enero 22, 2014

Discurso de Fidel Castro en la velada conmemorativa de la derrota del imperialismo yanki en la Playa Giron (1967)

DISCURSO EN LA VELADA CONMEMORATIVA DE LA DERROTA DEL IMPERIALISMO YANKI EN PLAYA GIRON, EFECTUADA EN EL TEATRO “CHAPLIN”
Fidel Castro
[19 de Abril de 1967]

― Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno revolucionario ―

Familiares de los caídos en Girón;
Compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias: 
Se cumple hoy un aniversario más de la histórica batalla de Girón. ¿En qué circunstancias conmemoramos este VI aniversario?
En 1961 el enemigo llevó a cabo, con la invasión mercenaria de Girón, uno de los tantos capítulos de su programa para destruir a la Revolución Cubana. No fue ni el primero ni el último intento. No había transcurrido mucho tiempo cuando de nuevo la política agresiva contra nuestra patria dio lugar a la Crisis de Octubre.  No ha cesado un solo día en estos ocho años de Revolución. Contra nosotros ha ensayado todas sus armas inútilmente. Esos procedimientos han abarcado desde el sabotaje a nuestra economía, el bloqueo económico, la organización de bandas contrarrevolucionarias, desembarcos armados, planes de atentados y, en fin, cuantos recursos han tenido a su alcance para vencer a nuestra Revolución.
Y hoy, al cabo de ocho años, los problemas del imperialismo yanki no consisten solamente en cómo aplastar la Revolución Cubana, sino ya cómo impedir que la Revolución en todo el continente aplaste al imperialismo yanki (APLAUSOS).  ¡Esta es la diferencia sustancial! 
Nuestra Revolución se ha ido consolidando, nuestra Revolución se ha ido haciendo más fuerte, en la misma medida en que el imperialismo se ha ido haciendo más débil frente a los movimientos revolucionarios. Y no solo ha crecido la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo, sino que ha crecido parejamente la conciencia revolucionaria de los demás pueblos explotados de América Latina. ¡No han transcurrido vanamente estos años!  
Este mes, estas últimas semanas se han caracterizado por una serie de acontecimientos que demuestran esta verdad. Uno de los hechos importantes, sintomático de esta situación, del fracaso de todas las conspiraciones imperialistas contra nuestra Patria, del fracaso de todos los planes imperialistas para contener la inevitable revolución en el continente, ha sido el resultado de la conferencia de Punta del Este. 
Son prácticamente unánimes los criterios en el sentido de que la reunión de presidentes de Punta del Este constituyó un rotundo fracaso para el imperialismo y sus cómplices. No es esta una afirmación gratuita de nuestra parte; hemos traído algunos informes, algunas noticias, que demuestran esto, empezando por las propias agencias imperialistas. Hay aquí un cable del 12 de abril, remitido desde Punta del Este, de la AP.  ¡Dice así! 
“El presidente Johnson y sus consejeros ayudados por unos cuantos aliados, están luchando virilmente para dar a la Conferencia Interamericana una apariencia de éxito, pero parece que es una batalla que se pierde. 
“Si el objetivo de esta conferencia de presidentes que ha recibido tanta publicidad y es objeto de las medidas más estrictas de seguridad, era una demostración de la unidad interamericana, esta prueba ni siquiera se ha acercado a su marca.  Si el propósito era ofrecer una muestra de confianza, el objetivo se ha perdido por un amplio margen. 
“La conferencia de presidentes ha tenido el efecto de subrayar las divisiones antes que la mutualidad de interés.  La atmósfera aquí es de que cada hombre lucha por sus intereses, de que cada región se concentra en sí misma.  Esto puede tener un efecto desconcertante en cualquier concepto que los norteamericanos pudieran haber tenido de que la América Latina podría ser tratada como una unidad.
“Existe una pervertida ironía sobre lo que está ocurriendo aquí. Algunos de los hombres reunidos representan a países de donde ha provenido el grito más vociferante contra el ‘imperialismo’ y el ‘colonialismo’. 
“Y, sin embargo, son estos mismos hombres los que parecen argumentar con más tesón para que sus naciones sean colocadas en la posición de excolonias. Desean trato preferencial de Estados Unidos para sus exportaciones, tomando como modelo el sistema empleado por las que una vez fueron potencias coloniales en Europa en las relaciones comerciales con sus excolonias.  Pero desean algo más:  préstamos de Estados Unidos con el uso irrestricto de los dólares que reciben, de modo que no tengan que gastarlos en Estados unidos, sin tener en cuenta los exasperantes problemas que tiene Washington en su balanza de pagos. 
“Estados Unidos quería que el preámbulo mencionara la cuestión de la seguridad hemisférica, principalmente seguridad contra las intenciones comunistas. Fue apoyado por la Argentina y el Brasil, dos de las naciones más grandes y más desarrolladas.  Otras se han opuesto a la mención de consideraciones políticas, por razones internas, y quieren limitar el preámbulo a un sumario de las intenciones con respecto al futuro económico del hemisferio. Ahora el preámbulo tendrá diferentes voces. 
“Que el presidente Johnson desea que eso sea incluido lo sugiere el hecho de que ayer se entrevistó por una hora y 20 minutos con el presidente Raúl Leoni, de Venezuela, que fue mucho más tiempo que el dedicado a otros jefes de Estado al iniciar sus conversaciones bilaterales, extraoficiales.  Con el presidente Johnson en la reunión estaba Walt W.  Rostow, su asesor en cuestiones de seguridad nacional.”
Otro cable de la AP, de abril 13: “Una decepción general entre los jefes de Estado latinoamericanos dejó el discurso del presidente Lyndon Johnson, de Estados Unidos, de quien se esperaba una promesa de mayor ayuda en una forma u otra para el desarrollo del hemisferio.  Ninguno de los presidentes que asisten a la reunión cumbre quiso comentar inmediatamente el discurso formal del presidente Johnson. Ya estaban enterados por sus adelantos informales el día anterior.”
Claro está que nadie quedó contento y algunos de los presentes llegaron incluso a escenificar algún acto discordante.  Claro está que no se reunían allí para discutir el caso del hermano país dominicano, ocupado todavía por tropas yankis; no se reunían allí para protestar contra el bárbaro genocidio que practican los imperialistas yankis en Vietnam. Y si en un caso se mencionó a Vietnam, lo mencionó uno de los que más se atrevió a discrepar, aunque, por supuesto, nadie puede hacerse ilusiones con ninguno de estos buenos burgueses cuando discrepan. 
Por ejemplo, el Presidente de Ecuador en su discurso dijo allí algo que es revelador: textualmente se expresó así: 
“Es impresionante que Estados Unidos de América, al que nos hallamos unido por ideales afines, tradición y principios inviolables, se preocupan tanto por la democracia en un pueblo noble pero lejano país, como el Vietnam...”
Son cosas de burgueses esto de decir que Estados Unidos se preocupa por la democracia en Vietnam. ¿Pero a qué extremos llegan estos señores que cuando desean exponer alguna discrepancia son capaces de afirmar semejante cosa, para después decir en esencia algo que les preocupa?
Continúa así:  “...cuando en sus fronteras y en sus propias puertas se agolpan y agitan pueblos donde la democracia tiembla al paso insurgente de las guerrillas, donde la desnutrición arroja un índice alarmante de muertes cada año, donde los programas de vialidad y de vivienda quedan truncos y en los que, por fin, la miseria corroe no solamente el cuerpo sino el alma y el cerebro de los pueblos”.
Y también, por supuesto, el alma y el cerebro de estos que se dicen representantes de los pueblos. 
