septiembre 02, 2013

Discurso del Presidente de Paraguay, Horacio Cartes, en el acto de toma de posesión del cargo (2013)

DISCURSO EN EL ACTO DE TOMA DE POSESION DEL CARGO EN EL PALACIO DE LOS LOPEZ, ASUNCION, PARAGUAY
Horacio Cartes 
[15 de Agosto de 2013]

Excelentísimo Señor Presidente del Congreso de la Nación, Senador Julio César Velázquez Excelentísimo Señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia Doctor Antonio Fretes Señor Presidente de la Cámara de Diputados, Juan Bartolomé Ramírez Señores Miembros del Congreso de la Nación.
Excelentísimas Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno.
Su Alteza Real Príncipe de Asturias Señoras y Señores Jefes de Delegación.
Autoridades Nacionales, Civiles y Militares Ciudadanos y Ciudadanas de la República del Paraguay
En esta explanada del Palacio de los López, tradicional espacio del gobierno nacional, y junto al río que da nombre a nuestro país y simboliza la fuerza histórica de nuestro pueblo, asumo lleno de honor y con humildad la Presidencia Constitucional de la República del Paraguay
que la ciudadanía me encomendó para el periodo 2013-2018.
Así, como hace 476 años lo hicieron nuestros fundadores al establecer esta ciudad, madre de ciudades, en esta mañana luminosa de Asunción invoco a Dios. Le imploro como Presidente de la República que me dé sabiduría, prudencia, fortaleza y justicia para cumplir mis deberes de servir al noble pueblo paraguayo. Pido a Nuestra Señora de Caacupé y de la Asunción interceder para que, sobre sectarismo alguno, entregue yo toda mi capacidad y toda mi energía al bien común.
Agradezco a mis padres, cuya sangre me une tan indisolublemente a esta bendita tierra, quienes me dieron la vida, la educación y el bienestar, y me formaron en el valor sagrado del amor a la Patria.
No estoy en Política para cuidar una carrera, ni enriquecer un patrimonio. Estoy en Política para servir a mi pueblo; mejorar el futuro de las nuevas generaciones y atesorar en la memoria y el corazón de todos los paraguayos, nuestra identidad como pueblo libre, independiente y soberano.
Agradezco al pueblo paraguayo que me ha convertido en su Presidente ¡ese honor solamente puede ser retribuido con una gran gestión de gobierno!, que hace mucho tiempo espera la gente. Un gobierno patriota, honrado, capaz, eficiente e incluyente, con la determinación necesaria para impulsar al Paraguay a las vías del desarrollo, tal como soñaron los Padres de la Patria.
La democracia es un medio. El fin es el bien común. Proclamemos nuestra democracia, pero sobre todo, llenémosla de contenido humano. ¿Podemos acaso estar orgullosos de la democracia, si sigue habiendo la misma o mayor cantidad de pobres en nuestra Patria? ¿Podemos gritar con orgullo que conquistamos la democracia, si no somos capaces de dar oportunidad de trabajo digno a nuestra gente? Ponderamos la democracia, nos jugamos por la libertad, exigimos justicia para todos, pero, fundamentalmente tenemos el gran compromiso de hacer que cada uno de los habitantes del Paraguay, tenga las mismas oportunidades de trabajo, de educación, de salud, y de seguridad. ¡Que haya pan y trabajo en cada hogar paraguayo! Llenemos pues de contenido nuestra democracia, inspirados en
la premisa de darle rostro humano.
Fui electo para la primera magistratura como candidato de mi querido Partido Colorado. Les aseguro, que interpretando sus postulados patrióticos, la auténtica doctrina republicana, habré de gobernar para todos los habitantes del Paraguay, sin discriminaciones. La Patria está en primer lugar!
Permítanme citar a uno de los más ilustres paraguayos, el General Bernardino Caballero, quien para servir a la patria en los momentos más difíciles de su reconstrucción dijo: “Creo, que para emprender esta labor común, se hace necesario el concurso de todos los paraguayos, cualesquiera que sean sus opiniones, contribuyendo con sus luces y patriotismo al afianzamiento de nuestras instituciones y al desenvolvimiento de la prosperidad nacional.
En este sentido, mi Gobierno no hace, ni hará, exclusión de personas: solo exigirá para los destinos públicos la mayor suma posible de idoneidad y siempre una cumplida integridad, convencido de que solo con las virtudes, pueden fundarse repúblicas y formarse grandes y gloriosas naciones, dignas de ocupar un puesto en el concurso de los pueblos libres y civilizados”.
