DISCURSO ANTE LA
62º ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
Néstor Kirchner
[25 de Septiembre
de 2007]
Señor Presidente: permítame, ante todo,
expresarle mis más sinceras felicitaciones por su elección como presidente de
esta 62º Asamblea General de las Naciones Unidas.
Doy también la bienvenida de mi país al
nuevo Secretario General, señor Ban Ki-moon, y comprometemos nuestro apoyo en
sus esfuerzos al frente de las Naciones Unidas.
Como cada año de nuestro mandato, concurrimos a esta Asamblea General con el ideal de revitalizar este ámbito de representación global en la convicción de que ello aportará a la vigencia del Derecho Internacional como instrumento capaz de dirimir conflictos y así poder enfrentar con éxito las amenazas a la paz.
Como cada año de nuestro mandato, concurrimos a esta Asamblea General con el ideal de revitalizar este ámbito de representación global en la convicción de que ello aportará a la vigencia del Derecho Internacional como instrumento capaz de dirimir conflictos y así poder enfrentar con éxito las amenazas a la paz.
El mundo enfrenta problemas. La única
esperanza de que pueda resolverlos está en el respeto a la multilateralidad, la
adhesión a las diversas normas locales, el respeto de todos los países a las
normas y convenciones internacionales y, sobre todo, el pleno respeto a los
derechos humanos.
Para cada país en particular, como para el
mundo, la paz será posible en la medida que se promueva la igualdad y se luche
para erradicar la pobreza, la indigencia y la exclusión.
El mundo no puede ni debe ser un escenario
para la violación global de los derechos humanos. La paz y la convivencia que
construyen y preservan entendiendo el verdadero concepto de solidaridad entre
naciones desde una concepción humana mucho más amplia que lo puramente militar
o lo predominantemente unilateral.
Nuestra política exterior, se inspira en los
valores de la democracia representativa con soberanía popular, respeto a los
derechos humanos fundamentales y la defensa activa de la paz y la seguridad
internacional.
Estos principios compartidos por la inmensa
mayoría del pueblo argentino, orientan la acción del Gobierno y son la base de
las decisiones que la
República Argentina toma del ámbito internacional.
Apoyamos con fuerte convicción la
construcción de sociedades más justas, más equitativas y con una mejor distribución
de los beneficios del crecimiento económico. Sabemos que cada país debe tener
el derecho de buscar su propio modelo de desarrollo sin condicionamientos
externos.
Estos años han sido años de gran intensidad
y de un esfuerzo muy importante destinado a poner en pie a una nación que hace
apenas cinco años se encontraba sumida en una crisis económica y social sin
precedentes. En aquel momento, muchos pensaban que esa recuperación sería casi
imposible.
Día tras días, con enorme esfuerzo, con gran
humildad, despertamos las fuerzas productivas de un país derruido por recetas
económicas impuestas que plagaban nuestro futuro de condicionamientos y
limitaciones.
Nos encontrábamos ante un Estado vaciado por
la aplicación rígida de las recetas del Fondo Monetario Internacional y, como
corolario, se veía violencia en las calles y se vivía una crisis institucional
en la que los presidentes duraban días. La Argentina , por primera vez, expulsaba a sus
propios hijos a un exilio económico inédito.
Hoy podemos decir que el Estado argentino ha
ganado autonomía y administra soberanamente las variables de la macroeconomía
en la medida que la actual etapa mundial lo permite, con una política económica
sólida, ordenada y previsible en un marco institucional estable y democrático.
Nuestra capacidad de recuperación posibilitó
que, aún sin recibir fondos, comenzáramos a cancelar deuda neta con los
organismos internacionales hasta llegar a pagar, aún por anticipado, toda la
deuda con Fondo Monetario Internacional, un Fondo Monetario Internacional que
apoyó y promovió los gobiernos que se sostenían ajustando y emparchando las
cuentas públicas al costo de aumentar la pobreza de la gente provocando la
desindustrialización y endeudando irresponsablemente al país.
Ante la incredulidad crítica de los
promotores de las recetas ortodoxas, la Argentina , a partir de políticas monetarias
cautas, un gasto público ordenado, un fuerte superávit fiscal primario que nos
permite enfrentar o morigerar posibles crisis externas, viene desendeudándose y
creciendo a una tasa cercana al 9 por ciento en los últimos cinco años, dando
como resultado el período de expansión económica ininterrumpida más fuerte de
los últimos cien años.