Naturalmente que este señor Arosemena, respecto al cual las agencias informaron acerca de su posición discrepante y que se negó a firmar en Punta del Este, se consideró en el deber de decir después que, claro, que Johnson era muy bueno, que Johnson no tenía la culpa y que los malos son los del Senado de Estados Unidos que no le dan al “pobrecito” Johnson ayuda para que el pobre Johnson pueda ayudar a los pueblos de América Latina.  
¿Qué opinión, por ejemplo, emitió un dirigente político colombiano que no es precisamente un dirigente guerrillero ni es miembro de ninguna organización que pueda conceptuarse de marxista?  Aquí hay un cable de Bogotá, abril 13. 
Dice: “De ‘espectáculo para titulares de periódicos’ —y esta es una agencia inglesa la que informa esto—, más que una contribución positiva al mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes del hemisferio, calificó hoy el senador Alfonso López Michelsen la conferencia de presidentes americanos de Punta del Este. 
“López Michelsen, dirigente del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), facción disidente del Partido Liberal gobernante y opositor al gobierno del presidente Carlos Lleras Restrepo, dijo que era escéptico en cuanto a los resultados de la reunión cumbre, como deben estarlo desde los jefes de Estado latinoamericanos hasta el ciudadano corriente. 
“En declaraciones a la prensa, el dirigente político agregó que debería realizarse un cotejo con el sistema de Fidel Castro en Cuba y verificar qué países tienen mejores condiciones de vida:   si los que gozan de la protección de Estados Unidos o los que buscan su propio desarrollo con la cooperación socialista extracontinental. 
“El dirigente revolucionario liberal dijo que ‘ese es el balance que debería hacerse ahora:   ¿Quién ha hecho más avances en materia de salud, educación, techo y tierra’? 
“Luego, y dando él mismo respuesta al interrogante planteado, acotó: 
“‘Con estadísticas y objetivamente debería hacerse el cotejo entre los resultados de uno y otro experimento, puesto que se concibió la Alianza para el Progreso como la respuesta a un desafío del mundo socialista’.”
¿Qué dice la propia prensa norteamericana?  Según un cable de ANSA, abril 3: 
“El ‘New York Times’ afirma en un editorial que en el marco de los temas inscriptos en la orden del día de Punta del Este no parece haberse dado suficiente importancia a ‘uno de los objetivos de la Alianza para el Progreso’ como fue concebida originalmente, es decir, en las reformas sociales.  El diario agrega que la agenda prevé prevalentemente un amplio debate sobre los problemas comerciales, financieros, de la producción y la integración económica, pero coloca en segundo plano o quizá la de la cuestión central de la justicia social, en la que se apoyó el presidente John Kennedy cuando lanzó la Alianza en marzo de 1961.  Según el diario, ‘el grande y vital ideal de la justicia social parece haberse olvidado’. 
“El problema del progreso social en la América Latina viene también tratado por el comentarista político Walter Lippmann en un artículo sobre Punta del Este publicado en el ‘Washington Post’, diario de la capital federal.  Lippmann afirma que en el terreno del progreso social hacia la prosperidad no se dieron pasos notables en la América del Sur en comparación con las regiones industrializadas como Estados Unidos y Europa.  ‘No puede sorprender que la persistente pobreza haya creado una situación revolucionaria’.  El éxito de la conferencia ‘en el mejor de los casos’ no podrá dar vida a sustanciales cambios a breve plazo.  Y si no se obtienen mejoras sustanciales, si la tasa de desarrollo es muy lenta, deberán esperarse, según Lippmann, ‘desórdenes generalizados, porque los hombres que desean las reformas radicales se enfrentarán a quienes pretendan bloquearlas’.”
Aquí hay también otro cable de Londres, que refleja la opinión de la prensa inglesa. 
Dice: “Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina se subrayan como un factor decisivo en la historia latinoamericana de los últimos tiempos. 
“The Guardian” —un periódico inglés— “recuerda que fue durante los años de Kennedy que se lanzó la famosa Alianza para el Progreso, y que los presidentes sudamericanos efectuaron la primera conferencia cumbre. 
“Desde entonces” —según el diario— “poco se hizo respecto a los grandísimos problemas del continente.  Lo prueba el hecho” —dice el diario— “de que no se registró estabilidad de poder indispensable para el mejoramiento de cada país. 
“Los hombres democráticos que sobresalieron en la época de la primera conferencia cumbre americana fueron derrocados por golpes de Estado, y los únicos que quedaron en el poder son dos dictadores: Duvalier y Stroessner.”
Cosas similares publica el “Times”, de Londres.  Y, por ejemplo, igualmente hace la prensa de otros países.  Aquí voy a citar el caso del diario católico “La Croix”, sobre la conferencia de Punta del Este, según la agencia ANSA: 
“Sin duda alguna” —dice este diario— “Johnson habrá regresado a Washington más informado sobre los problemas de Latinoamérica que en vísperas de la conferencia, pero no dio la impresión de haber realmente aprendido su exacta naturaleza.  La actitud y las propuestas del jefe del Estado norteamericano indican, en efecto, que este no vio, o no quiso ver, que las reivindicaciones de sus ‘partners’, relativas a cuestiones comerciales, financieras o sociales, eran en realidad solo formas distintas de una aspiración fundamental:   la voluntad de los países latinoamericanos de elegir los instrumentos y la forma de su desarrollo. 
“La verdad es que Johnson estaba muy poco preparado, desde el punto de vista sicológico, a enfrentarse a sus socios.  Al viajar al Uruguay, el presidente no pensaba tanto en los problemas económicos y sociales de América Latina, serios por cierto, cuanto en los problemas que les plantean a Estados Unidos sus responsabilidades internacionales. 
“Los latinoamericanos se han dado perfectamente cuenta de ello y lo han resentido.  Algunos se lo han hecho entender, a veces con cierta violencia, como lo demuestra la diatriba del Presidente ecuatoriano. 
“En Punta del Este, Johnson buscaba un resultado que no ha logrado: un éxito de prestigio que le permita corregir en la opinión internacional la imagen que ha dado de sí mismo Estados Unidos en la guerra de Vietnam.”
Por lo visto, todos los autores burgueses, capitalistas, norteamericanos, latinoamericanos, europeos, están de acuerdo en que la Conferencia fue un rotundo fracaso.  Y no podía ser de otra forma, porque el objetivo fundamental, o uno de los objetivos que esgrimieron los imperialistas yankis para justificar esta conferencia era el propósito de crear un Mercado Común Latinoamericano. 
Solo los ingenuos, solo estos cándidos representativos de la oligarquía, solo estos ciegos, que cumplieron los mandatos de Estados Unidos cuantas veces les dio una orden de adoptar una posición contra Cuba, como fueron las de romper las relaciones diplomáticas, romper las relaciones comerciales, adoptar acuerdos, conspirar, guardar silencio cómplice en estos ocho años de agresiones imperialistas contra nuestra Patria, guardar silencio cómplice frente a los crímenes del imperialismo americano contra un pueblo de América Latina, apañar, apoyar incluso esas agresiones contra nuestro país; solo quienes tienen contraída semejante responsabilidad con la historia por su ceguera, por su miopía, por su complicidad, se pudieron hacer ilusiones acerca de que algún día Estados Unidos se interesaría por el progreso de América Latina, sin ver, sin comprender los irreconciliables intereses y los antagónicos intereses que existen entre el imperialismo yanki y los pueblos de América Latina. 
Los imperialistas no han estado ni siquiera en el plano de hacer pequeñas concesiones a esas oligarquías, a esas subdesarrolladas burguesías que creyeron que el lobo imperialista se convertiría en dócil cordero.  Y ahora, naturalmente, se decepcionan; ahora están recogiendo los frutos. 
