DISCURSO DURANTE EL
ENCUENTRO CON LA
COMUNIDAD ARGENTINA , RESIDENTE EN MÉXICO, EN LA EMBAJADA DE ARGENTINA
EN ESE PAÍS
Néstor Kirchner
[1° de Agosto de
2007]
Querido amigo, Embajador; queridos amigos y
amigas: es para mí de una profunda emoción poder estar aquí, en México, en la Embajada Argentina ,
en esta querida República mexicana y poder estar compartiendo con ustedes estos
momentos, donde se nos cruzan tantas cosas y nos vinculan tantos hechos de
nuestra propia vida.
Decía Jorge que hoy aquí hay empresarios, deportistas, amigos y amigas que se han venido a radicar a esta tierra soñando con construir un porvenir, soñando con aportar a la construcción dela Nación mexicana y también
soñando con las posibilidades de realizarse. Sé que hay miles de compatriotas
que tuvieron que venir a esta querida Nación a buscar el resguardo, a buscar el
amparo que en nuestra propia Patria se les negaba por el sólo hecho de querer
una sociedad plural, diferente, por el solo hecho de pensar.
Decía Jorge que hoy aquí hay empresarios, deportistas, amigos y amigas que se han venido a radicar a esta tierra soñando con construir un porvenir, soñando con aportar a la construcción de
Creo, supongo que muchos de ellos amigos y
compañeros míos y supongo, y discúlpenme que con el corazón desgarrado y muchas
veces con esa sensación de que no se puede cambiar, de que no se puede
construir una sociedad distinta, de que no se puede construir una sociedad
diferente.
Cuando me tocó asumir, aquel 25 de mayo
casualmente de 2003, esta vez, le dije al pueblo argentino que podía acertar o
equivocarme pero que venía con la decisión concreta de no dejar mis
convicciones al costado del sillón presidencial. No me interesaba ser un
presidente que claudicaba o se arrodillaba todos los días a los intereses de
turno, quería enarbolar las banderas de la transformación, del cambio y
reconstruir la esperanza y la sensación de una vida diferente en nuestro país,
que era posible construir una Nación con autonomía, en la globalización, que
era posible recupera lo perdido, que era posible recuperar los derechos
inalienables que los argentinos tenemos.
Y una de las primeras materias que me
propuse y que nos propusimos, con muy pocos votos pero con mucha fuerza;
siempre dice Cristina que habían más desocupados en la Argentina que votos que
habíamos sacado nosotros, esa era la realidad. Y también habían convencido a la
sociedad argentina que se podía vivir en impunidad y sin memoria algunos
sectores de la sociedad y que era posible con el Indulto, la Obediencia Debida
y el Punto Final en mi país. Hoy, terminando mi mandato, puedo mirar a los ojos
de todos los argentinos y decirles, ya no hay más indultos, ya no hay
obediencia, ya no hay punto final. Hay
justicia y hay memoria y queremos la reconciliación con memoria y con justicia
en la Argentina. Es
la única que puede generar las alternativas superadoras que nuestro país
necesita.
Por eso siempre digo que a cada lugar que
voy, sea dentro de mi propia Patria o afuera de mi país, recuerdo en ese 25 de
mayo de 2003, los ojos angustiados de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, como
teniendo la esperanza de que alguien que venía, era compañero y venía de la
misma generación de sus hijos, junto con muchos otros, por una vez en la vida
íbamos a tener el coraje de dar el camino y andar por las rutas que
correspondían.
También les puedo asegurar que cuando cerré
las puertas de ese despacho y se me cayó una gran responsabilidad sobre mis
espaldas pues miles de argentinos estaban saqueados, millones olvidados,
quebrados en su trabajo y en su dignidad. No era posible vivir en un sistema
con justicia, con inclusión social y con equidad. Eso era imposible porque los
nuevos tiempos y las nuevas ondas neoliberales que rodeaban al mundo, la
concentración económica y el crecimiento para unos pocos, era el concepto
racional que había superado la capacidad de pensar, la capacidad de las
ideologías, la capacidad de vivir en la diversidad, la capacidad de debatir, la
capacidad de la verdad relativa, la capacidad construir un país con
pensamiento, con ideales, con fortaleza para adentro y ante el mundo. Pero parecía
que eso no se podía hacer y empezamos el camino, queridos hermanos y hermanas
argentinas.
Y lo empezamos con absoluta amplitud,
viviendo cuadros desgarradores: 60 por ciento de pobreza, 28 por ciento de
indigencia; 30 por ciento de desocupación; chicos de 20 a 30 años, de una
generación con los brazos caídos, que nunca pudieron o lograron acceder a un
trabajo digno durante todo este tiempo, como si pareciera ya que la resignación
los iba venciendo definitivamente. Y empezamos la tarea y empezamos a renegociar
la deuda externa argentina privada. Me dijeron cualquier cosa, me trataron de
cualquier cosa porque dije que la
Argentina iba a pagar lo que podía pagar porque la Argentina ya había sido
saqueada vilmente.