El 21 de abril vivimos una ejemplar gesta cívica en el país, una victoria de la democracia y de todo el pueblo paraguayo. El proceso electoral se cumplió íntegramente, con la participación sin restricciones para todos los partidos y movimientos políticos. Misiones electorales venidas de todo el mundo, en un número sin precedentes, verificaron la normalidad, legalidad y la legitimidad de los comicios.
La Justicia Electoral organizó y garantizó elecciones transparentes y hoy, con éste acto, se produce el traspaso del Poder Ejecutivo, de un signo político a otro distinto, por vía democrática, por segunda vez y de manera consecutiva, en toda la historia de nuestra patria.
La prolongada transición a la democracia ha concluido en el Paraguay, y con ella, la posibilidad de utilizarla como pretexto para postergaciones. ¡El proceso electoral ha demostrado que vivimos en una democracia plena!
Soy consciente, no solo de la alta responsabilidad que asumo, sino también de la gran expectativa y diría incluso, ¡la esperanza!, que genera nuestra llegada a la Presidencia de la República, que se da en un momento crucial de nuestra historia.
Muchos dolores y muchas tragedias podemos recordar… pero prefiero mirar hacia adelante, ver el lado positivo, de la esperanza. Yo, me uno a esa esperanza, porque sé el país que tenemos. Recorriendo el mundo me dí cuenta que Paraguay tiene todo lo más preciado. Tenemos todo lo que el mundo quiere: agua potable y más de 90 ríos, energía limpia y renovable, las mejores tierras cultivables. Lo único que nos falta es, y debemos reconocer, medios económicos para desarrollar mejor nuestras riquezas, pero tenemos lo más preciado, nuestra gente – las mujeres y los hombres paraguayos que lo único que nos piden, es una oportunidad.
Paraguay es territorialmente más grande que muchos países de Europa. No tenemos problemas climatológicos, no tenemos nieve, no tenemos huracanes, terremotos ni tsunamis. Tenemos más de 406.000 kilómetros cuadrados, donde más del 90 por ciento de nuestras tierras son cultivables, tierras aptas para producir alimentos de alta calidad.
Paraguay tiene lo que otros necesitan! Estas, son parte de nuestras fortalezas y por lo tanto nuestra oportunidad. Alguien me dijo una frase, que tocó el fondo de mi corazón: “Paraguay es el tesoro mejor guardado de América Latina”. Sin embargo, si somos tan orgullosos de nuestro país por nuestras riquezas naturales, debemos cuidarlas. No podemos seguir contaminando nuestras aguas. No podemos seguir deforestando sin control. El mundo nos exige un cuidado del medio ambiente, y el Paraguay pide a gritos ese cuidado. ¡El medio ambiente nos exige, que cuidemos nuestros recursos naturales, pero entre todos!
Además de nuestra dignidad como Nación, me interesa concretamente la dignidad de nuestra gente. No podemos reducir el concepto de dignidad a nuestros derechos como Nación soberana. La dignidad que pretendo exaltar es el conjunto de factores espirituales y materiales que hacen posible una mejor calidad de vida de todos los habitantes de la República.
Me resisto a tolerar que se proclame dignidad, mientras tengamos los índices de pobreza que tenemos y mientras tantos paraguayos sigan emigrando en busca de mejor futuro en otras tierras, dejando a tantas familias desintegradas que espero, pronto vuelvan a unirse.
Si dentro de 5 años, al concluir el mandato que hoy inicia, no hemos reducido sustancialmente la pobreza en el Paraguay, serán estériles todas las obras que habremos realizado. Por eso, reitero en éste solemne acto, ¡que nuestra obsesión, es ganar cada batalla de la guerra que hoy declaramos a la pobreza en el Paraguay!
Es impresionante la cantidad de dinero público que se ha utilizado supuestamente en la lucha contra la pobreza y a favor de los pueblos originarios, sin resultado visible. Nosotros no llegamos al gobierno para prolongar los fracasos. Menos aún, para seguir defraudando las expectativas.
El que desee adueñarse de la cosa pública, sea por la vía que fuere, no contará con la complacencia o la complicidad del jefe de Estado. Esa es la diferencia que marcaré desde la Presidencia de la República.
Una nueva realidad empieza a tener vida en el Paraguay. La de un país que toma el rumbo de su ansiada grandeza. Inicia un proceso, en el que todos los ciudadanos caminaremos hacia la cumbre de la prosperidad, el bienestar y la justicia.
El Paraguay renace para cumplir su sueño de progreso. De ahí que mi compromiso por promover la justicia y la solidaridad es absoluto. Es una cuestión de dignidad nacional y personal. La dignidad de quienes tienen menos, pero que tienen todo el derecho de realizarse plenamente como personas.