Constituimos hoy la prueba empírica de que
hay vida después del Fondo, la certificación de que hay otros caminos hacia el
desarrollo y la integración, son posibles la constancia de la inexactitud de la
aplicación de recetas modélicas con pretensión de validez universal.
La reivindicación del derecho de los países
a elegir un camino propio, valiéndose de la experiencia internacional, pero
priorizando las circunstancias y los intereses nacionales por encima de
cualquier interés, resultamos el caso que prueba la necesidad de la reforma de
la arquitectura financiera internacional, en particular del Fondo Monetario
Internacional, exponente de un viejo orden mundial sin vigencia, resultamos el
caso que permite la constatación de la necesidad de cambio de los organismos
financieros multilaterales para que permitan colaborar con el desarrollo de las
naciones de menores recursos, combatir la pobreza y generar verdaderas opciones
de progreso.
Es que no se reduce la cuestión al mero
crecimiento económico, que puede ser reconocido por los técnicos o los
historiadores de la economía, se trata de un crecimiento con fuerte contenido
social y equidad en que los ciudadanos sean el centro de los resultados. Así
que el desempleo ha bajado al 7,8 por ciento desde el inicio de nuestra gestión
en la que casi la cuarta parte de la población activa se encontraba presa de la
humillación que significa no tener trabajo.
No hablamos de cualquier tipo de trabajo,
sino del trabajo digno, en blanco, trabajo decente, como lo hemos propiciado en
la última Cumbre de las Américas realizada en nuestro país.
A partir de una política productiva, que
genera valor agregado y que además apela a la responsabilidad social de las
empresas privadas, estamos reindustrializando la República Argentina.
Los indicadores económicos que hoy muestra nuestro país, serían imposibles de
alcanzar sin una acción complementaria entre el Estado y el sector privado.
Nuestras ventas a todo destino, se han
duplicado durante los últimos cuatro años, con un crecimiento del 16 por ciento
anual. Las inversiones han registrado sensibles progresos, la Inversión Bruta
Interna Fija lleva diecisiete trimestres consecutivos de aumento, se registra
una relación entre la inversión y el PBI de entre el 20 y el 23 por ciento, lo
que implica un contraste notorio con el nivel de 2002 en que solo se llegó a
poco más del 11 por ciento.
Al encontrarnos con aquella crisis hace casi
cinco años, las urgencias nos hizo mantener políticas asistenciales
indispensables para los sectores más vulnerables de la población. No renegamos
de ella, pero hoy podemos decir que la verdadera solución a los graves
problemas sociales que padece nuestro país, como tantos otros en el mundo, se
resuelven con trabajo, salud y educación.
En cuanto a la salud, la puesta en marcha de
una Política Nacional de Medicamentos que incluye su prescripción por nombre
genérico y la provisión gratuita de aquellos que son esenciales, así como el
fortalecimiento del Programa Materno Infantil y en general todo lo que haga
foco en la atención primaria de la salud como factor de equilibrio y protección,
nos ha permitido compensar en parte el desastre en el que había quedado sumida
la salud pública.
Por supuesto, un punto especial en la
recomposición social y moral del país, aún cuando los efectos se ven con un
horizonte temporal mayor que el de otras políticas públicas, es el de la
educación.
Para recomponer tan dramática situación, que
además funcionaba como signo de la descomposición social y de la huida del
Estado en la protección en las más vulnerables, es que se aprobó la nueva Ley
de Educación Nacional, que vuelve a tener como objetivo la igualdad de
oportunidades a través de garantizar una calidad general de los contenidos en
todo el territorio nacional, la vinculación con el mundo del trabajo y la
excelencia en la formación docente. A partir de esta ley, nos hemos dado un
plazo hasta el año 2010 para que el 6 por ciento del PBI se destine al
financiamiento de la educación.
En este contexto de progresiva recuperación,
la política exterior, ha iniciado un camino de fortalecimiento y expansión con
un claro y decidido compromiso de interés nacional.