Yo les puedo asegurar que cuesta creer que
inclusive muchos comentaristas de la realidad estaban más contentos y decían
que era un acto de irreverencia lo que estaba haciendo la Argentina , que ya había
sido irreverente no cumpliendo sus compromisos, el no honrar el cumplimiento de
una deuda, que todos sabemos del profundo contenido ilegítimo que tenía la
misma.
Y ahorramos el 70 por ciento de esa deuda y
por primera vez en la historia ahorramos 70 mil millones de dólares, que no
fueron sacados de los bolsillos argentinos y dejamos la dignidad en alto, como
corresponde, y logramos darle viabilidad.
También las principales noticias de los
diarios, en esos días, era cuando llegaban los integrantes del Fondo Monetario
Internacional o de los organismos de créditos internacionales, como les dicen y
hablaban de que paran en tal hotel, van a correr a tal parque, grave situación
para la Argentina
pues vienen a supervisar y auditar, como si fuéramos simples dependientes y
empleados de estos organismos, responsables directos del fracaso y del quiebre
argentino.
También nos pusimos a trabajar con fuerza y
dijimos: tenemos que definitivamente generar un punto de inflexión y este
Gobierno, que nos tocó tomar un Gobierno con 7 mil millones de dólares de
reserva, en menos de dos años, pudimos una mañana levantarnos, mirarnos a los
ojos – como hicimos con Cristina ese día – y mirarnos a los ojos entre los
argentinos y pudimos decirles con todo respeto, porque no vamos a ser
maleducados, pero con todo el sentimiento: “Chau, Fondo, te pagamos y no
vuelvas más por la Argentina
porque ya mucho daño hiciste”. Diez mil
millones de dólares los juntamos en dos años, qué se habrá hecho en la Argentina que si
nosotros, con la capacidad y los errores permanentes que hemos cometido,
pudimos hacer esto, digo yo, los brillantes economistas, pensadores tan
reconocidos en el mundo y en el mundo de las finanzas, especialmente, cómo les
costó tanto y nunca pudieron y siempre profundizaron la crisis argentina.
¿Dónde están los cerebros que fueron construyendo supuestamente una Argentina
integrada al mundo y todos sabemos cuáles fueron los resultados que tuvieron?
Hoy también, aquí, quería venir a esta
Embajada argentina y encontrarme con los argentinos que viven en México, los
que vienen a trabajar, los que vienen a practicar el deporte, los que vienen a
seguir su carrera profesional, los que vienen a invertir, los que vinieron a
generar y hacer su vida, los que tuvieron que venir a exiliarse para poder
reconstruir su vida, sus esperanzas y sus sueños porque su Patria se lo negaba.
No saben la emoción que siento, porque es como trasladarme a uno de ustedes y
sentir que nos volvemos a encontrar. Soy Presidente por un tiempo
circunstancial de la historia, pero hoy me toca investir la representatividad
de vuestra Patria, de nuestra Patria, que es la Argentina , que hoy los
vuelve a venir a abrazar y les vuelve a decir, con todas sus fuerzas, que las
alamedas y las avenidas de la
Patria están abierta para todos los argentinos para recuperar
la posibilidad de realizarse, para recuperar la posibilidad de ser y que
seguimos creyendo, como ayer, en una Argentina justa, con inclusión social, con
autonomía en la globalización, en una Argentina que se integre con coraje y
decisión a la construcción de la Patria Grande Latinoamericana, que es central
para recuperar el espacio que nos merecemos en el mundo. Esa Argentina que deje
de tener aquellas conducciones que sentían vergüenza de sentarse con sus países
hermanos para poder levantar la voz ante un mundo injusto que siempre los
postergaba.
Hoy nos abrazamos a nuestros hermanos
latinoamericanos, venimos a abrazarnos al pueblo mexicano, venimos a acompañar
al pueblo mexicano a su sed de reivindicación y de justicia, y como dijimos
ayer, en nombre de todos los argentinos, venimos a decir con nuestra voz, sin
ningún tipo de especulación, en nombre de nuestro pueblo, que los argentinos
que sufrimos tantas cosas no vamos a callar ante la construcción de un muro
indigno que acalla, como el que se está construyendo, aquí, en la frontera
entre México y Estados Unidos, que es un verdadero golpe a la integración.
Por eso creyendo fuerte en nuestra cultura,
en nuestros intelectuales, en nuestros investigadores, en nuestros poetas, en
nuestros trabajadores, en nuestros pibes les decimos que la Argentina va a seguir
construyendo, va a seguir saliendo de la situación en que está. Hemos bajado –
gracias a Dios – la desocupación a un dígito, la pobreza todavía es fuerte pero
baja del 60 al 26.9; la indigencia al 8 por ciento, del 28 que teníamos y en la Argentina se vuelve a
respirar la posibilidad de construir un país absolutamente diferente. Es un
tiempo de la historia, donde la justicia y la dignidad tienen que ser centro
fuerte de la construcción que tenemos que llevar adelante, también la
diversidad, la pluralidad y la integración.