He percibido, recorriendo el país, que el pueblo paraguayo, está esperando un gran gobierno desde hace mucho tiempo. Y haremos posible ese gran gobierno cuando el dinero público llegue a la clase más humilde, a la gente que vive en la pobreza.
Compartiendo con los más humildes, y escuchando sus inquietudes, entendí que la gente no pide, ni quiere limosna. Reclama OPORTUNIDAD. Mi Gobierno está comprometido a generar un ambiente de oportunidades para todos, con énfasis en la justicia social.
Nuestro propósito es alentar y garantizar la inversión, tanto nacional como extranjera, y para ello, requerimos seguridad ciudadana y seguridad jurídica. El mundo ve hoy al Paraguay como un país de oportunidades y nosotros debemos ser capaces de agregar los valores de la seriedad y la previsibilidad.
Muchas cosas van a venir del exterior, van a venir inversiones, conocimientos, tecnologías, pero los paraguayos debemos entender que hay cosas que no pueden venir de afuera: ser un país serio, creíble y previsible. Nadie más puede hacer ese trabajo que nosotros mismos, los paraguayos, y me comprometo a dar el ejemplo desde el Gobierno.
Así como queremos la cercanía solidaria entre los paraguayos, también anhelamos las más fructíferas relaciones con los países vecinos, y con todos los Estados con los cuales mantenemos relaciones diplomáticas.
Nos anima la franca predisposición de mantener, y de acrecentar, las cordiales y fecundas relaciones bilaterales.
Antes que agravar las diferencias coyunturales, pretendemos que nos acerquen y hermanen el entendimiento, la cooperación y la complementación que mutuamente podemos incrementar.
En los ámbitos multilaterales, apostamos al fortalecimiento de los organismos subregionales, regionales y mundiales. Participamos y participaremos en estos organismos para consolidar la democracia, fomentar la integración, la cooperación y la vigencia de los derechos humanos.
Quiero resaltar, la presencia de dos distinguidas damas, la Presidenta de Argentina y la Presidenta del Brasil, y agradecer las recientes iniciativas que han tomado, para construir relaciones prósperas y positivas, en beneficio de nuestros pueblos.
También agradezco la presencia de los presidentes de los países hermanos de Chile, Uruguay, Perú y la República de China en Taiwán, con quienes estamos decididos a profundizar e incrementar nuestras relaciones.
Los presidentes y presidentas somos pasajeros, pero son nuestros países y sus pueblos, los que perduran siempre en hermandad y progreso.
Las futuras generaciones no nos recordarán por nuestras diferencias, sino por nuestros esfuerzos, coincidencias y compromisos para lograr el objetivo común de desarrollo y justicia social de nuestros pueblos.
Mucho hablamos de seguridad, salud y educación durante la campaña. Hoy como Presidente asumo el compromiso: como nunca antes, me van a ver a mí y a todo mi equipo de gobierno, trabajando y luchando para honrar esa enorme deuda que tenemos con nuestros jóvenes; JÓVENES con acceso a la salud, JÓVENES con acceso a la educación y por sobre todas las cosas JÓVENES con oportunidades. Mantengamos la unidad de nuestras familias, brindándoles todas las oportunidades a los JÓVENES, pero en su propio país.
JÓVENES de mi patria, ya no les puedo pedir paciencia, les pido sana rebeldía. Y como dijera el Papa Francisco, si este Presidente no cumple con sus expectativas hagan lío. Ustedes no son el futuro, ustedes son el presente! y nosotros tenemos la obligación de prepararlos adecuadamente para el mundo globalizado y de alta competitividad en que vivimos.
Ustedes los jóvenes, son nuestra mayor riqueza – son los protagonistas esenciales del Nuevo Rumbo del Paraguay. Su sana rebeldía será siempre un estímulo para mi Gobierno.
Cuando pienso en Salud, la primera imagen que viene a mi mente, es la de aquellos compatriotas que nunca han tenido acceso a atención médica alguna en su vida. La atención a la salud debe estar al alcance de todos: no podemos permitir que las mujeres no tengan acceso a chequeos de rutina, que madres sigan muriendo durante el parto, o que niños padezcan por causa de enfermedades que pueden ser prevenidas. Desde el Gobierno pondremos en ejecución un programa de salud pública preventiva que llegue a todas las 
casas de los Paraguayos.
