DISCURSO EN LA ORGANIZACIÓN
INTERNACIONAL DEL TRABAJO (OIT), EN GINEBRA
Cristina Fernández
de Kirchner
[13 de Junio 2007]
Muchas gracias.
Quiero en primer término agradecer la
invitación que me hiciera la Organización
Internacional del Trabajo, para esta tarde junto a ustedes en
esta 96º Conferencia Internacional compartir experiencias; quiero agradecérselo
al embajador compatriota latinoamericano Juan Somavía y también aprovechar esta
oportunidad para brindar un homenaje y un reconocimiento a esta Organización,
que tuvo una increíble solidaridad y compromiso con trabajadores y dirigentes
sindicales perseguidos en mi país durante la última dictadura y su compromiso
por los derechos humanos.
Me gustaría hoy aquí con ustedes compartir experiencias e historias acerca de diálogo social y triparticionismo. En mi país,la República
Argentina , el diálogo social tiene una larga tradición; se
incorporó prácticamente en forma simultánea a la figura en el orden
internacional allá por 1919,
a partir de una trágica experiencia y una lucha muy
fuerte, una huelga quasi revolucionaria que se produce a principios del siglo
XX en la República
Argentina y que finalmente termina con la incorporación del
diálogo social como la metodología de negociación entre capital y trabajo,
cooperación entre capital y trabajo para un mejor desarrollo.
Me gustaría hoy aquí con ustedes compartir experiencias e historias acerca de diálogo social y triparticionismo. En mi país,
En esta breve historia en términos de la
humanidad, siempre son breves cuando no se tienen más que 400 o 500 años, y más
aquí en Europa, el diálogo social y tripartito adquiere durante la década de
los años ´40 y ´50, a la par precisamente del surgimiento de la
industrialización en la
República Argentina y también, por qué no decirlo, de la
fuerza política en la cual yo he militado toda mi vida, surge con mucha fuerza
y normatización fundamentalmente, el diálogo social tripartito.
Pero en la experiencia argentina no podemos
dejar de observar que diálogo social y triparticionismo tienen una fuerte
vinculación con democracia y modelos económicos que ha seguido nuestro país.
En definitiva, podemos observar muy
claramente que los períodos de interrupción democrática, como también los
períodos donde se adoptan políticas donde la especulación y no el trabajo,
donde la transferencia de recursos y no la producción, son los ejes del modelo
de acumulación, comienza a tener una muy baja intensidad el diálogo social.
Y creo que el momento más culminante de esto
se produce precisamente a partir de la década de los ´90. Se puede observar muy
claramente en cuanto a modelo económico que comienza un período de diálogo
social de baja intensidad y el fenómeno que es característica, y recién Guy
mencionaba, de la globalización, que es la precarización y la flexibilización
laboral. Por lo menos en América Latina, por lo menos en mi país el Fondo
Monetario Internacional planteaba que la manera de generar riqueza y ocupación
era precarizar y flexibilizar a los trabajadores, que de esta manera los
empresarios iban a invertir más, porque colocaban menos dinero en la cuestión
salarial, que se iba a aplicar la teoría del derrame, que entonces el mercado
con la prescindencia total del Estado, que no debía bajo ningún punto de vista
intervenir sino dejar el mercado libremente, iba a permitir que las cosas casi
surgieran mágicamente.
Bueno, al cabo de 10 años de ser conejito de
Indias del Fondo Monetario Internacional -yo quiero recordarles a ustedes que
un presidente en mi país fue presentado en una Asamblea del Fondo Monetario
Internacional como el gran ejemplo a seguir en el mundo- el país en el 2001
explota literalmente. No tengo que contarles las imágenes porque muchos de
ustedes podían ver en los noticieros a miles de ahorristas golpeando las
puertas de los bancos, los bancos con chapas para que no pudieran ingresar los
ahorristas cuyos dineros habían sido confiscados por el Estado; llegamos a más
de 20 por ciento, casi el 27 por ciento de desocupación.