Les quiero agradecer profundamente vuestra
presencia acá, estoy terminando mi mandato y estoy agradecido al pueblo
argentino que me acompañó y me dio la posibilidad de poder hacer muchas cosas
de las que uno siente, muchas cosas que uno compartió desde sus comienzos de
nuestra propia vida política, desde sus ideales, que siempre estaré
comprometido con la transformación y el cambio, siempre seré un militante
político y los militantes políticos, comprometidos con las causas nacionales, populares,
que quieren construir países diferentes nunca se jubilan o se retiran. De
cualquier lugar se puede ser presidente o se puede estar pintando una pared, lo
que nunca se puede hacer es renunciar a la convicción de Patria, a la
convicción de país, de justicia y de equidad que buscamos. Y ese va a ser mi
rumbo permanente. Sé que los tiempos que vienen para la Argentina van a ser
mucho mejores, sé que tendremos que seguir, entre nosotros, reconstruyendo
nuestro tejido social, tendremos que seguir reconstruyendo nuestras ideas y
nuestra memoria y tendremos que reconstruir con mucha fuerza la posibilidad de
que todos tengamos en claro que es posible construir una sociedad mucho mejor.
Estamos saliendo del infierno, generamos las
políticas fundacionales para ello. Yo estoy seguro que los tiempos que vienen
serán los de la creación de la nueva institucionalidad en el país y que la Argentina alumbrará con
fuerza en el mundo y también para adentro porque nosotros, como siempre
decimos, nos interesa un país integrado al mundo, pero nos interesa un país
integrado en lo interno. Queremos que los argentinos volvamos a sentir que la
bandera de nuestra Patria nos protege a todos. Nunca más las embajadas mirando
a los pibes como se van del país porque no consiguen trabajo, nunca más el
terrorismo de Estado, nunca más las dictaduras sangrientas, nunca más una
Argentina para pocos. Nosotros queremos una Argentina libertaria, esa que
soñaron próceres como Mariano Moreno, como San Martín, como el General
Belgrano, como Irigoyen. Como yo siempre digo, respetando todas las ideologías,
pero que siempre lo digo con el mayor de mis sentimientos, porque es lo que ha
inspirado, muchas veces, esa rebeldía y esa posibilidad de ir a luchar por
causas que algunos consideraban perdidas y nosotros no, siempre esa capacidad
transgresora de decisión de construir un futuro mucho más digno y más justo que
dejó esa mujer que simplemente se llamó Evita y que yo la quiero recordar en
esta embajada con todas las fuerzas.
Por eso, queridos hermanos y hermanas, de
corazón muchísimas gracias por compartir este momento, muchas gracias por poder
tocarnos las manos, muchas gracias por compartir historias, muchas gracias por
creernos mutuamente, muchas gracias por soñar en un futuro diferente, muchas gracias
por tener la bondad y la deferencia de venir a acompañarnos hoy, aquí, en esta
embajada, como hermanos que soñamos que podemos construir entre todos un futuro
mejor.
Nuestra Patria es la Patria de todos, la Patria Grande , la Patria latinoamericana también,
yo sueño fuertemente con esa Latinoamérica diversa, pero unida con una voz muy
fuerte ante el mundo, pero que definitivamente tengan que entender que nosotros
no queremos ser más el patio trasero del mundo, sino que definitivamente
queremos participar activamente de la construcción de los nuevos tiempos.
Queridos hermanos, argentinos, argentinas,
mexicanos, aquí presentes, muchas gracias. Voy a cerrar con algo que algunos
les molesta mucho, porque claro trato de ser como soy, podía haber vivido en la
hipocresía, muchas veces me lo dijeron, podía haber sido más educado, podía
haber aprendido más protocolo, pero les aseguro que no lo hice por tratar de
diferenciarme, sino porque algunos nacen con virtudes para el protocolo y para
tener comportamientos por ahí más adecuados que el mío. Pero ustedes me ven
aquí, soy un pingüino del sur, un hombre común.
Vengo de una ciudad muy lejana y les puedo asegurar que estoy feliz de
estar aquí con ustedes y les traigo el abrazo de millones y millones de
compatriotas que, como ustedes, sueñan por construir la sociedad que los
argentinos nos merecemos y que no tengo ninguna duda que la vamos a lograr,
porque decididamente hemos aprendido la lección de la historia.
Muchísimas gracias. Mi recuerdo permanente.
¡Viva la Patria ,
viva Argentina, viva México! Vivan los argentinos y argentinas, aquí presentes;
la verdad que me han hecho emocionar. Muchas gracias
NESTOR KIRCHNER
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