Mi compromiso como Presidente es luchar para que la salud pueda llegar a cada uno de ustedes. A los que ya tienen más edad, tendrán la atención de salud que se merecen. La tercera edad dejará de ser solo motivo de homenaje poético. Nuestros adultos tendrán siempre real y merecida atención en mi gobierno.
La tercera edad es una materia pendiente del gobierno. En estos tres años y medio de campaña, si algo tocaba mi corazón, y a veces me hacía echar lágrimas, era ver personas de la tercera edad, que aparentemente no tenían derecho a sentir esperanza. Se acercaban, me daban la mano, me daban sus besos, me daban su abrazo, porque seguían y siguen manteniendo la esperanza de días mejores. Yo les quiero devolver la esperanza de días
mejores.
Saludo con especial consideración a la digna mujer paraguaya, con tradición de heroísmo y sacrificio, cuyos derechos y oportunidades tendrán especial atención en mi Gobierno. ¿Qué paraguayo no se sintió emocionado al escuchar las palabras del Papa Francisco, cuando decía que la mujer paraguaya es la más gloriosa de toda América Latina? ¡Salud y felicidades
Mujer Paraguaya!
Todos los paraguayos hemos escuchado que los niños y niñas de la calle hacen parte del paisaje paraguayo. Quiero contestarles que nosotros ¡eso no lo vamos a aceptar! Esos niños y niñas serán nuestra mayor preocupación. Entre todos, poniendo corazón, y bandera paraguaya, los trataremos con amor y responsabilidad, para que muy pronto dejen de ser
vistos como parte del paisaje de nuestra nación – son y serán parte de nuestra esperanza.
El trabajo y la seguridad son dos caras de una misma moneda. Donde hay trabajo disminuye la inseguridad. Prueba de eso tenemos que en varios barrios marginales, en donde se ha instalado la oportunidad de trabajo digno, los índices de criminalidad y de inseguridad, han bajado hasta en un 80 por ciento. Debemos aumentar nuestro desarrollo económico, para ello debemos enfocarnos en la generación de empleo; la estabilidad económica, el
funcionamiento del Mercado y la sostenibilidad del Sector Público.
No obstante, seremos implacables! en restablecer el orden y la presencia del Estado en toda la República. Puedo asegurarles, que no nos van a marcar la hoja de ruta – ni criminales, ni grupos armados, en un país donde sabemos muy bien, que el estado de derecho y la justicia serán ofrecidos a todos los habitantes de nuestro país.
Hay mucho más que decir, pero este mensaje es solamente el arranque de un Gobierno de hechos y no de palabras. Soy hombre de trabajo y cumplidor de mis compromisos. Asumo con humildad en este acto, la más alta dignidad de la República – y como ya lo expresé en ocasión de mi proclamación el 10 de mayo pasado; espero estar a la altura de la esperanza de quienes votaron mi candidatura, soñando con un futuro mejor para el Paraguay. Pondré
el máximo empeño también, en ganarme la confianza de quienes honraron otras candidaturas.
En este instante consagratorio de mi vida, mi pensamiento vuela hacia el recuerdo querido de mi padre, Don Ramón Telmo Cartes, quien desde el balcón de la eternidad, rincón de las almas buenas, me acompaña en este acto. Tengo la felicidad de recibir todos los días la bendición de mi madre, el cariño de mis hijos, el afecto de mis hermanos, de toda mi familia, que ha comprendido y acompañado mi decisión de consagrarme plenamente al
servicio de nuestra Patria.
En la pasión que pongo en el cumplimiento de esta gran responsabilidad, podré sin dudas cometer errores, pero les prometo mi más grande esfuerzo, con la idea fija de instaurar el imperio de la ley, la seguridad y el desarrollo económico, ¡con justicia social, en democracia y con libertad!
COMPATRIOTAS…
Las jornadas que nos esperan son de trabajo, eficiencia, compromiso y creatividad. Hoy iniciamos la gran labor de construir un país con armonía, progreso y bienestar.
La prosperidad, el desarrollo y la justicia son bienes innegociables, pero yo solo no avanzaré un paso! Necesitaré del concurso de todos los paraguayos y paraguayas. ¡Este será el Gobierno de las oportunidades para todos!
Conciudadanos y conciudadanas, jóvenes, personas de la tercera edad, y de todas las edades, JUNTOS, edificaremos la gran y próspera nación que nos merecemos.
Gracias por su confianza. Pido a Dios Todopoderoso que me ilumine, me dé la sabiduría y la fuerza para servirles.
Unidos construiremos un Nuevo Rumbo. ¡Viva el Paraguay!
Y que Dios nos bendiga a todos.
HORACIO M. CARTES J.

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