Antes a todo decían que sí, sobre todo a todas las fechorías imperialistas contra Cuba. Y así vendieron su alma al diablo imperialista, y el diablo imperialista no quiere ni siquiera pagarles el precio de sus almas.  Y esto era lo que ofrecían, esto era lo que ofrecían cuando condenaban a Cuba; esto era lo que ofrecían cuando reclamaban los rompimientos de relaciones con Cuba. 
¿Y qué han logrado? ¿Qué ha ocurrido? Que cada día el pesimismo y la desesperanza se apoderan más y más de aquellos que vendieron su alma al imperialismo, y cada día ven con más temor y preocupación a la realidad. La realidad que es el resultado de los intereses irrenunciables por el imperialismo yanki, que se sintetizan en unas cuantas frases muy en boga en los discursos y en las declamaciones de estos señores:  que si la América Latina tiene que venderles a los imperialistas cada vez más baratas las materias primas; que si la América Latina tiene que pagar cada vez un precio más alto por los productos manufacturados que importa; que si los créditos que le da el imperialismo son onerosos, que si no alcanzan y que, además, hay que gastarlos en los propios Estados Unidos; que si las tarifas arancelarias proteccionistas afectan la economía de los países latinoamericanos; que si los dumping. Y esto aparte de que estos señores por nada del mundo se atreverían a mencionar una de las razones de esa miseria, una de las causas de esa sangría, y que no es solo el problema de las materias primas baratas, el problema de las mercancías caras, el problema de los préstamos onerosos, sino la succión anualmente de miles de millones de las economías de los pueblos de América Latina por conceptos de ganancias, dividendos e intereses de capitales norteamericanos invertidos en esos países. 
Pero, por supuesto, quién en una de esas reuniones va a hablar de la sacrosanta propiedad capitalista sobre las minas, sobre los recursos naturales.  ¡Cómo concebir que un señor como Leoni se pare allí para hablar de cómo Estados Unidos está agotando aceleradamente los recursos naturales de Venezuela, cómo es dueño del petróleo de ese país. Esa que es la cuestión fundamental, ni mencionarla siquiera; todo lo más que el señor Leoni se atreve a hablar allí es acerca de que si hay algunos problemas con el petróleo venezolano en Estados Unidos, que si la tasa de azufre es alta, y cuestiones que no tienen nada que ver con la esencia de la cuestión y de los problemas de América Latina. Sin hablar, por supuesto, de la directa explotación de los recursos naturales y de los trabajadores latinoamericanos por el capital monopolista de Estados Unidos. Esas otras cuestiones que se mencionan acerca de los precios caros para los artículos que ellos importan —los latinoamericanos—, el precio cada vez más barato de las materias primas. 
¡Cómo pensar que el lobo se volvería cordero! ¡Cómo pensar que el despiadado explotador imperialista se convertiría en generoso amigo de los pueblos de América Latina! ¡Cómo pensar que los feroces magnates monopolistas, en nombre de los cuales se gobierna en Estados Unidos, iban a estar en disposición de hacer la menor concesión o el menor sacrificio en beneficio de estos mismos socios!
El imperialismo es demasiado voraz para hacer sacrificios de ninguna índole, ni siquiera para pagar a sus cómplices. 
¿Y cuál es la situación de estos pueblos? ¿Cuál es la situación de la economía de América Latina? 
Aquí están, por ejemplo, algunos datos del estudio económico de América Latina presentado este año, el 29 de marzo, por la Comisión Económica Para América Latina de la Organización de Naciones Unidas; entre esos datos están algunos que son reveladores. 
Por ejemplo, “el producto bruto interno de América Latina, considerado en su conjunto, aumentó en 1966 en solo 3%, tasa que prácticamente iguala a la del crecimiento demográfico y significa, por lo tanto, que el per cápita se ha mantenido estacionario. 
“Desde 1950 hasta 1964, la producción agropecuaria por habitante de la América Latina, excluida Cuba, ha bajado casi un 24%.  Entre 1960 y 1964, la producción agrícola per cápita, en lugar de crecer, ha continuado descendiendo.”
Según la CEPAL, “el aspecto más dramático es el de la miseria e ignorancia en que viven no menos de 70 millones de habitantes de la población rural de América Latina. 
“En algunas partes de América Latina” —dice— “los niveles de vida pueden compararse con los que se registran en las zonas más pobres del mundo.  A pesar de haber crecido las exportaciones de América Latina, la disponibilidad de divisas en esos países no aumenta, porque el peso de la deuda externa y la utilidad de las inversiones extranjeras sustraen lo que entra por el incremento comercial.”
Dice la CEPAL que “en la situación adversa de América Latina está gravitando la insuficiente expansión de los ingresos de exportación, las pérdidas de capacidad de compra por el deterioro de la relación de precios, la pesada carga de los servicios, del endeudamiento acumulado, y la inflexibilidad de que adolecen los mecanismos de financiamiento externo”. 
En otra parte dice: “Los planes de reforma agraria marchan muy lentamente” —lo que equivale a decir que no marchan en absoluto—“y el estancamiento relativo de la producción agropecuaria continúa frenando el ritmo de crecimiento, promoviendo la inflación y agravando el desequilibrio de los balances de pagos. 
“También durante 1966 se produjo el debilitamiento del ritmo de expansión de la industria manufacturera, lo que constituye otro signo de preocupación. 
“Las pérdidas del poder de compra que experimentaron los países latinoamericanos por el efecto del deterioro de la relación de intercambio con el exterior desde mediados de la década de 1950, fueron de tal cuantía, que llegaron a igualar el total del financiamiento neto externo de que hizo uso la región en su conjunto. 
“Si se deduce de los movimientos netos de capital —es decir, los préstamos e inversiones que recibe América Latina— los intereses, las utilidades y otras ganancias de esos préstamos e inversiones, lo que recibió América Latina en el período de 1961 a 1965 fue un promedio de solo 430 millones de dólares.  Esa evolución anual sigue también un curso declinante; a tal extremo, que ese saldo neto tendió a anularse en 1965. 
“En el año 1966 la América Latina pagó por concepto directo de utilidades de las inversiones extranjeras, intereses, etcétera, la cantidad de 2 140 millones de dólares.”
Esa es la realidad de la situación económica de la América Latina. Y esto dicho nadie vaya a imaginarse que por organizaciones revolucionarias; dicho por comisiones de estudio de las propias Naciones Unidas; dicho por los propios gobernantes, en algunos casos, de América Latina —como la confesión esa que hizo en Punta del Este el Presidente de Ecuador. 
Esto es lo que los imperialistas ofrecen a este continente: ¡Esta espantosa realidad donde no menos de setenta millones de habitantes viven en la peor y más dramática miseria e ignorancia!
Crece la población de América Latina, mas no crece la economía, crece la población, mas no crece la producción de alimentos.  Y el imperialismo se ve obligado a ser cada vez más explotador, se ve obligado a ser cada vez más voraz, porque como consecuencia de su política de guerra, de agresión, de represión del movimiento revolucionario, la situación económica, es decir, las reservas de oro de Estados Unidos son cada vez menos, y la balanza comercial es desfavorable.  Resultado de sus aventuras, resultado de su política, resultado —entre otras cosas— de su criminal guerra en Vietnam, se ve obligado a sustraer cada vez más y más recursos de América Latina, y cada vez más incapacitado de dar la menor ayuda a la economía de esos países. 
