CARTA PASTORAL PARA LA PASCUA DE 2003
LAS PRÓXIMAS ELECCIONES
Mons. Joaquín Piña, obispo de Puerto Iguazú
[20 de Abril de 2003]
Entre tantas malas noticias, está bien que, al menos, demos alguna buena. Y hoy la tenemos, y muy buena. Y es que ¡Cristo resucitó! No es un muerto, un fracasado. ¡Él vive! Y si Él vive, –dice San Pablo–, quiere decir que nosotros, si morimos –sufrimos con Él- tenemos que resucitar para una vida mejor. La definitiva. La que está más allá de la muerte. Y esta vida, –dice el Evangelio–, nadie nos la podrá quitar.
Lo que en la Biblia se dice del pueblo de Dios, se puede decir, o aplicar, a cada uno de nosotros. Y viceversa: Lo que creemos acerca de nuestra propia vida como cristianos; se puede aplicar a lo que ha de ser nuestro futuro como Nación. Por esto, yo sigo creyendo que la República Argentina tiene que resucitar.
Claro que, en este mundo, las cosas no son tan simples. Ni se hace todo de una vez. Por esto que me parecen oportunas las palabras de la última declaración de los Obispos de la Comisión Permanente, sobre las próximas elecciones. Para que no perdamos la esperanza; y para que no nos dejemos llevar por unas exageradas expectativas, que se nos podrían convertir luego en frustraciones. La declaración, o documento, dice así:
“Por débil que sea nuestra democracia; por inútiles que a algunos puedan parecerles estas elecciones, conviene que las mismas se lleven a cabo lo mejor posible. Aunque no se puede depositar en ellas una confianza excesiva, pero pueden ser un instrumento para seguir cultivando la esperanza de que somos capaces de construir una Argentina, más allá de la magia y el desánimo.”
“Los candidatos deben fundar sus aspiraciones en la probidad moral, demostrada a lo largo de sus vidas. En el valor de sus proyectos. En el compromiso por el bien común, y no en suscitar engañosas emociones”.
“Quienes acudimos a las urnas el 27 de abril, hemos de comprometernos a ser ciudadanos responsables de cumplir los propios deberes, antes de reclamar nuestros derechos. Respetuosos del vecino. Capaces de realizar bien el propio trabajo. Ser contribuyentes honestos, (pagar los impuestos), pero, al mismo tiempo, ser exigentes para que los mismos se administren bien. Que no nos dobleguemos ante las dádivas partidarias. Que seamos incrédulos ante las promesas vacías de los políticos. Críticos de nosotros mismos y de las autoridades que elijamos”.
“Debemos ser ciudadanos que nos rebelemos ante la mentalidad mágica, que ha paralizado por decenios al pueblo argentino, y nos resistamos a caer bajo la tentación del desánimo”.
Todo esto me parece muy realista y muy oportuno. No soñar que todo se va a arreglar de repente, por arte de magia. –o de algún mago–, ni caer en el desánimo, diciendo que nada se puede hacer.
Algo se puede hacer, aunque no sea más que dar pasos hacia una democracia más real. Más representativa.
No caigamos en el error de volver a elegir a los que le hicieron tanto mal al país, y ahora estamos pagando las consecuencias. O a los parientes de los parientes de los Señores del Imperio, que nos quiere dominar, (como se ha visto una vez más en la guerra de Irak). No dejemos que nos dominen una vez más.
Yo creo y espero que el domingo que viene, si todos votamos a conciencia, se pueden dar algunos pasos hacia delante. No se inhiban, porque, entre todos tenemos que construir esta nueva Argentina. Esta Nación que todos deseamos. Porque algún día tenemos que resucitar.
Y no se olviden de rezar. De pedir la Paz. Porque, como dicen también los Obispos, a partir de nuestra paz interior es que construiremos la paz social. Así que, ¡Felices Pascuas para todos!
Les bendice su padre obispo
Mons. Joaquín Piña y Batllevell
Domingo de Pascua, 20 de abril de 2003
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