No solamente eso, hubo tal ruptura
institucional que se intentó mediante una figura delictiva –esto es importante
porque fui testigo de esto, fui diputada en ese momento- se intentó una norma
de reforma laboral que precisamente quien me presentara oportunamente con mis
antecedentes dijo que yo había participado activamente de esa reforma laboral;
sí, participé activamente en denunciar que habían sido sobornados legisladores
de mi propio partido por el entonces gobierno para obtener una norma que
flexibilizara a los trabajadores.
Finalmente esto culminó en la caída y el
descrédito institucional de aquel gobierno que había asumido con el 52 por
ciento de los votos. No era desde una postura dogmática nuestra posición frente
a la flexibilización y precarización laboral, era simplemente la observación
del resultado concreto.
Toda vez que en la historia de mi país se
pudo articular producción y capital y trabajo en un modelo de acumulación que
fuera de producción y no de especulación, hubo diálogo social, hubo
tripartismo, pero hubo esencialmente calidad social y fiscal en el crecimiento
económico, porque esta es otra cosa a la cual me quiero referir.
El crecimiento económico durante la década
de los años ´90, a la luz de lo que pregonaba el Fondo Monetario Internacional,
fue del orden del 7 por ciento. Si uno mira únicamente las cifras del
crecimiento de la actividad económica podríamos concluir en que era un gobierno
exitoso, pero paralelamente a como crecía la economía caían miles y miles de
trabajadores del aparato productivo, porque en una política de especulación, en
una economía de servicios y claramente no de generación de riqueza -que es la
clave de todo proceso económico, generar riqueza- no se producía riqueza, se
transfería riqueza ya construida a otro sector. En definitiva, esto se
visualizaba muy claramente porque el crecimiento económico traía aparejada la
destrucción de los puestos de trabajo, destrucción laboral, con lo cual no es
neutro el tipo de crecimiento económico que tiene una sociedad para garantizar
su crecimiento.
Yo quiero detenerme aquí en algo que dijo
Juan José Cuevas que señaló la tentación que muchas veces tienen los políticos
-soy parte de ellos- a elegir interlocutores que no sean sólidos y que de esta
manera no se pueda articular el diálogo social y que ellos pudieron hacerlo
durante 30 años en una España democrática.
Y yo no puedo menos que coincidir con él,
primero en la base de la democracia como pilar insustituible para cualquier
tipo de diálogo social, pero hubo una clase empresarial, en este caso la
española, que se decidió por un modelo de acumulación, producción y generación
de puestos de trabajo, diferente a lo que había sucedido allá en mi país donde
quienes tenían el capital creyeron que era mejor especular que producir y
trabajar, porque esta es la gran tentación también; no solamente los políticos
tenemos tentaciones, los empresarios también tienen tentaciones y las tentaciones
muchas veces de los empresarios, son ganar el triple o el cuádruple en
economías de casino en 1 o 2 años, total el riesgo no importa.
Me parece entonces que la cuestión del
diálogo social y tripartito no es solamente el crecimiento económico sino qué
tipo de crecimiento económico hemos adoptado para nuestra sociedad, si
realmente creemos que una sociedad puede subsistir únicamente con especulación.
Yo sé que algún empresario presente podrá decir, bueno, pero si me da más la
economía ruleta, la economía casino, por qué elegir una economía de producción
que siempre supone riesgos, el invertir, el producir, el trabajar. Por una
razón muy sencilla y que todas las experiencias del mundo lo demuestran, la
sustentabilidad de un crecimiento basado en producción y trabajo es muy
diferente a la sustentabilidad o insustentabilidad de las economías burbujas
que solamente en la especulación financiera basan su crecimiento.
Me parece que la segunda cuestión elemental
para garantizar diálogo social y tripartismo es democracia, como dije al
principio, pero al mismo la adopción por parte de las burguesías nacionales de
un modelo de acumulación donde articulen producción y trabajo, capital y
trabajo en un modelo de creación y generación de puestos de trabajo. Porque además
si bien en un mundo globalizado todos son potenciales consumidores, la
necesidad de un mercado interno, desarrollado, trabajadores con buenos salarios
y que tengan siempre la opción del progreso, es lo que ha caracterizado la
sustentabilidad de los modelos de desarrollo en los grandes países
industrializados.
