DISCURSO EN EL ACTO
DE CONVOCATORIA AL DEBATE DE LA
NUEVA LEY NACIONAL DE EDUCACIÓN EN LA ARGENTINA
Néstor Kirchner
[22 de Mayo de
2006]
Señor vicepresidente de la Nación , señor Presidente de
la Honorable Cámara
de Diputados; señores Gobernadores; autoridades nacionales, provinciales,
municipales; señores legisladores; representantes de organismos internacionales
y de la comunidad educativa; representantes gremiales; organismos de los
derechos humanos; Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, es un honor que nos acompañen;
señoras y señores; docentes, amigos y amigas presentes: la educación debe
encararse como política de Estado para la construcción de un país, donde la
justicia social se convierta en una característica fundamental del modelo de
desarrollo económico y social.
Asumimos que el Estado tiene que garantizar los recursos y la planificación; reclamamos que los docentes garanticen el conocimiento en el mejor nivel de calidad posible; la familia tiene que garantizar el compromiso y la exigencia; los alumnos deben aportar el sacrificio y el esfuerzo personal que requiere todo proceso de aprendizaje. Si esos cuatro factores no concurren no es posible tener la mejor educación. La ecuación educativa exige responsabilidad estatal, responsabilidad docente, responsabilidad familiar y responsabilidad personal de los estudiantes.
Asumimos que el Estado tiene que garantizar los recursos y la planificación; reclamamos que los docentes garanticen el conocimiento en el mejor nivel de calidad posible; la familia tiene que garantizar el compromiso y la exigencia; los alumnos deben aportar el sacrificio y el esfuerzo personal que requiere todo proceso de aprendizaje. Si esos cuatro factores no concurren no es posible tener la mejor educación. La ecuación educativa exige responsabilidad estatal, responsabilidad docente, responsabilidad familiar y responsabilidad personal de los estudiantes.
Las experiencias mundiales de transformación
del modelo económico en una verdadera sociedad del conocimiento, para estar a
la altura de las exigencias actuales, ubican en un lugar central a la
educación, la ciencia y la producción tecnológica. La soberanía del siglo XXI
se define a partir de la posición del conocimiento, la ciencia y la tecnología
de alto nivel.
Nosotros debemos construir un país
independiente, integrado al mundo a partir de asumir los desafíos de la mejor
educación propia de nuestro pasado, nuestro presente y adecuada al futuro, que
queremos hacer realidad. Por eso nos disponemos a convocar al conjunto de los
actores del sistema educativo, a las fuerzas políticas, a los representantes de
las fuerzas del trabajo, la empresa, la producción, a las iglesias, a las
organizaciones no gubernamentales (ONGs), a los movimientos populares y a la
ciudadanía en general, para la elaboración de un Proyecto de Ley Nacional de
Educación.
La discusión de esta ley está en línea con
los esfuerzos que venimos concretando para ubicar a la educación como principal
prioridad nacional: fuerte inversión en infraestructura, que no se agota en las
700 escuelas que estamos construyendo; fuerte inversión en equipamiento y
materiales; incremento del número y monto de las becas; importante ayuda a las
escuelas que más necesitan; plan de alfabetización; programas de retorno a la
escolaridad; distribución de libros; introducción de nuevas tecnologías de la
enseñanza y formación de docentes; equiparación salarial progresiva de todos los
docentes de la Patria.
Hemos triplicado los recursos destinados a
la investigación y fortalecido el presupuesto de nuestras universidades. Muchos
de nuestros científicos - gracias a Dios - poco a poco van retornando. Hemos
invertido miles de millones de pesos en educación, pero fueron la Ley de Educación Técnica,
injusta y equivocadamente excluida en la década anterior, y fundamentalmente la Ley de Financiamiento
Educativo, las que han constituido los más fuertes y significados hitos de esta
tarea.
Hoy ponemos proa a la tarea central,
fundamental: la de debatir la mejor Ley de Educación. Está claro que no puede
ser una legislación para la coyuntura, debe interpretar con realismo la
situación de la que partimos y delinear con imaginación y creatividad la estrategia
educativa para la Argentina
que queremos: una Argentina con inclusión, con más igualdad y mayor justicia
social, producto de la mejor distribución de los beneficios de nuestro
crecimiento; una Argentina integrada al mundo con dignidad, con soberanía, que
recree y transmita su acervo cultural, valores y saberes de calidad en forma
democrática para que todos sus ciudadanos puedan participar en una sociedad,
que deba estar caracterizada por el valor del conocimiento, la ciencia y la
tecnología. Necesitamos una ley que sepa interpretar las opiniones, deseos y
sueños de la gran mayoría de argentinas y argentinos. Esa ley debe establecer
los objetivos que habrán de constituirse en una verdadera política de Estado.
Desde nuestras perspectivas particulares y
sectoriales tenemos que marchar hacia una síntesis, que refleje las
coincidencias y no se agote en una simple sumatoria de buenas propuestas. Al
convocar al debate sobre la futura Ley Nacional de Educación estamos poniendo
en el centro de la discusión el modelo de país para las próximas décadas.
El Ministerio de Educación, Ciencia y
Tecnología y el Consejo Federal de Cultura y Educación deberán planificar y
conducir el debate nacional y la consulta a todos los sectores, sin exclusión,
de la sociedad. Convocamos a los docentes, a los no docentes, a las familias, a
los estudiantes, a sus organizaciones representativas, a las asociaciones
vinculadas a la educación de los diferentes subsistemas y modalidades;
convocamos a las Universidades, a los investigadores, académicos, a las fuerzas
políticas, a las organizaciones, a los movimientos, a los representantes de las
comunidades y a la ciudadanía en general.
