de Mendel, que se utilizaron durante mi carrera científica. No obstante, para tener éxito en la mejora de los cultivos, se requiere no sólo de un equilibrio adecuado de métodos tanto mendelianos como moleculares, sino también del ojo experto para identificar y seleccionar las variedades más prometedoras.
Durante los últimos veinte años la biotecnología, basada en el ADN recombinante, ha contribuido a desarrollar unos nuevos métodos científicos muy importantes para la obtención de alimentos y productos agrícolas. Esta profundización en el genoma hasta el nivel molecular ha llevado consigo un conocimiento cada vez más detallado del trabajo de la Naturaleza. Los métodos del ADN recombinante han facilitado a los mejoradores de plantas el acceso a genes útiles de otros organismos, incluso muy alejados taxonómicamente. Hasta ahora estas alteraciones genéticas han conferido beneficios al agricultor, tales como resistencia a plagas, enfermedades y herbicidas. Otro posible beneficio que puede surgir a través de la combinación de la biotecnología y de la mejora genética convencional, es la obtención de variedades con una mayor resistencia a la sequía, al encharcamiento, y a las altas y bajas temperaturas, caracteres importantes para hacer frente a cambios climáticos impredecibles. Por otro lado, en la próxima década muy probablemente puedan obtenerse otros beneficios orientados al consumidor, tales como productos con mayor calidad nutritiva o que ayuden a mejorar la salud.
En menos de diez años, el área sembrada con cultivos transgénicos (los llamados organismos modificados genéticamente, OMGs) ha crecido desde 1,6 millones de has en 1996 a 81 millones de has en 2004, encontrándose los EEUU en la primera posición con el 60% del área global de OMGs, seguidos de Argentina con el 20% y de otros 14 países, entre los que se encuentran Canadá, China, Sudáfrica y Australia.
A pesar de que la India está comprometida en la investigación biotecnológica, el aumento en el cultivo de plantas transgénicas progresa lentamente, con sólo 500.000 has sembradas en 2004. La reciente aprobación para sembrar algodón Bt en los estados del norte de la India, sin duda acelerará el aumento del área dedicada a este tipo de cultivos. Pero todavía los profetas del pesimismo siguen controlando el desarrollo científico en esta gran nación.
Aquí aparecen dos de mis sueños para el futuro de la biotecnología. Entre los cereales, el arroz es único en su inmunidad frente a todas las razas de royas conocidas (Puccinia spp.); todos los demás cereales -trigo, maíz, sorgo, cebada, avena y centeno- son sensibles a dos o tres especies de royas, que causan a menudo epidemias desastrosas o la destrucción del cultivo. En los últimos 50 años, se han dedicado enormes esfuerzos científicos a crear variedades de trigo resistentes a la roya del tallo, a la roya de la hoja y a la roya amarilla. Durante muchos años de intensos cruzamientos y selección, seguida de ensayos multilocales internacionales, se identificó en 1954 un tipo de resistencia a la roya del tallo, buena y estable, aunque de mecanismo todavía no conocido, que ha permanecido efectiva hasta el presente. Sin embargo, no se ha tenido éxito en conseguir una resistencia semejante frente a la roya amarilla o a la roya de la hoja, donde la resistencia genética en una variedad específica ha tenido una vida muy corta (entre 3 y 7 años). Imagínense los beneficios para la humanidad si los genes que codifican la inmunidad a las royas pudieran transferirse al trigo, cebada, avena, maíz, mijo y sorgo. Al fin el mundo podría verse libre del azote de las royas que ha causado tantas hambrunas en la historia de la humanidad.
Por otro lado, debido a la presencia de dos proteínas -gliadinas y gluteninas-, el trigo harinero tiene la capacidad de producir una masa superior para elaborar pan fermentado. Ningún otro cereal contiene esta combinación de proteínas. ¿Qué ocurriría si los genes de estas proteínas pudieran identificarse, ser aislados y transferirse al resto de cereales, especialmente arroz y maíz, para que ellos también pudieran ser utilizados para elaborar pan fermentado de alta calidad? Ello ayudaría a muchos países, especialmente los países tropicales en vías de desarrollo, donde la harina de trigo es el principal alimento importado, contribuyendo a equilibrar su balanza de pagos.