Claro, esto podría ser un ejercicio teórico,
pero no, es un ejercicio práctico, por eso vengo aquí a contar la experiencia
argentina. El 25 de mayo del 2003, cuando el presidente Kirchner asume el Gobierno,
como les decía en la primera parte de mi intervención, había aproximadamente un
27 por ciento de desocupación, de cada 100 empleos que se creaban en la década
de los ’90 solamente 10 estaban registrados. En 10 años aproximadamente, o un
poco más, solamente unas 2.100 convenciones colectivas. ¿Cuáles son los
números? Ni que hablar de pobreza e indigencia, en fin, no quiero aburrirlos
con un paisaje de tragedia, pero lo cierto es que seguramente muchos de ustedes
conocen lo que es la recuperación argentina.
A 4 años de Gobierno hemos reducido la
desocupación en el último trimestre en forma permanente al 8,7 por ciento; la
pobreza también ha tenido una baja sustancial, de más del 60 por ciento de
pobres hoy estamos en el 26,3. Es cierto que todavía son cifras que duelen pero
lo cierto es que el crecimiento ha llegado a muchos. Estamos llegando al núcleo
duro de la pobreza, donde muchas veces se requieren políticas absolutamente
conversadas y diversas porque el sólo crecimiento de la actividad económica no
llega.
Hoy en mi país el INDEC va a anunciar que
una vez más en estos 4 años ha bajado el registro de empleos en negro, del 48
por ciento de empleo en negro con que comenzó la gestión de Kirchner hoy se va
a anunciar que el 41,6 por ciento es empleo en negro y de cada 100 nuevos
empleos de los 3.000.400 empleos que hemos creado solamente 10 son en negro y
90 en blanco. La inversa copernicana se ha cumplido en materia de situación de
empleo decente.
Podemos hablar también del salario mínimo de
los trabajadores que en estos 4 años tuvo una suba del 300 por ciento. En
materia de seguridad social, más de 10 aumentos a las pensiones mínimas que
constituye un 180 por ciento de aumento y un aumento general del 13 por ciento.
Aumentos que hacía más de 13 años que no se registraban en la economía
argentina. No es producto de magia, no los quiero aburrir con los números. Y
también un proceso de desendeudamiento muy importante en la renegociación de
nuestra deuda externa y el desprendimiento definitivo del Fondo Monetario
Internacional, con reservas en el orden de los 41.000 millones de dólares a
pesar de los casi 10.000 millones de dólares hace sólo 4 años.
Esto significa que el resultado de adoptar
un modelo de acumulación que articula capital y trabajo y que le da al trabajo
la centralidad que hemos experimentado en otras épocas en cuanto a organización
social, articulación social y desarrollo, ha sido la clave de esta recuperación
que aún hoy asombra a todo el mundo.
Había sido muy profunda la crisis, fue muy
profunda la caída que sentimos, la sensación del abismo claramente. Era muy
difícil en aquellos días legislar en la República Argentina ,
había que hacerlo en un Parlamento totalmente cercado de policías. Era mala
palabra ser político o empresario, muchos hombres de negocios o banqueros que
eran reconocidos en la calle eran agredidos.
Por eso como lo dije ayer en la reunión a
que fui invitada, en la que estaban los empleadores de los distintos países,
dije que no quería empresarios buenos, que quería empresarios inteligentes,
porque hay que tener mucha claridad para partir del desarrollo sustentable, que
también la ganancia y el beneficio sustentable en el tiempo tiene que
reconocerse en un modelo de acumulación, donde el trabajo y la producción sea
lo más importante. No es el ejercicio discursivo de alguien que hoy comparte
este momento con ustedes, simplemente la comprobación de la experiencia
histórica de España, que es un ejemplo de ello, con democracia y con una
burguesía decidida a transformar el país y hacerlo en base al trabajo, el
esfuerzo y en tornarse también competitivos en el mundo, tornando competitiva a
una sociedad con niveles de consumo y de desarrollo – cualquiera que visite
España lo puede advertir- francamente asombrosos.
Por eso y como reflexión final: democracia,
políticos con responsabilidades sociales, comprometidos con el diálogo social y
el tripartismo y empresarios comprometidos con el trabajo y la producción, me
parece que son los tres elementos básicos para tener dialogo social y tripartido.
Muchísimas gracias.
CRISTINA FERNANDEZ
DE KIRCHNER
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