DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARAGUAY, EN LA APERTURA DE LA III CUMBRE DE JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CELAC), CELEBRADA EN CARACAS, VENEZUELA
Fernando Lugo
[2 de Diciembre de 2011]
Agradezco al pueblo venezolano y al Gobierno de la hermana República Bolivariana de Venezuela por este cálido recibimiento en las tierras del Libertador, que hoy celebra con nosotros y nosotras este momento histórico de unidad y proyecto compartido de nuestros pueblos.
Nuestros países celebran en estos años los Bicentenarios de las gestas libertarias de su emancipación. Estas celebraciones resumen la historia de lucha, sacrificios y el patrimonio de dignidades de nuestros pueblos y nos reencuentran con la experiencia histórica del camino andado y con las exigencias de profundas transformaciones en nuestra realidad.
El sueño, el proyecto, de la Patria Grande, de la unión soberana e independiente para la paz y el desarrollo, ha sido desde siempre un sueño compartido por nuestros pueblos. Desde nuestras raíces indígenas, el compartir comunitario y las posteriores resistencias a la colonia, el proyecto que fuera manifestado por nuestros Libertadores nacía desde cada una de nuestras prácticas soberanas e independentistas.
Pero los tiempos históricos eran distintos. El anhelo de unidad manifestado en el Congreso Anfictiónico de Panamá no contaba aun con las condiciones de unidad, soberanía e independencia, necesarias para una integración regional entre iguales.
Decía nuestro gran prócer independentista, el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, en su histórica Nota del 20 de julio de 1811:
“América y principalmente la que comprendía la demarcación del antiguo Virreinato, debía ser de un interés más inmediato, más asequible y, por lo mismo, más natural, como de pueblos no solo de un mismo origen sino que por el enlace de particulares y recíprocos intereses parecen destinados por la naturaleza misma a vivir y conservarse unidos. No faltaban verdaderos Patriotas que desean esta dichosa unión de términos justos y razonables, pero las grandes empresas requieren tiempo y combinación y el ascendiente del Gobierno y desgraciadas circunstancias ocurrieron por parte de esa y de esta ciudad, que ya no conviene hacer memoria y la habían dificultado”.
Intereses contrarios a la independencia y soberanía de nuestros pueblos hicieron que esta gran empresa, en términos del Prócer Francia, requiera aún de casi 200 años de historia para llegar a este momento de unidad soberana entre iguales.
Si bien las viejas amenazas encuentran hoy nuevas formas que nos enfrentan a nuevos desafíos, estas amenazas en tiempos anteriores nos habían llevado a resguardar entre nuestras fronteras la soberanía e independencia conquistada.
Estamos atravesando un momento difícil a nivel internacional, con crisis abiertas en los países desarrollados, con impactos sociales graves sobre la población, peligro inminente de una recesión generalizada, guerras de agresión, ocupaciones territoriales de otros pueblos, problemas climáticos, desertificación, hambre extentido ya en África y profunda crisis energética.
En esta situación, se abren senderos de esperanza a través de las movilizaciones de los movimientos sociales con reivindicaciones democráticas de ciudadanos en pos de la participación democrática en las decisiones políticas, económicas y financieras en Grecia, en Italia, Estados Unidos, en España y otros países.
Hoy, inmersos en este escenario internacional, en nuestra América se nos abren nuevas perspectivas, encontrándonos en un momento privilegiado de profundizar nuestro proceso de integración, de cooperación y de solidaridad continental con nuestros pueblos.
Pero como lo dijera Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer y, en ese claroscuro, surgen los monstruos”.
Nos enfrentamos a una crisis estructural, que encuentra en la crisis económica-financiera su principal manifestación. Nos es cualquier crisis porque existen serios riesgos de una recesión. Esta crisis es, sin embargo, multidimensional y profunda, abarcando todas las áreas de nuestra realidad, la económica, política, social, cultural y medioambiental. Esta crisis es una de los mayores desafíos que tenemos a la vista. He aquí, la importancia de encontrarnos y la oportunidad histórica que se nos presenta.