¿Cuál es el resultado inevitable, y qué significa que en todo un continente de 230 millones de habitantes crezca más la población que la producción de alimentos? ¿Cuál puede ser la única salida?  ¿Cuál tendrá que ser la inevitable salida? ¿Cuál puede ser la impostergable salida de una situación ya de por sí miserable y de hambre, que conduce cada año que pasa a más miseria y más hambre?  ¿Cuál puede ser el resultado de esa situación? ¿Cuál puede ser la única salida de esa situación, sino la revolución? y ese es el fantasma.  Más que el fantasma, la realidad que atemoriza a los miopes, a los ciegos, a los que creyeron que esa situación de miseria y de hambre podría resolverse en cooperación con los imperialistas, explotadores y responsables principales de esa situación de miseria. 
Estos son los hechos que no pueden ocultarse, y que conducirán a la única solución, que es la revolución. Y la revolución es el resultado de una necesidad histórica, no el resultado de los caprichos o de la voluntad de nadie. Nadie podrá imponer esa revolución, como nadie podrá ser capaz de evitarla, porque esa revolución es resultado de la necesidad vital y el único camino de los pueblos de América Latina. 
Y eso es lo que nuestra Revolución ha venido planteando desde el primer día, es lo que nuestra Revolución ha venido planteando en la Primera Declaración de La Habana, en la Segunda Declaración de La Habana, y en cada uno de los pronunciamientos durante estos años.  Y hemos dicho, hemos creído firmemente, y hemos defendido apasionadamente que esa revolución, en las condiciones de América Latina, no podía ser otra que el resultado de la lucha armada de los pueblos (APLAUSOS PROLONGADOS). 
¿Son acaso los pueblos los que escogen voluntariamente ese camino? ¿Son acaso los pueblos los que tienen la alternativa de optar por uno o por otro camino?  ¡No! Es el propio imperialismo, es la dictadura sangrienta de los oligarcas y los explotadores, que no abandonan, y que no abandonarán por las buenas los privilegios, que no entregarán mansamente a los explotados el destino de la sociedad.   Pero, además, los explotadores dominan no solo los recursos de la economía, dominan todos los medios de fuerza, dominan los institutos armados, dominan todos los medios de divulgación del pensamiento, monopolizan la televisión, la radio, las imprentas, la inmensa mayoría de los periódicos, las instituciones, la mayor parte de las instituciones docentes, de las instituciones culturales. Y las organizaciones revolucionarias se encuentran desarmadas.  ¿Qué clase de posibilidad pueden tener? ¿Con qué clase de arma pueden contar para tratar de llegar al poder revolucionario por los medios pacíficos, si ni siquiera las armas que supuestamente se usan en esa contienda están jamás al alcance de los revolucionarios? 
No es solo un problema de represión. Las clases oligárquicas, las clases explotadoras, crean las condiciones para impedir el acceso al poder de los revolucionarios y de los explotados.   Y la historia nos ha enseñado hasta hoy un solo camino, la historia nuestra de hoy y de ayer y de siempre, la historia de los pueblos que han hecho sus revoluciones, que no es doblando la cerviz, que no es poniendo el cuello para que le coloquen un yugo, como los pueblos han alcanzado ningún progreso, ninguna libertad. Y los pueblos se han visto obligados a luchar, y han tenido que luchar (APLAUSOS).  Han tenido que luchar no porque les guste derramar la sangre, no porque les gusten las guerras, sino porque les imponen la alternativa de la esclavitud o el sacrificio, les imponen el precio de tener que conquistar con su sangre y con su sacrificio su libertad, su justicia. 
Y esa alternativa es la alternativa que históricamente los explotadores han dejado a los explotados, los opresores a los oprimidos, los esclavistas a los esclavos; la explotación, la opresión, la esclavitud o el sacrificio.  No son los pueblos, señores, los que escogen el camino; los pueblos solo siguen los caminos que les imponen sus opresores y sus explotadores. 
Y para nosotros es claro, y lo hemos defendido con convicción, con tesón, con pasión incluso, de que nuestros pueblos, desdichadamente, no tienen otro camino para su liberación que el camino de la lucha. 
Y los hechos nos dan cada vez más la razón, los hechos lo están demostrando.  La conciencia de esta verdad crece en este continente, la conciencia de esta verdad se hace cada día más palpable.   Los pueblos comienzan a ser temibles cuando empiezan a encontrar sus verdades, cuando empiezan a descubrir sus verdades. 
También nosotros éramos inofensivos vasallos, indefensos oprimidos. Eso era nuestro pueblo hasta que comenzó a descubrir su verdad, hasta que comenzó a descubrir su camino.  Hoy resulta casi inexplicable para todos nosotros cómo era posible que toda aquella barbarie, toda aquella injusticia, toda aquella despiadada explotación se hubiera podido sostener durante tanto tiempo; cómo era posible que todo aquel orden social hubiera podido existir defendido por un ejército mercenario, defendido por escuadritas de soldados dispersos por todos los centrales azucareros, defendido por parejas de guardias rurales.  Cómo era posible aquello, sino mientras todo el pueblo creía en aquel mito, de que aquella fuerza era insuperable, de que aquella fuerza era invencible.  El mito, la mentira, era el sostén de aquel sistema mucho más, ¡mucho más!, de lo que lo era la fuerza real que lo defendía. 
Y si a nuestros compañeros más viejos —no digo en edad, digo más viejos en la guerrilla—, si nuestros compañeros que participaron en aquella lucha, si pudiera darse la hipótesis, si pudieran imaginarse una situación en la cual, con lo que saben hoy, con lo que comprenden hoy, con lo que conocen hoy, los pusieran con todo eso que conocen aunque fuera sin una sola bala, sin un solo fusil, en el 11 de marzo de 1952, después de aquel golpe de Estado, y colocados en esa situación, que solo puede ser absolutamente imaginaria, les preguntaran:  ¿Cuánto tiempo crees tú que dura esa situación?  Y nadie discutiría que no transcurrirían siete años de opresión y de sangre, y muy pocos dudarían —prácticamente ninguno dudaría— que con lo que saben hoy el día 12, si es que no el día 11, y si es que no el propio día 10, empezaba la lucha armada revolucionaria en nuestro país (APLAUSOS).   Y que bastaba, ¡bastaba! con que se le quitaran los fusiles a una pareja de aquellos guardias rurales para empezar la lucha revolucionaria; ¡una pareja!...  De una pedrada, de un pescozón anularían a uno de aquellos esbirritos. Y sé, tengo la convicción, que con lo que se ha aprendido, con lo que se sabe y se comprende hoy, la lucha habría empezado al otro día. 
Pero eso lo sabemos hoy.  Sin embargo, cuánto tardamos en llegar a conocerlo, cuánto tardamos en llegar a comprenderlo como una verdad; claro está que eso visto desde el punto de vista revolucionario. Cuando el mito de la invencibilidad de aquel ejército, cuando la mentira fue destruida, entonces los contrarrevolucionarios volvieron a caer en otro mito, volvieron a caer en otra mentira.  Fueron incapaces de distinguir entre el poder de la explotación y de la injusticia, y el poder de la revolución.  Y llegaron a creer que podría ser tan fácil destruir una revolución, cuanto había sido posible destruir la explotación y la opresión. 
Y entonces costó tiempo, costó años llegar a establecer la otra verdad. Y es que así como es posible destruir un sistema de explotación y de injusticia, es absolutamente imposible por ningún medio, destruir una revolución (APLAUSOS). 
Y los imperialistas, la CIA, aprendió eso muy bien. Aprendió que contra una revolución de nada valen los trucos, las bandas de mercenarios; que contra una revolución la guerrilla no puede absolutamente nada.  Y es que la revolución se defiende con el pueblo, la revolución se defiende con los obreros y los campesinos armados. Por eso los imperialistas viven traumatizados, ¡fantasmas por todas partes!