IMPEDIMENTOS AL INTERCAMBIO INTERNACIONAL DE LA INFORMACION CIENTIFICA
Una de las cuestiones más preocupantes en la actualidad surge de las crecientes restricciones para compartir germoplasma mejorado e información científica alrededor del mundo. Las restricciones relacionadas con las normas sobre la cuarentena de productos de origen vegetal, parecen ser especialmente problemáticas. No olvidemos que los beneficios derivados del relativamente libre intercambio internacional de germoplasma han sido enormes en el pasado.
La red internacional de germoplasma llegó a ser una garantía de los centros internacionales apoyados por el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (CGIAR). El intercambio internacional de germoplasma y de información rompió las barreras psicológicas que previamente habían aislado a los mejoradores de plantas, favoreciendo así la introducción de enormes cantidades de nuevas y útiles fuentes de diversidad genética.
Llegó a ser una norma aceptada que los mejoradores individuales podían utilizar material vegetal de las colecciones de estos centros internacionales, bien para realizar cruzamientos o para su comercialización, siempre que se reconociera la fuente de germoplasma original. Esta situación condujo al desarrollo acelerado de nuevas variedades de alto rendimiento, resistentes a plagas y enfermedades, abriendo una edad dorada para la mejora vegetal a lo largo del mundo.
He mencionado que no ha habido ningún cambio importante en el hongo causante de la roya en ninguna parte del mundo durante más de 50 años. Sin embargo, en este momento, desde 1999, primeramente descrita en Uganda y después en Kenia, ahora en Etiopía, ha surgido una nueva raza de roya del tallo capaz de dañar severamente quizás a la mitad de la producción de los cultivos de trigo harinero del mundo, sobre todo de aquellas variedades que llevan la translocación del cromosoma del centeno, que ha conferido una buena resistencia frente a las royas lineal y del tallo, y aceptable frente a la roya de la hoja. Esta translocación, llamada IB/IR, ha sido ampliamente utilizada en todo el mundo, y todas las variedades de trigo que la llevan son altamente susceptibles a esta nueva raza de hongo, la UG99. La situación está preparada para la explosión de un desastre. Y lamentablemente no estamos preparados para manejarla. Las colecciones internacionales, junto con los ensayos multilocales para cribar y comprobar la resistencia a las enfermedades, ya no funcionan y además muchos de los científicos familiarizados con estos problemas en el pasado o se han jubilado o han fallecido. No hace mucho todo el mundo dejó de preocuparse por la amenaza de las royas, mientras que las normas de cuarentena se endurecieron incluso todavía más por el miedo al bio-terrorismo, de tal forma que cada día llega a ser más difícil enviar al extranjero una pequeña caja de semillas experimentales de trigo, aunque resulta muy fácil transportar comercialmente cientos de millones de toneladas de grano entre diferentes países. Debemos despabilar antes de que sea demasiado tarde.
AGRICULTURA Y MEDIO AMBIENTE
La actual reacción en contra de la ciencia y la tecnología agrícola, evidente en algunos países industrializados, es difícil de comprender. Gracias a la ciencia y a la tecnología que han incrementado los rendimientos en las tierras más favorables para la agricultura, los granjeros han podido dedicar áreas enormes de tierra para otros propósitos.
Aunque originalmente mi formación fue en ciencias forestales, reconozco que he hecho más para proteger los recursos forestales a través de mis esfuerzos para introducir la agricultura de alto rendimiento que si me hubiera dedicado exclusivamente a la ciencia forestal. Permítanme explicar el por qué. Si hubiéramos intentado conseguir la cosecha mundial de cereales del año 2000 utilizando las técnicas agrícolas de 1950, hubiéramos necesitado 11.000 millones adicionales de has de tierra de la misma fertilidad, además de los 660 millones de has que realmente se utilizaron. De hecho, durante los últimos 50 años, los agricultores del mundo han podido triplicar la producción mundial de cereales -desde los 650 millones a 1.900 millones de Tm- con tan sólo un incremento del 10% en el área total dedicada al cultivo de cereales, gracias al empleo de técnicas agronómicas de alto rendimiento. Si no hubiéramos dispuesto de estos avances tecnológicos, ¿qué hubiera ocurrido con los ecosistemas de vida silvestre, con nuestros bosques, humedales y praderas? Hubieran sido todos roturados, con la pérdida de biodiversidad y los consiguientes procesos de erosión del suelo y degradación de los ambientes acuáticos. Mientras que algunos continentes -especialmente las Américas y África-, aún tienen tierra adecuada para dedicar a la agricultura, las regiones más pobladas, tales como Asia y Europa, no disponen de ella.
