enero 19, 2014

Mensaje del Director al Congreso, sobre la política atribuida al Brasil, con motivo de la invasión de la Banda Oriental, en 1816

EPOCA SEGUNDA
La Anarquía
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Mensaje del Director al Congreso, sobre la política atribuida al Brasil, con motivo de la invasión de la Banda Oriental, en 1816.

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Soberano señor: Mientras conservé la idea de que el Gabinete del Brasil trataba de combinar el interés y la gloria de estas Provincias, con los proyectos de su ambición y futuro engrandecimiento, sentía menos la mortificación de que la libertad y el nuevo destino de la amada patria no fuesen exclusivamente la obra de nuestras manos, y el premio debido a nuestra constancia.
Pero que hay fundamentos para sospechar que el Rey de Portugal quiere abusar de nuestra buena fe, y partir con nuestros enemigos naturales las ventajas que adquiriese por medio de una negociación dolosa, creo mi primera obligación dirigir a V. Soberanía una explicación de mis verdaderos sentimientos sobre una materia tan delicada.
Por separado indico a V. Soberanía los motivos que hacen algo más sospechosa la conducta de la Corte vecina, e interpretándola lo más favorable que ella misma pudiera desear, deja inferir que se ha propuesto mantener en un estado igualmente incierto, las esperanzas de los Españoles y Americanos: que su designio en este proceder, es hacer que la incertidumbre de ambos partidos, y el interés de realizar sus esperanzas, les mueva a promover condiciones, que interesen más o menos su ambición, y la tranquila posesión de sus nuevas adquisiciones. Este modo de discurrir es seguro,. aunque no hubiera otro fundamento que el silencio observado de parte de la Corte de España en medio de unos preparativos, que no amenazan menos nuestra libertad, que los pretendidos derechos de aquella sobre sus antiguas colonias. En una palabra, los portugueses aspiran, aprovechándose de nuestra inacción y confianza en sus protestas, a ponerse en el caso de dictarnos la ley a su antojo, o de unirse a nuestros enemigos para subyugarnos, sacando el provecho que puedan de esta perfidia. Tan fría ha sido siempre la crueldad de los gabinetes, cuando se trata de materias de un tan grande interés, y los ejemplos que nos ofrece la historia han sido regularmente presentados por medianeros poderosos a expensas de los pueblos que se afecta reconciliar. Estas reflexiones de suyo sencillas han penetrado hasta el corazón de las gentes menos iluminadas de esta Capital; y temiendo ser víctima de una política astuta y pérfida, no esperan sino un solo indicio que confirme sus sospechas, para desplegar su resolución heroica, de no perder en un solo día la obra de -tantos trabajos, de tantos sacrificios y de tanta sangre. Ahora que todos los puntos de la América revolucionada, renacen, por decirlo así, de unas ruinas más gloriosas e ilustres, postrando el orgullo de un enemigo altivo e impotente, sienten más que nunca la humillación de abandonarse a la buena fe de una Nación que puede hallar su interés en nuestro oprobio. El honor, pues, la justicia, la libertad y la seguridad individual y pública exigen otra energía y otra dignidad en los pasos que hayan de darse, para que el éxito de una negociación con la potencia limítrofe no aventure la pérdida de unos bienes, que podemos conservar a pesar de tantos obstáculos, sin necesidad de encomendar a otras manos nuestros destinos. El Rey de Portugal, antes de entrar en cualquier tratado con estas Provincias, debe reconocer nuestra absoluta independencia y nosotros debemos exigirlo como preliminar, en términos que se haga público a todos los pueblos: cuando éstos hubiesen recibido una tal prueba de la amistad del Rey de los Brasiles, entonces recién deben tener lugar las negociaciones, y entonces entraremos en ellas con el carácter que corresponde a la declaración solemne y jurada de nuestra emancipación política.
Cualquier otro rumbo que se dé a este negocio, lo considero impolítico, ignominioso, contrario a nuestros intereses, a la voluntad del pueblo, y a nuestros juramentos. 
Yo espero por lo mismo que Vuestra Soberanía se inclinara a tomar este partido; pero sin razones superiores de dictaren que debe insistir en otros planes, yo le suplico encarecidamente, que me exima de tomar parte en ellos, constituyendo otra persona que juzgue compatible con sus deberes el desempeño de un cargo, que comprometería inútilmente mi seguridad, mi conciencia y mi reputación. Yo toco de cerca las cosas y conozco a fondo los sentimientos de estos habitantes, cuyo celo perspicaz no dejaría escapar el menor proyecto que ofendiese a sus intereses o su gloria; y es con estos convencimientos que me he decidido a elevar a Vuestra Soberanía estas observaciones, seguro de que encontrarán la acogida que mis buenas intenciones me hacen esperar.
Dios guarde a Vuestra Soberanía muchos años. 
— Buenos Aires 18 de Noviembre de 1816. — Soberano Señor. —J. MARTÍN PUEYRREDÓN. — Soberano Congreso de las Provincias Unidas de Sud América.

Fuente: Neptalí Carranza, Oratoria Argentina, T° I, pág. 146 y sigtes., Sesé y Larrañaga, Editores – 1905. Ortografía modernizada

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