En nuestra acción, la integración regional
ocupa un lugar prioritario. En las últimas dos décadas, a partir del MERCOSUR, la Argentina ha consolidado
fuertes vínculos comerciales con los países de la región. Pero las relaciones
comerciales van más allá de los límites regionales. En este sentido, las
negociaciones multilaterales en el ámbito de la Organización Mundial
del Comercio adquiere particular significación ya que de ellas depende la
liberalización de los mercados agrícolas, sector en el cual nuestro país tiene
claras ventajas competitivas, y la obtención de una adecuada flexibilidad para
ejecutar nuestras políticas industriales.
Para la Argentina un resultado que garantice reglas más
equitativas y justas para el comercio internacional resulta de gran
importancia, es por eso que participamos activamente en las negociaciones
económicas multilaterales con el firme objetivo de alcanzar equidad en las
normas que rigen el comercio mundial y cambiar la situación de discriminación
que han sufrido nuestros principales productos de exportación mediante barreras
al comercio y otros instrumentos de distorsión del comercio, que aplican
especialmente los países desarrollados.
La argentina estará presente en todos los
ámbitos multilaterales en los que participa procurando reglas de juego mas
equitativas y democráticas a la hora de las decisiones. El multilateralismo es
el instrumento más eficaz para poder ganar la batalla contra el hambre, la
pobreza, la exclusión y la degradación ambiental.
Todo lo que he comentado aquí es a la vez
causa y consecuencia de la estabilidad institucional y del respeto por el
estado de derecho.
El Estado argentino, en sus tres poderes
viene tomando decisiones en contra de la impunidad, preservando la memoria, la
verdad, la justicia y han comenzado las condenas a los culpables de las graves
violaciones a los derechos humanos.
Quienes creían ya haber logrado la
impunidad, oponen fuerte resistencia a los juicios y, en un intento de atemorizar
a los testigos, han provocado la desaparición del testigo Julio López, enviando
con ello una oscura señal a la sociedad interesada en el esclarecimiento de los
crímenes de lesa humanidad que cometieron y que condena tal acto.
El respeto irrestricto de los derechos
humanos constituye hoy un nuevo paradigma nacional. En el pasado hemos sido
referenciados en el mundo por su violación, hoy, cuando estamos empeñados en
conocer la verdad y castigar a los culpables, queremos tambien motorizar su
defensa a escala planetaria.
Mientras en mi patria se secuestraba, se
torturaba y se mataba, los mecanismos creados precisamente para condenar y
evitar dichos atropellos permanecieron silenciosos.
Es en memoria de aquello, para que a nadie
más le ocurra, que la
Argentina apoya el pleno funcionamiento del nuevo Consejo de
Derechos Humanos. Confiamos en que las esperanzas depositadas en los nuevos
mecanismos no habrán de defraudar las expectativas de la comunidad
internacional.
Mi gobierno ha suscripto instrumentos de
gran relevancia.
Quiero destacar, primero, la Convención Internacional
para la Protección
de todas las personas contra las Desapariciones Forzadas adoptada por esta
Asamblea el 20 de diciembre de 2006 y suscripta por la República Argentina
en París, el 6 de febrero de este año. En este instrumento, como la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad y también ratificado Protocolo
Facultativo de la
Convención sobre todas las Formas de Discriminación contra la Mujer , dan continuidad y
contenido concreto a una política que otorga a la promoción de los derechos
humanos un papel central.
Nuestro país ubica hoy en el centro de sus
políticas públicas el cuidado del ambiente, pero sabemos que no puede haber
soluciones confiables sin la acción de todos los países del mundo, en especial
los de mayor desarrollo industrial, en tanto la naturaleza el problema tiene ya
escala planetaria.
La temática del cambio climático debiera
preocupar a todos los gobiernos, pues no existe rincón del planeta que no se
vea afectado por alteraciones en cuyas causas se identifica la influencia de la
actividad humana.
La convocatoria del señor Secretario General
para la reunión del alto nivel que tuvo lugar en el día de ayer resulta por
demás oportuna, en tanto pone de manifiesto la imperiosa necesidad de reforzar
las acciones de cooperación internacional capaces de dar una respuesta eficaz y
adecuada, que preserve el medio ambiente y evite el inaceptable desplazamiento
de las actividades contaminantes hacia los países en desarrollo.
Unos tras otros, diferentes esfuerzos
diplomáticos orientados a lograr que cese de una vez y para siempre el vértigo
de la violencia en Medio Oriente, han venido fracasando. Sin embargo, no es
posible ni admisible bajar los brazos, ninguna solución impuesta por la fuerza
de las armas aportará a la paz y el sosiego que todos los pueblos de la región
reclaman desesperadamente.