¿Cómo es posible que ellos, con armas muy modernas y muchos recursos y muchos equipos, con la absoluta impunidad con que han podido llevar a cabo sus fechorías en el mundo no pueden promover un movimiento contrarrevolucionario?, y cómo, sin embargo, por todas partes surgen movimientos revolucionarios y ellos no pueden aplastarlos (APLAUSOS). 
Así surgió el movimiento revolucionario en Vietnam del Sur (APLAUSOS).  Para aplastarlo organizaron un inmenso, gigantesco; ejército mercenario, ejército títere, con armas modernas y equipos de todos tipos, para aplastar el movimiento revolucionario de los campesinos y obreros de Vietnam, aplastar las guerrillas.  Pero más crecía en número el ejército contrarrevolucionario y más crecía en fuerza y en poder la guerrilla.  Llegaron a tener un ejército de 400 000 hombres, y no fue suficiente; comenzaron a enviar tropas especiales, algunos cientos primero, algunos miles después, y no fue suficiente; comenzaron a enviar decenas de miles luego, y tampoco fue suficiente; comenzaron a enviar cientos de miles de soldados yankis, y tampoco ha sido suficiente; han llevado allí tropas mercenarias de media docena de naciones, y no ha sido suficiente; han empleado la aviación táctica, han empleado la aviación estratégica, contra el sur y contra el norte, y, sin embargo, ¿qué han logrado?  Pasan ya de dos años cuando comenzaron sus bombardeos masivos, ¿y qué han logrado? 
Y esa es una lección que los imperialistas, quieran que no, tendrán que aprender. 
Otras veces lo hemos dicho, y tendremos que decirlo muchas veces, que el pueblo de Vietnam le ha dado al mundo, a los revolucionarios, pero también a los imperialistas, una suprema lección, una lección que no podrán ignorar. 
Los imperialistas han visto que su poderío tiene límites; han visto que, no obstante sus recursos industriales y militares, han sido incapaces de aplastar el movimiento revolucionario de un país muchas veces más pequeño que Estados Unidos. Ni con los soldados mercenarios, ni con la complicidad de ejércitos mercenarios de varios países, ni con sus propias tropas, ni con sus propios medios navales y aéreos han podido aplastar la revolución; han causado, sí, mucho dolor, mucho sacrificio y mucha sangre, pero están lejos y cada vez más lejos de derrotar el movimiento revolucionario en Vietnam. 
La propia situación de los agresores imperialistas es cada vez peor; las consecuencias de política interna, las consecuencias morales, las consecuencias económicas, son cada vez más difíciles de ignorar.  La propia resistencia del pueblo norteamericano que, días atrás, llevó a cabo una de las más gigantescas manifestaciones multitudinarias que se hayan realizado jamás en Estados Unidos, precisamente contra la brutal y criminal guerra que llevan a cabo los imperialistas en Vietnam (APLAUSOS). 
Y en el propio seno del pueblo norteamericano está surgiendo un aliado más, por cierto muy estimable, en el seno del propio pueblo de Estados Unidos, y es realmente interesante desde el punto de vista histórico, desde el punto de vista del curso que siguen los acontecimientos en los tiempos contemporáneos, que allí —en pleno corazón de Nueva York— cientos de miles de ciudadanos se hayan agrupado bajo esa consigna; allí estaban en número considerable los representantes del movimiento de derechos contra la discriminación racial en Estados Unidos, exhibiendo carteles en los que se decía que aquella guerra que los imperialistas realizan contra el pueblo de Vietnam está inspirada en los mismos sentimientos en virtud de los cuales se oprime al negro en Estados Unidos (APLAUSOS). 
Es decir, los explotados, los discriminados de Estados Unidos, han comprendido que su propia causa tiene un aliado en aquellos que luchan y mueren, por su patria, en Vietnam. 
Y es realmente impresionante ver que cientos de miles de norteamericanos desfilaran por Nueva York y que, entre otros retratos, llevaran con ellos retratos de Ho Chi Minh (APLAUSOS).  Y algo aún más ilustrativo: que junto a los retratos como el de Ho Chi Minh y de algunos mártires de la causa por los derechos cívicos, los cables trajeran la noticia de que aparecían también retratos del Che Guevara (APLAUSOS PROLONGADOS). 
Esto nos está enseñando a los revolucionarios que en los explotados de Estados Unidos, en los discriminados por aquel sistema, entre los explotados, entre los pobres de Estados Unidos, entre los estudiantes de Estados Unidos, y aun entre los sectores progresistas, entre los intelectuales norteamericanos —que los hay muchos capaces de comprender en toda su magnitud la brutalidad de la política imperialista—, entre los sectores progresistas de Estados Unidos, y en el propio pueblo de Estados Unidos —cuya conciencia se irá despertando más y más— el movimiento revolucionario del mundo, y muy especialmente el movimiento revolucionario de América Latina, tendrá —más tarde o más temprano— un formidable aliado. 
Los intereses del imperialismo, los intereses de las reducidas minorías de monopolistas que gobiernan a Estados Unidos, pretenden hacerle creer al pueblo norteamericano que la revolución liberadora de los pueblos va contra sus intereses, pero el pueblo norteamericano comprenderá cada vez mejor y más claramente quiénes son los que realmente van contra sus intereses, quiénes son los que comprometen los intereses más vitales del pueblo norteamericano:  si los revolucionarios de los movimientos de liberación o los imperialistas que gastan casi 100 000 millones de pesos en las aventuras guerreristas, que gastan cada vez más, porque los presupuestos de guerra de Estados Unidos ya pasaban de     50 000 millones años atrás, y con la guerra de Vietnam y el escalamiento se han incrementado considerablemente en los últimos años. 
¿Quién paga esos gastos? ¿Quién paga esas aventuras? ¿De dónde sale?  Sale, sí, una parte del trabajo de los pueblos explotados por los monopolistas, pero sale también una gran parte del sudor de los trabajadores norteamericanos. 
Y no solo eso, los imperialistas no solo gastan el fruto del trabajo del pueblo norteamericano en aventuras guerreras, en crímenes brutales, no solo se apoderan de una gran parte de los frutos del trabajo del pueblo norteamericano para acrecentar sus capitales monopolistas, sino también en llevar a cabo guerras sangrientas defendiendo los intereses de esos monopolios.  Y no solo gastan el dinero del pueblo americano, sino que gastan también la sangre del pueblo norteamericano y amenazan con derramar cada día más y más sangre. 
Esa conciencia universal revolucionaria, antimperialista, crece fuera de Estados Unidos y dentro de Estados Unidos. 
Claro está que esa lección no la ha aprendido el pueblo norteamericano como consecuencia de discursos ni de panfletos. ¡No!  Esa lección ha costado cara, ha costado cara a los pueblos; esa lección ha costado mucha sangre del pueblo vietnamita; esa lección ha costado sangre dominicana; y esa lección, dolorosamente, costará todavía mucha sangre de esos pueblos y de otros pueblos.  
Es decir, que los pueblos del mundo han tenido que pagar su precio a la barbarie imperialista para que el propio pueblo de Estados Unidos vaya abriendo los ojos.  Y el pueblo norteamericano abrirá los ojos, y los abrirá cada vez más, en la medida que la lucha revolucionaria de los pueblos crezca, y en la medida en que los imperialistas se vean cada vez más impotentes y cada vez más golpeados por el movimiento revolucionario no solo en Vietnam, sino —como dice el Che— en dos, en tres, en cuatro, en cinco —y puntos suspensivos— Vietnam (APLAUSOS). 
La prensa imperialista ha querido tergiversar el sentido de algunas de las ideas contenidas en el formidable mensaje dirigido por el Che a los pueblos del mundo, haciendo creer que en ese mensaje se plantea la destrucción de Estados Unidos. Y nada más falso. De una manera muy clara expresa su idea de que la estrategia revolucionaria es la destrucción no de Estados Unidos, mucho menos del pueblo de Estados Unidos, sino la destrucción del dominio imperialista de Estados Unidos de Norteamérica. 
