DISCURSO EN LA CUMBRE DE CAMBIO
CLIMÁTICO, REALIZADA EN LAS NACIONES UNIDAS
Néstor Kirchner
[24 de Septiembre
de 2007]
Señores integrantes del Plenario Temático;
señor Presidente: es por todos reconocido que los países en desarrollo, somos
los que hemos contribuido a generar menos este desequilibrio conocido como
“cambio climático” en cuyas causas se identifica la influencia de la actividad
humana. Por el contrario, son los países desarrollados los que han recibido por
mucho tiempo un verdadero subsidio ambiental de nuestros países, que les
permite disfrutar de los altos niveles de consumo que provocaron esta
situación.
Esto nos convierte claramente al mundo y a los países en desarrollo, en acreedores ambientales de los países desarrollados. Esta situación ha generado una deuda moral y ambiental que debe ser debidamente reparada para resolver las inequidades planteadas por los efectos adversos del cambio climático.
Esto nos convierte claramente al mundo y a los países en desarrollo, en acreedores ambientales de los países desarrollados. Esta situación ha generado una deuda moral y ambiental que debe ser debidamente reparada para resolver las inequidades planteadas por los efectos adversos del cambio climático.
La adaptación al cambio climático ha sido
por demasiado tiempo, la promesa pendiente del régimen internacional creado
para encararlo. Los informes demuestran los tímidos esfuerzos hasta ahora
empañados, que marchan hacia el fracaso. Hasta la novena reunión de las partes
de la Convención
marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, la comunidad
internacional enfocó sus esfuerzos en la reducción de las emisiones de gases de
efecto invernadero. Sin embargo, el cumplimiento del objetivo de la Convención exige
fomentar en la escala de vida no sólo la mitigación sino también la adaptación.
Mi Gobierno, convencido de la urgencia de
lograr mayor acción internacional en este ámbito, promovió que se adoptara un
programa sobre adaptación con metas de reducción cuantificables en la Décima Conferencia
de las partes de Convención realizada en la Argentina en diciembre
de 2004.
Muchos países en desarrollo creemos que se
trata sólo de un primer paso que no resolverá las necesidades efectivas de
adaptación a un cambio climático que no causamos, y cuyos efectos amenazan
nuestras legítimas aspiraciones de desarrollo sostenible y la erradicación de
la pobreza.
Nuestras circunstancias nacionales en
particular nuestro perfil productivo con un alto porcentaje de exportaciones
agrícolas y de manufacturas de origen agropecuario, hacen que las necesidades
de adaptación de la
Argentina se concentren en los sectores de la Agricultura. No
sólo es una prioridad nacional, sino que de no encararse adecuadamente, podría
verse comprometida la seguridad alimentaria de otros países.
Toda la comunidad internacional tiene la
necesidad de adaptarse a los efectos adversos del cambio climático, pero no
todos deben encarar además la insoportable carga de la deuda externa y demandas
de sus pueblos largamente postergadas. Si además, a esto le sumamos la brutales
distorsiones generadas en los mercados internacionales por las políticas
comerciales de algunos países desarrollados que nos fuerzan a sobre explotar
nuestra base de recursos naturales, nuestras posibilidades de dar respuestas a
estos impactos adversos, se ven aún más limitadas.
Creo que ningún acuerdo sobre el futuro del
régimen “cambio climático”, se logrará sin avanzar a la etapa de implementación
de la adaptación. Los retrasos en la acción -y esto incluye cualquier retraso
en ayudar a financiar y apoyar a largo plazo en los países en desarrollo- son
inaceptables para nuestros pueblos y significará un incremento en los costos y
en los riesgos para generaciones futuras.
Por ello, postulamos que para solucionar los
temas pendientes se nos faciliten nuevos y creativos medios financieros y
tecnológicos, reconociendo por ejemplo como mecanismo de pago de la deuda
externa, la contribución que implica el mantenimiento de nuestros reservorios
naturales de vegetación y bosques.
Estamos convencidos de que, reducir el
impacto adverso al cambio climático es posible y viable. Quiero recordarles que
todos los países desarrollados se comprometieron formalmente por la Convención a reducir
sus emisiones, pero también asumieron un compromiso con respecto a la
adaptación que no se están cumpliendo adecuadamente. El Programa de Ozono, el
Fondo de Carbono, el Programa de los Pueblos y Bosques y nuestro Programa de
Reconversión Tecnológica PyMES, se encuentran entre los más exitosos del mundo
en relación al cumplimiento de los protocolos internacionales vigentes.
Pero nuestros esfuerzos que encuentran
alicientes en los premios internacionales que se nos han conferido por algunos
de ellos, requieren más ayuda de los países deudores ambientales.
Se deben honrar de buena fe los compromisos
de transferencia de tecnología, creación de capacidades y apoyo financiero de
los países desarrollados respecto a nuestros países. El acceso a opciones
tecnológicas de adaptación es difícil para los países en desarrollo, y la falta
de recursos financieros dificultan la investigación y el desarrollo de aquellos
aún en los países como la
Argentina con buena capacidad humana para encararlos.
No es posible que quince años después de la Cumbre de Río de 1992, aún
estemos discutiendo la necesidad de que se garanticen recursos financieros
adicionales para enfrentar el cambio climático. Tampoco es posible desde que
entró en vigor el protocolo de Kioto que no se haya logrado volver operativo el
fondo de la adaptación. Es imperativo asegurar recursos financieros sostenidos
y suficientes, para la implementación de las iniciativas de adaptación a gran
escala.
Creemos que pensar que el régimen de cambio
climático sea más justo en el futuro, no sólo puede ser un planteo de términos
de investigación y del modo de compartir la carga de la reducción de emisiones,
sino que debe tenerse en cuenta que para encarar la adaptación a un cambio
climático que no causamos, los países en desarrollo enfrentamos una evidente
falta de recursos financieros y tecnológicos que deben atenderse adecuadamente.
La amenaza del cambio climático es global y
global y planetaria debe ser la respuesta. Por primera vez en la historia del
hombre la naturaleza lo desafía y pone en cuestión las bases mismas de la
civilización global.
Tenemos que estar todos a la altura de las
circunstancias pasando de la retórica del compromiso a la acción comprometida.
Muchísimas gracias.
NESTOR KIRCHNER
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