La experiencia en Irak, cuya invasión
rechazamos en su momento, es la prueba tan inocultable como trágica y dolorosa,
da sustento a lo que manifestamos.
El Consejo de Seguridad y las naciones que
conforman el cuarteto tienen la gran responsabilidad en acompañar y, si es
posible, orientar un proceso de paz, al que deberá arribarse con coraje y con
gran perseverancia.
Año tras año, incansablemente, la República Argentina
ha condenado aquí la gran amenaza del terrorismo global. Consideramos que todos
los actos de terrorismo son criminales e injustificables y no creemos que haya
argumento alguno que pueda justificar tal metodología.
Así como no existe nación en la Tierra que pueda
considerarse fuera del alcance del terrorismo, la respuesta tiene que aunar el
esfuerzo mancomunado de las naciones y, especialmente, de esta organización,
para prevenir y eliminar este flagelo.
No puede tolerarse la acción de los
responsables del terrorismo ni de quienes los auspicien, financien o protejan,
sean estos personas o países.
La soberanía argentina fue víctima en dos
oportunidades de ese accionar. En 1992 se atentó contra la Embajada de Israel, en
1994 contra la sede de la
AMIA. Como consecuencia perdieron la vida 102 personas de
nuestra comunidad, algunos de sus familiares nos acompañan hoy aquí. Estas
víctimas igualadas por el terror a las de esta ciudad, a las de Madrid, a las
de Londres, a las de Bali, a las de Estambul, y a las de tantos otros lugares,
nos imponen el mandato moral de respetar sus memorias, comprometiendo nuestro
esfuerzo para perseguir, encontrar y condenar a los culpables.
A pesar de las dificultades que la distancia
temporal importa, ya que son hechos de hace 13 y 15 años atrás, de las
maniobras de encubrimiento que les sucedieron, no cesa ni cesará nuestro
interés ni el apoyo a la
Justicia para el esclarecimiento, manteniendo vivo el
recuerdo del horror para que no se repita.
En este contexto, esperamos que la República Islámica
de Irán, en el marco del Derecho Internacional aplicable, acepte y respete la
jurisdicción de la justicia argentina, y colabore eficazmente con los jueces
argentinos para lograr el sometimiento a juicio de las personas imputadas en
aquellos hechos.
En tal sentido, quiero dejar sentado aquí,
en la sede de las Naciones Unidas y ante el resto de los países del mundo, que
hasta hoy, lamentablemente, la República Islámica de Irán no ha brindado toda la
colaboración requerida por la
Justicia argentina para el esclarecimiento de los hechos.
Apelamos al señor Secretario General y a
todas las naciones del mundo que intercedan ante la República Islámica
de Irán para que dé trámite a la rogatoria judicial. Ello lo hacemos para
alcanzar el único objetivo que tenemos, lograr el esclarecimiento de los hechos
y el juzgamiento a quienes resulten responsables de los mismos. El respeto a la
memoria de nuestras 102 víctimas, exige la realización del valor justicia.
Estamos pidiendo que la
República Islámica de Irán colabore en la aplicación de las
normas del Derecho Internacional, para posibilitar arribar a la verdad, nada
más pero tampoco nada menos.
Las naciones grandes y las pequeñas, las
ricas y las pobres, todos en el mundo quedaremos expuestos a una fuerte
vulnerabilidad si no logramos hacer comprender que la acción contra el
terrorismo requiere una urgente acción multilateral, inteligente y sostenida en
el tiempo, y fuertemente basada en la legitimidad, el respeto a los derechos
esenciales de las personas y la proporcionalidad en la respuesta y el respaldo
de la opinión pública internacional.
Señor Presidente: los esfuerzos contra la
proliferación de las armas de destrucción masiva cuentan con el firme apoyo y
participación de la
República Argentina. Mi país es reconocido por su papel
activo en los usos pacíficos de la energía nuclear. La Argentina desarrolla,
consume y exporta energía nuclear con fines pacíficos, todo ello en el marco
irrestricto del respeto de las normas consagradas en el Tratado de no
Proliferación de Armas Nucleares y del régimen de no proliferación en un
sentido amplio.
