enero 16, 2014

Discurso del R. P. Zambrana, que incitado por el Presidente de la Junta, pronunció al inaugurarse la Academia de Matemáticas, el 12 de Setiembre de 1810.

EPOCA PRIMERA
La Revolución de Mayo y la Independencia
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Discurso del R. P. Zambrana, que incitado por el Presidente de la Junta, pronunció al inaugurarse la Academia de Matemáticas, el 12 de Setiembre de 1810.

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Excmo. Señor:
La insinuación de V. E. es un precepto que me obliga a manifestar en el acto mi ignorancia; pero hará resaltar también mi obediencia y patriotismo.
La augusta inauguración que acaba de autorizar V. E. nos proporcionará en los caballeros jóvenes que van a cursar la Academia, hombres útiles a la Patria; y en los valerosos defensores de Buenos Aires, que formen la oficialidad de nuestras tropas, unos héroes verdaderos.
Un buen oficial, Sr. Excmo., es digno del aprecio del universo. Es el alma de la tropa. Para serlo debe de estar adornado de tres dotes esenciales: probidad, valor y sabiduría. Sin la primera no merece ser ni hombre, el segundo solo le hará temerario, y los tres enlazados lo colocarán en el templo de la inmortalidad.
Yo espero que nuestra oficialidad, tan ejemplar como valerosa, aprovechará la ocasión que le franquea V. E. de adquirir los conocimientos que supone el ángulo militar. Si no lo poseen todos, es porque el despotismo ha tenido por sistema conservarlos en la ignorancia, para gobernarlos (permítaseme decirlo) como bestias. Ya desapareció ese monstruo; y harán ver los Patricios de Buenos Aires que son para todo, si se les proporcionan medios de instruirse. No, no se dirá de la oficialidad de este continente, lo que la justa crítica del Duende de los Ejércitos, echa en cara a la actual de la Península. No serán sus conferencias sobre el juego o galanteo; y el estímulo con que se excitarán mutuamente, los hará progresar hasta la admiración en breve tiempo.
Me parece que V. E. ha hallado la piedra de toque para conocer en cada uno de nuestros oficiales los quilates de patriotismo; y puede, puede que la desidia, o aversión conque alguno mire este establecimiento, haga ver que era un poco de escoria sahumada. El aprecio que hagan del estudio, manifestará el que hacen de la noble profesión de la milicia; el que desprecie aquel, no está de esta muy contento, y debe abandonarla. No me persuado llegará este caso; antes bien creo que los sudores del sabio profesor que va a dirigir esta Academia, el celo del Sr. Vocal que la protege, y la autoridad de V. E., que premiará a los aprovechados, y castigará sin excepción a los desidiosos, harán que sea Buenos Aires la admiración de ambos mundos por su ciencia militar, como lo es ya por su valor y patriotismo. 
He dicho.

Fuente: Neptalí Carranza, Oratoria Argentina, T° I, pág. 26 y sigte., Sesé y Larrañaga, Editores – 1905. Ortografía modernizada.

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