DISCURSO EN LA 33°
CUMBRE DEL MERCOSUR EN PARAGUAY
Néstor Kirchner
[29 de Junio de
2007]
Querido presidente; representantes de
distintos entes: realmente queremos agradecer la hospitalidad del hermano
Gobierno de Paraguay y por supuesto del pueblo paraguayo, que nos recibe
nuevamente con profunda calidez y esto no hace más que profundizar los hondos
lazos que tenemos entre Paraguay y Argentina, entre todos los pueblos del
MERCOSUR y entre todas las naciones del MERCOSUR.
Es preciso decir que necesitamos aprovechar este encuentro para pensar a fondo esta empresa colectiva de nuestros pueblos que es el MERCOSUR. Creemos que debemos hacerlo con realismo y con espíritu constructivo. Este realismo y aquel espíritu de construcción nos obligan a ir reconociendo las dificultades y los retrasos, sin ceder a las miradas apocalípticas que periódicamente se alzan en cada uno de nuestros países anunciando el fin del MERCOSUR.
Es preciso decir que necesitamos aprovechar este encuentro para pensar a fondo esta empresa colectiva de nuestros pueblos que es el MERCOSUR. Creemos que debemos hacerlo con realismo y con espíritu constructivo. Este realismo y aquel espíritu de construcción nos obligan a ir reconociendo las dificultades y los retrasos, sin ceder a las miradas apocalípticas que periódicamente se alzan en cada uno de nuestros países anunciando el fin del MERCOSUR.
Todos los gobiernos de nuestra región han
situado la cuestión de la integración como un punto central de sus respectivas
agendas, esto es muy bueno y auspicioso. Sin embargo, los ritmos y la
profundidad de los avances no responden siempre con contundencia a ese
enunciado. Esta claro que estamos construyendo un dispositivo político
ambicioso y trascendente, llamado a transformar definitivamente nuestra cultura
y nuestro horizonte como países soberanos, pero ese trascendental hecho se
pierde en el vértigo informativo diario. Creo que esa contradicción no está
señalando con claridad nuestro déficit que es a la vez nuestro desafío: la
integración regional. La construcción del MERCOSUR no es vista todavía por
nuestros pueblos como un acontecimiento que influya positivamente en sus vidas
cotidianas y que influya de manera central sobre su futuro.
Por eso, estamos convencidos que la etapa
que protagonizamos es decisiva para el futuro del bloque y está signada por un
objetivo central: entrelazar más la agenda de cada una de nuestras sociedades
con la agenda de la región en su conjunto. Con matices y diferencias, nuestras
sociedades enfrentan problemas y tareas similares: el empleo, la inclusión, la
producción, el cuidado del ambiente, la competitividad internacional, el
desarrollo tecnológico, la inserción económica en el mundo, son entre otras,
cuestiones centrales en cada una de nuestras agendas nacionales. Son las
agendas nacionales las que rigen y deben regir nuestra vida política, no puede
ser de otra manera porque las naciones son la cede de la soberanía popular, el
ámbito en el que se desarrolla nuestra ciudadanía.
Lo que cada vez está más claro por nuestra
experiencia y por la de todos los países del mundo es que los problemas de esta
agenda son más dificultosamente superables si nos cerramos en la escala
exclusiva de nuestros países. Definir un proyecto de inserción en el mundo
sobre la base del fortalecimiento del proceso de integración regional, se
convierte en un problema crucial para nuestro futuro como naciones
independientes. Necesitamos asumir con franqueza la naturaleza de los
problemas, necesitamos imprimirle al MERCOSUR el dinamismo y la potencia que permita
superar una discusión que hay en cada uno de nuestros países y que se reaviva
ante cada conflicto, entre ellos, ante cada dificultad.
Entender puertas adentro de cada país, que
hace falta el MERCOSUR, que hace falta la integración Sudamericana. Entender y
hacer comprender que es mejor para nuestra economía y para nuestra vida social.
