DISCURSO AL TOMAR POSESIÓN DE LA PRESIDENCIA DE MEXICO
Francisco I. Madero
[5 de Noviembre de 1911]
C. Lic. Francisco L. de la Barra:
Profunda satisfacción me causa el hecho de que me transmitáis el poder felicitándome tan sinceramente por la muestra de confianza que me han conferido mis conciudadanos al llevarme con su voto a que ocupe la Primera Magistratura de la República hasta el 30 de noviembre de 1915.
Esta satisfacción proviene de la convicción que tengo de que en el corto período que habéis estado al frente de los destinos de la patria, habéis sabido inspirar vuestra conducta en los principios salvadores de la revolución: Sufragio efectivo y la No Reelección, siendo la presente ceremonia testimonio irrecusable de la aplicación del segundo principio, lo cual mucho os honra; y estando en la conciencia nacional la convicción de que en todos los casos, desde que estáis al frente del poder, el pueblo ha ejercido el sagrado derecho de designar a sus gobernantes en los comicios electorales, debemos considerar como implantado de un modo definitivo el principio de la efectividad del sufragio que tanto dignifica y enaltece a los pueblos que lo practican.
Como vos, considero que mi gobierno principia bajo augurios felices, pues el pueblo mexicano ha dado pruebas de su gran capacidad para ejercitar sus derechos políticos y gobernarse por sí mismo y la casi unanimidad de votos con que me ha honrado para el alto puesto de Presidente de la República, me hace concebir la halagüeña esperanza de que para llevar a cabo la ardua tarea que me ha sido confiada, contaré con las energías de todos los buenos mexicanos, lo cual permitirá que muy pronto entre la República a su vida normal, haciendo olvidar los efectos de la conmoción por que ha pasado y permitiéndole entrar de un modo franco y decidido por la vía del progreso dentro de la paz, la libertad y la ley.
Esto hará que los lazos de amistad y estimación recíproca que unen a la República con las demás naciones civilizadas, sean cada vez más estrechos y fructíferos.
A vos os ha cabido la honra de ser el primer presidente en nuestra República que entregue el poder a su sucesor en las condiciones soñadas por nuestros constituyentes. Os aseguro que vuestro ejemplo no será estéril, pues tengo la firme resolución de hacer lo mismo al finalizar el período a que he sido llamado para regir los destinos de la República, lo cual me permitirá gobernarla sin ninguna clase de compromisos y atento únicamente a vigilar porque la voluntad del pueblo sea respetada y procurar, por cuantos medios me sean posibles, la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra patria, de nuestra amadísima patria, como muy bien decís, y para cuya gloria y prestigio habéis contribuido cumpliendo tan dignamente con vuestro cometido.
FRANCISCO I. MADERO
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