junio 08, 2012

Contestación del Presidente, H. Yrigoyen, a un oficio de informes sobre el atentado sufrido (1929)

CONTESTACIÓN A UN OFICIO DE INFORME SOBRE EL ATENTADO SUFRIDO
Hipólito Yrigoyen
[26 de Diciembre de 1929]

Buenos Aires, diciembre 26 de 1929.
Al Señor Juez de Instrucción en lo Criminal de la Capital Federal:
Dr. Manuel Rodríguez Ocampo
S /D
En contestación al oficio de V. S., en que se sirve solicitar un informe acerca del atentado ocurrido, cúmpleme manifestar a V. S., lo siguiente:
El día 24, a las 11 y 30 minutos aproximadamente, partí de mi domicilio en dirección a la Casa de Gobierno, acompañado por el doctor Osvaldo Meabe.
En circunstancias en que viajábamos por la calle Brasil con rumbo al Este y pocos metros después de transponer la calle Bernardo de Irigoyen, percibí un estampido cuya naturaleza no definí claramente, inquiriéndoselo entonces al doctor Meabe, quien, mirando rápidamente hacia la derecha, me contestó de inmediato: «Son tiros, señor», a la vez que instó al chauffeur para que apresurara la marcha.
Apercibido así de la situación, ordené al chauffeur que se detuviese, en cuya circunstancia el agresor, que había hecho el primer disparo desde la vereda, tuvo tiempo de alcanzar el coche y ya sobre la portezuela, a mi derecha me hizo tres nuevos disparos consecutivos; uno de los cuales perforó el cristal y los otros dos dieron en la caja del coche, al lado de mi asiento.
Detenido ya el automóvil, pude bajar, comprobando que el agresor estaba detenido, tendido en el suelo y el empleado que va siempre conmigo, Alfredo Pizzia, lo estaba también, así como el agente de investigaciones Carlos Sicilia, de servicio en la calle.
Resolví entonces la traslación de los heridos a la Comisaría, concurriendo yo mismo a ella, donde me enteré que el agresor había muerto; dispuse la comunicación del suceso al Juez de turno, remisión al Hospital de los heridos y después llegué a mi domicilio, para tranquilizar a mi familia, continuando en seguida el viaje a la Casa de Gobierno.
Debo agregar que en días anteriores había notado en las inmediaciones de mi casa al agresor, a quien supuse una de las tantas personas que diariamente salen a mi paso para saludarme, dado el convencimiento infinito que tengo de razón y de conciencia, de no, haber hecho jamás mal a nadie en sentido alguno, y sí todo el bien que estuvo a mi alcance, a cuantos llegaron hasta mi, fuera quienes fuesen.
H. YRIGOYEN

Fuente: “Ley 12839. Documentos de Hipólito Yrigoyen. Apostolado Cívico – Obra de Gobierno – Defensa ante la Corte”, Talleres Gráficos de la Dirección General de Institutos Penales, Bs. As 1949.-

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