No confundir, señores imperialistas, al pueblo de Estados Unidos, a la nación norteamericana, que no está integrada solo por imperialistas, con los imperialistas.  Y lo que en el mensaje del comandante Ernesto Guevara se puede apreciar con toda claridad es el planteamiento de que la estrategia se dirige a la destrucción del dominio imperialista. 
Esto quiere decir que, destruido el dominio imperialista, el imperialismo como sistema desaparecerá; y, sobre todo, destruido el dominio imperialista en América Latina el imperialismo como sistema desaparecerá.  Esto quiere decir que la liberación de América Latina significará un paso decisivo en la liberación del mundo de su peor enemigo: el imperialismo norteamericano. 
Y es un hecho claro, evidente, que no solo crece la conciencia revolucionaria en América Latina, sino que con la conciencia se desarrollan los hechos, y con el desarrollo de los hechos se desarrolla la conciencia. Ya no son uno, ni dos, ni tres, ya son cuatro los movimientos guerrilleros que se desarrollan con creciente fuerza; ya son cuatro los movimientos guerrilleros donde se ve con claridad que las oligarquías son incapaces de aplastarlos: el movimiento guerrillero guatemalteco en Centroamérica (APLAUSOS), los movimientos guerrilleros de Colombia y de Venezuela (APLAUSOS), y el movimiento guerrillero de Bolivia (APLAUSOS), todos ellos se desarrollan, al principio más lentamente, cada vez más enérgicamente, más rápidamente. 
El movimiento revolucionario en este continente, los combatientes revolucionarios han ido adquiriendo experiencia, los pueblos han ido descubriendo su verdad. 
Los reveses que hicieron creer a los pusilánimes, que hicieron creer a los blandos de espíritu, que hicieron creer a los seudorrevolucionarios que la revolución era un fracaso, que la lucha armada carecía de sentido, tienen que ir cada vez más descubriendo la realidad.
Ningún golpe, ningún revés mató la fe, mató la tenacidad, mató la firmeza de los verdaderos revolucionarios, ni podrá lograrlo jamás, en ningún país.  En algunos casos tendrán un desarrollo más rápido, en otros tendrán un desarrollo más acelerado. 
Es notable ver, por ejemplo, cómo ya en Colombia se libran acciones importantes, cómo los revolucionarios atacan convoyes militares en importantes vías ferroviarias, toman pueblos, o sostienen en las montañas enconados combates que duran horas enteras, combates victoriosos donde las fuerzas represivas tienen numerosas bajas. Se puede apreciar la fuerza del movimiento guerrillero en Colombia indistintamente, en las distintas regiones del país. 
Con relación a Venezuela, recientemente el señor Leoni fue el hazmerreír de la conferencia de Punta del Este cuando dijo que las guerrillas en Venezuela eran prácticamente un invento de la prensa, y que tales guerrillas no existían. 
¿Cuántas veces han dicho ya que las habían aniquilado? Y es lo cierto que, a pesar de la férrea censura, se conoce que el movimiento guerrillero crece en Venezuela, y que ya hay constituidos algunos destacamentos fuertemente armados, que realmente inspiran miedo al régimen, que inspiran miedo a sus soldados.  Y por mucho que pretendan ocultarlo, no pueden negar que no solo en la zona de Falcón, sino hasta en el propio Estado de Lara, se han extendido hasta allí, victoriosamente, las columnas guerrilleras que dirige Douglas Bravo (APLAUSOS), y que en El Bachiller se mantienen firmes, pese a las ofensivas del Ejército venezolano, las fuerzas guerrilleras que dirige Américo Martín (APLAUSOS). 
Recientemente leíamos en los cables que el ejército había instalado artillería frente a las montañas de El Bachiller y había llevado a cabo un intenso bombardeo artillero contra las montañas. 
Aquí presentes se encuentran bastantes viejos guerrilleros, y no solo viejos guerrilleros, sino quienes también aprendieron el arte de la guerra persiguiendo bandas de contrarrevolucionarios.  Y todo el que haya tenido alguna experiencia guerrillera sabe que no puede concebirse nada más ridículo en el mundo que poner una batería de cañones a disparar contra las montañas.  Si es ridículo disparar desde los aviones, si ya pueden tirar a veces cientos y miles de bombas, y no le cae ni siquiera una bomba cerca a un guerrillero, ¿qué será, señores, frente a guerrillas móviles el empleo de la artillería? 
Y cuando uno lee semejantes noticias se pregunta: ¿A quién le estarán tomando el pelo? ¿Le estarán tomando el pelo a Leoni? ¿O los “boinas verdes” asesores le estarán tomando el pelo al ejército? ¿O se estarán tomando el pelo todos unos a otros? ¿O le estarán tomando el pelo al pueblo?  ¡Pero a quién demonios le van a hacer creer que esa ridiculez no es un acto de desesperación, una cosa absurda, una estupidez increíble! 
Eso es señal de impotencia, de incapacidad para aplastar el movimiento guerrillero. 
Y en Bolivia, según las noticias que se deducen por los cables, el movimiento guerrillero surge con fuerza y combatividad. Y según hemos podido leer, en pocas semanas les han ocasionado en combates fulminantes más de 40 bajas entre muertos, heridos y prisioneros, a las tropas represivas del régimen, a pesar de que están empleando contra los guerrilleros tropas especialmente entrenadas. 
Y es que esas tropas especialmente entrenadas sirven para reprimir al pueblo en las calles, para asesinar obreros a mansalva, para atacar a los mineros en las minas; pero cuando tienen que enfrentarse con los guerrilleros en las montañas son perfectamente inútiles, perfectamente incapaces, y están llamados —como los mercenarios en Vietnam— a morir como chinches (APLAUSOS). 
“Boinas verdes” en número creciente son empleados en Guatemala, en Colombia y en Venezuela, y últimamente —según noticias llegadas de Bolivia—, los imperialistas han enviado ya a ese país aproximadamente  1 000 “boinas verdes”. 
Viajeros de las líneas aéreas entre Panamá y Bolivia dan cuenta de viajes en que hasta 50 turistas yankis —unos turistas muy raros que llevan jefes, que los reciben en los distintos aeropuertos sus compinches— llegan y llenan los hoteles, y que en el Ministerio del Interior y Ministerio de Defensa y en los cuerpos represivos y en el Estado Mayor y en todas partes, con bastante poco disimulo, están presentes los miembros de las tropas especiales del Ejército de Estados Unidos. 
Claro está que los imperialistas tratan de ocultar la magnitud de su intervención en Bolivia.  Hablaron de aviones que llegaron con armas y de instructores que llegaron allí en virtud de acuerdos que existían antes de que surgiera el movimiento guerrillero; pero es lo cierto que en aviones han llevado las armas y por distintas vías han trasladado cerca de 1 000 miembros de las fuerzas especiales a Bolivia. 
Esto demuestra el pánico de los imperialistas, la desesperación de los imperialistas, el temor de los imperialistas y el callejón sin salida de los imperialistas.  Porque encima de los cientos de miles de soldados que ya tienen en Vietnam, de los miles de soldados que todavía ocupan el territorio dominicano, se ven ya obligados a movilizar más y más soldados a los distintos frentes guerrilleros de América Latina, en una intervención descarada, que es —como es lógico suponer— la forma en que comienzan esas aventuras imperialistas. 