La educación jugará un papel determinante en
la configuración de la
Argentina y del mundo. Parte del destino del país, de
nuestros hijos, de las generaciones futuras depende del compromiso y de la
amplitud con que encaremos este trabajo. La madurez con la que estamos
enfrentando este desafío de recuperar la Patria nos brinda la esperanza que el debate será
fructífero y aportará a construir la Argentina del futuro. En diversidad y pluralidad,
confiamos en que podamos encontrar un camino de unidad para lograr la mejor Ley
Nacional de Educación posible que, sobre la base de los avances hasta aquí
logrados, sin tirar por la ventana la experiencia acumulada, nos permita dar un
salto de calidad para recuperar el tiempo que nuestras crisis sucesivas nos han
hecho perder.
También vamos a entrar en un debate donde
con la amplitud de la idea, la
Argentina tiene que dar un salto cualitativo en el trato de
la diferencia. Es fundamental que en una ley tan profunda como la ley de
educación se termine todo tipo de macartismo que tienda a castrar la
posibilidad de pensar diferente o de tener un pensamiento o aportes que se traten
de neutralizar no por ideas superadoras u otras verdades relativas, sino
tratando de acallar con la descalificación. Nuestro país sufrió mucho daño por
la descalificación burda.
Estamos tratando de salir del infierno y
esta Ley de Educación es un paso sustantivo para poder construir ese país que
estratégicamente deseamos todos los argentinos. Entonces, el debate tiene que
ser amplio de una punta a la otra de la pluralidad que marca nuestra sociedad.
Se debe discutir con fuerza y con convicción
en la ideas, porque debemos alcanzar una síntesis que nos represente a todos
los argentinos. Pero debemos dar de una vez por todas esta discusión que va a
ser profunda, que va a ser difícil, pero que yo creo que va a ser un paso
definitivo para poder construir la
Argentina que todos nosotros estamos soñando.
Hoy estamos hablando acá, en este Salón, de la Ley Nacional de
Educación. Aquella “Carpa Blanca”, que sintetizaba la protesta de muchos
sectores y de un sector fundamental como el docente en la vida educativa, hoy,
su espíritu, estoy seguro que en gran parte, está trasladado a este espíritu
que reina en todos los aquí presentes y en quienes nos escuchan para poder
construir ese proyecto educativo y de país que los argentinos necesitamos y que
deseamos fervientemente llevar adelante.
Por eso, para que no nos pase lo de otras
experiencias, que también nacieron en democracia con muy buena voluntad, pero
que no pudieron fructificar por la intemperancia, por no saber escuchar al que
piensa diferente, por creernos dueños de verdades absolutas, por no entender
que un país para poder ser debe escucharse a sí mismo, se debe terminar con los
egocentrismos, las banalidades y las tonterías de las dirigencias
circunstanciales y coyunturales.
Esto lo debemos hacer para entender las
necesidades de un pueblo que quiere desarrollarse y que quiere ser. Entendamos
los dirigentes que sólo estamos en forma temporal, que podemos sentar las bases
de un país diferente y que esto no va a ser un proceso donde cada uno de
nosotros trate de mostrarse a sí mismo como si fuera el procreador de la futura
legislación que va a tener este país en este tema porque la tiene que tener,
sino que fundamentalmente cada uno de nosotros va a aportar, reitero, como paso
temporal que tenemos para tomar iniciativas en la función del Estado, los
canales, los caminos para que fluyan las ideas que tiendan a enriquecer esa Ley
de Educación que nuestro pueblo está necesitando.
Yo estoy convencido que por todo lo que
hemos sufrido los argentinos, por todas las cosas que nos han pasado, por las
sucesivas crisis que nos ha tocado soportar cada tanto y en forma cada vez más
aguda, nosotros, ante los ojos de nuestra historia, ante los ojos de nuestros
próceres, ante los ojos de nuestros héroes, ante los ojos de nuestros mártires,
ante los ojos de nuestros chicos, ante los ojos de nuestros excluidos, ante la
desigualdad sufriente de muchos, creo que vamos a dar la respuesta que la
historia está mereciendo.
Por eso, les puedo asegurar que hacemos esta
convocatoria para discutir la
Ley Federal de Educación con una profunda fe, creyendo en
todos los argentinos, en los que piensan como uno y en los que piensan
diferente y escuchando aún más a los que piensan diferente porque estoy seguro
-yo lo trato de hacer permanentemente- que cuando uno escucha a aquellos que
honestamente piensan diferente, también lo ayuda a uno a calificar su
pensamiento y encontrar esa síntesis que los argentinos estamos necesitando.
En este tiempo de la historia, los señores
gobernadores, todos los que tienen representatividad y yo como Presidente, por
el lugar que ocupamos, somos los que más tenemos que escuchar.
Espero que podamos cumplir con ese mandato
de nuestro pueblo y que podamos decir a fin de año que de una vez por todas en la Argentina ya tenemos la Ley Nacional de
Educación Básica que termina con las asimetrías, las desigualdades y nos
proyecta hacia un país diferente. Tampoco nos podemos pasar siglos discutiendo
esta ley, es fundamental acelerar todo lo que podamos para llevarla adelante
aunque seguramente como ninguna ley es estática se irá mejorando en forma
paulatina y cuando se sancione, después habrá asignaturas pendientes que con el
tiempo, la acción y la experiencia, iremos solucionando
Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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