MENSAJE VETANDO LA LEY QUE AUTORIZABA LAS CARRERAS LOS DIAS JUEVES
Hipólito Yrigoyen
[7 de Octubre de 1920]
Buenos
Aires, octubre 7 de 1920.
Al Honorable Congreso de la Nación :
El
Poder Ejecutivo, se ha informado de fa sanción de Vuestra Honorabilidad,
prorrogando por el término de diez años la autorización acordada por la Ley N ° 7102 al Jockey Club
de Buenos Aires para efectuar carreras en los días jueves no feriados, y no
puede ocultar la ingrata impresión que le ha Causado la preferencia dada a este
asunto, mientras que otros de verdadero y urgente interés público esperan desde
hace largo tiempo una resolución del Honorable Congreso.
Cuando confiaba el Poder Ejecutivo que al terminar el período ordinario Vuestra Honorabilidad, sancionaría algunas de las tantas leyes que tiene sometidas a su consideración, siquiera fueran las de salud pública y de orden social, ha visto con la sorpresa consiguiente que Vuestra Honorabilidad dejando de lado todas las justas y clamorosas exigencias del país en su ordenación general ha dedicado sus últimas horas de labor a contemplar los intereses de instituciones particulares que deben sostenerse por sí mismas mucho más cuando son notoriamente pudientes.
Cuando confiaba el Poder Ejecutivo que al terminar el período ordinario Vuestra Honorabilidad, sancionaría algunas de las tantas leyes que tiene sometidas a su consideración, siquiera fueran las de salud pública y de orden social, ha visto con la sorpresa consiguiente que Vuestra Honorabilidad dejando de lado todas las justas y clamorosas exigencias del país en su ordenación general ha dedicado sus últimas horas de labor a contemplar los intereses de instituciones particulares que deben sostenerse por sí mismas mucho más cuando son notoriamente pudientes.
Las
justas demandas de las aspiraciones nacionales, que plantean problemas que
durante tanto tiempo permanecieron insolubles y cuyas leyes el Poder Ejecutivo
ha propuesto y urgido reiteradamente en defensa, resguardo y armonía de todos
los intereses sociales para hacer menos onerosas y más satisfactorias las
condiciones de vida de todos sus habitantes, quedan así nuevamente defraudadas
por síntomas y fenómenos reveladores de que aun no se ha alcanzado en
definitiva la solución de continuidad entre el pasado y el presente.
Creía
el Poder Ejecutivo que el Congreso actual de la Nación con las
inspiraciones públicas que en gran parte representa no sancionaría ya leyes de
esa naturaleza y que por el contrario habría aprovechado el vencimiento del
término para marcar su nuevo rumbo y afirmar las diferencias fundamentales de
origen.
No
ha sucedido así, sin embargo, y la ley de carreras en día de trabajo ha
conseguido ser sancionada en pocas horas abreviando términos, mientras que
todas las de orden y de bien público quedaban relegadas; hasta la de protección
a las lanas, fuente de las principales riquezas del país que habiendo sufrido
las consecuencias de la negativa del crédito a las naciones que lo formularon
se ha visto estancada cuando al proyecto de protección emergente sólo le
faltaba un último voto para convertirse en ley.
Por
otra parte, concibo que por solaz y esparcimiento haya carreras en los días
festivos y a ese fin con ellas basta y sobra. Pero es inadmisible que en un
centro. como esta capital, donde la base principal de vida es el trabajo de
todos, se creen por obra de los poderes públicos mayores incentivos al abandono
de las ocupaciones y al malgasto del dinero, que en muchos casos se saca de la
angustia de los hogares, ofreciendo a la vez el ingrato espectáculo de que
mientras sus habitantes están entregados a la labor común, miles de personas de
ambos sexos se desgastan en la disipación que mata el espíritu de ahorro y
fomenta uno de los grandes factores del malestar económico del pueblo.
Otras
deben ser las funciones de los poderes públicos, tales como propender a que la
vida se realice sana y feliz moral y positivamente; no a desviar las buenas
inclinaciones de los unos o a estimular las perniciosas tendencias de los
otros. Así sucede que multitud de gentes de posición modesta, se agolpan esos
días en los hipódromos, abandonando sus quehaceres y jugando sus escasos
recursos para volver tristes y sombríos al hogar, reflejando esa situación en
sus familias.
Se
quieren encubrir estas tendencias regresivas con la justificación de la caridad
a que se dedican parte de sus ingresos: errónea concepción y falsa excusa,
porque jamás los males morales y físicos del pueblo se remedian en esta forma,
sino, antes bien, se hacen cada vez más hondos .
Forzoso
es, por tanto, contrarrestar tan malas prácticas que afectan y desvirtúan los
intereses vitales de la Nación
en sus múltiples esferas y actividades.
Por
estas consideraciones ejercito sobre la ley de referencia la facultad
constitucional del veto y no entendería cumplir con el verdadero deber del
Presidente de la Nación ,
si no llamara la atención de Vuestra Honorabilidad, hacia la necesidad de
encauzar el funcionamiento de los poderes públicos en el sentido que dejo
indicado, para no caer en una conducta anacrónica con los nuevos tiempos que
estamos viviendo, en que la nacionalidad se orienta definitivamente hacia sus
grandiosos destinos.
H. YRIGOYEN
Fuente:
“Ley 12839. Documentos de Hipólito Yrigoyen. Apostolado Cívico – Obra de
Gobierno – Defensa ante la Corte ”,
Talleres Gráficos de la
Dirección General de Institutos Penales, Bs. As 1949.-
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