Desde luego que no tendrán muchos expertos, porque los vietnamitas han liquidado a muchos de esos expertos “boinas verdes” (APLAUSOS). Y si los imperialistas envían cada vez más y más “boinas verdes” contra los movimientos guerrilleros, ¡peor para los “boinas verdes”!; no solo porque los revolucionarios van a dar cuenta de ellos, sino también porque esto acelerará e incrementará la solidaridad de los pueblos, ¡y por cada “boina verde” que los imperialistas envíen a reprimir al movimiento revolucionario, habrá en todos los pueblos del mundo muchos “boinas rojas” dispuestos a combatir junto a los revolucionarios! (APLAUSOS.) 
El alcance y el contenido de esta lucha, el alcance y el contenido internacionalista de esta lucha, los explica el Che con hermosas palabras en su mensaje; esta lucha de los revolucionarios de todos los pueblos contra los imperialistas yankis, que constituyen su enemigo. 
La conciencia crece. Las tesis revolucionarias ganan terreno, cada vez tienen más y más apoyo, cada vez tienen más y más adeptos; mientras que las tesis conformistas, reformistas, claudicantes y seudorrevolucionarias, están cada vez más y más aisladas, cada vez más y más débiles. 
Nosotros no tenemos la menor duda de que es una simple cuestión de tiempo, y que los vacilantes, los claudicantes y los seudorrevolucionarios serán barridos en esta lucha. A medida que la verdad de los pueblos se abra paso, no quedará nadie que le haga caso a ningún charlatán que le esté hablando al oído de doblar el cuello para que le pongan el yugo. Eso está claro. Los pueblos de este continente cada vez más y más van descubriendo su verdad. 
Para el movimiento revolucionario en todo el mundo, para los que se enfrentan al imperialismo en Asia, en Africa y en América Latina, el mensaje del Comandante Ernesto Guevara (APLAUSOS) ha constituido un acontecimiento trascendental. No vamos a hablar ya de nosotros los cubanos; nadie creyó aquí nunca en las intrigas, en las mentirillas, en las fábulas del imperialismo.  Aquí nos conocemos todos y las verdades las sabemos, porque las oímos o las adivinamos. 
En el mundo los imperialistas trataron de sembrar la confusión y la mentira.  Presentaron al Che en numerosos sitios, lo mataron docenas de veces.  Para los imperialistas, en primer término, este documento tiene que haber sido traumatizante; esta “resurrección” del Che, esta presencia del Che, tiene que haber sido para ellos profundamente desalentadora y preocupante.  Este Che sin barba y con barba, con barba que no se sabe si vieja o si nueva (APLAUSOS), y con esta boina que parece simbolizar algo así como una especie de “boina roja” (APLAUSOS), tiene que haber producido honda preocupación a los imperialistas yankis. 
Este Che en magníficas condiciones de salud, con inigualable entusiasmo y con más experiencia que nunca en materia de lucha armada guerrillera tiene que constituir una preocupación para los imperialistas, como constituyó un aliento para los revolucionarios. 
¿Dónde está el Che?, se preguntan los imperialistas. ¿Organizando movimientos de liberación, o combatiendo en alguno de los frentes de liberación? ¡Qué dieran los imperialistas por saber esto!   Pero aunque lo supieran, no harían más que satisfacer una simple curiosidad, porque si de verdad quieren preservar la salud de sus “boinas verdes” que procuren no encontrarse con el Che (APLAUSOS PROLONGADOS). 
Para los que trataron de sacar partido, para los intrigantes y los calumniadores, que se aprovecharon de la ausencia del Che para tratar de verter todo tipo de calumnias contra la Revolución, para esos tiene que haber resultado también una lección esta presencia del Che.  Y esos — ¿para qué perder el tiempo en ellos?—, esos ya tienen su castigo, y es el castigo de la historia, porque con los farsantes, con los intrigantes, con los calumniadores, la historia se encarga de ajustar cuentas. 
Por eso, aunque nos dolía la perversidad de los calumniadores, no nos inquietaba.  La historia se encargaría una vez más de aclarar las cosas. Y ese es el castigo de los intrigantes y los calumniadores, que les hicieron todo el juego posible a los imperialistas con motivo de esta nueva etapa, que comenzó hace dos años, del compañero Ernesto Guevara. 
Todo, naturalmente, no se sabe; pero una vez más dejémoslo a la historia.  Todos hemos recibido con una inmensa alegría este documento, y ninguno de nosotros tiene la menor duda de que el tiempo, los días, las semanas, los meses y los años, inevitablemente tendrán que traer nuevas  noticias del Che (APLAUSOS PROLONGADOS). 
Hoy llegó también a nuestro país una noticia procedente de Vietnam donde se nos comunicaba con relación a un cable que dice textualmente: 
“A continuación le transcribo texto de cable recibido de nuestra embajada en la República Democrática de Vietnam con relación a la delegación de la OCLAE que se encuentra en dicho país cumpliendo una invitación de la Federación de Estudiantes de la RDV, integrada por los compañeros Enrique Velasco, de Cuba; Danilo Fernández, dominicano; y José Varona, de Puerto Rico. 
“Delegación presidida por Presidente FEU Cuba, heridos graves los tres; el más grave el portorriqueño.  No tenemos más datos.  Parto para Than Hoa.  A mi regreso informaré.”
Después: “Referente a nuestro cable, portorriqueño grave; cubano ileso; dominicano sin peligro.  Consultar el MPI caso de morir portorriqueño si su entierro debe ser en Vietnam. No hay medios para enviarlo.  Comunique a la organización del dominicano estado del mismo. Dice Velasco comuniquen asunto al compañero Lázaro Mora de la UJC para que lo trasmita a la OCLAE.”
Afortunadamente, en el primer cable se hablaba de graves los tres, y posteriormente se pudo confirmar que el estado de uno de los tres miembros es ileso, otro no grave, y lamentablemente parece ser que el estado del representante de los estudiantes portorriqueños es grave. Esto demuestra la ferocidad y la criminalidad de los bombardeos yankis, y que no son fábulas, porque estos estudiantes estaban visitando aquel país, y aunque no se poseen más datos, con toda seguridad fue como resultado de alguno de los bárbaros ataques aéreos que llevan a cabo los imperialistas yankis contra Vietnam. 
Hay aquí otra noticia de interés, porque habla de que “un grupo de hombres armados, presumiblemente guerrillero, se apoderó ayer por varias horas de las instalaciones de un aserradero ubicado en la cercanía de la localidad de San Javier, departamento de El Beni, en el norte del país”, esto es en Bolivia. 
“El propietario del aserradero denunció el caso ante las autoridades militares; se sabe que los desconocidos abandonaron el lugar en horas de la tarde.  Una comisión del ejército y efectivos de la División de Investigación Criminal se han dirigido al lugar de los hechos por vía aérea con el propósito de investigar y establecer los móviles del asalto. 
“En caso de que fueran guerrilleros, se trataría de un segundo frente, teniendo en cuenta la distancia existente entre el punto en que actualmente se desarrolla el movimiento armado subversivo y el lugar del asalto al aserradero.”
Y por no dejar, un cable aquí trae también una noticia que en un día como el de hoy tiene que movernos a un poco de burla.  Dice así: 
“Miami, abril 19.- La utilización por el régimen cubano de inyecciones intramusculares de una fórmula secreta para enardecer a las fuerzas armadas en caso de combate (RISAS)  fue denunciada hoy a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA. 
“La denuncia de este procedimiento para enfurecer a las tropas y milicias en caso de combate, resistencia y operaciones suicidas, creándole un estado de furia homicida, la formuló el presidente de la Comisión de Derechos Humanos y presos políticos del Agrupamiento Cívico, doctor Miguel Angel Olba Benito.  En el documento presentado que califica este hecho de delito internacional, se pide á la Organización de Estados Americanos que formule una enérgica advertencia al gobierno comunista cubano, en el sentido de que los hechos denunciados constituyen crímenes internacionales de lesa humanidad, condenados por el Derecho Internacional Penal y las conveniencias, de las cuales Cuba es signataria.”