Como ejemplo, permítanme mencionar que la producción de trigo de alto rendimiento en la India ha liberado 70 millones de has de suelo para otros usos. Para mí ha sido increíble ver el auge agroforestal del norte de la India durante los últimos 20 años; algo que yo nunca hubiese podido creer, ni incluso en mis mejores sueños. A escala nacional, ha llegado a mi conocimiento que estas plantaciones forestales del norte de la India suministran aproximadamente 15.000 Tm diarias de madera a las serrerías y fábricas transformadoras de pulpa, dando empleo a miles de trabajadores rurales y generando 500 millones de $ USA anuales en ventas. Todos estos cambios empiezan a ocurrir precisamente cuando se fomentan nuevas direcciones en la productividad agrícola, tales como las observadas con la Revolución Verde. He elegido a la India como ejemplo porque fue un país deficiente en la producción de alimentos hasta los años 60.
Demasiado a menudo, los críticos de la moderna agricultura que utilizan argumentos medioambientales no ven estos aspectos beneficiosos de la producción de más alimentos, forrajes y fibras, que pueden liberar tierras para otros usos, incluyendo pastos permanentes y bosques.
Las críticas contra el uso de fertilizantes químicos también son difíciles de tolerar. En términos bioquímicos, a la planta no le importa si el ión nitrato que "come" procede de un costal de fertilizante o de materia orgánica descompuesta. Sin embargo, mucha gente desinformada considera que el fertilizante químico más que un nutriente, es un veneno. Igualmente errónea es la idea de que los "alimentos orgánicos" tienen un mayor valor nutritivo. Esto no es así. Mientras las naciones ricas seguramente pueden pagar más por alimentos producidos por los llamados "métodos orgánicos", los mil millones de personas con desnutrición crónica, que viven en los países de baja renta económica y deficientes en la producción de alimentos, sencillamente no pueden permitirse ese lujo. De hecho, sería imposible que los recursos orgánicos reemplazaran a los 80 millones de Tm de nitrógeno contenido en los fertilizantes químicos. Si intentáramos hacerlo con ganado, entonces la cabaña ganadera tendría que incrementarse desde alrededor de mil millones de cabezas de ganado hasta seis o siete mil millones, con la consiguiente sobreexplotación de pastos, la erosión y la destrucción eventual de los ambientes naturales. Esto no sólo produciría una enorme cantidad de excrementos animales, sino que iría acompañado también de su correspondiente perfume.
¿PODREMOS ALIMENTAR A 10.000 MILLONES SIN DESTRUIR LA TIERRA?
Treinta y cinco años atrás, en mi discurso de aceptación del premio Nobel de la Paz, dije que la Revolución Verde había supuesto "un éxito temporal en la guerra del hombre contra el hambre", y que si lo consolidáramos podría aportar suficientes alimentos para la humanidad hasta el final del siglo XX. Esto afortunadamente ya ha ocurrido. Pero también avisé que, a menos que se limitase el poder reproductivo del género humano, el éxito de la Revolución Verde sólo sería efímero.
Ahora afirmo que el mundo posee la tecnología -bien disponible en este momento o bien muy avanzada en términos de investigación- para alimentar a una población de 10.000 millones de personas en un contexto de medio ambiente sostenible. Estos incrementos en productividad pueden conseguirse en todos los aspectos del cultivo, es decir, mejorando la preparación de la tierra, el riego, la fertilización, el control de malas hierbas e insectos, y las técnicas de cosechar. Para ello, se requerirá una adecuada investigación tanto en la mejora convencional como en la biotecnología, para asegurar que el mejoramiento genético de los cultivos alimentarios continúa al ritmo necesario para adecuarse al crecimiento de la población mundial.
La cuestión más pertinente hoy en día es si se permitirá a los agricultores el uso de esta nueva tecnología. Los extremistas del movimiento medioambiental en las naciones ricas, parecen hacer todo lo que pueden para detener el progreso científico. Algunos grupos anticientíficos y antitecnológicos, pequeños y vociferantes, aunque bien financiados, están ralentizando la aplicación de las nuevas tecnologías, tanto derivadas de la biotecnología como incluso de los métodos convencionales de la ciencia agrícola.
Con el aumento de la urbanización no es sorprendente que los consumidores no entiendan las dificultades involucradas en reproducir cada año el alimento necesario para satisfacer la demanda mundial, e incluso aumentarlo más para abastecer a los 85 millones de seres humanos que se agregan cada año a la población mundial.