En efecto, en un escenario distinto de solidaridad y hermandad entre iguales, estos nuevos desafíos nos llevan a fortalecernos en la unidad de nuestros países y de nuestros pueblos, para respetar y defender colectivamente esta conquista de paz, desarrollo, soberanía e independencia.
185 años han pasado de aquel primer intento de concretar el gran proyecto de nuestros pueblos y Libertadores. Hoy, nuestra región cuenta con la experiencia histórica y la madurez política necesarias para asumir, consciente y decididamente este proyecto emancipador de la unidad e integración soberana e igualitaria de Nuestra América y el Caribe.
Hemos comprendido que nuestras realidades son una sola, complejas y diversas en su totalidad, y unimos nuestras voluntades en una voluntad y una voz colectiva para lograr soluciones conjuntas a nuestras problemáticas comunes.
Tenemos a mano todos los instrumentos para hacerlo. Los 20 millones 447 mil km.2 de nuestro territorio, las 550 millones de personas que habitan y sienten estas tierras, nuestros ricos y estratégicos recursos naturales y nuestra economía - tercera potencia a nivel mundial - así lo demuestran.
La integración productiva es el elemento clave no solo para la consolidación del proceso integracionista, sino también para la concreción de nuestras metas en términos de reducción de asimetrías, tanto al interior de nuestros países, entre nuestras naciones y entre nuestra región y el mundo.
Somos una de las regiones más ricas en recursos energéticos. La integración energética es estratégica y clave, con el potencial de aportar al cambio de la matriz energética a nivel mundial.
Esta integración, en un plano de soberanía e igualdad, cuenta con avances importantes en nuestra región y se constituye - a partir de la superación de las brechas y asimetrías existentes - en uno de los elementos base para el desarrollo social y económico de nuestros pueblos.
Las inversiones en infraestructura en los ámbitos de trabajo regionales y sub regionales deberán buscar soluciones a los problemas de nuestros pueblos respecto a la interconexión regional y fronteriza y al comercio, con el reconocimiento claro de la situación especial de países más vulnerables, como el caso de mi país, debido a su condición de mediterraneidad, o a los insulares con sus particulares desventajas, de conformidad con las reglas aplicables del derecho internacional, de las conveniencias internacionales y de los demás convenios en esta materia.
La inclusión social, la universalización del ejercicio y el disfrute pleno de los derechos económicos, sociales y culturales, la promoción de la participación activa y el desarrollo sustentable, basado en el respeto del medio ambiente, son retos que, unidos, sabremos enfrentar.
Este encuentro es la manifestación de que los pueblos y los gobiernos, expresando nuestra voluntad independentista y honrando el legado de los pueblos y los héroes patrios, apuntamos a construir este proyecto, tano de nación como de región, soberana e independiente.
Nuestra CELAC es no solamente la concreción del sueño de la Patria Grande de nuestros libertadores, sino, a su vez, un paso histórico en Nuestra América y el mundo, que marcará un punto de inflexión en la historia latinoamericana y caribeña, y aportará a la consolidación de un mundo multipolar y en equilibrio, preservando nuestra diversidad y defendiendo nuestra soberanía, para garantizar la seguridad y la paz en la región y el mundo.
Nuestra apuesta decidida a la consolidación de un mundo multipolar y en equilibrio, libre de toda dominación del hombre por el hombre y despojado definitivamente del flagelo del colonialismo, el intervencionismo y la guerra, no es ni será fácil.
Esta voluntad de profundizar la unidad en la diversidad permite que nuestra voluntad política se transforme en fuerza política y avancemos colectivamente en este proyecto histórico.
Estimadas y estimado s amigos: Estamos viviendo un momento histórico en nuestra América Latina y el Caribe. “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”, como bien lo dijo el Libertador Simón Bolivar. “O inventamos o erramos”, estimados y estimadas colegas.
Celebramos con los pueblos de Nuestra América este histórico paso, que la CELAC, como bien decía José Carlos Mariátegui, no es ni calco ni copia, sino creación heroica.
¡Muchas gracias!
FERNANDO LUGO
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