Los esfuerzos en materia de no proliferación
tienen un correlato ético y jurídico con los progresos que se verifiquen en
materia de desarme. En efecto, los instrumentos jurídicos, sobre los cuales se
sustenta la prohibición de las armas de destrucción masiva, prescriben
precisamente eso: un firme compromiso de no desarrollar nuevos instrumentos de
terror y destrucción en el sentido que aquellos que sí poseen esas armas
procederán a su progresiva y efectiva eliminación.
En los últimos años hemos visto como los
compromisos en materia de desarme se han visto erosionados de modo permanente,
los arsenales nucleares siguen siendo desproporcionadamente grandes, y los
acuerdos de desarme nuclear se han ido paralizando. No es de extrañar que,
frente a semejante situación, haya quien cuestione la legitimidad de continuar
abogando unilateralmente por la no proliferación, mientras los compromisos
solemnes en materia de desarme son sagrados.
Las armas convencionales son responsables de
la muerte de millones de personas en todo el mundo. Nuestro país otorga una
alta prioridad a las iniciativas vinculadas a la conclusión de un tratado sobre
comercio de armas. En el plano interno, hemos puesto en marcha programas de
recolección voluntaria de armas de fuego cuyos primeros resultados son por
demás alentadores.
La reforma del Consejo de Seguridad sigue
siendo una tarea pendiente. Aspiramos a una reforma que haga de este órgano
central uno más responsable, democráticamente representativo y dinámico. No
será creando nuevas categorías privilegiadas que habremos de lograr ese objetivo,
confiamos que el proceso de consultas actualmente en curso, arribe a buen
puerto a fin de adecuar al órgano a las realidades de nuestro tiempo.
No deseo finalizar sin antes referirme a una
cuestión de permanente vigencia para la República Argentina :
la cuestión de las Islas Malvinas, que incluye a las Islas Malvinas, Georgias
del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Este año se cumplen 174 años de la
usurpación británica de parte del territorio nacional argentino. Desde el acto
de fuerza de 1833 mi
país ha protestado siempre esta ocupación ilegal reclamando la restitución del
ejercicio pleno de su soberanía. También recordamos en el 2007 los 25 años el
conflicto del Atlántico Sur de 1982, conflicto desatado por la dictadura
militar a espaldas del pueblo argentino que siempre procuró una solución
pacífica a su legítimo reclamo soberano.
Esta Asamblea General se ha pronunciado
sobre esta cuestión en numerosas oportunidades, tanto antes como después de
1982. Desde 1965, en que aprobó la Resolución 2065, la organización que continuó año
tras año reconociendo la existencia de una disputa de soberanía entre Argentina
y el Reino Unido, denominada “Cuestión de las Islas Malvinas”, instando a ambos
gobiernos a negociar a la brevedad una solución pacífica, justa y duradera a la
disputa teniendo en cuenta las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas
y los intereses de la población de las Islas.
El objetivo permanente e irrenunciable de
recuperar el ejercicio pleno de la soberanía argentina sobre esta parte de su
territorio, así como la permanente disposición de mi país a reanudar las
negociaciones tendientes a la solución de la disputa, han quedado reflejadas en
nuestra propia Constitución Nacional. La Argentina considera incomprensible la pertinaz
renuencia británica a abordar la cuestión de la soberanía, renuencia que viola
lo dispuesto por esta Asamblea General en la Resolución 2065 y
numerosas resoluciones concordantes.
Es hora ya que el Reino Unido asuma la
responsabilidad de poner fin al anacronismo de mantener la ocupación ilegal del
territorio de otro Estado con un propósito claramente colonial.
Mi Gobierno manifiesta su enérgico rechazo a
la pretensión británica de establecer espacios marítimos en torno de dichos
archipiélagos. En particular, rechaza la recientemente difundida intención del
Reino Unido de hacer una presentación ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental ,
creada por la Convención
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, relativa al límite exterior de
la plataforma continental generada a partir de dichos territorios argentinos.
En ése, mi último mensaje como Presidente de
los argentinos a la
Asamblea General , deseo reafirmar nuestra profunda convicción
de que solo en democracia, con libertad, justicia social y paz, puede el hombre
realizarse en plenitud.
Esta Asamblea de la Humanidad , tiene una
responsabilidad indelegable en ayudar para que así sea. Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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