Yo creo que debemos intentar llenar esta laguna educacional incluyendo de forma obligatoria en colegios y universidades unas nociones fundamentales sobre biología, ciencias ambientales y política de uso de la tecnología.
En conclusión, permítanme dejarles con la idea tan elocuentemente expresada por Andre y Jean Mayer, dos especialistas americanos en nutrición, en su artículo Agriculture -The Island Empire, publicado en 1974 en la revista Daedulus de la American Academy of Arts and Sciences, que sigue siendo tan relevante en nuestro recién estrenado milenio como en el pasado:
“Pocos científicos piensan que la agricultura sea la ciencia clave o modelo. Muchos, incluso, no la consideran ni siquiera una ciencia. No obstante, fue la primera de las ciencias, la madre de todas ellas, y sigue siendo la ciencia que hace posible la vida humana. Pudiera ocurrir que antes de final del siglo el éxito o el fracaso de todas las ciencias sea juzgado por el éxito o el fracaso de la agricultura”.
NORMAN ERNEST BORLAUG
[1] Norman E. Borlaug (1914-2009), fue un docente, agrónomo, genetista, fitopatólogo, humanista, considerado por muchos el padre de la agricultura moderna y de la “Revolución Verde”. Fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1970 por sus esfuerzos para combatir el hambre en el mundo en los países en vías de desarrollo.
En 1944 Borlaug se trasladó a México, donde una epidemia del hongo roya estaba destruyendo las cosechas de trigo y, por lo tanto, sembrando el hambre y la miseria entre la población. A lo largo de los siguientes 19 años, Borlaug, al frente de un programa patrocinado por la Fundación Rockefeller, se dedicó a desarrollar nuevas variedades de cereales resistentes a los insectos y las enfermedades. El objetivo era conseguir, con la ayuda de los fertilizantes y de unas condiciones apropiadas de riego, doblar el volumen de las cosechas. Hoy, la ciudad de Obregón, en el estado mexicano de Sonora, tiene una calle que lleva el nombre del doctor Borlaug, que asimismo figura en un mural histórico de la localidad. Las variedades de trigo de baja estatura y alto rendimiento derivadas de la Revolución Verde, desarrolladas por Borlaug y su equipo de científicos en México en la década de 1950, junto con las prácticas agronómicas mejoradas, fueron introducidas en el sur de Asia en 1960, multiplicando por más de cuatro veces el rendimiento del trigo (y posteriormente del arroz), evitando que cientos de millones de personas murieran de hambre. Estas semillas mejoradas de alto rendimiento fueron suministradas gratuitamente, lo que permitió a muchos países del Tercer Mundo alcanzar la autosuficiencia en la producción agrícola. También se le concedió el Padma Vibhushan, el segundo mayor honor civil de La India. Puede afirmarse que gracias al trabajo de Borlaug, la agricultura basada en la ciencia llegó a los países en vías de desarrollo.
En 1986, estableció un programa de apoyo a la agricultura en África, fundando el programa Sasakawa-Global 2000, que ha transferido tecnologías agrícolas mejoradas a millones de pequeños agricultores en 15 países africanos, mejorando enormemente sus vidas. En el mismo año de 1986, Borlaug fundó el Premio Mundial para la Alimentación, dotado con 250.000 dólares y que ha adquirido un prestigio similar al Premio Nobel, pero en el área de la agricultura y la producción de alimentos. Borlaug siempre fue un ferviente defensor de la aplicación de la biotecnología y de los transgénicos a la agricultura del futuro. Según sus palabras, la biotecnología ayudará a los agricultores a producir más en menos tierra y contribuirá a conservar los espacios naturales que, en caso contrario, tendrán que ser cultivados para alimentar a una población que aumenta vertiginosamente. No obstante, su defensa de los transgénicos en los últimos años le causó virulentos ataques de grupos ecologistas como Greenpeace, quienes llegaron a responsabilizarlo de todos los males que acosan a los países en desarrollo.
Doctor honoris causa por varias universidades y miembro de numerosas academias y sociedades científicas. Además de su trabajo como científico, el profesor Borlaug ha ejercido una importantísima labor docente, enseñando e inspirando a miles de jóvenes investigadores que ocupan hoy puestos de responsabilidad en muchos países. Entre sus innumerables premios y distinciones, recientemente le fue otorgada la Medalla de Oro del Congreso, el mayor galardón que puede recibir un civil en EEUU.
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