Hay cables que se entretienen en escribir estas cosas, organismos que se entretienen en atender estas cosas. Pero uno se pregunta: ¿Por qué?, ¿por qué precisamente hoy 19 de abril esto? Y esto tiene que ser por algo, y es porque deben estarse acordando de Playa Girón (APLAUSOS). Y ellos recuerdan lo que les pasó, fulminantemente, y se preguntarán: ¿Qué tiene esa gente, qué come esa gente, qué hace esa gente?  Y alrededor de esto a algún traumatizado se le ha ocurrido semejante ridiculez. 
Y no, señores.   Las inyecciones que aquí este pueblo tiene son inyecciones de moral, de conciencia y de dignidad revolucionarias (APLAUSOS). Son las mismas inyecciones que usan los vietnamitas (APLAUSOS), las mismas inyecciones que usaron los coreanos contra los yankis (APLAUSOS), las mismas inyecciones que usan los guerrilleros en América Latina (APLAUSOS). Y si por casualidad realmente existen inyecciones de otro tipo, les aconsejamos que las usen e inyecten a los mercenarios para que puedan hacer un papel un poco más decente, o se puedan morir un poco más rápido y un poco más a gusto (APLAUSOS). 
Ahora resulta que eso se llama inyecciones intramusculares, secretas (RISAS).   Cosas propias de los imbéciles, de los desesperados, de los fracasados. 
Claro está que esa dignidad y ese valor tradicionales de nuestro pueblo preocupa a los imperialistas. 
Girón fue para ellos una inolvidable lección.  Y no solo en Girón: en cada una de las circunstancias, nuestro pueblo ha sabido estar a la altura de la situación.  De Girón acá nuestra fuerza ha crecido; de Girón acá nuestros combatientes son mucho más numerosos, nuestras armas más eficaces, nuestra experiencia mayor; de Girón acá la capacidad defensiva y combatiente de nuestro pueblo ha crecido. 
Alguien preguntó sobre el sentido de una frase pronunciada el día 13 en la escalinata universitaria.  Me parece que era 3,6.  ¿Era 3,6?  Les pregunto porque no quiero ponerme a sacar la cuenta ahora otra vez.  Que se iban a encontrar 3, 6 Vietnam y un Stalingrado.  Y lo que queríamos decir es que el volumen de fuego y la capacidad de combate que se van a encontrar equivalía a más de tres veces el volumen de fuego de los combatientes revolucionarios de Vietnam del Sur. Hablo en cuestión de volumen de fuego, de armas y de número de combatientes; es decir que, a juzgar por lo que tienen allí, en Vietnam, para que tengan una idea de lo que se van a encontrar aquí.  Esto descontando, descontando además, un Stalingrado. 
Si nosotros nos comprendemos ya un poquito mejor con estos datos y ustedes consideran que son suficientes, son suficientes.  Los demás que se enteren si la circunstancia lo llega a exigir (APLAUSOS). 
Los imperialistas tienen que enfrentarse con Vietnam, más los varios Vietnam que se desarrollan en este continente, más los Vietnam que se van a encontrar aquí dentro si nos atacan (APLAUSOS). 
Desde luego, no pretendemos meterles miedo. Es ingenuo eso de estar asustando a los imperialistas; además, bastante asustados están ya (RISAS). Es infantil y es ingenuo que vayamos a asustarlos, ni siquiera advertirlos. Sabemos que los imperialistas son cretinos, imbéciles, estúpidos, suicidas (RISAS).  Se han cansado de cometer fechorías en todo el mundo, y las continuarán haciendo.  Lo importante es que nosotros sepamos que este continente está viviendo una etapa decisiva, que nosotros no perdamos de vista el odio que hacia nosotros sienten los imperialistas, la feroz hostilidad que sienten hacia esta Revolución, hacia este acontecimiento histórico, hacia este pueblo, a su postura, a su dignidad, a su línea política.  El profundo odio que sienten los imperialistas y los oligarcas hacia este pueblo.
Y en Punta del Este vean cómo se reunieron allí Johnson con Rostow y durante una hora y veinte minutos estuvieron discutiendo con el títere de Leoni que no ha ocultado sus trajines y sus maniobras para promover agresiones contra nuestra patria. 
Y esa es la posición de todos estos gobiernos serviles, lacayos, cobardes, incapaces de enfrentarse al movimiento revolucionario, que sueñan con agresiones contra Cuba, que coinciden con los imperialistas en el odio hacia nuestra patria. Y que por eso nosotros debemos estar conscientes de que sobre nuestra patria pesarán grandes peligros, años de peligros y de riesgos.  Eso no nos desalienta.  La Revolución hoy trabaja con más optimismo que nunca, con más confianza que nunca.  No es necesario hacer propaganda. 
Sabemos que todo lleva hoy un ritmo mucho más acelerado, un paso mucho más seguro.  Eso lo comienzan a comprender muchos en el mundo. 
Ya se habla de cifras. Pero no hay que apurarse: de cifras tendrán que hablar mucho más y mucho más pronto. No tardará mucho tiempo sin que los éxitos de nuestra patria lleguen a causar profunda impresión en el mundo. 
Nuestro pueblo trabaja hoy con más entusiasmo, con más conciencia, con más seriedad.  Batallas importantísimas se están ganando; vicios que parecían difíciles de derrotar se están derrotando.  Se incorpora cada vez más nuestra juventud y nuestro pueblo todo al trabajo creador.  Marcha bien la zafra, y pensamos cortar hasta la última caña. Y si importantes son ya los resultados este año, cuáles no serán el próximo año cuando esta vez se está aplicando a la caña aproximadamente medio millón de toneladas de fertilizantes y se está aplicando desde ahora, en condiciones que jamás se ha hecho en este país.  Se están fertilizando 40 millones de cepas de plátano, 4 millones de matas de cítricos.  Y eso no es nada: 4 millones quiere decir el total de cítricos en producción que hay en el país, pero lo interesante es que estamos sembrando —entre este y el próximo año— aproximadamente 70 millones de matas en este solo renglón; como se está haciendo con el café, como se está haciendo con una serie de renglones de la agricultura. 
Es decir, trabajamos con optimismo, trabajamos con entusiasmo, y nos hemos propuesto todos como una cuestión de honor llevar adelante esos planes. 
Queremos que nuestro trabajo se vuelva en riqueza y bienestar para nuestro pueblo y para otros pueblos. Queremos trabajar para nosotros y para ayudar a los demás.  Sin embargo, sabemos los peligros, pero tales peligros no nos desalientan, no restarán un átomo de nuestro entusiasmo.  Importante es nuestra patria, importante es nuestro pueblo, importante es nuestro porvenir, ¡pero más importante todavía es el pueblo de 230 millones de nuestros hermanos latinoamericanos!  (APLAUSOS.)  Importante es la América entera, importante es el porvenir de este continente, ¡y más importante todavía es el mundo!
Y si ya alguien en el siglo pasado, cuando las ideas marxistas no se habían hecho conciencia de cientos de millones de seres humanos dijo que “antes que la patria está la humanidad”, nosotros, revolucionarios internacionalistas, también diremos siempre: amamos nuestra patria, amamos el bienestar de nuestro pueblo, amamos las riquezas que creamos con nuestras manos, ¡pero antes que la patria está la humanidad!  (APLAUSOS.) 
¡Vivan eternamente los héroes que cayeron en Girón luchando por la patria y luchando por la humanidad!  (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:   “¡Vivan!”) 
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
FIDEL CASTRO RUZ

Fuente: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

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