Entender que sin MERCOSUR será más difícil, de eso se trata. Asumir entre
nosotros la existencia de que esta discusión tiene una enorme importancia,
porque nos ayudará a enfrentar los problemas que están en la raíz de nuestras
dificultades. Abordemos por ejemplo el tema de las asimetrías que existen entre
nuestros países, tengamos en cuenta el hecho de la gran diferencia de volumen y
potencia de nuestras economías. Esto genera una enorme presión interior en el
MERCOSUR.
Esas asimetrías no son las que existen en
otras regiones, en las economías más desarrolladas han alcanzado un grado de
sustentabilidad e integración en sus propias sociedades que les permiten
encabezar exitosamente el proceso de integración. Sucede que los países más
grandes del MERCOSUR, son también países con enormes desigualdades, con
indicadores sociales muy graves en su interior. No estamos diciendo que no se
puede actuar más y mejor contra las asimetrías, tenemos los fondos de
convergencia estructural, todavía hay que definir mejor los proyectos en los
cuales se puede invertir esos fondos y tenemos que aspirar a incrementarlos.
Pero está claro que por ese solo camino no
vamos a resolver el problema. Somos concientes que se trata de una
redistribución de recursos existentes de muy modesto alcance. Sabemos también
que aún esa modesta contribución es un esfuerzo considerable de nuestras
sociedades. Por eso estamos convencidos que la hoja central para nuestro futuro
es la del desarrollo productivo, la de la ampliación de los mercados a escala
regional para las empresas locales. Creemos que la verdadera lucha contra las
asimetrías entre los socios gira alrededor del mismo eje que condiciona todo el
proceso de fortalecimiento e integración.
Hablamos de la concepción de un gran mercado
interno ampliado, de un programa de especialización y complementación
productiva que comprometa a nuestras universidades y centros de investigación,
a nuestras empresas locales a instancias regionales de planificación y
ejecución. Tenemos que elaborar un programa de avances en lo que hace a
armonizar la utilización de incentivos, sin que esa coordinación perjudique las
condiciones de competencia en la región. Avanzar en la coordinación
macroeconómica es una necesidad y en avanzar en la armonización tributaria, no
tengo duda que, contribuirá a una mayor integración. Disponer la revisión del
arancel externo común en aquellos sectores en los cuales el arancel actual no
resulta adecuado a las estructuras productivas de nuestros países, creemos que
está en el buen camino. Avanzar en la armonización de reglamentos sanitarios y
técnicos, en la generalización del reconocimiento mutuo entre las entidades
gubernamentales de los miembros, ayudará a nuestro objetivo.
Sobre todo la clave está en avanzar en la
integración productiva regional, en la creación de empresas del MERCOSUR, en el
desarrollo de cadenas de valor de alcance regional, en la articulación de
esfuerzos para optimizar nuestra capacidad de colocación de productos fuera de
nuestra región.
Con todas sus dificultades el MERCOSUR sigue
siendo nuestra gran fortaleza para negociar las condiciones del intercambio
comercial en el mundo, y es el gran recurso para potenciar la presencia de
nuestros países en las diferentes arenas de negociación mundial. MERCOSUR tiene
que potenciar la fuerza que tendría cualquier de nuestros países en forma
aislada en las discusiones de la
Ronda de Doha – MERCOSUR, tiene que potenciar nuestra fuerza
individual para discutir el problema de las restricciones a la colocación de
nuestros productos agropecuarios en los mercados de los países centrales.
Nuestro bloque no puede conformarse sólo con
un rol defensivo. MERCOSUR debe servirnos para configurar un amplio programa de
negociaciones con diferentes países y regiones del mundo. Se trata de entender
que así es como empieza a configurarse la nueva escena mundial. Tenemos que
trabajar desde el MERCOSUR y con nuestro MERCOSUR, para lograr un mundo donde
lo multilateral, lo multiregional se ubiquen en el centro de la escena. Ni un
mundo imperial, ni un mundo de naciones aisladas y potencialmente conflictivas
entre sí, tampoco un mundo sin naciones soberanas, porque por el momento no se
vislumbra una cede posible de democracia que no sean los estados nacionales.
Necesitamos avanzar hacia una globalización
con autonomía, diversa, plural, equilibrada y eso solamente es posible desde
sólidas construcciones institucionales de carácter regional. Con todas sus
dificultades el MERCOSUR ha crecido incorporando a
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